Año nuevo

Desperté por ahí del medio día. Me tallé los ojos con los nudillos y los abrí lentamente tratando de acostumbrarme a la luz.

– Buenas tardes princesa.

Tapé mi cara con la almohada mientras ponía los ojos en blanco. Me molestaban los apodos que me ponía.

– ¿Qué quieres? –. Pregunté aún con la cabeza bajo la almohada.

– Te tengo un regalo. – dijo con voz cantarina.

– No quiero ningún regalo, gracias. El último regalo que recibí tuyo era una prueba de embarazo... Que, por cierto, resultó positiva.

– ¿Y eso no es un regalo hermoso? ¡Vamos a ser padres, mi amor!

– Claro – destapé mi cara y lo fulminé con la mirada –. Todo lo que siempre he querido es tener un bebé producto de una violación, gracias Chris, ¡Gracias! ¡Es el mejor regalo que me han dado!

– Te pedí que no usaras esa palabra. – no iba a dejar de decir la palabra violación sólo porque a él no le gustara.

– Y yo te pedí que me dejaras ir, pero ninguno obtuvo lo que quería.

– Lorena... – suspiró.

– Déjalo ya. – estiré mi mano mostrando la palma. – ¿Para que me hablaste?

– Ya te lo dije – me sonrió como si fuera tonta –. Te tengo un regalo, y quiero que lo uses esta noche.

Le di la espalda y cerré los ojos.

– Lorena...

– ¿Qué? –. Me giré a verlo gritándole.

Tenía un hermoso vestido negro corto con varios diamantes en los hombros.

Me incorporé lentamente sentandome en la cama sin apartar los ojos del regalo.

– ¿Te gusta?

– ¿Para qué es?

– Para esta noche.

– Pregunté para qué es, no para cuando, idiota. – me fulminó con la mirada pero hice como si no lo hubiese notado. – ¿Qué estás planeando? –. Por fin aparté la mirada del vestido y lo vi a los ojos.

– En realidad quería ir a cenar a algún restaurante pero... tal vez sólo si estuviera seguro de que no intentarías huir.

– Antes estabas seguro... Thomas me dijo que planeabas dejarme ir, para ver si regresaba...

– Sí... – suspiró –. Era un tonto...

¿Eras?

– ¿Y en dónde planeas que use eso?

– Aquí – sonrió –. No tienes que lucir linda para nadie excepto, claro, para el padre de tu hijo.

– Lástima que él no me verá porque está amarrado en el sótano...

Christian apretó las mandibulas pero no dijo nada. Supongo que empezaba a darse cuenta de que haría esa clase de comentarios todo el tiempo.

– Pontelo en la noche, arreglate como... como cuando cenamos por primera vez, ¿Lo recuerdas?

¿Qué si lo recordaba?

Aquella noche jamás saldrá de mi mente, porque, aunque muchas jóvenes ya se acostaban con el primer calenturiento que se encontraban a los 14 años, en ese tiempo, yo quería esperar hasta ser mayor, viajar por el mundo, casarme y entregarme a la persona que amaba.

Sin poder evitarlo, esa noche hacía 8 años, perdí mi virginidad, recuerdo cuando me desnudó, cuando me amarró, el dolor que sentí cuando me penetró, sus gemidos de placer, todo, y sabía que era un recuerdo que jamás borraría de mi mente.

Yo, que quería llegar virgen al matrimonio, casarme a los 26 tal como mis padres. Ya tenía 26 y había perdido la virginidad hacía muchos años atrás con un hombre que me causaba asco sólo con verlo, y tal vez no me casaría con la persona a la que amaba.

No, Jake me había prometido que nos casariamos, que saldríamos de ésta con nuestro bebé.

– Tierra llamando de Lorena. – Christian sonreía mientras movía su mano de arriba a abajo frente a mi cara.

– ¿Qué? –. Pestañee varias veces y lo miré.

– Te decia que también te compré unos tacones negros hermosos, espero no te haya crecido el pie.

Puso el vestido sobre mis piernas y salió de la habitación.

Suspiré. Coloqué el vestido a mi lado y caminé al balcón.

***

Después de dar vueltas en la cama un millón de veces, escuchar las canciones de mi reproductor de música, de casi terminarme el libro de La Octava Plaga y de comer un poco, regresé al balcón.

