37. Despidiendo a seres queridos
Como había predicho Judith, los mellizos comenzaron a temblar.
Todos se encontraban en silencio observando el proceso. Miraban, anotaban y hablaban entre ellos, lo cual en cierto punto me ponía un poco nerviosa.
Judith no se separó de los medidores y los controles de sus cuerpos.
Mis manos estaban sobre el frío brazo de Ben, el cual de a poco comenzó a tener sus labios morados.
Hice una mueca y me giré hacia Theo, pude notar que también tenía el mismo efecto.
Éste proceso acabó más rápido de lo que esperaba y ahora venía la parte complicada, la cual me generaba retortijones de estómago, separar la esencia de la flor de su sangre.
Para eso, trajeron otros sueros y lo conectaron en el otro brazo libre que les quedaban.
Cuarenta y cinco minutos, eso era lo que tardaría, me repetía una y otra vez sin despegar la mirada de Ben. Tenía esperanzas de que abrieran por fin esos ojos que tanto extrañaba.
A cada rato me volteaba para controlar que todo estuviera bien con Theo, y sentí alivio cuando Isaac me asintió en señal de que me quedara tranquila.
Me sobresalté cuando escuché un sonido aturdente, lo cual hizo que mi corazón se achicara del miedo.
Abrí mis ojos como plato y me giré hacia Theo.
—¡Su pulso decae! —gritó Isaac comenzando a hacerle la maniobra de resucitación —. ¡Judith!
Mi cuerpo se quedó estático mientras veía a personas correr de un lado a otro sobre el cuerpo de mi hermano intentando, de alguna u otra forma, hacerlo reaccionar.
Sentí un tirón en mi mano y volví a la realidad cuando vi que Ben abrió sus ojos y se sentaba sobre la camilla.
Me miró por unos segundos, pero luego dirigió su atención a los gritos desesperados de Judith.
—¿¡Theo!? —dijo alterado desconectando los aparatos de su cuerpo —. ¡Theo! —gritó en un llanto y apretó sus manos en las sábanas.
Mi respiración comenzó a acelerarse y un hueco negro se llevó todas mis palabras.
Me aferré al brazo de Ben y entre tanta alteración largué un grito mientras una lágrimas caían por mis mejillas. Incapaz de decir cualquier palabra, me quedé gritando mientras sujetaba el brazo de Ben, el cual lloraba el nombre de nuestro hermano.
—¡Theo! —logré gritar pero me sentí muda, como si mi grito no se hubiera escuchado, como si mi grito no hubiera valido la pena.
SIETE DÍAS DESPUÉS:
Terminé de abrocharme el último botón de mi vestido y me giré para contemplarme en el espejo.
La última vez que me vestí de negro, había sido para el velorio de mi tía Lorel.
De un segundo a otro la angustia me invadió por completo y me dieron ganas de llorar. Sin embargo subí mi mentón y sacudí un poco mi cabeza.
Necesitaba ser fuerte hoy día, por Judith.
—¿Niña? ¿Estás lista? —dijo Isaac golpeando la puerta —. Con tus hermanos te estamos esperando.
—Ya salgo —dije masajeando mi cabeza, sinceramente estaba algo afectada por todo lo que sufrí en ésta semana, pero por lo menos ya era capaz de respirar un poco más calmada.
Tomé mi bolso y celular ya lista para abrir la puerta y toparme con la cara de Ben quien sonreía de costado, mientras sentía las manitos de Lizzie aferrarse a mi pierna. Le sonreí mientras acariciaba su cabello rizado, cada día estaba más parecida a su hermano.
—¿Isaac y Theo? —le dije al no verlos por ningún lado.
—Aquí —sentí la voz de Theo, el cual venía en su silla de ruedas con la ayuda de Isaac —. ¿Todo listo?
Asentí seria.
—Acompañemos a Judith en su dolor.
Isaac asintió con ninguna expresión en su rostro, mientras todos íbamos hacia los autos para luego ir al cementerio.
Tomé a Lizzie y la senté al lado mío, mientras le abrochaba el cinturón de seguridad.
Ben ayudó a Theo para que subiera al asiento copiloto, ya que no le dejábamos apoyar su pierna en el suelo debido a que queríamos que se curara por la herida de bala e infección, la cual casi le costó la vida.
Como dije antes, muchos picos nerviosos durante toda ésta semana.
Ben terminó por sentarse en los asientos traseros conmigo y la pequeña, mientras que Isaac era el que nos conducía hacia nuestro destino de hoy.
