22. Lo siento mucho niña
Salí de mi habitación luego de apagar la alarma para ir a desayunar.
Antes de que comencemos el viaje hacia el supuesto refugio, me gustaría tener algo de comida en mi estómago. Me hacía feliz que después de todo lo que pasé no halla perdido el apetito.
—¿Podemos hablar? —me sorprendí al verlo sentado en una de las sillas del comedor, al parecer somos los únicos que madrugamos.
—No veo de qué —traté de ser lo más indiferente y fui hasta la mesada para servirme un poco de café con unas tostadas.
—Por favor, necesito hablarte —me miró de reojo mientras esperaba a que me sentara al lado suyo. Alcé una ceja y me fui a una de las mesas del fondo.
Pude sentir como bufó y se acercó a mi lado.
Cerré mis ojos.
—Isaac, es temprano para discutir. Y tú sabes mejor que nadie por las cosas, irremediables, que hemos pasado.
Éste se quejó y negó lentamente.
—No entiendes, estoy mal y yo se que tú también. Entiendo que no me perdonarás nunca y que me odias. Pero por lo menos quiero que aprendamos a convivir en una misma habitación sin que nos estemos mirando mal constantemente —rodó sus ojos y cubrió su cara.
Apreté mi boca y seguí bebiendo mi café.
—Has lo que quieras.
—¿Acaso escuchaste todo lo que te acabo de decir? —me miró con sus cejas en alto.
Me encogí de hombros sintiendo como un escalofrío recorría toda mi columna vertebral.
—Ya no quiero hablar más ¿No lo entiendes? No te tolero —mentí, ya que no puedo decir lo contrario. Quedaría como una loca —. Isaac, yo sé que lo que hiciste fue por Lizzie, pero tanto tú como yo sabíamos que había otra forma de tratar las cosas. Sin embargo optaste por lo peor.
Éste me miró dolido y bajó su cabeza.
—Lo siento mucho niña.
Sus palabras hicieron que me quedara congelada.
Nunca lo oí decir que lo sentía y sentí que sus palabras eran de puro sentimiento, dolor y sinceridad.
Alcé mi vista y me lo quedé viendo unos minutos, dejé el café a un costado y rasqué mi nuca algo nerviosa.
—Valoro mucho que lo sientas, pero lamentablemente no cambia las cosas que me hiciste. Estoy dañada ¿Sabes lo feo que es? —reí mirando a mi alrededor —. No tiene sentido hablarlo contigo ya que no lo entenderías. Ya está Isaac, no hables más. Que en éste caso las cosas no se solucionan hablando, se solucionan dejando ir a la persona que se dañó. O sea a mí —arrugué mi frente y me señalé.
Éste asintió con sus labios bien apretados.
—Tal vez te entienda más de lo que lo haría cualquier otro. Niña, yo jamás te hice o te haría daño. Yo sólo te protegía ¿Crees que tuve la opción de poder elegir lo que yo quería? ¿Crees que mi padre me hubiera dejado? —sacudió su cabeza —... pasé por muchas cosas en mi vida y nunca tuve a alguien que me dijera un lo siento —suspiró profundo.
Lo miré incrédula mientras dejaba de lado toda la comida. Me quedé sin apetito.
—¿Ahora me tengo que sentir afortunada por las disculpas que me diste?
—No te lo quise transmitir de eso modo, yo... —abrió su boca, pero luego a la cerró —. Estás enojada conmigo, no tiene sentido que siga hablándote. Si lo único que oyes son mis palabras transformadas en cosas malas, estás a la defensiva y lo entiendo —se levantó de su asiento —. Te dejo tranquila.
Mi mentón comenzó a temblar.
—Te odio tanto, no comprendo tu inquietud de arreglar las cosas si luego te vas y haces como si nada hubiera pasado —sobé mi nariz —. Ni yo me entiendo cada vez que intento hablarte. Siento que las palabras se me confunden al punto en el que ya no puedo pensar que decirte —cerré mis ojos —... y no soporto estar mal contigo, pero tampoco creo lograr estar bien.
Éste asintió lentamente.
—Pienso lo mismo, la diferencia es que yo decidí tratar de hacer lo segundo contigo —se encogió de hombros —... pero no funcionará hasta que tú elijas que quieres hacer. Y no te juzgo por eso, ya que claramente es mí culpa que pienses de esa forma —alzó sus cejas y se giró para luego salir del comedor.