– Toc, toc. – Christian entró a la habitación. – ¿Todavía no estás lista?

– Apenas está anocheciendo... – dije sin mirarlo.

– Bueno, creo que mi cena me quedó deliciosa.

– No tanto como la de Jake, comparada con su comida la tuya parece basura.

– ¿Qué dijiste?

– Que muero por probar la cena, tengo hambre...

– Dijiste algo de Jake... Lorena, deja de hablar en español.

– Dije... Que... Él prepara muy rico de comer... A lo mejor y lo superas esta noche.

– Eso espero – sonrió frotándose las manos –. Vamos, ponte el vestido, quiero vertelo.

– Vete, voy a arreglarme...

– ¡Oh si! – salió corriendo de la habitación, cuando regresó tenia una gran caja negra –. Compré un poco de maquillaje, tal ves puedas quitarte los feos moretones que aun no desaparecen del todo...

– No tendría que maquillarme ningún morete si no me los hubieras hecho.

– No te los hubiera hecho si no me hubieras golpeado en la cabeza e intentado escapar.

– No hubiera intentado escapar si no me hubieras secuestrado.

No me di cuenta de lo increíblemnete cerca que estaban nuestras caras.

Bajó su vista a mis labios.

Le arrebaté la caja de maquillaje de las manos alejandome de él antes de que se le ocurriera besarme (cosa que de seguro ya había pensado). Me metí al baño.

Me puse el vestido y me di cuenta de que en la espalda tenia aun más pronunciado el escote de lo que creí al verlo antes de ponermelo y además me quedaba muy corto para mi gusto.

Tomé una gran brocha, le puse polvo de mi tono y empecé a pintarme las partes de la espalda que alcanzaba a verme, tenia varios moretes que disimulé bastante bien al igual que en mis piernas.

Vi que el collar de oro blanco que Christian me había regalado en Navidad aún estaba sobre el lavamanos, ahí lo había dejado desde el día en el que me lo regaló. Cuando me lo puse me di cuenta de que combinaba perfecto con el vestido, seguramente Chris lo había comprado con la idea de que me pusiera aquel hermoso conjunto.

Abrí la caja de maquillaje y vi que tenia un espejo muy pequeño, aunque lo rompiera no le haria mucho daño a Christian. Suspiré y salí del baño con la caja.

Christian estaba parado a los pies de la cama con un gran espejo la mano derecha.

Sonrió al verme. – Creo que ese está muy pequeño – señaló la caja de maquillaje –. Te traje este. – levantó su espejo.

Me senté en la cama y él se sentó frente a mí.

– Mi hijo se nota mucho con ese vestido. – sonrió nostálgico.

Miré mi abdomen, era verdad, con aquel apretado vestido sacaba mi panza de 3 meses de embarazo.

Puse el espejo de tal manera que vi mi rostro en éste.

Lucía tan mal como la vez que vi mi reflejo en la ventana del vecino.

Ahora ya no tenía el ojo hinchado, un pequeño circulo rojo se situaba a lado de mi ceja. Mi labio inferior estaba partido y mis ojos lucían cansados y había ojeras abajo de éstos aunque durmiera mucho.

Miré a Chris quien sonreía de lado.

– ¿Hace cuánto no te ves en un espejo? –. Me preguntó al ver mi expresión.

– Desde que llegaste. – dije para hacerlo sentir culpable.

– No iba a arriesgarme a que te intentaras suicidar de nuevo.

– Entonces no hubieras regresado a mi vida. – lo miré seriamente. No contestó.

Regresé la mirada a mi reflejo.

Tomé el corrector y empecé a maquillarme.

– Si te me haces guapa cuando estás desmaquillada y sin arreglarte imaginate ahora. – dijo cuando terminé mi maquillaje.

– Sé que planeaste que eso sonara como un cumplido pero no fue así, además, – guardé todo el maquillaje y lo miré a los ojos – esta será la ultima vez que me verás maquillada para ti, porque sabes que me vale un comino lo que pienses de mí.

– ¿Entonces por qué te maquillaste justo ahora?

No le contesté, porque... en realidad... no sabía la respuesta.

– Yo... No... No sé... – levantó una ceja sonriendo –. Creo que... Sólo tengo un buen presentimiento de esta noche...

Dejó de sonreír al instante.