Trevor junto a Judith, iban en el auto que estaba delante de nosotros, ya que ellos sabían a donde quedaba el cementerio donde enterraron a Tom y Jared hacía unos días atrás.
Tantas cosas que pasaron y tan pocas palabras para explicarlo. Por un momento recuerdo haber sentido que Theo no estaba más, por un momento me imaginé su entierro, fue horrible y desesperante. Todavía sentía los gritos de Ben pidiendo por su hermano, los cuales se mezclaban con los míos.
Recordaba las manos de Isaac haciendo presión sobre el pecho de Theo y como Judith traía el desfibrilador cardíaco, todo en cámara lenta. Aún tenía pesadillas de aquel día.
Hubieron veces en que me despertaba alterada, pensando que Theo no estaba y la única forma de calmarme era cuando lo veía respirar y vivo frente a mí.
En fin, luego de tantas cosas malas, de alguna u otra forma, las debíamos despedir.
Todos tenemos un dolor profundo encerrado dentro nuestro, un dolor que aún no pudimos largar y nos ahoga lentamente.
Y esperaba que al despedirnos de Jared y Tom, nos ayudara a liberarnos un poco.
Judith se había visto muy afectada por la muerte de ellos, y por más que sonara feo, no había tenido tiempo de ir a verlos en el cementerio y despedirse. Por lo que hoy nos ofrecimos a acompañarla y ayudarle con el dolor, para que lo apoyara sobre nuestros hombros. Para que sepa que no estaba sola.
Luego de que llegamos y ayudamos a Judith con las flores, nos situamos al frente de las dos lápidas.
Un silencio nos inundó por unos segundos hasta que Judith lo rompió...
—Lo siento mucho —negó lentamente mientas sobaba su nariz —... yo jamás pensé que podría terminar así —bajó su cabeza mientras se inclinaba sobre el césped húmedo —. Tom, nos protegiste cuando ninguno más se ofreció. Nos diste calor, nos diste un hogar —su voz comenzó a temblar poco a poco —. Jared, eras muy joven, no merecías nada de ésto. Fuiste el que más sufrió, un chico que no sabía nada, tan inocente. Lo siento —apretó su boca, y no pude evitar derramar algunas lágrimas mientras hablaba.
Todos nos quedamos escuchando las palabras de Judith en silencio y con nuestros ojos vidriosos. Creo que cada uno podía sentir el dolor en cada palabra y Dios que era insoportable aguantar no desplomarse en el suelo y gritar en llantos, y no sólo por Tom y Jared, si no por todas las cosas que hemos pasado.
Somos unos sobrevivientes de una guerra que duró diecisiete años.
Cerré mis ojos suspirando profundamente, mientras el viento pegaba de lleno en mi rostro, y me puse a pensar en todo. Todo lo que pasé, todo lo que perdí, todo lo que sufrí y todo lo que gané.
Y en éstos momentos me atrevía a decir, que lo peor ya pasó, que pude ser alguien más. Alguien feliz, alguien en paz, alguien con problemas normales, con problemas inofensivos, alguien con una vida nueva, mejor, completa... Después de todo, fui capaz de encontrar un poco de luz entre tanta oscuridad.
Fuimos capaces de nadar a la costa sin ahogarnos, fuimos capaces de volverle a sonreír a la vida que creíamos perdida.
La mano de Isaac buscó la mía y enredó sus dedos entre los míos. Sentí su agarre fuerte, como si me estuviera sosteniendo dispuesto a caer conmigo.
La pequeña Lizzie se encontraba aferrada en los brazos de su hermano, mientras que su carita estaba hundida en el cuello de Isaac.
Al parecer Lizzie no volverá a ver a su mamá debido a malos tratos, Isaac logró obtener la custodia completa. Por fin ambos pudieron deshacerse del infierno que iban arrastrando en sus tobillos. Por fin tendrán la oportunidad de empezar de cero siendo felices.
Luego de que Ben y Theo se abrazaran con Judith, decidimos que ya era hora de irnos.
El atardecer se había echo presente y aquellos colores anaranjados y amarillentos, hicieron que los vellos de mi nuca se erizaran. Parecía una pintura del cielo, algo tan único y especial, tan glorioso, que podría dejar a cualquiera impactado con su belleza.
En cuanto subimos al auto, Isaac prendió la calefacción ya que se había levantado un viento bastante fresco. De a poco el sol iba perdiendo su fuerza y desaparecía por el horizonte haciendo que lleguemos a los laboratorios Hamilton de noche.
