27. ¿Jared?

—Gabriela ¿Qué haces aquí? —dijo Jared cruzado de brazos y con una ceja en alto —... éste lugar es un desastre y puedes agarrar alguna especie de infección sino tienes cuidado. Creí que mi padre había dicho que no vengan para éstos lados —se cruzó de brazos sonriendo y se hizo a un costado para que saliera de allí.

Hice una mueca algo divertida y alcé mis cejas.
—Lo siento, estaba buscándote —aclaré mi garganta mientras salía del establo —. Quería hablar contigo y...

Éste alzó sus manos preocupado.
—No por favor, te iba a pedir perdón por mi comportamiento tan idiota —bajó su cabeza —. No tendría que haber hecho eso, lo siento Gabriela.

Su respuesta me llevó por sorpresa ya que no creí que iba a ceder tan fácil. Al parecer su sentimiento era sincero, ya que lo notaba arrepentido.

—Entonces ésto me deja mas tranquila, ¿Estamos bien?

—Sí —sonrió, pero antes de irme me detuvo —. ¿Tú y Isaac son algo?

—Más o menos, pero de que me gusta, me gusta —apreté mis labios algo nerviosa por mi franqueza, pero al parecer se lo tomó bien —. El resto no sabe nada, yo...

—Tranquila, si tú todavía no hablaste yo no tengo que andar divulgando cosas que no me incumben —me guiñó un ojo —. Y en serio, no vuelvas más aquí. En los consultorios no tenemos tantos medicamentos si alguno llega a contraer alguna infección.

—No volveré, lo prometo —dije obviando la parte de cuando escuché un quejido.

Me di media vuelta y caminé hacia mi cabaña. Apreté mis manos algo ansiosa mientras debatía mentalmente si lo que escuché fue cierto o fue mi propia imaginación.
Giré la perilla de la puerta y me adentré para calentar mi cuerpo. Suspiré profundo y cerré mis ojos mientras me recostaba en el sillón pensativa.
Quizás fue el viento o algún otro animal, una rata tal vez. Sin embargo estaba casi segura que aquel quejido era de un humano.
Creo que ésta noche volveré y lo verificaré todo de nuevo. La duda me carcomía por dentro y sería muy tonto quedarme de brazos cruzados sin hacer nada.
Lo más probable era que no haya sido nada, pero ante la duda, necesitaba pruebas de que todo estaba en orden.

—Niña —unos golpes azotaron la puerta —. Abre, se me congela el trasero —dijo Isaac rápidamente.

Reí por lo bajo y me arrimé a la cerradura.
—¿Si? ¿Quién es? —alcé una ceja algo divertida.

No recibí respuestas de él, por lo que me pareció extraño y abrí la puerta. Me sorprendí al no verlo por ningún lado.
Unas manos me tomaron por detrás y si no fuera porque me tapó la boca, habría gritado.

—¿Sabes lo peligroso que es dejar la ventana sin seguro? —susurró en mi oído y rozó su nariz congelada por mi cuello, lo cual hizo que me estremeciera por completo.

—Lo tendré en cuenta para la próxima vez —dije luego de que sus manos se quitaron de mi boca. Traté de zafarme pero me fue imposible —. Alguien puede vernos Isaac y no estamos en una pose tan normal como para no generar sospechas.

Isaac largó un quejido.
—No se si soportaré verte sin que yo esté al lado tuyo rodeándote con mis brazos —rió por lo bajo y me abrazó aún más fuerte.

—Estuvo mal lo que hiciste al frente de Ben, habíamos quedado que estarías conmigo —bufé por lo bajo —. Tendría que haber sabido que harías eso —me dije a mí misma.

—Lo siento, no pude resistirme —hundió su cara en mi cuello y largué un leve chillido ya que estaba congelado.

—¡Me haces cosquillas! —dije algo histérica tratando de salir de sus brazos cosa que logré. Muerta de frío cerré la puerta, culpa de que el señor usara la ventana.

—Trevor vino a hablarme —cambió su expresión a una de pura seriedad y se sentó en una de las sillas —. No sé si quiero perdonarlo.

Me crucé de brazos y me senté al frente suyo.
—¿Por qué?

—Por todo lo que te hizo a ti y a mí.

—Lo que me hizo a mí, es entre él y yo. No tienes que ponerme a mí en tus condiciones de perdón —rasqué mi nuca —... y creo que se necesitan mutuamente. Es tu amigo, tu hermano y prácticamente sacrificó su vida para venir hacia ti y ayudarnos —tiré mi cabello hacia atrás ya que me estaba molestando —... ¿O crees que si vuelve con tu padre éste no le hará nada?

—Lo primero que hará será meterle una bala en el medio del cráneo. Y no dudo que haría lo mismo conmigo —alzó una ceja pensativo.

Alcé una mano señalando que lo que decía tenía lógica.
—¿Ves? ¿Cuántas veces te apoyó y estuvo contigo en las buenas y en las malas? —lo miré de reojo estudiando atentamente su mirada. Al parecer lo que le dije se lo tomó muy profundo y se quedó pensativo con una gran mueca de disgusto.

