21. Nada de lo que hagas bastará

Isaac abrió sus ojos preocupado.
—La policía me está buscando.

Me acerqué hasta él y tomé su celular.
—¿Por secuestro? —alcé una ceja —... tan errados no están —alcé mi vista y vi como Isaac me miraba de mala forma. Sacudí mi cabeza —. Al parecer tu papá te culpó del secuestro de Lizzie —me giré hacia mis hermanos —... eso quiere decir que ustedes también están en peligro.

—No puedo creer que haya hecho ésto —Isaac agarró su cabeza y negó lentamente.

—No hay tiempo para lamentar —dije cruzada de brazos y con una mueca, ya que rocé sin querer uno de mis hematomas —. Tenemos que irnos, ya era grave que Nelson nos buscara, peor ahora que lo hace junto a la policía.

—No creo que nos encuentren —Ben miró a su hermano —. Estamos en un lugar seguro.

—Sí, pero no podemos arriesgarnos a que nos encuentren. Convengamos que burlarse de las autoridades no va a ser tan fácil —Theo tomó su mentón y cerró sus ojos molesto —. Iré a hablar con Judith, y tú —señaló a Isaac —... destruye el celular, ahora.

—Lo tengo en modo avión, no creo que...

Theo bufó y le arrebató el aparato, lo arrojó al suelo seguido de varias pisadas.
—Listo, tan difícil no era.

—¿Sabes cuánto costaba? —abrió sus ojos dolido y miró con furia a Theo.

Éste se encogió de hombros.
—No y tampoco me importaba saberlo. Con la plata que tienes puedes comprarte otro.

Apreté mis labios al ver la cara de confusión de Isaac, al momento en que Theo desaparecía de la habitación.
—¿Tenemos otro lugar a donde ir?

Ben me miró serio.
—No que yo sepa, hace poco que con Theo descubrimos que teníamos una hermana, vaya a saber cuantos secretos más nos ocultan.

Asentí lentamente y sentí unos pequeños quejidos.
—¿Isaac? —la pequeña Lizzie abrió sus ojos y se nos quedó viendo atentamente.

—Lizzie, ¿Estás bien? ¿Te duele algo? —Isaac le revisó su rostro preocupado.

—Ya no creo que debas preguntarme más eso, me siento bien —sonrió de oreja a oreja y abrazó a su hermano.

Ben tosió y cerró sus ojos, mientras bebía un poco más de agua. Me acerqué y llevé mi mano a su frente.

—Te está bajando la fiebre, eso es algo bueno —dije contenta.

—Esperemos —me devolvió la sonrisa y tomó mi mano entre las suyas.

—¿Qué le pasó a tu celular? —dijo Lizzie señalando las partes destruidas.

—Se me cayó —Isaac alzó sus cejas mientras sostenía a Lizzie entre sus brazos.

En éstos momentos tendría que sentirme feliz por lo que la policía buscaba a Isaac. Una forma u otra de hacer justicia por lo que me hizo sufrir. En vez de eso sentía todo lo contrario.
Creo que éstas noticias me trajeron más incomodidad y preocupación. Me molestaba no alegrarme, me molestaba admitir que sentía pena por él, me molestaba no ser capaz de ignorarlo. Oficialmente me odiaba por no poder hacer todo lo posible para alejarlo de mí.

—Mañana nos vamos —dijo Theo mientras entraba a la habitación con el ceño fruncido —. Podríamos irnos dentro de tres días y preparar mejor las cosas, pero no queremos arriesgarnos a que nos encuentren.

—¿Y a dónde? —Isaac acostó la cabeza de Lizzie sobre su hombro y cubrió su cabecita con toda su mano.

Ben se quejó por lo bajo.
—No te tiene que importar, lo único que tienes que hacer es mantener un perfil bajo. Suficientes problemas ya nos has traído —hizo una mueca y me miró de reojo. No pude evitar sentirme un poco culpable por todo ésto.

Lo miré enojada y comprobé que Lizzie esté dormida.
—Si fuera por mí, te entregaría. Pero ambos sabemos que para proteger a Lizzie tú tienes que venir con ella. Eres la basura que arrastra la pobre niña, debería darte vergüenza de todos los horribles secretos que le ocultas. Que ejemplo de hermano —alcé mis cejas y no pude evitar mentir en mis palabras. Necesitaba hacer que se sienta mal, para sacar o deshacer la preocupación que sentía por él.