Lizzie se había dormido y yo la cargué suavemente para no despertarla. Sin esperar a nadie, me adentré sola hasta mi cuarto en donde lo compartía con ella.
La recosté tapando todo su cuerpo, besé su frente y dejé prendida una pequeña lámpara, ya que Lizzie no podía dormir en completa oscuridad.
Me quedé un rato largo observando como dormía, oyendo su respiración y viendo como fruncía de vez en cuando su nariz. Sin darme cuanta, estaba sonriendo apreciando tremenda ternura ante mis ojos.
—Yo siempre hago lo mismo —dijo Isaac desde la puerta, lo cual me hizo sobresaltar del susto.
Sonreí de costado tomando mi pecho.
—Me asustaste —me volví hacia Lizzie —. Es que es tan tierna, puedo estar horas sin sacar un ojo de ella.
Isaac rió por lo bajo.
—Hablaba de que siempre hacía lo mismo contigo, pero sí, Lizzie produce el mismo efecto de ternura —susurró por lo bajo y se arrimó para tomarme por la cintura.
—Nunca dormimos en un mismo lugar —dije algo extrañada —. ¿Cómo es que me veías?
Isaac rozó su nariz por todo mi cuello.
—Habían veces en que venía hasta aquí para controlar de que estabas bien. Habían veces que no me resistía y me quedaba unos minutos observando como dormías. Hermosa como siempre —dijo besando mi frente.
Apreté mis labios por lo que acaba de decir y apoyé mi cabeza sobre su pecho.
—¿Hoy quieres dormir conmigo?
Sólo eso —solté sin más, con unos cuantos nervios en mi estómago.
—Claro que sí —dijo aumentando su agarre en mí —. Tendré que cancelar la pijamada con Trevor y los chicos.
Arrugué mi frente y reí despacio para no despertar a Lizzie.
—¿Ustedes hacen pijamadas?
Isaac me miró con una expresión de obviedad exagerada.
—Pues claro, hacemos campeonatos con la Playstation, comemos pizza y tomamos unas cervezas —me miró con una ceja alzada —... es lo mejor que se puede hacer en una noche, pero nada le gana a pasar una noche con mi niña —besó mi mejilla mientras se separaba de mí.
—¿A dónde vas? —dije viendo como abría la puerta.
—A cancelar mi pijamada —se encogió de hombros —. Ya vuelvo.
Asentí lentamente y fui hasta el baño para sacarme el jean y mi camisa. Busqué entre mi ropa, hasta que encontré una remera que me llegaba hasta las rodillas.
Acomodé un poco mi cabello, luego de sacarme la coleta me recosté sobre la cama mientras me tapaba hasta los hombros ya que me agarró un escalofrío. No pude evitar pensar en que mañana le diremos a los mellizos sobre la sorpresa del apartamento, no veía la hora de ver sus caras de sorpresa.
La puerta se abrió y pude ver que era Isaac sonriendo.
—Les dije a los chicos que no estaba bien del estómago —alzó una ceja —. ¿Sabes lo que me pasaría si tus hermanos se enteran que pasaré la noche contigo?
Reí por lo bajo.
—No te dirían nada.
Isaac me miró incrédulo.
—Yo sé lo que sienten, me imagino lo mismo con Lizzie.
Asentí haciendo de cuenta que entendía a la perfección los celos de hermanos, aunque pensándolo bien, yo también me pondría celosa si me enteraba que Ben o Theo se veían con una chica.
Mis pensamientos se borraron, cuando vi que se quitó la remera y el pantalón quedando sólo en boxers.
¿Debería aclararle lo de sólo dormir? ¿O soy la mal pensada? No sabía porqué me incomodaba tanto ver su abdomen y piernas marcadas, siendo que ya lo había visto desnudo en las cabañas.
Aunque ésta situación no era la misma.
Isaac se sumergió entre las sábanas y me buscó con sus manos atrayéndome a su tibio torso. Su aroma me invadió por completo y me sentí protegida por sus brazos que rodeaban mi cintura.
Sus piernas se mezclaron con las mías y pude sentir como de a poco entraba en calor. Su respiración profunda pegaba de lleno en mi cuello y podía sentir una extrema relajación. Mis ojos comenzaron a pesar cada vez más, hasta que sentí como el sueño me invadía por completo.
Creo que ésta sería la primera vez que me dormía tan rápido y relajada, sin problemas en mi cabeza... al fin en paz.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top