26. Para odiar, primero tienes que amar
¿Me siento orgullosa por haber arreglado las cosas con Isaac? Sí.
¿Estoy lista para demostrarlo en público? No.
Sonaba feo, pero hasta ahora era mi peor miedo "el que dirán". Tenía el autoestima muy baja como para andar recibiendo comentarios negativos con respecto a mi decisión.
Estaba feliz que Isaac entendiera mi pensamiento y que me apoyara hasta el momento en donde me sienta lista para salir adelante de todo ésto.
Sin embargo jamás me arrepentiré de lo que hice, pero tampoco me sentía fuerte como para recibir bombardeos y malos pensamientos hacia mí, después de todo el odio que le tenían a Isaac y el que yo misma expresé, no me sorprendería que reaccionen mal cuando vean que ahora nos perdonamos.
Es por eso que preferí esperar un poco.
—Sino fuera por ti, iría yo mismo y le daría su merecido a Jared —Isaac frunció su ceño enojado —. Es un maldito, no te tuvo que haber obligado de esa manera.
—Ya déjalo, no quiero que te metas en más problemas y mucho menos con el hijo Tom. Ya veo que te echan —me crucé de brazos —... y piensa que me tendría que ir contigo, porque ni loca te dejo solo.
—No te lo permitía niña. Si yo meto la pata es mi problema, no el tuyo —alzó una ceja y se me quedó viendo de costado atentamente.
—Lo que dices es ridículo. Pero está bien, entonces si yo me meto en problemas sería asunto mío —lo miré desafiante sabiendo su respuesta.
—También sería el mío —dejó de hablar y me miró de reojo —Creo que ya entendí tu punto —rió y me tomó de los hombros suavemente.
—No quiero que seas tan controlador ni mucho menos celoso —hice una mueca —... eso no va conmigo —me miró con una sonrisa engreído y lo empujé —. No lo digo porque vayamos a ser algo, sino porque me gustaría que cambies esas actitudes que siempre tuviste desde el comienzo conmigo —lo señalé y me reí.
Éste se encogió de hombros.
—Los defectos complementan a la persona Gabi, sino todos seríamos perfectos. Intentaré cambiarlos, porque admito que pueden llegar a ser feos, pero no quiero que te enfades conmigo si algún día no los controlo —suspiró profundo —. Uno no puede cambiar lo que es si nació con ello.
Me quedé apoyada en su pecho mirando un punto fijo y procesando las palabras que me dijo.
—Está bien, tienes razón.
Aún sentados en la roca desde hace unos minutos, pude oír unos pasos detrás nuestro. Me separé lo más rápido que pude de Isaac y me crucé de brazos viendo a un Ben totalmente confundido.
—¿Hola? Te estaba buscando, pero si... —señaló a Isaac.
—No importa, estábamos abrazados porque hacía frío —me abracé a mi misma—... igual ya me iba —me acerqué hasta Ben, pero antes de irme Isaac carraspeó.
—¿No me darás un beso de despedida niña? —soltó sin más, a lo que me quedé boqui abierta ¿Qué pasó con lo de no decir nada? Isaac sonrió de costado y pude ver un brillo de diversión en su mirada, seguido de una risa.
Cerré mis ojos y me giré.
—Ni en tus sueños —apreté mis labios y tomé a Ben del hombro para sacarlo de allí.
Mi hermano se quejó ya que sin darme cuanta le había clavado las uñas. No era mi culpa que Isaac me haya puesto nerviosa.
Idiota, me dijo que me comprendía, ahora me echó ésto en cara y al frente de Ben.
No sabía de que me quejaba si seguía siendo el mismo atrevido de siempre.
Me tendría que haber dado cuenta que en cuanto se le presentara la oportunidad, Isaac largaría cualquier cosa de su boca. De todas formas me las veré con él más adelante.
—Ya suéltame —se quejó Ben —. No hacía falta sacarme de esa manera ¿Por qué tan paranoica? ¿Pasó algo? —abrió sus ojos —... ¿Te hizo daño otra vez? ¿Qué te dijo? —su cara pasó a ser de enojo e hizo el envión para volver hacia donde estaba Isaac.
