"Cáncer"

Christian colgó en ese momento. Mi respiración se volvió irregular, mis ojos empezaron a derramar lágrimas sin control alguno; todo en un segundo, el segundo en el que escuché aquella última y horrible palabra.

Cáncer.

– ¿Qué? –. Pregunté como si aun estuviera hablando con mi padre y pudiera decirme "¡Estaba bromeando! ¡Eso te pasa por no contestar las llamadas!".

Christian caminó hacia mí y me abrazó por los hombros. No me moví. Dejé que me abrazara, no tenía las fuerzas suficientes para pelear con él. Mi cabeza empezó a dar vueltas y mi vista se volvió negra.

– Vamos... – escuché que dijo Christian, pero sonaba como si estuviera a muchos metros de distancia de mí. Casi tuvo que cargar todo mi cuerpo para ponerme de pie. Mis piernas no reaccionaban, estaban adormecidas al igual que todo mi cuerpo. – ¿Necesitas que te cargue?

No le contesté, no podía, me era imposible hablar. Mi vista estaba perdida en la pared que quedaba detrás de Christian, me sentía mareada, como si estuviera a punto de vomitar.

Sentí que pasaba sus brazos por mis piernas y mi espalda para poder cargarme. Creo que me pidió que pasara mi brazo por su cuello, pero su voz sonaba tan lejana que no podía entenderle y, aunque lo hubiera escuchado con claridad, no habría podido mover mis brazos sobre su cabeza por más que quisiera. Dejé caer mi cuello hacia atrás, era una posición incómoda, pero no me importaba, en lo único que podía pensar era en lo que me había dicho mi padre.

Cáncer.

¿Cómo podía ser cierto eso? Jamás había tenido un familiar que tuviera cáncer, al menos que yo recordara, sabía que esa enfermedad podía heredarse, pero nunca me preocupé de que que alguien (mucho menos mi madre) pudiera tener cáncer. Había escuchado de amigos que sus familiares habían sufrido por esa enfermedad, nunca me imaginé que podría estar pasándome a mí también. Tenía miedo, por las experiencias de mis amigos, y no pude evitar imaginarme a mi madre completamente calva y sufriendo sola, conectada a máquinas (como las que marcan tu ritmo cardíaco).

Christian me recostó en la cama y empezó a ir de un lado a otro, a mí me daba igual lo que hiciera o no, sólo podía imaginarme a mi madre en una cama de hospital, a mi padre llorando y yo sin saberlo. No sabía cuánto iba a durar con vida, si le habían detectado el cáncer a tiempo o si ya era demasiado tarde. Ni siquiera sabía que cáncer tenía, podía ser de mama, de pulmón, de cualquier cosa, y no podría saberlo porque Christian había cortado la llamada antes de que tuviera tiempo si quiera de reaccionar ante lo que acababa de decirme mi padre.

– Mi amor, cámbiate, vamos. – como no moví ni un dedo Christian me acomodó de tal forma que, de mi cintura para abajo, quedaba fuera de la cama. Me quitó el short y la ropa interior que tenía y lo cambió por unos pantalones deportivos y ropa interior limpia. Me agarró por la espalda jalándome hasta quedar sentada. Tomó mi blusa de tirantes por ambos lados y la jaló hacia arriba (junto con mi brassier) pasándola por mi cabeza y obligándome a levantar los brazos. Dejé caer mis brazos como si pesaran una tonelada haciendo que golpearan mis muslos y se situaran entre éstos. Me puso un top deportivo negro, otra blusa y unos zapatos. Mientras hacía todo eso no dejé de ver la puerta del ropero; podrían haberme apuñalado y cortarme las piernas y probablemente tampoco hubiera reaccionado.

Él también se cambió.

Pasó mi brazo sobre sus hombros y me puso de pie.

– Vamos cariño, necesito que cooperes...

– Cáncer... – fue lo único que podía decir y pensar.

Christian volvió a cargarme para bajar las escaleras, cuando estuvimos en la sala me sentó en el sillón.

