Capitulo 17: Ámame


Natsu observó con el rabillo del ojo a Lucy mientras se dirigían hacia su apartamento. La veía preciosa embarazada y aquellos vaqueros de premamá con esa camisa blanca tan suelta le sentaban fenomenal. Con mucho cuidado para no asustarla le pasó un brazo sobre los hombros y la acercó a su propio cuerpo. Hasta ese momento en el que se había reencontrado con ella no había sido consciente de lo mucho que la echaba de menos. ¿De dónde demonios sacó el coraje para dejarla?

Llegaron al edificio en el que Lucy vivía y juntos subieron en el ascensor. Era algo pequeño y estrecho por lo que Natsu no pudo evitar que el vientre de Lucy quedara pegado a él. En principio no quería pensando que podía hacerle daño al bebé, pero luego descubrió lo duro que estaba y supo que el bebé se encontraría perfectamente protegido.

Entraron juntos al apartamento de Lucy y lo primero que hizo ella fue quitarse los zapatos y sentarse sobre el sofá. En cuanto vio que Lucy hacía una mueca intentando sentarse, él corrió en su ayuda y agarrándole con mucho cuidado el vientre, la ayudó a sentarse.

- Gracias- murmuró Lucy.

- No tienes por qué darlas... - musitó Natsu débilmente- debí haber estado aquí todo el tiempo, ayudándote.

Lucy agachó la cabeza. No se atrevía a decirle que ella pensaba exactamente lo mismo, que creía que debería haber estado con ella durante todo el embarazo, pero comprendía que él no era consciente de lo que estaba aconteciendo.

- ¿Cómo te has enterado de que estaba embarazada?

Observó pacientemente a Natsu mientras se sentaba a su lado y lo miró a los ojos.

- No lo sabía- se puso de lado para verla mejor- me he enterado en cuanto te he visto hoy.

- Entonces, ¿por qué viniste?

Lucy aún guardaba por dentro la esperanza de que él hubiera ido sólo porque quería volver a verla. Porque la amaba.

- Gray me insistió tanto que decidí ir.

- Ah...

Estaba totalmente decepcionada. ¿Cómo se le había ocurrido pensar que aún la amaba? ¡Si la había abandonado! Aunque aún no se podía olvidar de cómo reaccionaba cuando le insinuó que no la amaba en la cafetería. Parecía furioso con ella. De repente le gruñeron las tripas y se miró sonrojada el abultado vientre.

- ¿Tienes hambre? – le acarició el vientre- ¿quieres que te lleve a un restaurante?

- No- le negó- es un antojo.

- ¿Antojo?

- Sí- sonrió- a las mujeres embarazadas a veces se nos antojan ciertas comidas. Me apetece comer fresas- intentó levantarse fracasando- ¿me puedes traer un bol de fresas?

- Claro- sonrió al resultar de alguna ayuda- ¿dónde están?

- En la terraza de la cocina.

Natsu se levantó del sofá y entró en la pequeña cocina. No le gustaba aquel piso para Lucy. Era muy pequeño y casi no tenía espacio para el bebé. La iba a convencer para que se fuera a vivir con él, a su apartamento.

- ¿Por qué te dejaste creser el cabello? – le preguntó desde el salón.

- El FBI nos busca, mi amor- le contestó desde la cocina- no podemos permitirnos el lujo de mostrarnos tal y como somos. Además, a mí me queda todo bien.

- Serás creído... - murmuró.

Después todo volvió a quedar en silencio. Natsu terminó de cortar todas las fresas y les espolvoreó algo de azúcar encima antes de llevárselas a Lucy. Sabía de muy buena tinta lo mucho que le gustaban a Lucy las comidas extremadamente dulces.

Lucy aceptó encantaba el bol repleto de fresas y cogiendo el tenedor que le daba Natsu comenzó a devorarlas.

-¡Qué buenas están! – exclamó contenta.

- Vente a vivir conmigo.

Se atragantó en cuanto escuchó eso. Natsu llegó a la conclusión de que fue una mala idea darle una noticia así mientras se tragaba una fresa. Rápidamente comenzó a toser mientras que Natsu le daba suaves palmadas en el pecho.

- Tranquila, cariño- le rodeó al cintura con el brazo libre- respira...

Lucy dejó de toser y lo miró alucinada. Aún no era capaz de creerse lo que él le estaba ofreciendo.

- ¿Estás hablando en serio?- le preguntó sin poder resistirlo.

- Nunca había dicho nada tan en serio- le aseguró.

- Lisanna vino hace dos semanas a la cafetería...