Isaac me miró dolido y bajó su vista, creo que por primera vez logré herir sus sentimientos.
—Ayudaré en lo que pueda, se los demostraré.

Theo asintió y abrió su boca para hablar a lo que yo lo interrumpí.
—Pues nada de lo que hagas bastará, que te quede bien claro eso.

—Si, niña. Lo supe desde el momento en que me trajeron aquí —alzó sus cejas y cambió la posición de sus brazos en Lizzie.

El ambiente comenzó a sentirse algo tenso, por lo que decidí salir de allí a las zancadas. Por suerte nadie me siguió, debieron notar la expresión en mi cara con lo último que me dijo Isaac.
Fui directo a mi habitación y cerré la puerta echa una furia. Me tiré en la cama y grité sobre la almohada, ¿Cómo era posible sentir tanto odio y pena a la vez? Eso no existía, y seguro que me volveré loca.
Mi corazón se aceleraba cada vez que oía su voz, pero mi mente y cuerpo sentían un rechazo constante hacia él.
Mi mentón comenzó a temblar y me abracé a mí misma tomando mis rodillas. Si supieran todo el esfuerzo que hago, si supieran lo destruida y dolida que estaba por dentro. Tenía vergüenza al mirarme en el espejo, me sentía sucia y cada vez que me bañaba me pasaba una y otra vez jabón por todo mi cuerpo lastimado.
El pararme frente a él y decir una sola palabra, era como tener un batallón dentro mío al punto que ya no sabía que cosa sentir o hacer.
Necesitaba venir a mi habitación y descargarme, lo veía como la única salida.
Con lágrimas en mis mejillas tomé la foto de mis padres y la apreté en mi pecho.
Si ustedes no nos hubieran dejado yo no estaría pasando por todo ésto.
Me sentí tan perdida conmigo misma, al punto que ni me reconocía.
Me preguntaba si algún día se irá ésta opresión que sentía constantemente sobre mi pecho. Yo quería olvidar, quería mejorar, pero... no podía.
No sabía cómo.

La puerta sonó un par de veces y dejé que entrara.
Judith se asomó y me miró preocupada.

—¿Qué ocurre? —se acercó y colocó sus manos sobre las mías.

—Nada —dije llorando y la abracé. Había veces que las palabras no ayudaban para calmar el sufrimiento; lo aprendí desde la muerte de mis padres.

—Gabriela, sino te pasara nada no estarías así. Aunque entiendo si prefieres no hablarlo conmigo —acarició mi cabello —. Me quedaré el tiempo que necesites.

—Gracias, no le digas nada a nadie —dije apretando su agarre como si fuera mi único cable a tierra.

—Tranquila, no diré nada. Shh —me meció de un lado a otro mientras seguía llorando en su falda.

La mente humana es algo tan frágil, que cuando se rompe muy pocas veces se encuentra el remedio indicado.
Todos somos débiles y tenemos miedo, para ello se necesita tener la voluntad de buscar la salida a cada situación... pero eso no quería decir que sea algo fácil.
No todos pueden. No todos saben luchar.

—Vine a ayudarte a juntar y ordenar tus cosas para que mañana estés lista —su mano tomó la foto de mis padres —... que linda, que recuerdos. Extraño mucho a tus padres.

Me reincorporé y la miré atenta mientras limpiaba mis lágrimas.
—Háblame de ellos.

Ésta sonrió.
—Bueno, tú tienes la belleza de tu madre. Recuerdo lo aplicada que era en su trabajo y muy atenta a sus hijos. Era divertida y le gustaba pasar tiempo contigo, enseñarte cosas, jugar —miró un un punto fijo en la habitación sonriendo —... y tu padre, tienes su actitud. Una persona muy cerrada pero con un corazón inmenso. Capaz de cumplir sus metas y cuando tenía algo en mente nadie lo detenía —me empujó levemente —... eso sí, era algo testarudo y algunas veces iba en contra de las reglas. Todavía no encuentro la forma de controlar a Theo, por lo que me tendrás que ayudar.

Reí levemente y asentí.
—Me gusta que me cuentes cosas de ellos, la única que solía hablarme de mis padres era mi tía Lorel —sonreí al recordarla —. Que vida tan rota que tengo. Agradezco tener a mis hermanos. Cuando estuve secuestrada pensé que estaba sola —cerré mis ojos —... al punto que fui capaz de casi sacarme la vida. Si hubiera sabido, yo...