– Voy por Jack... Si regreso y ya no estás lo mato, ¿entiendes? –. Sí, entendía, quería correr hacia él y golpearlo, quería salir de la casa para poder llamar a la policía desde la casa del vecino, quería gritar, llorar, golpear, patear; no lo hice, no podía moverme, mis brazos, mis piernas, nada me respondía, como si mi cuerpo no fuera mío, como si me lo hubieran arrancado de las manos y no podría saber si alguna vez me lo regresarían. Parecía que lo único que podía hacer era respirar y parpadear, algo que justo en ese momento queria evitar hacer.

Ni siquiera me importó cuanto tiempo tardó en bajar al sótano y regresar con Jake sobre su hombro totalmente inconsciente. Se puso frente a mí dandole la espalda a la televisión. Lentamente levanté la vista hasta toparme con sus ojos. Sacó unas llaves de su pantalón y las sacudió casi golpeando mi cara.

– Dejaré a Jack en el carro, no intentes subirte y escapar porque yo tengo las llaves.

Abrió los candados que había puesto en la puerta y salió sin voltear a verme.

Giré mi cabeza de una manera extremadamente lenta siguiendo su recorrido con la mirada.

Me puse de pie y sentí que la vista se me oscurecía. Tuve que sostenerme del reposa brazos del sillón para no caerme. Caminé lentamente hacia el librero. Me quedé observando todos los libros que Jake y yo habíamos leído, recordé aquellos momentos en los que platicamos sobre las cosas que nos molestaban sobre éstos.

– Vamos mi amor. – caminó hasta la puerta; se detuvo y volteó a verme. –Miré a Christian pero no me moví ni le contesté.

Tomé el primer libro que vi, Orgullo y Prejuicio, un libro que Jake me leía cuando estaba recostada sobre su pecho. Pero en cuanto saqué el libro de su lugar mis dedos no soportaron su peso y lo soltaron provocando un fuerte ruido al caer al piso. Cuando terminamos ese libro se lo recomendé a mi madre para que lo leyera, terminó siendo su libro favorito. No me encantaba ese libro, pero me gustaba escuchar a mi mamá platicándome de cuanto le fascinaba Orgullo y Prejuicio.

Me quedé mirándolo, había caído frente a mis pies. En cuanto Christian entró caí de rodillas al suelo, me tapé la cara con las manos y volví a llorar.

Cáncer.

Se acuclilló frente a mí, me abrazó y me dio un beso en el cabello. – Tranquila, todo va a estar bien... –. Me abrazó por la cintura para ayudarme a ponerme de pie. Agarró el libro con su mano libre y lo regresó a su lugar, quise decirle que me lo quería llevar, pero no podía emitir palabra alguna de mi boca. Empezamos a caminar hacia la puerta.

Me detuve y voltee a verlo aún con los ojos llorosos. – Déjame llamarle a mi padre, déjame saber como está mamá... – decir aquello me quitó casi todas mis energías.

Negó con la cabeza. – Seguro tu padre no quiere arruinarte las vacaciones en un crucero... Ya en un año y medio le llamas...

– Chris... Es mi madre... –. Se me partía el corazón al pensar en aquella horrible palabra.

– Alguien a quien tú jamás permitirías que la llame "suegra".

Una ola de ira me recorrió todo el cuerpo. Le di un puñetazo en el pecho tan fuerte que se quejó y me soltó para poder tocar la zona en donde le dolía.

– ¿Acaso es lo único que te importa? ¡Mi madre tiene cáncer, maldición! Necesito verla... ¿Qué tal que no la vuelvo a ver...? –. Un nudo se me atoró en la garganta tan sólo al imaginar que lo que dije podía ser cierto.

Negó de nuevo. – Vámonos.

Volvió a poner su mano en mi cintura empujándome para salir. Voltee a ver el librero. Christian siguió mi vista.

– ¿Quieres que llevemos un libro? –. Me miró.

– Quiero ver a mis padres de nuevo... Aunque sea la última vez...

– No, y no insistas...

– ¿Qué harías si supieras que tu madre puede morir y tu padre se quedaría solo?

– Mi madre fue asesinada por un chico... Debía ser un poco más grande que tú cuando te conocí, y a mi padre... Bueno, Thomas lo mató, así que sé lo que se siente... No tener padres...

– ¿Si sabes lo que se siente por que no me dejas ir a verlos?

