CAPÍTULO 8
Capítulo dedicado a Pau, quien cumplió años el martes 12.
¡Feliz cumple, hermosa! <3
CAPÍTULO 8
El temperamento
Niels
Cuando Riley y yo nos conocimos, —hace tres años —, decidimos ahorrar en conjunto para invertir en nuestro futuro. Como ninguno contaba con los recursos económicos suficientes, decidimos compartir hospedaje y a su vez reducir los gastos del alquiler, la universidad y nuestras necesidades básicas.
Nuestra idea era invertir en nuestros proyectos personales una vez alcanzada cierta estabilidad económica. Riley desea fundar una empresa para dirigir sus proyectos ya sean privados o públicos. Sus palabras siempre han sido "cualquier cosa que me de dinero", y a su vez, "siempre y cuando, no limiten mi creatividad".
Yo deseo invertir en una casa. Solo quiero comprar una casa y perderme del resto del mundo. No tengo grandes aspiraciones, ya que no sueño con hacer algo con mi vida. Mi psicóloga me dijo que esos son pensamientos depresivos debido a mi trauma, yo digo que solo estoy siendo realista. Una persona como yo no tiene derecho a tener grandes sueños.
Pero, ¿a qué viene toda esta introducción? Es fácil. Hace tres semanas llegué del trabajo exhausto, con dolor de cabeza y dolor general. Al día siguiente falté a clases porque me quedé dormido todo el día.
Riley, quien se estuvo comportando raro desde aquella noche en la que lo abracé mientra lloraba, —luego de la confesión de Alex—, me despertó hoy muy emocionado, diciendo que tenía una sorpresa muy especial y que no podía esperar a mostrarme. A pesar de que lo amenacé con asesinarlo por despertarme temprano, —cosa que no está mal, debido a que desde aquella noche que llegué adolorido, he estado actuando como un zombi —, no me hizo caso y me arrastró hasta que estuve lo suficientemente despierto para darle una patada y seguirlo de muy mal humor.
Y sí, la sorpresa fue tan inesperada, que casi olvido todo el sueño que he acumulado.
No tengo palabras para describir a mi amigo, lo único que sé, es que está completamente desquiciado.
—Estás loco —es lo único que puedo decir al ver la sorpresa que moría por enseñarme.
Compró un auto.
—No soportaba verte ir y venir a ese trabajo de mierda en colectivo, Niels —dice, intentando explicar por qué usó nuestros ahorros para comprar un auto —. Lo mereces más que nadie, has trabajado muchísimo para al menos tener un medio de transporte.
No digo nada, solo observo el auto como si estuviera en un sueño. No, peor aún: en una pesadilla.
«¿Qué carajos hice para merecer esto?»
— ¡¿Estás loco?! —digo de nuevo, pero más alterado.
Riley salta al instante. Su cara me indica que no se lo esperaba.
—Es por tu bien...
— ¡USASTE NUESTROS AHORROS!
—Solo fue una parte...
— ¡¿Qué carajos tienes en la cabeza, Riley?! ¡¿Acaso tienes el cerebro en el culo o qué?! —Para ese momento estoy tan alterado, que no me importa molestar a los vecinos o transeúntes que están a nuestro alrededor.
No es solo molestia, también es frustración y confusión por lo egoísta e inmadura que fue su decisión.
Su cara me indica que está aterrado, pero no me importa, yo solo tengo deseos de aplastarle la cabeza con mis propias manos.
— ¡NO SÉ CÓMO, PERO VAS A DEVOLVER ESTA MIERDA YA MISMO! ¡QUIERO EL DINERO EN NUESTRA CUENTA DE AHORROS! —grito tan fuerte como puedo, acercándome con rapidez a su cuerpo —. ¡¿En qué carajos estabas pensando?!
Intento contenerme cuando lo veo retroceder, pero solo me detengo cuando lo único que sale de sus labios es un puchero.
— ¡IDIOTA! —digo muy molesto.
— ¡No me digas idiota!
— ¡Lo eres!
— ¡LO SIENTO POR PREOCUPARME POR TI!—Dice, permitiendo que sus ojos se llenen de lágrimas —. ¡Tal vez no pensé con claridad, pero estás siendo un malagradecido!
— ¡Nunca te pedí que hicieras esto por mí!
— ¡PUES QUÉ LÁSTIMA! ¡LAMENTO PREOCUPARME POR TI!
