33. Muertes de inocentes

JUDITH

No saqué mi mano del hombro de Theo y menos con tantas personas mirándome fijamente.
Hice una mueca al ver que unos médicos se acercaban con unas jeringas.

—¿Qué tienen? —dije interponiéndome entre él y Theo.

—Analgésico, para que no sienta dolor cuando se despierte —dijo el médico abriendo sus ojos como si fuera algo obvio.

Hice una mueca y sin pensarlo dos veces, le arrebaté la jeringa y la miré detenidamente.
—¿Me muestras el frasco?

—Claro —rodó sus ojos y acercó lo que le pedí.

Lo tomé en mis manos e inspeccioné que todo esté en su lugar.
Sin embargo tiré lo que contenía la jeringa en un lavado.

—¿¡Pero que haces?! —dijo alterado.

—Algo que cualquier persona con desconfianza haría —lo ignoré por completo mientras pasaba a su lado y llenaba la jeringa del analgésico del frasco y con cuidado lo inyecté cerca de la herida ubicada en su pierna.

—Lo que menos queremos es hacerle daño, ¿Qué no lo entiendes? —dijo otro médico mientras acomodaba sus guantes.

Largué una risa irónica mientras frotaba con un algodón el lugar del pinchazo.
—Sigue hablando, cada vez se embarran más —rodé mis ojos y dejé de forma brusca la jeringa a un costado de la mesa —. No más controles.

—Queremos verificar que la herida de bala esté en buenas condicio...

—No hace falta, la chequeé hace cinco minutos y cuando venía en el auto, que por cierto —alcé mi dedo enojada —... fue pocos segundos antes de que nos capturaran. La herida está suturada correctamente con un leve color rozado a su alrededor, demostrando que tendrá una buena cicatrización sin infecciones —suspiré profundo —. No hace falta que lo revisen.

Los médicos asintieron lentamente mientras se retiraron de la sala con la cabeza baja.
Estaban locos si pensaban que permitiré que se acerquen, inspiré profundamente y me giré hacia Theo quien aún seguía inconsciente.
Acaricié su cabello y lo retiré de su frente para que no le molestara en los ojos. Recuerdo cuando de pequeños hacía lo mismo con Ben también, cada vez que se dormían me quedaba horas mirándolos.
Nunca tuve hijos, pero pasar diecisiete años junto a ellos, darles de comer, cambiar sus pañales, enseñarles a caminar, abrazarlos cada vez que se golpeaban, retarlos cada vez que se peleaban, enseñarles a leer y ayudarlo en sus tareas, me hacían sentir que de alguna u otra forma soy como una madre para ellos y los amaba como si fueran mis propios hijos.
No sabría si ellos sentirán lo mismo conmigo, pero yo no podía evitar no sentirlo. Y me daba cargo de conciencia saber que jamas podré ocupar ese lugar en sus vidas, porque a pesar de que su madre biológica no esté, ellos le tenían un amor ciego y profundo, en el cual yo no estaba incluida.
Para ellos siempre fui la doctora Judith, pero para mí la relación que sentía siempre fue diferente. Y tampoco me atrevería a hablarlo, ya que no era quien para andar imponiendo mis pensamientos o sentimientos.

—¿Dónde estamos? —me sobresalté al oír la voz ronca de Theo.

—Tranquilo —dije tomando su temperatura suspiré al ver que ya no tenía fiebre —. Estamos en los laboratorios Hamilton.

Theo abrió sus ojos desesperado.
—¿¡Qué?! ¿En qué momento? —preguntó furioso mientras intentaba ponerse de pie, cosa que yo no le dejé hacer.

—Tienes una herida de bala, quédate acostado y no hagas movimientos bruscos Theo —lo miré seria y preocupada a que su herida se abriera por un mal movimiento.

Éste hizo una mueca.
—¿Dónde están los demás?

