32. Locamente enamorada

GABRIELA

Tomé mi cabeza desesperada mientras caminaba de un lugar a otro.
Ésto no podía estar pasando, estaba tan impactada que no me salían las ganas de llorar, lo único que quería hacer era gritar y golpear cosas.
Hacía unas horas que estábamos dentro de una habitación y se lo llevaron a Theo para atenderlo. Judith se fue con ellos ya que insistió una y otra vez. Isaac fue el que terminó dejándola ir.
Ben estaba sentado en una esquina con la mirada perdida, al igual que Jared y Tom.
Mientras que Trevor suspiraba cansado, al verme tan inquieta y nerviosa.

—¿Tú sabías de ésto? —lo señalé dolida y molesta.

Trevor alzó sus manos.
—No, pero estoy seguro de que Isaac sabe lo que hace.

Alcé mis cejas.
—Le entregué mi corazón, podría decirse que lo perdoné —golpeé la puerta de metal furiosa —. ¿Y nos hace ésto?

—Sabía que tenían algo —dijo Ben con su mirada achinada hacia mí —. Mentirosa.

—No viene al caso —alcé mi mano en su dirección para que se callara.

—Trata de confiar un poco. Lo conociste y sabes que no sería capaz de hacerle mal ni a ti ni a nosotros —Trevor se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared —. Ya verás que saldremos de ésta.

Subí mis cejas.
—Tú sí sabías —alcé mis manos resignada por tantas mentiras —. ¡¿Por qué no nos dijo nada?!

—Chist —frunció su ceño y señaló la puerta molesto —. Si sigues gritando así los demás te oirán y estaremos muertos ¿Entiendes?

Apreté mis labios y lo miré fijamente.
—Responde la pregunta.

Trevor se quejó y se recostó con los brazos detrás de su cabeza.
—Mientras menos sepan, menos sospechas o menos posibilidades de cagarla habrán —me miró de reojo —. No se ofendan, pero hasta ahora hemos seguido el plan de tus hermanos y terminamos en un campo en el medio de la nada con un impostor, tú secuestrada de nuevo y luego con un grupo de hombres que nos perseguían con armas —alzó su dedo con una sonrisa irónica —. ¿Olvidé mencionar que Theo terminó con un balazo en su pierna?

Con Ben nos miramos e hicimos una mueca.
—Eso no es escusa —me crucé de brazos —. ¿Y su plan era traernos aquí? ¿A la boca del lobo? —susurré abriendo mis ojos.

—Sí —asintió rápidamente —. Gracias a que estamos dentro de la boca del lobo, pudimos deshacernos de Derek y los demás. Vele el lado positivo.

Sacudí mi cabeza.
—Ésto está muy lejos de ser algo positivo —me giré hacia los demás esperando algún tipo de apoyo.

—Tiene un buen punto —dijo Ben encogiéndose de hombros, mientras Tom y Jared asentían apoyando su respuesta.

Rodé mis ojos frustrada.
—Hombres —susurré por lo bajo mientras me sentaba en una esquina molesta.

Mis pensamientos volaron hacia la pequeña Lizzie, quien había mirado con un brillo de temor a su padre.
No la culpaba, con todas las cosas que habrá escuchado de él estando con nosotros ¿Quién no sentiría miedo? Y más siendo una niña como ella.
Por lo que entendí fue llevada a su casa y ahora estaba con su "desesperada" madre, lo pensé entre comillas, porque en las noticias no parecía muy preocupada de que Isaac se haya llevado a su hija.
Cerré mis ojos e intenté calmarme algo que no sirvió.
Hacía un rato que no teníamos noticias de Theo y mi desesperación crecía cada vez más.

—¡Hey! —golpeé más fuerte la puerta enojada ya no me importaba nada.

—Gabriela —gruñó Trevor desde un costado —. ¿Qué haces?

—No quedarme de brazos cruzados —me giré hacia el grueso metal y lo seguí golpeando —. ¡Hey! ¡¿Qué no hay nadie allí?!

Abrí mis ojos cuando sentí el ruido de la cerradura y me alejé un poco para apreciar el rostro de un hombre muy molesto.
Ben se colocó al lado mío en un instante y vi de reojo cómo Tom, Jared y Trevor se ponían de pie.

—¿Qué? —dijo clavando su vista en mí.

Me crucé de brazos.
—¿Dónde está mi hermano? ¿Está bien?

Éste me rebajó con la mirada.
—No tengo esa información, así que no vuelvas a molestar.

Alcé mis cejas cansada.
—¡Seguiré molestando! ¿¡Crees que no haré nada?!

—No me hagas cambiarte a otra habitación —dijo rascando su cabello canoso.