— ¡Deja de hacerte la víctima!
— ¡DEJA DE GRITARME! —dice antes de ponerse a llorar.
Respiro hondo y miro a nuestro alrededor, encontrándome con una madre aterrorizada que cubre los ojos de su hija con su mano.
Observo a Riley, dándome cuenta de que está en bóxer y solo tiene una bata de dormir azul cubriéndolo. En realidad está todo de azul: su bóxer tiene cuadros blancos y azules y sus pantuflas de conejo son color azul celeste. Estoy seguro de que el idiota no durmió en toda la madrugada esperando que amaneciera para poder despertarme. Lo conozco, así que por eso sé que ni siquiera se molestó en arreglarse antes de buscarme. Anoche llegué tan cansado que ni siquiera noté el auto frente al edificio.
— ¡LAMENTO SER UN BUEN AMIGO! —Dice sin dejar de llorar —. ¡Ni siquiera gasté tanto! Soy bueno investigando y obviamente compré algo que no representara un porcentaje importante en los ahorros. No soy tan avaricioso como tú, pero sé cómo hacer una buena inversión —sus ojos se conectan con los míos —. Si no quieres usarlo, de acuerdo, pero no lo devolveré. Lo usaré yo y veré cómo hago para devolver todo el dinero que gasté.
No digo nada cuando se va, solo aprieto mis puños y observo el maldito auto con fastidio. Ni siquiera sé qué modelo es, pero es pequeño y feo. ¿Cómo carajos a Riley se le ocurrió comprar una mierda así? Nosotros somos más altos que ese auto. Si llegamos a entrar, tendremos que viajar encorvados.
Me abrazo a mí mismo al notar que solo traigo el pantalón de pantalón de pijama, (el cual es negro con cuadros rojos), y mis pantuflas negra. Camino con rapidez hasta mi edificio y subo al departamento sin prestar atención a la miradas de nuestros vecinos.
Entro a nuestro piso con el mayor silencio y respiro hondo al notar que está en el baño. Por el ruido del agua, deduzco que se está duchando, pero la canción (Lemon Tree de Fool's Garden), me hace saber que está llorando a mares. Riley siempre pone esa canción cuando está deprimido. No sé por qué, pero esa canción lo hace soltar todo lo que lleva dentro.
Vale, tal vez no debí gritarle y tratarlo mal. Él solo quería darme una sorpresa.
Suspiro y tomo el puente de mi nariz entre mis dedos. «Ahora me siento peor»
Preparo el desayuno en un intento de remediar mi cagada y cuando lo veo salir del baño —con los ojos hinchados y rojos —, no dudo en caminar hacia él, sintiendome idiota por no poder controlar mi temperamento.
—Lo siento —digo con sinceridad —, no debí gritarte ni tratarte mal —paso una mano por mi cabello —. Aprecio mucho el gesto, Riley. Gracias por preocuparte por mí y perdóname por no valorarlo.
Él no dice nada, solo observa el suelo y se encoge de hombros.
—Preparé tu desayuno favorito —señalo el plato en donde se encuentran los panqueques en forma de corazón con mucha miel y dos huevos fritos al lado —. ¿Me perdonas?
Él suspira y me mira a los ojos.
— ¿Crees que soy idiota?
—Lamento haberte dicho idiota, claro que no lo eres —digo y entrecienrro mis ojos —. Bueno, sí lo eres, pero a veces.
Él sonríe un poco y me abraza antes de que pueda alejarme.
Palmeo su espalda para que se aleje de mí. Al parecer olvidó que está vestido únicamente con una toalla.
—Anda a ducharte, llegaremos tarde al instituto —dice entendiendo la indirecta y separándose.
Asiento y tomo la ropa que usaré antes de entrar al baño para prepararme. Una vez que termino de arreglarme, salgo para ponerme los calcetines y los zapatos.
Riley se encuentra ya vestido y preparado para salir y por su tranquilidad deduzco que planea ir en el auto. Si no fuera así, estaría entrando en crisis por estar atrasado. Riley es demasiado puntual. Puede llegar a ser obsesivo.
Desayuno lo más rápido posible y salgo detrás de él intentando peinarme con los dedos.
Lo miro con duda cuando nos detenemos frente al auto y él sonríe y salta enseñándome la llave. Una vez que le quita el seguro, me abre la puerta para que me siente de copiloto y corre hasta el asiento del conductor.