—¿Qué? No —lo detuve sin dejar que avanzara más —... no me dijo nada y estoy bien. Tranquilo —lo miré de reojo y de brazos cruzados —. ¿Y tú? ¿Pasa algo que me estabas buscando? —intenté cambiar de tema rápidamente.
Éste se encogió de hombros.
—No, como no te vi en toda la tarde quise saber donde estabas —sobó su nariz la cual estaba colorada como una fresa.
—¿Por qué la tienes de ese color? —toqué su nariz y reí al ver que parecía muy tierno de esa forma.
Éste se cruzó de brazos y se apoyó en un árbol.
—Por el frío, aún no encuentro a alguien que me abrace —apretó sus labios y se me quedó viendo atentamente —. ¿Estás segura que Isaac no...
—¿Y los demás? —lo interrumpí rápidamente —... vayamos a la salón principal de Tom, apuesto que deben de estar merendando algo rico ¿No crees?. Estoy que muero del hambre —flexioné mis rodillas algo ansiosa y alcé mis cejas tomando sus manos —. Ven, vamos —dije mientras lo arrastraba conmigo.
Ben sin decir ninguna palabra más me siguió la corriente, o eso quería creer, y comenzamos a charlar de cosas sin sentido.
Al parecer Tom había servido platos exquisitos de postres y galletas. Mis preferidas son las de chispas de chocolate, pero las de mermelada de mora se llevaron mi atención.
Para mi suerte, Jared no estaba, no se que hubiera hecho. Creo que hubiera sido uno de los momentos más incómodos de mi vida. Además antes de hablarle, me gustaría que se disculpara ya que su actitud fue muy fea e irrespetuosa.
Theo parecía un niño, ya que junto a Lizzie, comenzaron a construir una pirámide con turrones y donas. Nunca lo había visto tan concentrado.
Y Judith la noté muy ocupada y entretenida con las charlas de Tom. Desde que llegamos, esos dos no se separaban por nada del mundo.
Trevor por otra parte estaba solo en una esquina, callado devorando un pedazo de pastel y tomando café. Me miró atentamente y supe que quería hablar conmigo, para saber cómo estaban las cosas con Isaac. Pero en éstos instantes no podía sacarme de encima a Ben.
—¿Sabes? La otra vez leí algo muy interesante en un libro cuando veníamos hacia aquí —dijo captando mi atención mientras bebía un poco de té.
—¿Qué cosa?
—Que para odiar primero tienes que amar —infló sus cachetes y los aplastó con sus manos lentamente —... muy cierto ¿No? Yo no puedo odiar a alguien que no conozco, puede que me caiga mal o que no lo tolere —lo miré sin comprender su punto y éste se acomodó en su silla para explicarme mejor su pensamiento —... si un ladrón te roba tú te enfadas con él, te genera el sentimiento de enojo e impotencia, pero no le odias porque no sabes nada de su vida. Sería como odiar su sombra, algo falso, porque no conoces su ser —alzó su mano sonriendo y empujó mi hombro levemente hacia atrás —... pero cuando amas a una persona y esa persona te hace daño. Uh —cerró sus ojos —... te hierve la sangre de odio, porque tú la conoces y sabes como es —se inclinó en su silla —... por eso se dice que del amor al odio hay sólo un paso.
—Y... ¿Por qué me dices todo eso?
—Pensé que te serviría. No lo sé, a mí me gusto mucho lo que ese libro me transmitió. Decía mucha verdad.
—Puede ser —dije con un nudo en mi estómago —. Eso fue muy bonito, gracias Ben.
Éste me miró algo triste y tomó mis manos.
—Yo sé que estás confundida y que no quieres hablarlo con nadie. Pero quiero que sepas que yo te escucharé no importa cuan loca estés —me sonrió de costado —. Sé que nos conocimos hace unas semanas, pero siento que te conozco desde hace años Gabi. Y me gustaría que confíes en mí para lo que sea.
Lo miré con una sonrisa y lo abracé fuertemente. Sabía que él quería ayudar y con lo que me dijo, me lo dejaba bien en claro. Quizás que en algún momento se lo cuente, pero no ahora, y mucho menos entre todos los demás.