Ben apretó mi brazo para que retroceda. Pero no le hice caso, sinceramente ya estaba harta de bajar la cabeza.
¡Aquí no existía ningún superior! Por lo que ellos no eran quienes para darme órdenes. Y me importaba un bledo que tengan armas, era satisfactorio saber que con mi habla lograba irritarlos.
El hombre dio dos pasos al frente y apretó sus puños.

—Bruce, deja que yo me encargue —dijo la última voz que quería escuchar en éstos momentos —. Vete.

Éste bajó la cabeza mientras asentía y se iba a paso firme.
"Ya les dije" le musitó Trevor. Seria me giré hacia Isaac y lo empujé para luego pegarle una cachetada.

—¡Eres un idiota! —no pude seguir pegándole más ya que sus manos tomaron mis brazos en el aire.

—Niña, no tengo tiempo para ésto —arrugó su frente y miró fijamente a Ben y luego a Trevor.

Lo que pasó a continuación fue lo más ridículo que pude haber presenciado.

—Oh —dijo Ben alzando su dedo como si fuera algo obvio —. ¡Saca las manos de mi hermana! ¡Maldito! —estiró su brazo al frente del rostro de Trevor y éste con una ceja alzada lo tomó —. ¡Suéltame Trevor! ¡No te la lleves Isaac! —dijo sacudiendo su agarre e intentado "zafarse".

—Tu hermanita aprenderá a cerrar el pico —dijo Isaac con una sonrisa arrogante mientras me sacaba de aquella habitación y cerraba la puerta a sus espaldas.

—¿Todo bien? ¿Quiere que nos encarguemos del hermano? Se lo sentía muy fuera de control —dijo el tal Bruce.

—No, ya se le pasará —ajustó su agarre en mi brazo, lo cual hizo que me quejara en voz alta —. Ahora me encargaré de que la zorrita no joda más.

Abrí mis ojos.
—¡Suéltame! ¡Maldito traidor! —me revolví como una loca y créanme que no es actuación, lo que acaba de decirme me cabreó.

—¿Necesitarás ayuda para eso? —dijo sonriendo de costado el hombre canoso.

Sentí que Isaac tensó todo su cuerpo.
—No es la primera vez que me encargo de ella —aclaró su garganta mientras me zarandeaba suavemente de un lado a otro —. Cuando regrese, verás que estará más calmada.

Hice una mueca e intenté alejarlo totalmente molesta y pude ver de reojo que Bruce asentía con una sonrisa mientras mordía su labio. Repugnancia, eso me causó. Asco.
Isaac comenzó a llevarme hacia unos pasillos al mismo tiempo que me trataba mal, ya que a cada paso que dábamos se encontraban hombres armados y mirándonos de reojo.
Hasta que llegamos a una puerta, la cual tenía un código al costado. Luego de abrirla, me metió adentro y cerró la puerta a sus espaldas largando un largo silbido.

—Auch —dijo sobando su mejilla —. ¿En serio fue necesaria esa cachetada?

—Te mereces eso y mucho más —apreté mis dientes furiosa y caminé de un lado a otro —. Yo... tú cuando nos entregaste a tu padre... creí que... —hice una mueca y sentí mi mentón temblar —... la próxima vez que hagas algo así quiero que me lo digas. Me hiciste mal —sentí unas lágrimas derramarse por mis mejillas.

—Lo siento, lo siento —dijo alzando sus manos —. Temía que si se los contaba, iban a desconfiar de mí. Vengo hablando en encubierto con un tipo del equipo de mi padre, desde que ustedes decidieron ayudarme con Lizzie —hizo una mueca —... tendría que haberles dicho, lo siento —negó repetidas veces —... fue algo tonto de mi parte. No quería hacerte mal.

Me crucé de brazos.
—¿Y que esperabas? no soy psíquica como para haber descubierto que tu traición era falsa. Me hiciste pasar un mal momento —lo miré fijamente —. Creí que confiabas en mí.

—Niña —se quejó —. Gabriela, no es eso. Nunca planeé el día del reencuentro con mi padre ¿Qué decir? Nos tomaron por sorpresa, estábamos en un búnker, tu hermano se estaba desangrando ¿Y qué se supone que diga? Oye cuando salgamos finjan que son secuestrados por mi padre —hizo una breve pausa —... te lo iba a decir, pero los hechos se adelantaron muy rápido.

Lo miré mal y me fui hacia una esquina ofendida.
—Me dijiste zorrita.

Isaac rió por lo bajo pero cuando lo miré se puso serio.
—Ay por favor, no creíste que era cierto ¿O sí? Sabes que estaba fingiendo —alzó una ceja y se acercó lentamente —. Además tú sabes lo que significas para mí.