El auto parece una lavadora por dentro. Es decir, parece un modelo antiguo y tiene varios botones que no entiendo. Es verde menta por fuera y gris con negro por dentro. Todo en él indica que se trata de un modelo antiguo, por eso me sorprende notar que es automático. No esperaba que tuviera tecnología para eso.
— ¡¿No está precioso?! Es un Fiat 500 Mirror, lo habían embargado hace mucho y lo conseguí a muy buen precio —su cara me indica que está enamorado —. Apenas lo vi supe que era para nosotros, ¿no es hermoso? Ya quiero ponerle un nombre.
No digo nada, solo aparto la mirada y respiro el poco aire que hay en el espacio. No puedo respirar por la claustrofobia que siento. No sé si Riley finge no notarlo, pero somos demasiado grandes. El auto roza mi coronilla.
La llegada a la universidad se me hace eterna, no solo por la incomodidad, sino porque Riley se encarga de explotar mis oídos con las canciones que interpretará. Me explica con detalles la coreografía de cada canción —como si yo entendiera algo —, y en cada semáforo intenta hacer pasos que no le salen bien debido al poco espacio que tiene.
Sé que intenta no demostrarlo, pero hasta él se da cuenta de que es demasiado grande para este auto. Parecemos estar viajando en un auto de juguete.
Salgo del auto con la misma dificultad con la que entré. Camino por el estacionamiento con rapidez y al minuto Riley se posiciona a mi lado, diciéndome lo mucho que extrañó conducir.
Caminamos por los pasillos hablando sobre la próxima clase y no puedo evitar sentirme extraño cuando algunos estudiantes comienzan a susurrar. Riley también lo nota, porque frunce el ceño y mira a nuestro alrededor.
Ambos nos detenemos frente a la multitud que está frente a nuestro salón e intentamos (como todos), saber por qué hay tanto alboroto afuera del aula. No es hasta que logramos pasar a través de los estudiantes que notamos que hay un cuerpo de seguridad rodeando la entrada.
— ¡Tenemos clases en dos minutos! —uno de mis compañeros se queja, pero el hombre de seguridad no dice nada, solo mira al frente.
—¡¿Qué está pasando?! Solo queremos asistir a la clase —una de mis compañeras intenta dialogar y los demás le siguen.
Solo es hasta que un guardia centra su mirada en mí y me señala, como identificando a su objetivo.
— ¿Niels Baasch? —pregunta, bajando sus lentes negros para verme mejor.
Miro a mi alrededor y asiento, sorprendiéndome cuando el guardia pone su mano en mi hombro y abre la puerta, indicándome que entre.
La cara de Riley y la de todos mis compañeros es un poema. Yo no pongo resistencia, ya que la curiosidad le gana a mi incomodidad.
El salón con paredes blancas, piso de madera y grandes ventanas se siente frío por la ausencia de mis compañeros. No hay nadie más aparte de mí o eso creo, hasta que me giro hacia la derecha, en donde se encuentran los asientos de los estudiantes.
No puedo evitar aguantar la respiración cuando me encuentro con la última persona que esperaba ver.
—Niels —él sonríe y se levanta de uno de los pupitres.
Al parecer llevaba mucho tiempo esperando.
No digo nada, solo me quedo en silencio y trago saliva, sin saber qué decir.
—Yo... Te extrañé mucho —dice lentamente, sin dejar de detallarme —. Estás grande.
—Tú igual —es lo único que digo, frunciendo el ceño.
«No tengo palabras»
—Esto es raro, ¿no es cierto? Lamento haber sido tan obvio, pero mi representante me permitió venir solo con seguridad —suspira y se acerca con duda, haciéndome retroceder.
— ¿Por qué viniste? —es lo único que pregunto, logrando que su expresión cambie.
—Yo... —él parece estar igual de nervioso que yo —. Yo quería...
— ¿Acaso viniste a reprocharme todo lo que hice? Ya Alex me contó todo y lo lamento, de verdad, pero yo hice lo mejor para ambos. No soy bueno para tu hermano.
Mis palabras parecen tener todo el efecto contrario a lo que esperaba lograr. En lugar de verse tranquilo, parece confundido y molesto.
— ¿Quién carajos está hablando de Alex? ¿Y por qué debería reprocharte algo? ¿De qué mierda estás hablando? —sus ojos se conectan con los míos —. Vine porque quería ver a mi mejor amigo, no porque quisiera reprocharte algo.
«Mejor amigo»
Cierto.