—Yo confío en ti Ben —lo abracé aún más fuerte —. No tienes que preocuparte por eso. Y sí, yo también siento que nos conocemos desde hace años —reí levemente mientras rompemos el abrazo.
Éste me sonrió y fue interrumpido por unos gritos.
—¡Ben necesitamos tu ayuda! ¡Es urgente! —dijo Theo sosteniendo la pila de turrones y donas —. No te quedes mirando ¡Ven aquí!
Lizzie, quien se había puesto de pie, corrió hacia Ben y lo tomó de los dedos mientras lo arrastraba hacia el gran problema de infraestructura.
Reí por lo bajo al ver la cara de desesperación de Theo, al parecer no encontraba una forma de que todo esté junto y que nada se cayera de los costados.
Trevor hizo contacto visual y se levantó de su asiento mientras caminaba hacia mí.
—Sólo te diré que las cosas con Isaac están bien —susurré mientras se sentaba al lado mío.
—Que alivio —sonrió y bebió más de su café —. Nuestro Isaac está enamorado, es algo que no se ve todos los días —carraspeó levemente —. Y me imagino que tú también estas...
—Sí —dije cerrando mis ojos y bebiendo más de mi té —me enamoré de él, me gusta, como quieras llamarlo —lo miré de reojo —... y ahora me gustaría que arregles las cosas con él. No es mi problema, pero tú te metiste con mis sentimientos y los dos sabemos que Isaac te necesita.
—Me debe odiar —esas palabras me recordaron a Ben y sonreí de costado.
—Si él realmente te considera como su hermano y te quiere. No habrá problema para conciliar un perdón. Inténtalo, no pierdes nada —terminé mi té y dejé la taza a un costado —... siempre es bueno tener a personas en tu alrededor y no estar solo. Más aún, si esas personas son buenas.
Trevor asintió lentamente y musitó un leve gracias al mismo tiempo que se iba de la sala.
Me quedé un rato pensado en todo lo que pasé hoy y la verdad que no me arrepentía de nada. Pero había algo que me resonaba en la cabeza, y era Jared.
Me incomodaba no tener las cosas bien al cien por ciento, debería aprovechar el día y hacer las paces con él. Ademas prefería aclarar yo las cosas, antes de que Isaac se me adelante y vaya a saber que pasaría.
Sería lindo irme a dormir en paz con mi propia conciencia, ya que la mayoría de mis problemas estarían resueltos.
Me puse de pie y me fui sin llamar la atención de nadie, los cuales seguían entretenidos haciendo sus cosas. Me daba gracia ver que Ben se tomó en serio la pirámide de turrones y donas.
Afuera el aire estaba helado, ya que con cada suspiro que daba me ardía la nariz y me quemaba un poco la garganta. Traté de cubrir la mitad mi rostro con el cuello de mi campera al mismo tiempo que me dirigía hacia el establo del caballo. Como no lo vi en otro lugar, supuse que debía estar por aquí.
A decir verdad, ésto estaba muy alejado de las cabañas y del lugar en donde entrenaba con Rayo. Éste lugar estaba inmundo, pero no había tanto olor como el que imaginé.
—¿Jared? —entré al lugar lleno de alfalfa y estiércol. Sonreí en cuanto escuché a Rayo relinchar, me arrimé hacia el animal y acaricié su hocico —. ¿No has visto a tu jinete? —le susurré a través de la puerta de madera.
Alcé una ceja al oír unos golpes suaves provenientes de un pequeño cobertizo. Me arrimé lentamente y debido a la poca claridad del atardecer, aún podía distinguir donde pisar ya que tenía miedo de no ver un excremento de Rayo, sería algo asqueroso lavar mis zapatillas a mano.
Los golpes leves aún los escuchaba, pero no podía distinguir de donde exactamente. Lo extraño era que no sentía miedo, era más curiosidad que otra cosa.
—¿Hola? —musité por lo bajo —. ¿Jared? —escuché un quejido y antes de que pudiera correr unos cajones de madera, una voz detrás mío me sobresaltó.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top