16. Te odio

ISAAC

Me quedé helado viendo su cara, ¿Qué hace ella aquí? ¿Qué es todo ésto?

—Estamos preparando la transfusión para Lizzie —dijo así sin más —. Ven.

Lizzie apretó su agarre en mí y la sostuve fuertemente.
—¿Qué es lo que pretendes hacer? —dije sin entender toda ésta situación.

—Trato de ayudar —alzó sus cejas —. ¿Qué no ves?

—Aguarda ¿Tú sabías lo que mi padre diría? ¿Cómo...

—Escucha —me interrumpió —. Trato de ayudar a Lizzie, no lo hago por ti ¿Entiendes? Suficiente lo que ya tuve contigo —cerró sus ojos cansada —. Pero no quiero que por algo que surgió como una batalla, termine con la vida de alguien inocente.

—Tengo miedo —susurró en mí oído Lizzie.

—Yo —dije desconcentrado y con ganas de gritar —... jamas pensé que mi padre haría algo así, se llevó la muestra.

—Esa muestra era falsa, ¿Crees que se la daríamos así de fácil? —dijo en tono irónico —. ¿Vienes o no? —abrió la puerta y alzó su brazo a un costado.

Tragué fuertemente y con Lizzie en mis brazos seguí a Gabriela por detrás.
El lugar era grande, limpio, blanco y con muchos pasillos. De tantas vueltas que dimos, si estuviera solo, ya me hubiera perdido.
A lo lejos pude ver a uno de los mellizos apoyados en una puerta.

—Luego agradece —dijo molesto mientras pasaba al lado suyo.

No sabía si estar enojado, nervioso o ansioso. ¿Era posible sentir todo al mismo tiempo?

—Hola, ésta debe de ser Lizzie —dijo una mujer al entrar —. Ven, ya tenemos todo listo.

En la habitación había dos camillas y en una se encontraba uno de los mellizos conectado a una máquina con un tubo intravenoso que salía de su brazo, el cual supongo irá conectado con el de Lizzie.

—No quiero —dijo llorando —... no quiero que me pinchen otra vez —dijo sin soltarse de mí.

Hice una mueca y puse un mechón de su cabello detrás de su oreja.
—¿Y si te digo que ésta será la última vez?

—Mientes —me miró con lágrimas en sus mejillas —... papá dijo que lo que tengo no tiene cura.

Apreté mi mandíbula al oír eso.
—Olvida lo que papá dijo ¿Si? Confía en mí, ésto te va a curar para siempre —le sonreí.

—¿Para siempre? —dijo ilusionada.

Asentí y le di un beso en la frente.
—Para siempre.

Al decirle eso, logré que se recostara en la camilla sin despegar mi mano de la suya, mientras la mujer le conectaba el brazo al tubo intravenoso listo para la transfusión. Lizzie se quejó un poco, pero luego logró relajarse.

—Aquí vamos —apretó un botón y la sangre comenzó a circular.

—¿Vas a estar bien Ben? —dijo Gabriela al lado de su hermano.

El parecido entre ellos dos era increíble.
—Si, no te preocupes. Ella es pequeña no creo que lleve mucho tiempo —dijo con su cara totalmente pálida.

Intenté disimular mi nerviosito, cuando vi que Lizzie se quedaba dormida.

—¿Qué...

—Les di un sedante a ambos —dijo la mujer acomodando su bata blanca —. Van a estar un rato largo hasta que ésto termine, mejor será dejarlos descansar —sonrió transmitiendo cierta calidez en sus palabras —. Por cierto, mi nombre es Judith.

Le sonreí de costado al recibir su amabilidad.
—Issac, aunque ya debes saber quien soy. Gracias —dije sinceramente y apreté levemente mi brazo.

—Estas herido, déjame ver —miró con algo de preocupación mi camisa llena de sangre.

—Pensé que no te sangraba más —dijo Gabriela acercándose hasta nosotros.

Apreté mis labios avergonzado.
—Fue mi padre cuando —sacudí mi cabeza —... sí, yo también pensé que había parado de sangrar.