Thomas Crild, (el hermano gemelo de Alex Crild, mi ex), también fue mi mejor amigo.
Fue el primer amigo que tuve en mucho tiempo. Me incluyó en su grupo de amigos y me hizo sentir parte de algo. Alex me dio todo el amor y apoyo que puede darte una pareja, pero Thomas me enseñó el verdadero significado de la amistad. Fue por ellos que llegué a creer que no estaba roto, que yo no era el problema. Ambos me dieron un apoyo y amor tan intenso que llegué a creerme merecedor de eso, pero por suerte me di cuenta de lo equivocados que estaban.
No soy bueno para las personas. No soy bueno para nadie.
Todos los que me quieren terminan mal, por eso me vi obligado a alejarlos de mi vida.
—Yo no soy tu mejor amigo —es todo lo que digo, logrando que su cuerpo se paralice —. No sé qué te hizo creer que venir acá sería buena idea, pero te recuerdo que estás irrumpiendo en el horario de clase de mis compañeros y el mío.
»No pierdas tu tiempo y vete. Ya estamos suficientemente grandes para estas niñerías.
Todo lo que hago mientras hablo es sentarme en un pupitre y recostarme, haciendo como si no me afectara su presencia. No sé qué expresiones hace porque se encuentra de pie detrás de mí, pero sé por su falta de palabras, que le dolieron las mías. Lo sé, porque lo conozco y sé lo sensible que es.
Pero es lo mejor. No puedo permitir que más personas salgan lastimadas. Soy un peligro para mis seres queridos. La única razón por la que Riley sigue conmigo es porque para él, esa creencia es una mierda. Por más que le advertí, nunca me hizo caso. Es demasiado persistente.
— ¿Sabes una cosa? —lo escucho hablar luego de varios minutos —. Una de las razones por las que me caíste bien era por tu empatía. No lo sé, simplemente admiraba tu manera de hacer que me sintiera comprendido. A veces ni siquiera decías nada, solo con escucharme, me hacías sentir mejor. Tenías ese don de hacer que cualquiera se sintiera acompañado.
— ¿Qué quieres que haga con esa información? —pregunto, pero él sigue hablando, como si no me escuchara.
»Lo que me causa gracia es que en este momento, luego de verte actuar así, sigo sintiendo que si te cuento mis problemas me escucharás porque eso es lo que transmites: confianza. Puedes actuar como si todo te importara una mierda, pero sé que estarías dispuesto a escucharme si me vieras mal.
—Vete ya, Thomas.
»Eres mi mejor amigo, Niels. Lamento muchísimo lo que pasó con tu familia y no sabes lo mucho que me habría gustado estar ahí para ti, así como tú estuviste para mí. Eres una de las pocas personas en las que puedo confiar y te extrañé mucho. No me importa lo que digas, sé que tú también me extrañaste a mí.
No digo nada cuando me pasa por el lado, solo lo observo caminar hasta la puerta y aparto la mirada cuando él se gira hacia mí, apuntándome con un dedo.
—Por cierto, mira lo que tengo —señala su muñeca, en la que se encuentra la pulsera amarilla que nos pusimos como símbolo de amistad.
La mía se dañó en uno de mis trabajos de Londres. Ponerme otra me parecía una tontería, así que decidí guardarla en una pequeña caja de recuerdos. No la conservo en la muñeca, pero sí con mis pertenencias.
—Veo que te quitaste la tuya, pero no me importa, mientras uno de los dos conserve la pulsera, la amistad se mantendrá intacta —sonríe —. Sé que suena infantil, pero fueron las palabras que usé cuando te di la tuya.
»Te quiero, Niels. Me hace muy feliz que hayas regresado y estés bien.
No digo nada, solo cruzo mis brazos sobre la mesa y escondo mi cara entre ellos, deseando que se vaya.
No sé si pasan segundos o minutos después de eso, pero un toque en mi hombro me hace saber que ya se fue, porque el salón se llena de ruido y mis compañeros entran como una estampida, siendo seguidos por el profesor.
Levanto la mirada y niego cuando Riley me pregunta con los ojos qué fue lo que pasó.
No digo nada durante la clase y tampoco al salir de ella. Veo como mis compañeros hablan a mi alrededor y lo único que hago es correr al baño para vomitar el desayuno.
Las palabras de Thomas se repiten una y otra vez en mi mente y lo único que puedo hacer es empapar mi cara con agua para despertarme de esta pesadilla.