—No hace falta que digas nada Gabriela. No fue tu culpa no saber, tuviste la peor experiencia que alguien podría tener. Y yo no soy quien para decir que te entiendo porque no lo viví como tú —tomó mis manos —... tienes que sentirte orgullosa, porque aún así pudiste levantarte y seguir enfrentando la vida. Por más que tienes caídas depresivas, tú sabes como levantarte y seguir adelante. Y eso no cualquiera puede lograrlo —me sonrió y sacudió su cabeza con los ojos llorosos —. Bien, ahora ordenemos las cosas, yo te ayudo.

Sonreí de costado por sus lindas palabras, las cuales me hicieron sentir un poco mejor y me incliné junto a ella para ordenar mis cosas.

—¿Dónde es el lugar? —dije luego de unos momentos de silencio.

—Iremos a un lugar cerca de la frontera.

Asentí lentamente y miré fijamente un punto ciego de la habitación. No podía evita sentir un poco de miedo y dudas.

—Estaremos a salvo —dijo como si hubiera leído mis pensamientos —. Ahí hay personas que nos ayudarán y nos ocultarán hasta que las cosas se calmen.

—Sí, lo que me preocupa es que nunca paren. Me da impotencia que mis hermanos estén encerrados, me duele imaginar como la estarán pasando ellos —hice una mueca algo disgustada.

—Ellos nacieron de ésta forma, no conocen otra vida que no sea ésta —dijo doblando uno de mis pantalones.

—Eso ya lo sé. Pero tanto tú como yo, sabemos que ésto que tienen no es vida —arrugué mi frente —... me gustaría hacer algo por ellos y que puedan salir al exterior.

—Yo creo que con tu llegada aquí cambiaste su vida por completo. Aunque coincido con tu inquietud de hacer algo. Lo vengo pensando desde hace años, pero no es tan fácil Gabriela. Aún seguimos viendo como sacarle la cura de su sangre, pero es muy difícil. Tienen un tipo de sangre muy rara y no podemos usar una transfusión para limpiarlos. No encontramos una compatibilidad exacta que nos sirva como referencia —me miró de reojo —... cuando llegaste aquí estabas muy lastimada y te tomé una muestra de sangre, pero no eres compatible, lo siento —dijo al ver mi cara de tristeza —... me creé la ilusión de que tú podrías salvarlos, pero me equivoqué. Sin embargo, los ayudaste de otra forma ¿Sabes lo importante que fue para ellos haber encontrado a su hermana?

—¿Por qué esperaste tanto para verificar si era compatible o no? Tú ya sabías de mi existencia.

—Tu tía Lorel te hizo desaparecer del mapa, hasta que logramos encontrarte y poder vigilarte un poco más —suspiró profundamente —... tu tía no quiso que nos acerquemos a ti, ya que levantaríamos muchas sospechas. Y peor aún, podrían descubrirnos. Cuando nos enteramos que había muerto tratamos de localizarte, pero fue muy tarde. Lo lamento —apenada sobó mi hombro a lo que yo sonreí.

—No fue culpa de nadie, lo importante es que el destino se arregló para cruzar mi camino con el de ustedes —alcé mis cejas convencida mientras cerraba el bolso ya listo —. Gracias por ayudarme —cambié de tema y me puse de pie —. ¿Cómo está Trevor?

—Tiene tres costillas fisuradas, por lo que necesita únicamente reposo y no levantar cosas pesadas —rascó su nuca —... por lo que hablé con él parece que ustedes lograron confiar en su palabra, aunque sea un poco.

Me crucé de brazos.
—No le tengo mucha confianza aún, pero quiero creer que dice la verdad aunque sea en éste caso.

—Es un chico desalmado y por lo poco que me contó, siempre siguió órdenes —me miró de reojo antes de salir de mi habitación —... es como si fuera una maquina programada para obedecer, no habrá sido fácil para él despegarse de su régimen.

—Y es por eso, que no confío en su palabra todavía —me encogí de hombros —... vamos a ver si lo demuestra con el tiempo.

Ésta asintió sonriendo.
—Iré a controlar a Ben y ver cómo está Lizzie, nos vemos en un rato.

—Si, claro —le sonreí mientras cerraba la puerta a sus espaldas.

Suspiré profundo y me senté en la cama tomando la foto de mis padres. Me puse a pensar como sería mi vida si ellos estuvieran vivos.
Los extrañaba tanto.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top