No lo detuve, dejé que se vaya ya que tenía razón en su punto de vista.
La que tenía que elegir era yo, si seguir mal e ignorando las cosas (camino fácil y doloroso) o tratar de arreglar las cosas (camino difícil y sin dolor, eso último quería creer).
Suspiré profundo y fui hasta mi habitación para tirarme en la cama boca arriba, y matar el tiempo hasta que nos vayamos.
"Lo siento mucho niña" se me quedó grabado en la cabeza y se repetía una y otra vez, como si fuera un disco rayado.
Creo que mi gran miedo era lanzarme y confiar de su palabra, para que luego me vuelva a lastimar (y ésta vez) no salir más del pozo de donde ya venía trepando desde hacía rato... el miedo de hundirme más y no lograr salir, me tenía aterrada.
Quien sabe, quizás Isaac sea mi boleto más rápido de salida, pero también puede ser un martillo listo para golpearme y destruir lo único que logró salvarse de mí.
Necesitaba tiempo, no podía tomar la decisión en éste momento, no hasta que demuestre que realmente podía confiar en él.
Hacía unos minutos que Theo llamó a mi puerta para avisarme que en quince minutos salimos a nuevo destino.
Tomé mis valijas como pude y con la ayuda de mi dedo índice logré abrir la puerta de mi, ahora, antigua habitación.
Cargada de cosas, llegué hasta uno de los autos para poder guardarlas en el baúl.
Sentí un peso menos de mi cuerpo, al ver que unas suaves manos tomaban mi valija para ayudarme a subirla.
Pensé que era Theo, pero en realidad fue Isaac. Le musité un gracias y éste asintió en agradecimiento con su ceño totalmente fruncido, haciendo que su cara esté más seria de lo normal.
—¿Todo listo? —dijo Ben con una sonrisa de oreja a oreja, se lo veía mucho mejor —... debo decir que extrañaré éste lugar, 17 años fueron demasiados —largó el aire de sus pulmones y rió por lo bajo.
—Yo no lo voy a extrañar, al fin cambiaremos un poco el panorama. Juro que en unos años más me hubiera vuelto loco —Theo subió sus cejas y se giró hacia Judith —. Un poco de libertad no vendría mal ¿No crees?
Ésta lo miró divertida y acomodó sus lentes.
—No empieces, sabes la respuesta a eso.
—No perdía nada con intentarlo —se encogió de hombros riendo mientras se giraba sobre sus talones —. Vayámonos por favor.
Judith no tardó en despedirse de algunos de sus colegas ya que no dejaremos el lugar completamente vacío, podría generar sospechas si llegase a venir la policía.
Ben me tomó de los hombros mientras caminamos hacia uno de los autos, por lo menos durante el viaje estaré con mis hermanos.
Isaac junto a Lizzie, irán con Trevor en el otro auto.
No me alcanzaban las palabras para describir la alegría de la pequeña al ver a Trevor, en ese momento sentí mucha ternura. También recuerdo la cara que había puesto Isaac y a juzgar por lo molesto e incómodo que se veía, estaba claro que las cosas entre ellos no estaban del todo arregladas.
Cada auto tenía su chofer designado, por si nos llegaban a parar, serán ellos los que darán la cara y no nosotros.
Judith aún no nos dice a donde iremos, lo único que esperaba era que sea seguro no tenía fuerzas para estar luchando por mi vida en éstos momentos.
—Tengo el presentimiento que será una granja —Ben hizo una mueca —. Y vivir entre las vacas y su excremento, la verdad que no sería un mal camuflaje.
Junto con Theo pusimos cara de asco.
—Ew, si tu quieres te dejamos en algún lugar así.
Ben abrió sus ojos riendo.
—No, gracias.
—Tranquilos el lugar en donde iremos será perfecto. Y nadie pensaría que estaríamos allí —Judith nos sonrió desde el asiento copiloto —... es un viejo amigo de la familia. Está muy emocionado de conocerlos, la última vez que los vio era cuando tenían pañales.
—Entonces te vio hace poco Ben —bromeó Theo haciendo que largara una carcajada —. Ay, perdón ¿No podía decir que usas pañales? Lo siento hermano, no me di cuenta de guardar mejor tu secreto.