«Conociendo a Thomas, sé que no será la única vez que intentará buscarme»
Alex
—Es de mi agrado informarles que después de muchos meses de arduo trabajo, la imagen de nuestro presidente Alex Crild tiene una crítica positiva por encima del 83%, dándole así la total libertad de comenzar a publicar sus propias líneas —Aiden me sonríe y me señala con la copa —. Oficialmente la empresa Crild ya es libre de comenzar a realizar la próxima campaña.
Todos los socios aplauden y yo me levanto, dando las gracias a todos por su esfuerzo.
Desde que Aiden y yo anunciamos nuestro compromiso —lo que fue hace un mes—, las acciones de la empresa se dispararon. Cada colección que estaba en nuestras tiendas se vendió, incluso las de temporadas anteriores. Nuestra imagen estuvo en la portada de todas las revistas, tanto físicas como digitales. Todo fue obra del marketing, Aiden anunció nuestro compromiso el mismo día de la conferencia en la que todo estaba girando en torno a la nueva era de la empresa Crild.
Solo me bastó una noche para finiquitar el proyecto en el que había estado trabajando desde mucho antes de asumir el cargo de la presidencia. Mi idea desde siempre, fue aprovechar mi mala imagen para sacar una colección que hiciera hablar a la prensa. Me reuní en repetidas ocasiones con los diseñadores para hablar de una colección completamente diferente a lo que venía trabajando David, —claro, manteniendo la estética juvenil y elegante de la empresa —, pero añadiendo más libertad creativa a los diseñadores y haciéndolos explotar su potencial. Todos estuvieron encantados con la idea, pero siempre que presentaba la campaña, me rechazaban, por lo que decidí seguir los consejos de Aiden y trabajar en mi imagen para que los socios estuvieran tranquilos.
Fue una decisión que me costó mucho tomar, ya que la razón por la que quería aprovechar mi mala imagen era porque si la nueva colección recibía críticas, todas irían dirigidas a mí y no a los diseñadores. Al fin y al cabo, soy el que dirige el proyecto creativo en conjunto con el director creativo.
De igual manera, esa noche en la que vi a Aiden mal, preferí tirar por la borda mis planes y cambiar el rumbo de la estrategia para lograr que nuestro compromiso dirigiera la atención a la nueva colección.
Los socios al principio pensaron que no iba a funcionar, pero Aiden planeó su discurso para hacer creer a todos que yo estaba viviendo mi mejor versión, que estaba centrado en mí mismo, que la nueva era iba a romper estereotipos y donaría todas sus ganancias a fundaciones a favor de la comunidad LGBT.
Fue una idea brillante, y debido al trabajo comunitario, las personas en internet comenzaron a limpiar mi imagen, arrasando con los comentarios negativos y resaltando mis buenas acciones. Todo lo que predijo Aiden se volvió realidad, lo que me dejó bastante claro que en el mundo de las relaciones públicas, él es el mejor.
Debo aclarar que para que los socios aceptaran donar las ganancias de la primera campaña, planeé un proyecto en paralelo que será lanzado tres meses después del primero. En este, los diseñadores lanzarán sus propias colecciones con la estética "elegancia futurista", que se centrará en la nueva tendencia que planeamos imponer en el mundo de la moda. Es el proyecto más ambicioso que ha tenido la empresa Crild en los últimos años y todo será dirigido por mí, por lo que si llegamos a fracasar, estaremos en grandes aprietos.
—Todo es gracias a nuestro excelente relacionista público —me levanto y tomo mi copa, señalando a Aiden —. Denle todo el crédito a él, yo no hice casi nada —me encojo de hombros, brindando con el resto de los socios.
— ¡Mi hermanito! Nunca dudé de ti —Daniel llega hasta mí una vez que los socios comienzan a dispersarse y yo ruedo los ojos cuando me revuelve el cabello —. Sé que harás un trabajo increíble. Anoche leí toda la planificación y estoy cien por ciento metido en esto. No entiendo cómo es que no lo habían querido aprobar.
— ¿En serio la leíste en una noche? —pregunto con asombro.
Planificar esa estrategia me llevó meses.
—Claro que sí. Dania se lo leyó conmigo y está ansiosa por saber qué planeaste con los diseñadores —me guiña un ojo —. Yo quiero saber de qué tratará esta libertad creativa.