– ¿Dije algo mal? –. Pregunté preocupada de haberlo hecho enojar.

Se encogió de hombros. – Supongo que no, ni siquiera lo sabes...

– ¿Qué cosa?

– Nada – negó con la cabeza. Lo miré con el entrecejo fruncido. Sonrió mostrandome los dientes –. Enserio luces hermosa – miró su reloj –. Vamos.

Se puso de pie y me tomó de la mano para que yo también me parara de la cama.

– Ponte los zapatos y bajamos. – dijo en cuanto me vio los pies desnudos al quitarme la cadena del tobillo.

Negué con la cabeza. – No me voy a poner esos zapatos asesinos sólo para comer en mi propio comedor.

Soltó una carcajada. – Tienes razón, vamos.

Entrelazó sus dedos con los míos y bajamos las escaleras.

Me sentó en una silla del lado más corto de la mesa rectangular, al instante un leve dolor recorrió toda mi columna vertebral desde mi trasero, sí, aun me dolía por el golpe que me había dado al lanzarme del balcón.

Rápidamente con los ojos busqué un cuchillo o algo que usar como arma. No había nada.

– Ni lo intentes cariño. – dijo yendo a la cocina.

Miré la gran ventana a mi izquierda. Tenía otro cerrojo extra que le había puesto Christian.

Miré a la ventana que estaba a lado de la puerta, también con cerrojo.

Puso un recipiente cubierto con aluminio sobre la mesa.

Sin previo aviso pasó mis manos por detrás de la silla y las amarró con las esposas a la espalda de mi silla.

– ¿Qué haces? –. Lo fulmié con la mirada.

Sin responder se puso de cuclillas, tomó mi tobillo con fuerza y lo pegó a una de las patas de la silla; lo amarró con una cadena más delgada que con la que estaba acostumbrada a tener rodeando mi tobillo.

– Christian, para, ¿Acaso no puedo estar 5 minutos sin el tobillo amarrado? –. No pelee porque sabía que no podía ir a ningún lado.

– Me alegra que te lo tomes con tan buen humor.

Me rodeó y pasó a mi otra pierna. La levanté sin miedo de que viera mi ropa interior y se exitara.

– No te atrevas a amarrarme el otro... – tomó mi pierna con fuerza y la pegó a la pata de la silla. – ¡Christian! –. Lo regañé.

Cuando terminó de atar mi pie se incorporó.

– ¿Cómo planeas que coma? –. Le pregunté en cuanto puso un plato cubierto con aluminio y cubiertos frente a mí.

– Yo te daré de comer. – me sonrió.

– No soy una bebé, puedo comer sola.

– Al igual que puedes usar esto como arma. – agarró el cuchillo y lo movió frente a mi cara.

Tenía razón, así que no contesté.

Destapó el recipiente y un delicioso aroma inundó mi nariz. Sin poder evitarlo inhalé con fuerza sonriendo.

– Lasagna, tu favorita. – no era necesario que me dijera lo que era, obviamente lo sabía. Partió un pedazo y la puso sobre mi plato.

– Lu-Luce delicioso...

– Prueba y juzga. – dijo sonriendo de oreja a oreja.

Lo miré furiosa. – ¿Cómo esperas exactamente que lo pruebe?

Moví mis manos para que las esposas de metal chocaran contra la madera de la silla.

Enterró el tenedor en una esquina y partió un pedazo con el cuchillo.

Sin poder evitarlo se me hizo agua la boca, me relamí los labios. Christian sonrió aun más, me pregunté si sonreír así no le dolía.

– Esperemos a que enfríe un poco. – limpió el tenedor dejando el pequeño pedazo de comida en mi plato y el tenedor a un lado. Fue hacia el librero, pensé que tomaría un libro pero giró hacia su derecha y fue directo a la puerta cerrada del sótano. Yo lo miré extrañada. Entró sin decir nada y lo perdí de vista.

No sabía que hacer. No había hecho nada como para que se enojara y fuera a desquitarse con Jake.

15 segundos después apareció jalando a Jake del brazo. En cuanto mi prometido me vio quiso correr hacia mí pero Christian lo tomó por los dos brazos.

– Tranquilo Rubio. – le dijo en su oreja.

Lo puso enfrente de mí del lado izquierdo, de espaldas a la gran ventana.