– ¿Qué pensarían tus padres si vieran que llegas con un hombre 7 años mayor que tú que salió de la nada y por quien abandonaste a Jake? –no discutí, tenía razón, y eso que no había mencionado que mis padres obviamente ya conocían su cara de memoria. Conocían a la perfección al hombre millonario que me había secuestrado por más de 2 años, que ahora estaba "muerto" y que me había heredado toda su herencia–. Sí, eso pensé, ahora vamos.

– Mi reproductor de música... –se me ocurrió pensar.

– Cierto...

Caminamos hacia un auto pequeño de color rojo. Me dejó frente a la puerta del acompañante y regresó corriendo a la casa para buscar el reproductor.

Me asomé adentro del carro buscando a Jake pero no lo vi por ningún lado. Después fui a la parte trasera y me detuve frente a la cajuela que estaba cerrada.

¿Acaso era Christian capaz de meter a Jake a la cajuela?

Le di unos golpes al auto. – ¿Jake? ¿Estás despierto?

Como no me contestó intenté abrir la cajuela pero estaba cerrada con llaves.

– Aunque pudieras abrir la cajuela no podrías cargar a Jake, le inyecté el M99 suficiente para que dure todo el viaje dormido... – dijo Chris saliendo de la casa y colocándose a mi lado.

– Ten –por medio de mi visión periférica me di cuenta de que había extendido su mano hacia mí, tomé el reproductor de música sin voltear a verlo–. Mira lo que encontré en un cajón muy oculto de la habitación.

Lentamente me giré para mirar su mano. Tenía el hermoso collar de oro blanco que me había regalado en Navidad y que después de la cena de año nuevo me lo quité y oculté en el clóset.

Como vio que no lo tomé caminó hasta situarse detrás de mí. Movió mi cabello hasta colocarlo todo sobre mi hombro derecho. No puse resistencia mientras me abrochaba el collar detrás de mi cuello.

Cuando terminó me dio un tierno beso entre el cuello y la espalda, en el hueso de la columna que sobresalía; justo ahí tenía un lunar que me gustaba mucho, aunque sólo podía vérmelo en un espejo.

– ¿A dónde vamos? –. Pregunté sin mirarlo mientras me tomaba de la mano para llevarme a la puerta del copiloto.

– De regreso a nuestro país. – cerró mi puerta justo en el momento que pronunciaba la última palabra.

Esperé a que el estuviera dentro del auto para poner objeción. – No quiero regresar allá... Me gusta México...

Ignorándome pasó su cuerpo, de la cintura para arriba, a la parte de atrás del auto. Cuando se volvió a acomodar sobre su asiento vi que tenía un libro entre las manos. Me sonreía como si estuviera emocionado.

– Harry Potter, ajá – lo miré como si estuviera aburrida –, ya leí los libros muchas veces, ¿no podías conseguir uno que no haya leído? Sigues creyendo que soy un adolescente obsesionada con sagas juveniles...

Lo puso sobre mis piernas con delicadeza. – Ábrelo, verás que no es como los otros...

Abrí la primera hoja y vi que estaba rayado con plumón negro, estaba a punto de girarme hacia Christian y preguntarle porqué demonios había rayado un libro, siempre odié a la gente que rayara los libros como si fueran para colorear; pero me di cuenta de que en realidad no lo había escrito él...

"Para Gemma Jones:
Lamento haber matado a todos tus personajes favoritos ❤️
De J.K. Rowling."

Me giré a ver al pelinegro con la boca abierta.

– ¿De dónde lo sacaste?

– Mientras tú estabas de viaje con tu noviecito ella dio una firma de autógrafos en Nueva York, me formé en una fila de no se cuentas horas para conseguir que escribiera eso...

Volví a leer lo que había escrito que a continuación tenía su autógrafo.

– Pero... Mi nombre no es Gemma... Es Lorena...

– Ahora eres Gemma.

Puso en marcha el auto. No pude evitar darle una última mirada a mi blanca y hermosa casa, en la que sólo había vivido 8 meses (de los cuales 3 fueron horribles).

– ¿A qué te refieres con que ahora soy Gemma?