—No será algo horrible, solo eso te puedo decir —sonrío —. Me encargaré de que cada diseño sea mejor que el anterior.
Él me abraza y se separa de mí para seguir hablando con los demás socios.
Observo a Aiden al otro lado de la sala y frunzo el ceño cuando noto que se encuentra hablando por teléfono, como siempre. No hay un segundo en el que no esté sumergido en el trabajo y aunque es algo que admiro de él —su capacidad para nunca estar cansado—, me irrita que no descanse ni en las reuniones. Se la pasa trabajando día y noche y no quiero que se enferme por estar tan obsesionado con el trabajo.
Antes era más relajado, pero eso también se debía a que solo era un pasante en la empresa. Ahora tiene muchas más responsabilidades y el peso de demostrarle a todos que no está en el cargo solo por ser mi novio. Él quiere hacer su trabajo lo mejor posible para que nadie se atreva a decir que no merece todo lo que tiene.
Camino hasta él sin darle importancia al resto de los accionistas y me detengo frente a él, logrando que centre su mirada en mí. Aún así, tarda tres minutos más en colgar la llamada.
— ¿Qué pasa, niño? —sonríe y guarda su teléfono en el bolsillo —. Pareces estar de mal humor, ¿acaso no te sientes aliviado de que por fin hayan aceptado tu propuesta?
No respondo, solo suspiro y asiento, sin ganas de tener la misma discusión con él. Estoy exhausto y no deseo dañar el buen ambiente.
—Iré a hacer algunas diligencias pendientes —digo para que no sospeche —. Nos vemos en casa.
Por su cara, deduzco que quiere detalles, pero como no deseo mentirle, me giro antes de que me pida información.
Hoy iré al bar de siempre y no deseo que Aiden se entere de ello.
Estas últimas semanas han sido bastante complicadas para mí. La primera razón es por todo lo que pasó con Niels. La segunda, es que desde que anuncié mi compromiso con Aiden mi familia ha estado actuando un poco extraño. No por nada en contra de mi novio, sino porque tienen opiniones divididas respecto a lo que es mejor para mi futuro. David como siempre opina que estoy muy pequeño para tomar una decisión tan importante —hecho que me parece absurdo, ya que Venus se casó cuando tenía veintidós y no le dijo nada —. Taylor se mostró a favor al igual que Daniel y Venus me confesó que creía que era una decisión muy precipitada, que, al igual que Thomas, tenía el presentimiento de que yo estaba dependiendo emocionalmente de Aiden.
De igual manera no le di mucha importancia a sus opiniones, solo a la de mi mami, quien me dijo que mientras yo fuera feliz, ella me apoyaría siempre, sin importar qué. ¿Cómo negarlo? Mi madre es la mejor y más hermosa de todas.
La llegada al bar me parece la llegada a un oasis. Como siempre, Daniela me recibe con mi trago favorito: vodka de menta.
— ¿Entonces se fue así como así? —pregunta y ríe como si le hubiera contado la historia más graciosa.
Yo solo la miro feo.
—Sí, y cuando llegué, le conté todo lo que había pasado a Aiden. El muy tonto había recibido una foto y pensó que le había sido infiel la noche de la conferencia —paso una mano por mi cara.
Daniela asiente y niega, aún sin dejar de reír.
—Así que por eso anunciaron su compromiso —me lanza una mirada perspicaz —. Todo tiene sentido.
— ¿De qué hablas? —pregunto confundido.
—Decidiste anunciar tu compromiso para demostrarle a Niels que tú tampoco lo necesitas, ¿es así?
No digo nada.
«¿Cómo es que ella llegó a esa conclusión?»
— ¿Por qué crees que...? —hago un intento de risa, sin saber por qué de pronto me siento incómodo.
Ella toma un trago de su copa y se apoya en el asiento, viendo al frente.
—Recuerda que estoy estudiando criminalística y sé mucho de psicología criminal —me sonríe —. Cuando tú vas, yo ya he dado miles de vueltas.
La miro con impresión. Cada minuto que paso con Daniela Martínez me creo más el hecho de que ser hetero habría sido mi sueño solo para casarme con ella.
—Me das miedo —digo, frunciendo el ceño.
Ella ríe y me saca la lengua.
No sé cuánto tiempo pasa, pero la primera botella se acaba y luego bebo otra más, ignorando la advertencia de mi acompañante/terapeuta que me insiste en que me vaya.