Christian tomó las esposas que rodeaban una muñeca de Jake.

Jake me miró horrorizado. – ¡Lorena!

Por instinto Christian volteó a verme preocupado.

Jake aprovechó, tomó el tenedor de mi plato con su mano libre y lo enterró en la espalda de Christian. El pelinegro soltó un gemido de dolor y enojo.

– ¡Jake! –. Abrí los ojos como platos.

Su respiración era agitada mientras miraba con los ojos bien abiertos a Christian, supe que lo había hecho sin pensar. Ya no había marcha atrás.

– ¡Corre! –. Grité para sacarlo del trance.

Volteó a verme, pestañeó un par de veces. Se puso de pie y corrió hacia mí.

– No – negué con la cabeza –. Él tiene las llaves – volteó a ver a Christian quien estaba arrodillado en el piso con las palmas de las manos pegadas a éste. De su espalda sobresalía el tenedor –, ¡No! Jake – dije al darme cuenta de lo que estaba pensando –, corre, llama a la policía del teléfono del vecino. – corrió hacia la ventana que estaba al lado de la puerta. – ¡Está cerrada! –. Me mordí el labio en cuanto escuché un gruñido por parte de Christian. Voltee a verlo.

Golpeó la mesa con la palma de su mano, la otra mano de la llevó a su espalda y sacó el tenedor de su espalda. Los cuatro dientes del cubierto tenían sangre que goteaba. Cerré los ojos, no podía soportar ver aquello, no soportaba ver sangre, se imaginarán como estuve cuando vi el charco de sangre de Jake.

Christian puso el cubierto sobre la barra de la mesa y miró a Jake.

– ¡Salta por el balcón! – grité. Chris me fulminó con la mirada pero lo ignoré –. La puerta trasera de la casa de los Walker está cerrada.

El pelinegro se puso de pie y, pasando por atrás de mí, corrió hacia Jake.

Rodearon el sillón. Christian no se alejaba lo suficiente de las escaleras como para permitirle a Jake correr a nuestra habitación.

Moví las manos y piernas con brusquedad tratando de zafarme.

Jake corrió hacia Christian, ahogué un grito, pero justo antes de que el pelinegro lo alcanzara saltó sobre el sillón quedando del otro lado. Corrió hacia las escaleras y Christian lo siguió.

Gracias a la columna de la cocina y mi incómoda posición que quedaba viendo hacia la blanca pared a lado de la puerta ya no pude verlos, sólo escuchar sus pasos al subir las escaleras.

De repente escuché un grito. Giré mi cabeza sobre mi hombro lo más que pude. Jake apareció rodando escaleras abajo. Cuando llegó al suelo no se movió, tenía los ojos cerrados y una línea de sangre resbalaba desde su cien hasta su frente.

– ¡Jake! –. Me sacudí con violencia. Christian apareció en mi campo de visón. Se pasó las manos por el cabello y suspiró. Volteó a verme. Tragué saliva.

Tomó a mi prometido por un brazo y lo jaló hasta la silla frente a mí del lado izquierdo. Lo sentó, su cabeza caía hacia el frente.

– Jake... – susurré intentando acercarme a él.

Christian lo amarró a la silla por la espalda con las esposas y después los pies.

Christian se sentó frente a mí de mi lado derecho pasando de nuevo la mano por su cabello.

– Y para eso lo traje... – dijo en voz baja molesto.

– ¿Por qué lo subiste? –. Pregunté sin entender.

Se encogió de hombros. – Creo que quería pasar un año nuevo en donde te viera sonreír de nuevo, al parecer él logra hacerlo con facilidad...

– Chris... – estaba muy sorprendida por lo que acababa de decirme.

– Supongo que sigo siendo tan tonto como cuando tenía 25 años... – vio el plato que tenía frente a él.

– Yo... No... Eso... Es un acto muy lindo de tu parte. – volteó a verme sorprendido y le di la sonrisa que tanto quería.

– ¿En qué nos quedamos? –. Preguntó mirando la mesa. – ¡Oh! Claro.

Se puso de pie, tomó el tenedor y lo llevó al lavaplatos. Escuché como caía el agua sobre el cubierto.