– Si vamos a Estados Unidos no permitiré que puedan rastrearte como Lorena Parks. –dijo manteniendo la vista en el camino.

– ¿Y por qué también me cambiaste el apellido? ¿No podías simplemente dejarme como "Gemma Parks"?

Negó con la cabeza. – Si alguien te busca al menos con tu apellido podrían encontrarte, no me digas que no entiendes... Y Jones es uno de los apellidos más comunes en Estados Unidos, así que costará mucho más trabajo poder encontrarte...

– ¿Y qué va a pasar con mi dinero? Sabes que tengo millones... Y tú no tienes nada ya que me lo heredaste a mí...

– Eso lo arreglé hace mucho –giró a verme y sonrió al ver mi cara de confundida–. No te lo explico porque sé que desde que "me morí" has odiado todo eso de los procesos legales...

– ¿Tú vas a pasar a Estados Unidos como "Christian Miller"?

Negó con la cabeza riéndose de lo ingenua que era.

– Ahora el mundo me conoce como "Thomas Miller".

– ¿Por qué te pusiste el nombre de tu hermano?

– Él está "vivo"... Yo "muerto", otra vez no te explico los procesos legales... Pero para el mundo mi hermano es el que está muerto y yo vivo...

– No entiendo... –recargué mi cabeza sobre el asiento dándome por vencida.

– Me recuerdas a la hermosa chica de 17 años de la que me enamoré...

– Entonces estoy haciendo algo mal... –se rió un poco de mi "chiste"; yo también quise reírme pero no pude, me sentía destrozada interiormente–. ¿Puedes darle algo de dinero a mis padres? Yo... Mi madre... Lo necesitan...

Negó con la cabeza. – No lo necesitan... Aun tienen los millones que tú les diste... Si no se salvan con esos millones no servirá de nada que les de otros cuantos más... –empecé a golpearlo en el brazo y la cabeza con todas mis fuerzas sin contenerme–. ¿Pero qué demonios te pasa? –. Se quejó.

– ¿Qué me pasa? ¡Qué te pasa a ti! ¡Maldición! ¡Eres un maldito idiota! ¿Cómo puedes ser tan insensible?

– ¿De qué hablas?

– ¡Estás hablando de mi madre, idiota! ¡Si tanto te importa mi felicidad sabrías que mis padres lo son todo para mí, y tú hablas de ellos como si no valieran nada!

– Yo no dije eso... –le di un último puñetazo en la cabeza–. Dije que si ellos tienen tanto dinero como tú –continuó sobándose la sien–,  no se lo van a gastar todo en curar a tu madre, aunque quieran, si se cura o... –no continuó.

– ¿Por qué no te dio cáncer a ti? Mi madre no lo merece, tú sí...

– ¿Qué? –. Giró un poco su cabeza para mirarme.

– Eres un idiota –me hundí en el asiento con los brazos cruzados. Suspiró pero no respondió nada, estaba anocheciendo y había una niebla que cubría casi todo tornando el lugar triste, como si el clima estuviera de acuerdo a mis sentimientos–. Por favor... Ten cuidado con los carros... Y no te vayas a quedar dormido... No quiero morir aquí contigo...

Cerré los ojos, el cansancio me estaba venciendo.

– No te preocupes... Descansa...

Yo estaba frente a una camilla del hospital, mi madre estaba acostada ahí, conectada a maquinas y con los ojos cerrados. Mi padre lloraba sujetando su mano, levantaba la vista hacia mí.
– Tu madre... No pudo vencer el cáncer...

Abrí los ojos de golpe. Me di cuenta de que había estacionado el auto en una especie de muelle. Christian no estaba a mi lado, y obviamente las llaves del auto tampoco.

Me bajé del carro estirando las piernas, el coxis y el trasero me dolían horrible. Sacudí mi cabeza intentando borrar mi sueño, lucía tan real...

– ¿Lista para nuestro siguiente viaje? –. Me preguntó sonriendo.

– ¿Qué? –. Miré detrás de él, sí, era un muelle. No quería viajar en barco, odiaba los barcos.

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Este capítulo va para marylut12 , sí, otra amiga que leyó mis historias cuando le pedí que no lo hiciera... Y terminó amándolas, sabes que te quelo 😂❤️

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