Arrugué mi frente y apoyé mis manos sobre la camilla algo cansada.
—Están en otra habitación siendo vigilados, pero tranquilo —me arrimé a su oído —. Hablé con Isaac y tiene un plan para acabar con todo ésto. Tú sólo sigue el juego, necesitamos ganar tiempo.

Theo me miró sin entender nada.
—¿Qué tiene que ver él en todo ésto? —susurró.

Apreté mi lengua en el paladar recordando que Theo nunca vio la falsa traición de Isaac, por lo que sacudí mi cabeza pensando en otra cosa, ya que era una larga historia.

—Tú sólo sígueme la corriente —apreté su hombro —. Luego te lo explicaré.

Theo asintió no muy seguro mientras recostaba su cabeza en la camilla de nuevo.
—Está bien, confío en ti.

Sonreí apretando mis labios y sobé su hombro.
—Me alegra que te hayas despertado, me tenías muy preocupada.

Theo me miró algo nervioso por toda la situación.
—¿Ben y Gabi...

—Ellos están bien —tragué saliva —... ellos están bien —eso último lo dije para convencerme a mí misma de lo que decía.

Theo asintió apretando sus puños y suspiró profundo tapando su cara con las manos.
Miré nerviosa a mis alrededores y con cuidado guardé la jeringa en uno de mis bolsillos. Tal vez más adelante me sirva para algo.
Las puertas se abrieron bruscamente y me asusté al ver que Nelson Hamilton caminaba a paso rápido hacia nosotros.

TREVOR

Suspiré profundo intentando calmar los temblores de mi mano. Estaba seguro que en cualquier momento la pasaré mal debido a mi traición.
Me sorprendió ver que Nelson me ignoró por completo, sinceramente creí que me metería un tiro en la cabeza.
Miré a Ben sentado y ocultando su cabeza entre sus piernas y luego me giré para fijar mi vista en Tom y Jared, los cuales estaban estáticos sin decir una mísera palabra.
Las puertas se abrieron de par en par y entró el mismo hombre que antes. Me puse de pie al igual que el resto, pero éste alzó su arma hacia Tom y Jared.

—Ustedes dos, vengan. No los necesitamos tener en éste lugar pueden irse —sonrió de costado —. Es su decisión.

Abrí mis ojos al escuchar eso y me giré hacia ellos dos.
—No vayan, es mentira los van a... —fui interrumpido por un golpe en mi nuca, el cual me dejó tumbado en el suelo y totalmente mareado. Sin embargo pude ver la cara de preocupación de Tom.

—Papá, nos podremos ir —escuché la voz de Jared a lo lejos.

Sentí que Ben me tomó de los hombros y me sentó, mientras me daba unas palmadas en la cara.
Me quejé y vi de reojo que la puerta se cerraba justo después de que Jared y Tom salieran por ella.
Alcé mi mano tratando de que me hicieran caso, pero fue tarde ya que el sonido de la cerradura inundó mis oídos.

—¿A dónde los llevan? —dijo Ben mirándome fijamente.

—Ya pronto lo sabrás —dije bajando mi cabeza harto de toda ésta situación. Por un momento sentí vergüenza ajena el haber pertenecido a éste grupo de criminales. Si hubiera sabido de ante mano que siempre estuvimos matando a gente inocente, hubiera huido de éste lugar.

Ben me miró sin entender nada pero luego el ruido de un disparo seguido de gritos, lo hizo sobresaltar. Lo último que se escuchó fueron los llantos de Jared pidiendo por su padre, para luego oír otro disparo y un silencio absoluto.
Ben con sus ojos abiertos de en par en par se apoyó en la pared y lentamente se arrastró con su espalda hasta sentarse en el suelo.
Cerré mis ojos y tomé mi cabeza entre mis manos y sin aguantar la ira y furia que sentía, golpeé el suelo con mis manos.

—¡Mierda! —dije molesto y sintiendo pena por aquel padre y su hijo. Ellos no tenían la culpa de nada, ellos no hicieron nada, ellos no debían morir de esa manera.