Segundos después regresó a su asiento y enterró un tenedor nuevo en el pedazo de lasagna que ya había cortado. Lo levantó y lo puso frente a mi boca. La mantuve cerrada, después de la pelea ya no quería comer nada, ni siquiera tenía ganas de comer uno de mis platillos favoritos. De repente escuché un leve sonido proveniente del cuerpo de Jake.

– ¡Jake! –. Giré la cabeza para ver a mi prometido.

Sacudió la cabeza un par de veces, abrió los ojos y lentamente me miró.

– Soy un idiota Lorena – susurró –, nunca puedo hacer nada bien.

– No, no, tranquilo, hiciste tu mejor esfuerzo.

Christian soltó una carcajada. – No quiero ver cuando haga su peor esfuerzo.

Chris movió la comida frente a mí. Abrí la boca para permitirle el acceso.

– ¡Lorena, no! A lo mejor tiene una droga o algo por el estilo...

– Prometí no volver a meter algo en su cuerpo, menos con nuestro bebé creciendo en su vientre, no le haría daño a mi propio hijo.

Jake levantó las cejas y sonrió divertido. – Creo que para que quedara embarazada "de ti" tuviste que meterle algo al cuerpo, y no creo que ella haya disfrutado de eso, yo sí le he metido algo al cuerpo (y obviamente ya no hablo de drogas), y créeme que ella lo disfrutó al 250% – Christian apretó las mandíbulas –. Por cierto, amor – volteó a verme –, mi hijo se nota mucho con ese vestido. – Recordé que Christian me había dicho exactamente lo mismo. El pelinegro se puso de pie golpeando la mesa.

– Chris. – Lo miré y me pareció una eternidad el tiempo en el que él apartaba la mirada de mi prometido para voltear a verme. – ¿Me darías otro pedazo de lasagna?

– ¿Te gustó más que las que te ha preparado el Rubio? –. No supe como estaba tan seguro de que Jake ya me había preparado aquel platillo, aunque tal vez era my obvio que ya lo había hecho.

Voltee a ver a mi prometido. Tragué saliva. – Sí, está deliciosa, mucho más rica.

Cuando terminó de darme de comer él comió otro pedazo de lasagna y permitió que Jake comiera un poco, yo se lo tuve que dar en la boca, me liberó sólo las manos para que no hiciera una tontería como la que Jake acababa de hacer.

Recogió los platos y fue a la cocina.

– ¿Hay alguna forma de salir de aquí? –. Me preguntó Jake susurrando.

Negué con la cabeza. – Sólo por el balcón...

– ¿Cómo sabes que la puerta trasera de los vecinos está cerrada?

– Yo salté por la única salida... Sólo alcancé a comprobar que esa puerta está cerrada.

– ¿Saltaste? –. Dijo aumentando el tono de su voz sin querer. Asentí. – ¿Hace cuánto fue eso?

– Hace unos días...

– ¿Saltaste desde el balcón con nuestro hijo creciendo dentro de ti? Pudiste hacerle daño, pudiste hacerte daño. – volvió a bajar el tono de voz.

– Es lo que yo le dije. – Christian regresó a la mesa con dos platos del postre. – Creo que su necedad de no hacerme caso y de hacer tonterías me enamora cada día más – se sentó de nuevo en su silla –. Por cierto... ¿Por qué susurraban? – se burló –. Se escucha todo desde la cocina.

Miré el postre. Brownie con helado de vainilla arriba. Dios, olía delicioso. Tragué saliva sintiendo que si no lo hacía la baba me saldría de la boca.

Moví las manos intentando agarrar la cuchara pero Christian sujetó mis muñecas tan rápido que no lo vi venir. Sonrió.

– ¿Si te suelto las manos intentarás algo? –. Negué con la cabeza.

Liberó mis manos y lentamente comí. Era muy incómodo estar entre Jake y Christian ya que se lanzaban miradas asesinas cada 10 segundos.

– ¿Te gustó? –. Me preguntó Christian con una sonrisa cuando terminé de comer.

– Estuvo rico... Gracias...

Fue a la sala y sacó el botiquín de primeros auxilios de un pequeño mueble a lado del sillón. Movió su silla frente a mí.

Se desabotonó la camisa y la dejó sobre el respaldo de las silla. Sacó el alcohol y un algodón. Se sentó dandome la espalda. Me extendió el algodón y el bote de alcohol. Los tomé voltee a ver a Jake. Respiré hondo. Mojé el algodón. Lo pegué a su espalda y bajé la mirada a los bolsillos traseros de su pantalón, ahí tenía las llaves de las esposas, pero no podría tomarlas sin que él no se diera cuenta.