Hice una mueca y lo rebajé con la mirada.
—Sabes que estoy locamente enamorada de ti, y decir eso sea mentira o no, me dolió —abrí mis ojos luego de oír lo que dije y mordí instintivamente mi labio inferior.

—Así que —dijo sonriendo de costado —. ¿Estás enamorada eh? Pensé que era el único...

Subí mi mirada con las mejillas calientes y fijé mi vista en la suya.
Sentí que mi boca se secó de golpe y que mi cuerpo se tensó. ¿Acaso lo dijo?
Sus ojos se clavaron en los míos y pude ver reflejado su sinceridad y cariño hacia mí. Un brillo peculiar recorrió sus pupilas y el aire no ingresaba más a mis pulmones. El ambiente se volvió pesado y sólo éramos nosotros dos, confesando nuestros sentimientos a través de una sola mirada.
Por un momento me sentí fuera del planeta tierra y podía jurar que Isaac estaba igual que yo.
Tuvo el impulso de acariciar mi brazo y sentí miles de choques eléctricos en cada roce de su mano en mi pie. Ésta vez me tomó del rostro con un suave movimiento.

—¿Eres capaz de perdonar a éste idiota? —su voz y petición hicieron que me dieran calambres en el estómago y mi garganta se cerró por un momento.

—Yo —abrí mi boca y luego bufé molesta —... te quiero decir que no, pero por dentro estoy que exploto para darte un beso y olvidarnos de todo —bajé mi cabeza ante mi falta de control frente a él.

Sentí su mano en mi mentón e hizo que lo mirara a esos ojos color chocolate que tanto me gustaban.
Pude notar sus mejillas sonrojadas y sus ojos vidriosos que no dejaban de mirar mis labios.
No sabía porqué me puse tan nerviosa cuando lo vi inclinar su cabeza y acercarse lentamente hacia mí. Digo, no era la primera vez que nos besábamos.
Comencé a respirar de forma irregular y pude sentir el fuerte latido de mi corazón. Coloqué mis manos sobre su cuello y sentí oleadas de calor las cuales hacían que me estremeciera de placer y comodidad.
Mojé mis labios ansiosa en tenerlo junto a mí y de un momento a otro el beso llegó.
No sé como explicarlo, sentí que por primera vez nos dimos un beso sincero y limpios de culpa. Creo que de una u otra forma, marcamos el perdón entre nosotros. Y lo confirmé cuando sentí que la opresión en mi pecho, desapareció por completo. Me sentí en paz.
Presioné su cuello para profundizar nuestro roce tan especial. Sus manos fueron a mi cintura y podía sentir el calor que emanaba su cuerpo.
Mi mentón comenzó a temblar y una lágrima descendió por mi mejilla hasta nuestros labios unidos perfectamente. El beso se tornó con un leve sabor salado y en cuanto Isaac se percató de que estaba llorando, profundizó aún más el beso abrazando mi espalda.
No quería separarme de él, pero ambos necesitábamos tomar una bocanada de aire.
Nos alejamos lentamente y aún con mis ojos cerrados, inspiré y limpié el resto de mis lágrimas.

—¿Estás arrepentida? —dijo luego de unos minutos mientras pasaba las yemas de sus dedos por mi mejilla.

Negué lentamente mientras sentía mi vista borrosa de nuevo.
—No, me siento feliz —sonreí y reí entre un poco de llanto —. Después de tanto, me siento feliz.

Isaac me sonrió de costado y tomó mi cabeza para apoyarla en su pecho. Sentí su mentón en mi cabeza y me hundí en su aroma mientras suspiraba lentamente sobre su torso.
Ben tenía razón, para odiar primero tienes que amar. Y reconozco que eso fue lo que me pasó con Isaac.
En su momento me lastimó, me dejó rota, me dejó dividida en mil pedazos. Y sólo él fue capaz de tomar cada pieza y colocarla en su lugar, sólo él logró armarme con paciencia y tiempo. Sentía que sin Isaac no hubiera sido capaz de sobrellevar mi propia vida.
Empezó siendo mi destrucción y terminó siendo mi salvación.

—Niña —silbó y rió haciendo que todo su cuerpo temblara —. Me vuelves loco.

Sonreí y lo abracé aún más fuerte.
—¿Y qué haremos ahora?

Tardó unos segundos en responder mientras repasaba su mano por toda mi espalda.
—Seguir luchando y ganar.

Estando así, de pie abrazados mutuamente en silencio y entre sus brazos, me sentí protegida, segura.
—Estoy contigo en ésta batalla —me separé un poco y alcé mi cabeza para mirarlo a los ojos —. Estamos contigo.

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