—Tienes razón, aunque aún siento un leve ambiente incómodo cada vez que estoy con él —rodó sus ojos hacia un costado.

—Eso es porque te respeta y sabe que tú eres el que tiene que dar el paso para hablar —fruncí mis labios —... además, tampoco tiene el derecho de decirte algo ya que el que metió la pata, fue él —me crucé de brazos y caminé hacia un costado de la habitación —... se nota la preocupación que tiene hacia ti y aunque no lo creas, es muy atento. No pierdas a un amigo por culpa del control que le ejercía tu padre —suspiré profundo mientras tomaba asiento. Isaac no despegaba la mirada de mí —... hay veces en la que uno actúa por miedo y no son capaces de hacerlo por consciencia propia. Debe ser feo y duro haber vivido una vida de puro control y órdenes sin el poder de la decisión. Saber que fue capaz de salir de ese mundo y venir a ayudarte y protegerte, yo diría que es muy admirable. Hay veces que sólo vemos lo malo de la persona sin haber visto todos los esfuerzos que hizo para continuar, porque es más fácil culpar que perdonar. Y no todos son capaces de cambiar, agradece que él lo hizo.

Isaac se me quedó viendo en silencio y luego de unos segundos sonrió.
—¿Por qué siempre tienes las palabras perfectas a la hora de hablar? Tendrías que ser psicóloga algún día.

Reí por lo bajo.
—Lo estuve pensado.

—Ésta noche hablaré con él, tienes razón debo darle una oportunidad —infló sus cachetes y luego soltó el aire lentamente —... nunca me falló, es la primera vez que lo hace y merece que le de el derecho de hablar y de demostrarme que sí cambió.

Si Trevor no me hubiera hablado de Isaac de la forma en que lo hizo, creo que no lo habría defendido como lo hice. Pero se notaba mucho el dolor en su mirada. Realmente quería a Isaac, y como dije antes, todos cometemos errores lo importante es darse cuenta y reconocerlos. Eso vale más que mil palabras, lo valoro mucho, porque no era fácil admitir una equivocación más aún siendo orgulloso (mí caso).

—¿Pasa algo entre Theo, Trevor y Judith? —dije recordando las dudas de Ben por las misteriosas juntas que tenían de vez en cuando.

Éste abrió sus ojos en sorpresa y se encogió de hombros.
—¿Qué? ¿Qué cosa? —apretó sus labios y alzó una ceja.

—No me mientan, me gustaría saber si pasa algo.

—Son cosas sin importancia, aún no estamos seguros si es cierto o no —saltó de su asiento y me tomó de la cintura.

—¿En qué? —dije sin desviar el tema de conversación.

—Te dije que es sin importancia, pero eso sí. Mantente alejada de Jared —soltó de repente, pero luego me plantó un beso que no lo vi venir. Isaac Hamilton y sus formas de evadir temas.

—Me tendrás que contar —dije sobre sus labios —... sabes que no me callaré.

Éste rió profundamente e hizo que vibrara su pecho sobre mis manos, lo cual me hizo sentir un cosquilleo extraño. Rodeé mis manos en su cuello, vergonzosamente, para profundizar el beso.
Cada beso era como el remedio que necesitaba para sentirme mejor y con más fuerzas.
Nunca pensé que Isaac iba a ser capaz de hacerme sentir semejante cosa.
De todos modos, aún seguía habiendo una pequeña incomodidad cada vez que me rodeaba con sus brazos o me besaba. No podía evitar que mi mente me jugara en contra con mis sentimientos, además de que todo lo que me estaba pasando con él era sumamente extraño y nuevo para mí.
Isaac rompió el beso y me dio un suave abrazo. Apoyó su mentón en mi cabeza y se quedó así por un largo rato. Apoyé mi cabeza sobre su pecho para oír el latido de su acelerado corazón.
Cerré mis ojos y disfruté del tierno momento, mientras que su mano subía y bajaba sobre mi espalda en una tierna caricia.
Nunca pensé que Isaac pudiera llegar a ser tan cariñoso ni atento conmigo. Pensar en eso, hacía que mi estómago se retuerza de la emoción.

—Prometo que te cuidaré y que no dejaré que nadie te haga daño —su respiración fue profunda y apretó su agarre en mí —... lo siento mucho niña, por todo. Gracias por quedarte —al último sentí su voz algo ronca.

Lo que me dijo me llegó al alma, sentí mis ojos picar y me dieron ganas de llorar.
—Está bien Isaac ya no pienses en eso —dije sin poder pronunciar que lo perdonaba, aún me costaba olvidar por todo lo que pasé con él y sabía que le dolía no escuchar que lo perdonaba, es sólo que aún no estaba lista. Prefería pasar tiempo con él y que me demuestre que podía ser una persona diferente y no la misma del comienzo. Quería conocerlo mejor.