– Listo. – dije cuando terminé y le di unos golpecitos en el hombro derecho, la herida la tenía del lado izquierdo.

Giró su cabeza hacia el reloj que estaba en la pared, sobre mi cabeza.

– Faltan 5 minutos para la media noche. – informó.

Bajé la mirada a mi plato y después miré a Jake.

Christian se puso de pie, se colocó de cuclillas a mi lado y me desató los tobillos.

Cuando se incorporó vi que extendía su mano hacia mí. La tomé y me puse de pie.

Me tomó por la cintura y me llevó a la sala.

– ¿Qué haces? –. Le pregunté extrañada.

Sin contestarme acarició mi mejilla con delicadeza.

– Me sorprende que supieras que iba a traer a Jake. – dijo.

– ¿Qué? –. Jamás me pasó por la mente que él quisiera pasar año nuevo con mi prometido.

– Cuando te maquillaste... Dijiste que tenías un buen presentimiento de hoy.

– ¿Ya tenías planeado subirlo? –. Asintió.

Chris regresó su mirada al reloj y me sonrió.

– Feliz año nuevo. – puso sus manos en mi rostro y me besó pero no pude devolverle el beso.

Se apartó lentamente mirándome extrañado.

– ¿Qué? ¿Pensabas que iba a lanzarme a tus abrazos este año nuevo?

– Eso entraba en mis planes, sí. – admitió.

– ¡Pues no! – me aparté de él empujandolo del pecho –, no voy a lanzarme a tus brazos nunca más, y menos aún con Jake mirándonos. – señalé a mi prometido con el dedo sin voltear a verlo.

Vi como Chris movía su mandíbula furioso pero levanté mi barbilla sin dejarme intimidar.

– Cuando Christian Jr. nazca debemos demostrarle que somos una familia feliz...

– ¿Familia feliz? ¡Tú y no seremos felices jamás, y mucho menos seremos una familia! – solté –, además... ¿Qué clase de nombre es Christian Jr.? ¡Si es niño se llamará Daniel, si es niña Wendy! –. Sin poder evitarlo voltee a ver a Jake, quien sonreía con lágrimas en los ojos.

– Vamos Lorena. – puso su mano sobre mi hombro, quise aventarle el brazo con fuerza lejos de mí pero me contuve, sabía que, con todo lo que acababa de decir, aquella opción de hacerme la malota no funcionaría.

– Lo siento... – bajé la mirada.

– Tranquila, sé que lo dijiste sin pensar. – me abrazó.

No, todas y cada una de las palabras que dije fueron ciertas.

Miré a Jake. Sus ojos mostraban dolor. Miré la mesa y después a él de nuevo, él hizo lo mismo, no había nada que pudieramos usar contra Chris. Sólo una cosa, y estaba en el bolsillo trasero de su pantalón. Le devolví el abrazo al pelinegro.

Suspiré. – ¿Ahora qué?

Al fin me soltó y lo vi a los ojos. – Quería ir a la playa... Pero las olas están muy fuertes... Y hace mucho frío...

– Que gran año nuevo... – dije con sarcasmo.

– Vamos a la habitación, empezaremos bien el año. – me sonrió con morbo.

– ¡Maldito hijo de perra! –. Jake se sacudió en su lugar con fuerza.

– Callate Rubio, que todos sabemos que me envidias.

– Jamás envidiaria a un idiota como tú.

Caminé hacia Jake, tomé su cara entre mis manos y lo obligué a verme.

– Jake...

– Lorena...

Pasé su cabello detrás de sus orejas y me incliné para besarle la frente.

Christian me sorprendió tomándome por la cintura jalandome hacia él.

Me mordí el labio. – ¿Qué harás con él?

– Regresarlo al sótano, ¿Qué querías, un trío? – hice cara de asco. Christian soltó una carcajada. –. Sólo bromeo cariño, que asco estar con él, no sé como fuiste capaz de acostarte aunque fuera sólo una vez con ese flacucho.

– Créeme que me he acostado con otros que de verdad dan asco. – ignoró mi respuesta y me soltó.