—¿Qué le pasó? —dijo el mellizo entrando rápidamente —. ¿Está bien? ¡Ben! —tomó su mano en total desesperación —. Está pálido.

—Sí Theo. Le di un sedante —dijo Judith vendando mi herida.

—La cosa era curar a Lizzie, no a él —dijo mirándome con furia.

—No sigas —dijo Gabriela poniéndose delante de él.

—¿¡Lo defiendes?! —dijo sacudiendo sus manos.

Sonreí de costado, al parecer a alguien le caía muy mal. En realidad les debía de caer mal a todos, pero él lo expresaba, me gustaba su actitud.
—Escucha Theo —dije deletreando su nombre —. Primero, Judith se ofreció a ayudarme con mi herida, y segundo, es culpa de tu hermana que no sabe coser una herida, pero sí sabe bes...

—Que te calles —dijo roja como un tomate —. Theo por favor quédate con Ben, y ya no hables más con Isaac.

Éste me rebajó con una expresión de asco y se giró hacia su hermano.

—Listo —dijo Judith —. En unos días estarás mejor.

—Gracias —dije algo adolorido.

Gabriela aclaró su garganta.
—¿Podemos salir y hablar?

—Lo que tu digas niña —me puse de pie con cuidado y la seguí por detrás.

—No quiero que menciones más eso —dijo después de cerrar la puerta a sus espaldas.

—¿Qué cosa? —me hice el desentendido —. ¿Qué nos besamos?

Gabriela se cruzó de brazos.
—Pensé que no lo recordabas.

Me encogí de hombros.
—Pues al pareces si recuerdo.

Ésta sacudió su cabeza.
—Lo que sea, has de cuenta que no te acuerdas, en serio. Siento vergüenza pensar en que te bes... eso, ni siquiera puedo decirlo en voz alta.

Me encogí de hombros.
—El sentimiento es mutuo —dije al ver su mirada apagarse, si tú me dañas te dañaré también.

Sé que mientes niña, crees que no aprendí al ver cuando mientes...

—Isaac, necesito saber que no dirás nada de éste lugar. Arriesgué mucho al traerte aquí por mi cuenta.

Negué lentamente.
—Yo quería curar a mi hermana, no me interesa el trabajo de mi padre. Descuida no diré nada.

—Sabes que no confío en ti ¿No?

Asentí lentamente, ya que era lo más obvio de la situación.
—Y también sé que me odias por todo lo que te hice, no te culpo niña. Sabrás que no diré nada cuando veas que mi padre no toque éste lugar. Es de la única forma en la que podré demostrártelo.

Ésta se me quedó viendo fijamente y cerró sus ojos.
—Estoy enojada, te odio tanto. Odio lo que me hiciste, te odio por todo Isaac. Quiero que eso te quede bien en claro. Me lastimaste muchísimo —dijo mientras su mentón comenzaba a temblar —... eres una horrible persona y una vergüenza de hombre. Tú y los demás me cambiaron, ahora siento que le tengo miedo a todo. Te odio, no hay otras palabras.

Algo en mi pecho se comprimió y no pude evitar sentirme mal.
—Está bien, yo también me odiaría si me hubiesen hecho todo lo que te hice. Es lo que sientes y prometo que en cuanto Lizzie se recupere, no me verás nunca más niña.

Ésta limpió sus lágrimas rápidamente.
—Sí, y por favor no dejes que Lizzie se entere de todo lo haz hecho, ella no se merece vivir con el cargo de que supuestamente lo que hiciste, fue por ella —dijo negando lentamente —... que ejemplo de hermano eres —y dicho eso entró a la habitación dejándome con las palabras en la boca.

Me daba asco, Gabriela tenía razón en todo y creo que le faltó decir que me iré al infierno por todo lo que hice, aunque creo que me lo dijo indirectamente.
Suspiré profundo y entré a la habitación para sentarme al lado de Lizzie y sostener su mano, como lo he hecho tantas veces.
Acaricié y dibujé el contorno de su cara con mis dedos. Su cara de relajación me hizo sentir un poco mejor y me relajó a mi también. No pude evitar ver de reojo a Ben, junto a Theo y Gabriela, ellos estaban igual que yo, la diferencia era que mi hermana podía perder la vida.