Entre tanto enojo me puse a pensar en Isaac, más de vale que su plan funcione porque hasta ahora estamos cargando con la vida de dos personas ¡Que no tenían nada que ver en toda ésta situación!
La sangre me hervía en las venas deseando poder acabar con Nelson y su nube de matanza que avanzaba hacia lugares incomprensibles.
Suspiré profundo y apoyé mi cabeza en la pared con mis ojos cerrados.

—Estamos fritos —dijo Ben tomando el puente de su nariz.

—Espero que no sea tarde —dije con una mueca y maldiciendo por lo bajo, no podré sacarme nunca más los gritos de súplica de aquel chico.

GABRIELA

El sonido de dos disparos nos preocupó y luego de que Isaac terminara de contarme su plan, volvimos a la habitación en donde estaban Ben y los demás.
Isaac abrió la puerta bruscamente mientras yo fingía estar en estado de colapso y shock. Recuerdo la risa del hombre canoso al verme en esa situación.
Fingí arrojarme al suelo mientras Isaac cerraba la puerta a sus espaldas y le decía a Bruce que no entrara, ya que se encargará de castigar al "traidor" de Trevor al frente de los demás. Grité desesperada hasta que escuché el ruido de la puerta cerrada y luego me callé.
Alcé mi vista para fijarla en Ben, pero me puse seria al ver su cara.

—¿Qué ocurrió? —dije mirando a mi alrededor —. ¿Dónde están Jared y Tom? —arrugué mi entrecejo.

—Los mataron —dijo Trevor desde un costado —. Así sin más.

Tapé mi boca y me giré hacia Isaac, quien se quedó quieto sin poder creerlo.
—Yo... mi padre no me dijo nada de ésto.

Ben se puso de pie molesto y lo señaló.
—¿Ah si? Pues lo hizo y eso no cambia la puta situación, así que espero que tu plan no acabe con la vida de alguien más.

Isaac apretó su mentón y sacó dos armas de la parte trasera de su pantalón.
—Ten —le dio una a Trevor y la otra a Ben —. Pagarán por todo, se los prometo.

Suspiré profundo haciendo una mueca y no pude evitar sentirme mal por la pérdida. Enojada saqué un arma de mi pantalón, la cual me había dado Isaac antes de venir hasta aquí.

—¿Listos? —dijo Isaac mirando fijamente a Ben.

—Si, Trevor me contó el plan —dijo Ben cargando su arma —. Salgamos de aquí y acabemos con ésta pesadilla por favor.

Asentí ante su respuesta y me giré hacia la puerta.

—Detrás mío niña —dijo Isaac sonando su cuello —. Detrás mío.

Alcé una ceja.
—Se cuidarme sola.

—Si —dijo Ben —... pero tu hermano te dice que le hagas caso —dijo mientras avanzaba y se colocaba delante mío. Trevor copió el mismo gesto que los demás y me crucé de brazos al ver que los tres estaban en frente mío.

—Pues entonces no necesitaré un arma. Ya que tengo un escudo humano —me quejé por lo bajo —. Yo también quiero pelear.

—Y lo harás —me miró Isaac con una sonrisa —. Si alguno logra derrumbarme, lo cual no creo.

Me encogí de hombros.
—Por lo menos podré darles apoyo moral.

Los tres asintieron y comenzaron a hablar entre ellos. Okey, me sentí totalmente excluida y cuando iba a quejarme, la puerta se abrió de golpe.
Unos gritos inundaron el lugar y de la nada estábamos rodeado de hombres que disparaban a mano alzada.
Me encogí en mi lugar cuando vi que habían muchos.
Suspiré profundo y cerré mis ojos rogando salir de ésta sanos y a salvo.

—¡Corran! —gritó Trevor al abrir un pequeño camino entre tantos hombres armados.

Isaac me tomó de la mano mientras avanzábamos a paso rápido. Pero de la nada alguien me tomó de un brazo y grité para que me soltara.
Isaac se giró y su cara se transformó. Por un segundo sentí pena por el tipo que me había tomado del brazo.

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