– ¿Si te dejo aquí intentarás algo? –. Negué con la cabeza.

Entrelazó sus dedos con los míos y me llevó a las escaleras.

Rodeó mi muñeca derecha con las esposas, pasó la otra mitad por el pasamanos de las escaleras y rodeó mi muñeca izquierda.

– Mejor prevenir que lamentar.

Metió la mano en su bolsillo trasero, en cuanto se dio cuenta volteó a verme furioso, yo me encogí en mi lugar.

Cuando se giró para mirar a Jake éste le dio un puñetazo en la cara pero Christian no cayó al suelo como yo esperaba, sino que le devolvió el golpe.

Empezaron a pelear. Christian se agachó a la altura del abdomen de mi prometido y con su hombro lo empujó con fuerza hasta que su espalda chocó contra la pared. Jake sacó todo el aire de sus pulmones. Mi prometido empezó a golpear la espalda del pelinegro con sus codos.

Giré mi cabeza hacia mis muñecas. Puse un pie sobre el pasamanos de madera y empecé a empujar con fuerza, desgraciadamente la madera era muy gruesa para poder romperla.

Seguí escuchando la pelea a mis espaldas pero no me giré para ver quien iba ganando, aun intentaba lograr mi objetivo.

Me senté en el suelo; volvía poner el pie en el pasamanos y empujé mi cuerpo con fuerza lejos del pasamanos. Las muñecas empezaron dolerme mucho. Dejé de jalar y las miré, había una delgada linea de sangre en éstas, provocadas por las esposas. Intenté ignorar los ruidos de golpes y gemidos de dolor que se escuchaban a mis espaldas y seguí jalando, apretando los dientes para no gritar por el dolor que sentía en mis muñecas.

De repente un ruido fuerte me sobresaltó me giré y vi a Jake tirado boca abajo con los ojos casi cerrados, y madera a su alrededor, madera de una silla que le había roto Christian en la espalda.

– ¡Jake! –. Empecé a tirar de nuevo con fuerza lastimandome mucho más las muñecas.

Christian tocó mis hombros. Una lágrima recorrió mi mejilla y me di cuenta de que estaba temblando.

– Basta, te vas a lastimar. – voltee sobre mi hombro intentando ver a mi prometido pero Christian me estorbaba.

Había pedazos de madera a su alrededor. Si entretenía a Christian lo suficiente para que Jake lo atacara por la espalda...

– Dios Chris. – susurré haciendo que se inclinara un poco a mí para que me escuchara mejor. Voltee sobre mi hombro para mirarlo a los ojos. – ¿Acaso no podemos tener un año nuevo como la gente normal?

Sonrió. – Sí podemos, pero tu noviecito lo arruina.

– Es un tonto, lo sé – suspiré. Escuché un ruido atrás de Christian, rogué por que él no lo hubiese escuchado también –, pero ¿qué esperabas? Jake sólo quiere sacarme de aquí y los dos sabemos que no le importa si él sale vivo o no.

Christian se giró para verlo justo en el momento en el que Jake levantaba su brazo para enterrarle un filoso pedazo de madera. Logró esquivarlo; le dio un rodillazo en el abdomen a mi prometido y después le di un puñetazo en el rostro dejándolo en el suelo inconsciente.

Christian se sentó a horcajadas sobre su cadera y empezó a darle puñetazos en la cara.

– ¡No! ¡Christian! ¡Detente, por favor! –. Agarró el pedazo de madera que aun estaba en la mano de mi prometido y lo levantó sobre su pecho. – ¡No! ¡Christian! –. Me sacudí con fuerza e intenté mover mis manos hacia él sin importarme las esposas. El pelinegro volteó a verme. Tragué saliva llorando.

Soltó la madera dejando que cayera a un lado de Jake. Caminó hacia mí y se puso de rodillas atrás de mí. Cuando me tocó los brazos di un brinco involuntario.

– Tranquila – susurró en mi oreja. Moví la cabeza para alejarme de él pero aprovechó esto como una oportunidad para recargar su barbilla en la zona entre mi hombro y mi cuello –. Mira nada mas... Te lastimaste más las muñecas... – caminó hacia la mesa, en donde Jake había dejado las llaves y se puso a mi lado.