GABRIELA

Isaac miraba a su hermana un y otra vez. Tenía ganas de ir y decirle que todo iba a estar bien, animarlo. Pero no pude, esas palabras no saldrían de mi boca, creo que él mismo las destruyó sin siquiera saber que existían.
Con Theo estábamos muy pendiente de Ben, pero en realidad nos preocupaba más Lizzie, ya que Judith nos dijo que no compartían la misma sangre. Pero como era la primera vez que probábamos algo así, puede que nos encontráramos con alguna sorpresa.
Apreté fuerte la mano de Ben y cerré mis ojos tratando de calmarme. Theo se terminó durmiendo sentado en una silla y con la cabeza apoyada en la camilla.

—Ya van mucho tiempo —dijo Isaac con sus ojos cerrados y la mano de su hermana en su frente.

—Sí —dije cortante.

—Ya deja de actuar como la víctima —dijo rodando sus ojos.

—Yo siempre fui la víctima aquí —dije mirándolo con mis ojos bien abiertos —... ¿Te das cuenta que acabas de decir algo muy estúpido?

—No, al contrario. Mi padre me engañó y le importó un bledo si moría Lizzie o yo —cerró sus ojos y elevó su mentón —. Sino hubiera sido por eso no estaría aquí, así que en estos momentos, yo soy la víctima.

Bufé al ver que no tenía sentido discutir con él.
—Sí, al parecer tienes razón.

—¿No vas a refutarme niña? —dijo sorprendido.

Negué lentamente.
—Por estupideces, no.

—Es el presente, no una estupidez —dijo enojado.

Abrí mis ojos sintiendo mucha indignación.
—Ya no sigas, quedas muy ridículo al decir eso.

—Y entonces si no soy la víctima ¿Por qué estoy aquí? —dijo mirándome fijamente.

—Porque estoy ayudando a tu hermana, que por mala suerte, la pobre tiene una familia de mierda —le sonreí entre dientes.

—¡Retira lo que dijiste!

—¿¡Oh qué?! —dije parándome enojada al igual que él.

—Oh, gritaré lo que no quieres oír —dijo sonriendo de oreja a oreja irónicamente.

—¡Ni se te ocurra decirlo en voz alta! —dije señalándolo desafiante.

—Gabi, ¿Qué pasa? —dijo Theo despertándose.

—¡Nada! —dijimos con Isaac al mismo tiempo.

—¿¡Ves que contigo todo siempre termina en gritos y peleas?! —dije harta de la situación.

—Que raro, ¡Te estaba por decir lo mismo! —arrugó su nariz.

Apreté mis puños y abrí mi boca para contestarle, pero Judith nos interrumpió abriendo la puerta.

—Veamos como va todo —dijo acercándose a los aparatos.

Con Isaac nos miramos rojos por lo ira y nos sentamos sin romper el contacto visual.

—¿De tanto me perdí? —dijo Theo tocando mi hombro.

—No, no mucho —dije sin interés y rompí la mirada con un revoleo de ojos.

—Muy bien —dijo Judith con una sonrisa —. Mañana podremos hacerle las pruebas a Lizzie, pero creo que el tratamiento funcionó.

La cara de Isaac se iluminó, pero la mía no tanto.
—¿Mañana? —dije sin ánimo —. ¿O sea que se tiene que quedar?

—Sí, así que vayan y denle una habitación a Isaac, que mañana obtendremos los resultados.

Con Theo nos miramos con una mueca y señalé a Ben.
—Me quedaré con él —dije levemente.

—Está bien —dijo sonriendo y besando mi frente —. Yo después me iré a mi habitación, cualquier cosa me llamas.

—Sí —dije viendo como Isaac y Theo salían a una distancia entendible entre ellos.

ISAAC

Luego de que Theo me llevara a una habitación sin intercambiar palabras entre nosotros, me recosté en la cama y traté de cerrar mis ojos para poder conciliar el sueño.
Pero no pude. No solamente por los nervios que sentía por Lizzie, sino por sus propias palabras.
"Te odio"
Me lo repetía una y otra vez, ¿Qué tan cierto será?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top