Ben lo fulminó con la mirada y como me senté entre medio de ambos, muy inteligente de mi parte, comencé ser empujada por las manos que ellos lanzaban en la pelea.
—¡Eres un idiota! —Ben se quejó estirando su mano para pellizcar el brazo de Theo.
—¡Y tú un bebé! —Theo le sacó la lengua y le devolvió el pellizco.
Alcé mis manos.
—¿¡Pueden dejar de pelear?! —cerré mis ojos —. Maduren.
Éstos me miraron mal y me tiraron de ambos lados mi cabello.
—¡Somos maduros! —dijeron al mismo tiempo.
Pegué un grito y comencé a patearlos para que dejaran de molestarme.
—¡Basta! ¡Suéltenme! —aplasté con mi mano la cara de Ben contra la ventanilla e hice lo mismo con Theo.
—¡Oye! ¡No me dejas respirar! —Ben movió sus manos de un lado a otro y pude notar como ambos espejos se empañaban por sus alientos —. ¡Gabriela!
—¡Suelta! —Theo volvió a tirar de mi pelo, por lo que me quejé y solté a ambos.
—¡Chicos! —el grito de Judith nos llevó por sorpresa por lo que nos quedamos quietos —Benjamin, que ni se te ocurra morderle la mano a tu hermana —éste se quejó y me soltó —. Y Theodore ya deja su cabello, no quiero más peleas —nos señaló a los tres.
Nos cruzamos de brazos y bajamos nuestras cabezas enojados.
Ésto no me causaba gracia, para nada. No podían comportarse tan inmaduramente, llegaba un punto donde hartaban ¿Qué no se daban cuenta? Rodé mis ojos y cerré mis ojos indignada.
Encima tiraron de mi cabello cuando yo nunca les hice nada, en teoría el que empezó todo fue Theo.
El resto del camino fue callado y en algún que otro momento intercambiamos miradas de enojo, hasta que Theo apretó mi rodilla causando risas de mi parte lo cual eso hizo que Ben me hiciera lo mismo.
Yo hice lo mismo entre los dos y terminamos los tres riéndonos sin parar... y pensar que hacía un momento estábamos a las patadas.
—Ay Dios Santo ¿Quién los entiende? —Judith negó al vernos a las carcajadas.
Estuvimos un rato más así hasta que nos cansamos y no recuerdo cuando caímos los tres en un profundo sueño, ya que el viaje comenzó a ponerse pesado y bastante denso.
Unas bocinas nos despertó y pude ver a lo lejos unas cabañas.
Me emocionó al ver que había un caballos, siempre quise aprender a montar uno.
—¿Es aquí? —dije anonadada por el hermoso paisaje.
—Sí —dijo Judith emocionada.
Ben, quien dormía con la cabeza apoyada en la ventanilla y con su boca abierta llena de baba, fue sacudido por Theo.
Reí al ver la cara de pánico al abrir sus ojos.
—¡Estoy despierto! —alzó sus manos respirando agitadamente.
—Que novedad hermano —Theo rió —. Al fin llegamos, no veo la hora de estirar las piernas.
Un hombre salió a abrirnos la puerta de madera para poder entrar al espacio de las cabañas. Ansiosa esperé a que se estacionara el auto, y una vez listo, salimos rápidamente junto con un largo suspiro.
—¡Bienvenidos! —el señor se acercó hacia nosotros con una gran sonrisa —. Mírense, están enormes. Son las imágenes de sus padres —tomó su boca emocionado —... es un placer tenerlos como invitados ¿Qué digo? Están en su casa. Mi nombre es Tom —dijo mientras nos daba un leve apretón de manos a cada uno.
—Theodore, mi hermano Benjamin y mi hermana Gabriela —sonrió —. Gracias por dejar que nos quedemos aquí, Tom.
—Todo sea por mis amigos —sonrió al ver a Judith —. Tanto tiempo sin vernos.
—Sí —ésta rió y le dio un gran abrazo.
Me los quedé viendo con ternura mientras que de reojo noté como Trevor junto a Isaac, quien lleva a una Lizzie totalmente dormida, se acercaban hacia nosotros.
—Les mostraré su habitación —Tom nos guió hacia nuestro nuevo hogar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top