Aunque cuando todo me da vueltas, llego a la conclusión de que lo mejor sí habría sido irme antes. Daniela me ayuda a arrastrarme hasta la limusina y grita cuando la abrazo, obligándola a entrar conmigo.
Ni ella ni Joe logran que la suelte, por lo que acepta venir conmigo, con la condición de que la dejemos cerca de su casa.
No sé qué cosas grito o digo para que ella ría y Joe me mire con horror, pero de pronto, las calles comienzan a parecerme diferentes a las que estoy acostumbrado a transitar. Supongo que es por el hecho de que cuando estuve acá, estaba lloviendo y todo estaba oscuro. Es la zona en la que vive Niels.
—Señor Alex, por favor entienda que no puede salir así —Joe intenta detenerme, pero yo lo ignoro, escuchando la risa escandalosa de Daniela.
Empujo a Joe para poder salir de la limusina y caigo al suelo por no poder correr tan rápido como quiero. Me arrastro y gateo hasta que logro ponerme de pie y miro hacia todos lados, preguntándome en qué edificio vive ese maldito egoísta.
— ¡¡NIIIIEEEEEEEEEEEELSSS!! —grito tan fuerte como puedo, sintiendo una mano cubrir mi boca.
Aún así, mi grito crea eco en la calle silenciosa y suena durante varios segundos. No hay ni una sola alma y todo se ve oscuro y de bajos recursos. ¿Por qué carajos se le ocurrió vivir acá? Parece una zona peligrosa.
— ¡Suéltame! —forcejeo con el agarre de Joe, quien me sujeta los brazos, obligándome a permanecer inmóvil —. ¡ESTÁS DESPEDIDO, JOE!
— ¡Lo traje acá porque me dijo que solo quería ver en dónde vivía el joven Niels! —Joe me ignora, asegurando su agarre para que no logre escaparme.
— ¡NIELS, ERES UN MALDITO EGOÍSTA! —grito de nuevo, teniendo como respuesta el eco de mi propia voz —. ¡ME VOY A CASAR Y NO TE NECESITO! —Mis cuerdas vocales arden, pero no me importa.
Por primera vez no me importa la imagen que le doy al mundo.
» ¡YA NO ERES MI SOLECITO!
No recibo respuesta, pero con eso es suficiente. El hecho de que mi cráneo parece dividirse en dos por el dolor también tiene mucho que ver, ya que me desplomo en el suelo.
Joe suelta mis brazos y se pone de rodillas frente a mí, cargándome con una fuerza increíble sobre su hombro.
«Estoy seguro de que David ya tenía esto planeado»
Joe me mete a la limusina con ayuda de Daniela —quien al parecer nunca se movió de su asiento —, y yo me apoyo en el hombro de ella. Todo me da vueltas y tengo muchas ganas de vomitar.
— ¿Te sientes mejor? —pregunta con preocupación Daniela, poniendo una mano en mi mejilla.
Niego y tomo mi cabeza entre mis manos, sin poder soportar el dolor.
— ¿Deberíamos llevarlo al médico? —la escucho hablar con Joe, pero para ese momento no tengo fuerzas para hablar.
—Desde que sufrió el accidente hace tres años, el señor Alex sufre de migrañas. Sobre todo cuando es expuesto a un nivel muy grande de presión mental —Joe se explica, observándola a través del retrovisor —. Hablar de su pasado conlleva una gran presión para él.
Daniela no dice nada, solo acaricia mi mejilla y analiza las palabras de mi chofer.
Yo me quedo viendo a la nada y poco a poco me dejo llevar por el dolor, cayendo en un profundo trance y durmiendome al instante.
Un mes sin actualizar, no saben cómo lo siento.
La verdad es que ni sé como lo hice, pero escribí este capítulo en un día, (tecnicamente en dos madrugadas, tres horas cada una), lo que equivale a seis horas y menos de un día :)
Espero que les haya gustado. SÉ que seguramente esperaban más interacción por parte de nuestros protagonistas, pero déjenme decirles que todo lo que se habló ne este cap es MUY IMPORTANTE para la trama.
Con esta historia estoy dejando que mi mente fluya. Quiero explotar mi potencial y disfrutar el proceso.
¿Qué les parece el Alex Crild modo presidente?
¿Qué opinan sobre nuestro YA NO solecito?
Recuerden seguirme en instagram sin desean obtener más información respecto a la historia:
Con mucho amor y un beso en la boca
Nepasavoir.
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