El abrazo duró un poco más, hasta que decidimos ir al salón para cenar ya que todos se estaban reuniendo en la mesa principal.
Fue algo raro sentir las miradas puestas en Isaac y en mí cuando entramos al mismo tiempo. Sin embargo traté de restarle importancia y tuvimos una cena como cualquier otra. Agradecí que haya sido así, no tenía ganas de pasar momentos de incomodidad y tensión, sin embargo la mirada de Ben estaba clavada en mi nuca.
Tarde o temprano se lo tendré que decir a él o quizás a todos.
Aunque pensándolo bien, creo que era muy pronto para decir lo que estaba pasando, me gustaría esperar un poco más.
Trevor no dejaba de hablar con Lizzie mientras ella le devolvía la sonrisa a cada rato. Theo al parecer hablaba seriamente con Isaac, quería creer que se llevaban un poco mejor que antes. Judith no despegaba su atención de Tom y con Ben charlamos de cosas sin sentido, una de ellas era lo gracioso de lo guardias quienes se quedaban afuera toda la noche vigilando, más que gracioso, yo diría horroroso. Con el frío que hacía cabría la posibilidad de que mururieran por hipotermia.
Luego de terminar la cena, cada uno se despidió mientras se retiraban del lugar, al parecer Isaac me guiñó un ojo al mismo tiempo que salía junto a Trevor. Esperaba a que se solucionen las cosas entre ellos.
Ben y Theo se fueron a los empujones (cuando no ellos dos) y Judith los seguía por detrás retándolos y los separaba a cada rato. Tom y Jared nos sonrieron en un saludo, y junto a Lizzie nos fuimos a nuestra cabaña.
La recosté y le acomodé la almohada mientras la tapaba para que no tenga frío. No quería que después de que se curara de la enfermedad que tenía, le agarrara otra más. Y encima que aún estaba débil sería lo peor para ella.
Al rato llegó Judith algo enfadada, ya que Theo y Ben no dejaban de pelearse mientras yo reía desde mi cama.
Las luces se apagaron y esperé una hora o quizás un poco menos, para salir de mi cama y tomar mi abrigo. Despacio y sin hacer ruido alguno, abrí la puerta y el viento helado me pegó de lleno en la cara haciendo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo.
Caminé a paso rápido hasta que pude distinguir el establo a lo lejos. Con la ayuda de mi celular, traté de alumbrar el suelo, ya que no quería tropezar o hacer ruido para llamar la atención.

—¿Hola? —dije levemente yendo hacia el lugar donde había sentido los quejidos —. ¿Hay alguien?

El caballo me asustó con un relinche que hizo y su respiración tosca. Pude ver el humo que lanzaba desde su hocico debido al frío que hacía aquí dentro.
Miré a mi alrededor e hice una mueca. Quizás sí fue mi imaginación.
De la nada el quejido se hizo presente.

—¿Hola? —dije un poco más alto. Algo brillante me llevó por sorpresa cuando alumbré con mi celular. Ésta vez logré correr los cajones de madera y me quedé perpleja al ver una puerta de metal sumamente oxidada y un pequeño agujero en ella tapado por rejas —. ¿Qué es ésto? —me acerqué un poco más y golpeé con mis nudillos el metal de las rejas.

—Ayúdame —dijo una voz desconocida —... por favor.

Alcé mis cejas y pude sentir mis manos temblar. El miedo comenzó a calentar mis mejillas y oleadas de calor recorrían mi espalda.

—¿Quién eres? —me acerqué a la reja y alumbré con mi celular.
Los relinches del caballo me ponían nerviosa.

—Jared, me llamo Jared —dijo en un leve susurro —. Sácame de aquí, por favor.

Lo que me dijo me dejó impactada y pude sentir un leve mareo.
—¿Jared? —dije sin poder creerlo —... iré por ayuda —cerré mis ojos tratando de tranquilizarme.

Me giré bruscamente y sentí que mi celular se calló. Aturdida por toda la situación, me incliné para buscarlo pero unas pisadas me hicieron sobresaltar y me escondí a un costado detrás de los cajones.

—¿Qué tienes Rayo? —dijo la voz del supuesto Jared. Sentí sus pisadas más cerca y abracé mi cuerpo para mantenerme quieta y tranquila. Sentí su risa retumbar por el espacio —. Encontré tu celular, ¿Puedes salir? Hablemos —su voz sonó calmada.
Mi respiración se volvió irregular y no veía nada como para salir corriendo y ocultarme.

—Bú —me arrastró de las piernas y tapó mi boca para que no gritara —. Te dije que no vuelvas tonta, te dije. Me caías bien —sentí el ruido de unas llaves y el sonido pesado de aquella puerta. Sus manos me sostenían fuerte y no dejaban moverme. Unas lágrimas comenzaron a derramarse por mis mejillas al mismo tiempo que mi desesperación aumentaba —. Suerte con que te encuentren —dijo al mismo tiempo que me empujaba y cerraba la puerta de un golpe.

Unas manos me ayudaron a ponerme de pie.
—¿Estás bien?

Mis manos temblaban y me dirigí a la puerta para golpearla con mis puños.
—¡No!

—Pierdes tu tiempo, yo ya lo vengo intentando hace mucho —La luz de la luna me permitía ver algo, estaba encogido y de piernas cruzadas en una esquina. 

Tomé mi cabeza llorando y caminé de un lado a otro. Esto no me podía estar pasando, no otra vez.

Sentí un déjà vu.

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