- Lucy, te lo juro- le cogió ambas manos entre las suyas- hace meses que no veo a esa mujer. Corté toda relación con ella en cuanto te agredió.

Pero desde luego iba a volver a verla después de lo que acababa de decirle Lucy. Esa mala mujer iba a arrepentirse por haberse atrevido a ir a la cafetería donde trabajaba Lucy.

- Te creo... - suspiró- quiso hacerme creer que te ibas a casar con ella.

- ¿Te lo creíste?

- Al principio sí- se sonrojó- la golpeé con la bandeja en la cabeza y la dejé inconsciente.

- ¿Qué hiciste qué?

Natsu nunca podría haberse imaginado a una Lucy tan agresiva.

- No pude evitarlo, se estaba burlando de mi hijo no nato y de mí... - bajó el tono de voz- además yo estaba celosa...

Llevaba años queriendo escuchar eso de los labios de Lucy. Había intentado en su adolescencia darle celos, pero nunca le había funcionado y ahora como por arte de magia ella estaba dispuesta a golpear a cualquiera que intentara algo con él.

- ¿Y cómo descubriste que te mentía?- preguntó sintiendo cierta curiosidad.

- Después de golpearle vi mejor la supuesta alianza- sonrió- no era el anillo de tu abuela.

Natsu también sonrió y se llevó una mano a unos de los bolsillos de la gabardina. Se quitó la gabardina y se quedó en la mano con una cajita azul de terciopelo. Lentamente abrió la caja y se la enseñó a Lucy.

Lucy miró fascinada el anillo. Era una alianza de oro macizo cruzada en el medio y justo en el centro tenía un rubí.

- La alianza de tu abuela...

Natsu le dio la caja para que pudiera mirarla mejor y mientas tanto le levantó la camisa hasta el cuello y le bajó el elástico de los pantalones de premamá. Notó un pequeño movimiento en el vientre y puso la mano sintiendo las patadas que daba el bebé. Asombrado apoyó la cabeza en el vientre y se quedó mirando hacía los senos de Lucy. Le habían crecido considerablemente y a través de la tela blanca podían verse los pezones rosados.

- ¡Están enormes!

Lucy se sonrojó y miró hacia otro lado.

- Pues claro, mi cuerpo se está preparando para alimentar al bebé.

- ¿Cuándo tienes que volver al ginecólogo?

- Dentro de dos semanas.

- ¿Me dejarás ir contigo?

- Sí.

Natsu sonrió y cerró los ojos sintiendo todas las patadas en el vientre. Desde luego su futuro hijo era muy activo. Debía tener a Lucy machacada y ella no podría haberle hecho más feliz. Deseaba que tomara parte en su embarazo, en la vida del bebé y él deseaba ir más lejos aún. Tenía que proponérselo, proponerle aquello que tanto tiempo llevaba callando.

- Cásate conmigo.

Lucy bajó la vista y observó los ojos de Natsu. No parecía estar mintiendo y no parecía hacerlo sólo por el bebé. La miraba a ella.

- ¿Por qué querrías casarte conmigo? – le preguntó con lágrimas en los ojos.

- Porque te amo- se incorporó- ¿no es suficiente razón?

- ¡Oh, Natsu! – sollozó- yo también te amo.

Natsu le abrió los brazos a Lucy y ésta rápidamente se aventuró a ellos. En la vida se había sentido más feliz. El hombre al que amaba sí que la quería.

- ¿Por qué me dejaste?

- Creía que eso sería lo mejor para ti, que nunca me querrías.

- ¿Cómo pudiste pensar eso después de aquella noche?

- Déjalo en que los hombres somos estúpidos.

Lucy sonrió y se dejó besar por Natsu. Llevaba meses esperando compartir ese romántico beso de amor. En tan sólo un día había conseguido todo lo que había deseado siempre. Se iba a vivir con el hombre al que amaba, él también la quería, iban a tener un hijo, se iban a casar...

- Por cierto mi amor, ¿te han estado interrogando unos agentes del FBI llamados Zeref y Brandish?

- ummm si porque...

- No te acerques a ellos, son los que nos atacaron- se levantó del sofá- creían que tú conocías nuestro paradero.

Lucy se llevó las manos a la boca sorprendida. Nunca se había esperado que esos dos agentes fueran en realidad asesinos infiltrados en el FBI. Era cierto que tenían mala pinta, pero nada más.

- No te preocupes ahora, cariño- la ayudó a levantarse- yo te voy a proteger así que sólo piensa en nuestro futuro juntos.

- ¿Entonces vas a volver a secuestrarme?

- No lo dudes, mi amor.



Fin

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