Cuando me quitó las esposas moví las manos lentamente por el dolor, en realidad me había rasgado más la piel de lo que pensaba. Intenté tocar la herida, pero apenas la rocé con mis dedos y un dolor agudo recorrió toda mi espalda. Cerré los ojos apretando los dientes. Dolía, pero en esos momentos podía soportar lo que fuera.

Lentamente me giré para ver a Jake; quise gatear hacia él pero Chris me tomó por el brazo. Lo moví violentamente haciendo que me soltara.

Cuando llegué hasta él toqué su rostro.

– ¿Jake? –. Pegué mi oreja a su pecho y pude escuchar su corazón. Latía lento, pero al menos estaba vivo. – Jake. – sonreí mas tranquila.

Me di cuenta de que al otro lado de cuerpo estaba el filoso pedazo de madera. Abracé a Jake y de una manera disimulada tomé el pedazo roto de la silla.

Cuando Christian se acercó a mí me giré y levanté mi arma. Él tomó mi muñeca y la apretó con fuerza; solté un grito, me había sujetado justo en donde tenía la reciente herida. Agarré el arma con la otra mano pero también agarró mi muñeca.

De alguna manera me hizo girar hasta quedar boca abajo y puso mi mano con la filosa madera sobre mis homoplatos.

– Suelta el pedazo. – ordenó, gruñí por el dolor pero no le hice caso. – ¡Hazlo! –. Movió mi brazo en un ángulo terriblemente doloroso, con un grito solté la madera.

Al instante me liberó las muñecas. Cuando puse mis manos a cada lado de la cabeza las axilas y los hombros me dolieron horrible.

Christian se quitó de encima al darse cuenta de que estaba sentado sobre mi cadera. A él sólo le importaba no lastimar al bebé.

Me tomó por el brazo y me arrastró por las escaleras, me sacudía cada que sentía que mi trasero chocaba un escalón con otro. Me amarró el tobillo y fue a la puerta de la habitación.

– ¡Chris! – se giró para verme –. No lo lastimes... – Puso los ojos en blanco y cerró la puerta tras él. – ¡Por favor Christian! ¡No arruines mi año nuevo!

– ¡Él ya arruinó el mío! –. Gritó mientras bajaba las escaleras.

***

Me senté en la cama y empecé a leer La Octava Plaga desde donde me había quedado.

– ¿Sabes? – dije sin mirarlo en cuanto entró de nuevo a la habitación –. Esta asesina serial me recuerda a Thomas...

– ¿Por qué? –. Se empezó a desvestir frente al ropero.

– Porque ella asesina a sus victimas en el acto...

– Thomas no asesinaba a... Ok, tal vez se parezcan un poco... – se puso una pijama, parecía nueva, porque nunca se la había visto puesta a Jake y esa ropa le quedaba bien, no ajustada como le quedaba la ropa de mi amante –. Amor... – Puso una rodilla sobre la cama mirándome fijamente. – ¿Por qué lees historias que te recuerdan a nosotros?

– Dime al menos tres libros que haya leído que me recuerden a ustedes...

– Primero: – levantó el dedo índice – "Lazos de Sangre", ¿lo recuerdas?

"– De una chica que se enamora de dos hermanos, y los hermanos de ella... – vi que sonreía mientras levantaba una ceja –. Creo que mejor lo dejo... – me di cuenta de lo inoportuno que fue haber agarrado ese libro, en especial respecto a mi situación." Recordé aquel momento.

Segundo: – levantó el dedo de en medio – Ese que acabas de decirme...

– Ok, y "The Maze Runner", ya... – cerré el libro y lo dejé en la mesita de noche.

– ¿"The Maze Runner"? – Preguntó extrañado.

– Ya sabes, el personaje principal despierta en un lugar en donde no quiere estar e intenta huir...

Bajó la mirada.

Se acostó a mi lado en la cama; yo me giré para darle la espalda y él aprovechó para abrazarme.

– Hay que iniciar bien el año. – susurró en mi oreja y lamió mi lóbulo.

– No estoy de humor. – dije secamente limpiando su saliva de mi oreja.

Quise apartar sus brazos pero no me lo permitió, así pues, caí dormida casi al instante.

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Baia baia, parece que alguien escribió un capítulo de más de 5,300 palabras por voluntad propia, baia baia.

Bah, enserio, hasta yo misma me sorprendí jajaja XD pero no se acostumbren 😜😈

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