CAPÍTULO 4

Capítulo dedicado a @AnSL09, ya que fue la persona que más comentó y por la cual llegamos a los 200 comentarios. 

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CAPÍTULO 4

El árbol


Alex


                          El movimiento de mis golpes es circular y constante. No utilizo fuerza, ni siquiera mantengo mis ojos abiertos; con tener presente el ritmo y la concentración, basta.

Hay muchas cosas que debería estar haciendo en vez de golpear una pera, pero ninguna de ellas importa cuando estoy en este sitio.

Cuando me liberé de las muletas, ninguno de mis hermanos quería que me esforzara de más. No se me permitió hacer fuerza física durante cuatro meses y luego de eso entendí que para ellos siempre iba a estar en peligro, aunque los especialistas dijeran que no.

Por esa razón decidí practicar boxeo a escondidas con ayuda de mi cuñada y Simón, un amigo de mi hermano. Entrené sin parar durante dos años y ahora es un hobby. No pienso en esto como una carrera a largo plazo, simplemente se dio la oportunidad de competir en diferentes torneos y aunque lo hago de forma incógnita, soy bastante popular en el gimnasio.

Mi sueño de ser jugador de fútbol se vio opacado cuando mi rodilla se desprendió hacia el lado contrario y mi tibia se partió en dos. Pude haber retomado el campo, pero cada vez que pisaba el césped, me sentía cansado, desanimado. Era como si una parte de mí también hubiera muerto en aquel accidente. Más allá de ser un sueño frustrado, siento que fue una decisión que tomé para poder seguir adelante.

No había nada que me motivara a estar ahí. Siento que ese fue un sueño que murió el día en el que entrar a una cancha de fútbol no me hizo sentir yo.

             —Tu ritmo ha mejorado mucho —la palmada en mi hombro me saca de mis pensamientos —. Si entrenaras más seguido, estoy seguro de que volverías mierda a cualquiera de este lugar.

Sonrío y niego, secando el sudor de mi cara y cuello con la toalla.

           —Si tuviera el tiempo suficiente para venir a diario, créeme que lo haría —digo con sinceridad —. Es el único lugar en el que me siento normal.

La cara de Simón demuestra confusión.

           —Eres normal, Alex —dice con seriedad.

           —Sí, pero afuera todos me tratan como si fuera un extraño —ruedo los ojos —. Todos esperan a que la cague o que cometa el mínimo error para criticarme —observo el gimnasio y me relajo al ver algunas luces apagadas.

A esta hora no hay nadie, salvo Simón y yo. Él es mi entrenador y la persona que me motivó a pelear ya que veía mucho potencial en mí. Mi cuñada fue la que me trajo por primera vez debido a que quería subirme el ánimo. Al verla entrenar le pedí que me enseñara lo básico y Simón se quedó impresionado porque poseía mucha intuición. Desde entonces me entrena y algunas veces Dania me da palizas para recordarme que el talento no lo es todo.

Hace una hora me dio mi paliza mensual, pero como no quise irme a mi casa, Simón se quedó conmigo para practicar un poco y despejarnos de nuestros deberes.

             —Pues yo creo que lo estás haciendo bien —Simón sonríe y se sienta en el banco, indicándome que haga lo mismo —. Si despiertas cada día esperando que todos crean en ti, nunca sabrás de lo que eres capaz.

            —Acá es el único lugar en el que me siento capaz —me siento y suelto un largo suspiro —. Estoy cansado de las expectativas y me odio por querer complacer a todos.

             —Estás cargando con un peso que no te corresponde —su mirada se encuentra con la mía —. No es tu problema lo que los demás piensen de ti, mientras hagas bien tu trabajo, la opinión pública vale lo mismo que un saco de mierda.

No digo nada, solo trago saliva y miro hacia el suelo.

No es mentira lo que digo: me gusta estar aquí. A pesar de que quiero a Aiden, siento que este es el único espacio en el que no me siento agobiado por él. ¿La razón? Él no sabe que vengo aquí, me mataría si lo supiera. Nadie aparte de Thomas, Dania y Simón lo saben. Es mi lugar secreto, es el único sitio en el que puedo descargar toda la presión que acumulo.

Luego de ducharme y cambiarme, salgo del lugar junto a Simón. A pesar del tiempo que llevamos siendo entrenador- alumno, solo puedo verlo como el niño que lloraba cada vez que Thomas y yo le escondíamos sus cuadernos. Simón es el mejor amigo de mi hermano Taylor desde la infancia, por lo que estuvo antes de que yo naciera y me vio crecer. Yo también lo vi convertirse en un adulto y en padre.

Es muy raro ver cómo cambió todo en estos años. Algo que me dolió fue haber olvidado el tiempo que pasé con él en el pasado. Sé que es padre porque me contó toda su historia, pero fue una de las cosas que olvidé luego del accidente.

                — ¿Qué tal está Sean? —pregunto subiéndome a su auto.

Él enciende el motor y mira hacia la calle asegurándose de que no viene nadie, luego de eso, arranca, en dirección a mi edificio.

              —Genial, ya comenzó el kinder y ya hizo amigos hasta en las otras secciones —ríe y niega —. Es muy payaso, no se parece en nada a su madre.

Sonrío y niego. Tiffany es la esposa de Simón y la madre de Sean; aparte de eso, es la mujer más amargada del mundo. Por eso nos llevamos muy bien, ella me agrada bastante y fue fácil entender por qué Simón se enamoró de ella: es una mujer bellísima.

Es modelo y boxeadora. De hecho, fue la que enseñó a Simón a boxear. Son tan opuestos en personalidades que la película "Elemental" de Pixar me recordó mucho a ellos.

               —Se parece a ti —respondo y él me mira feo —. ¿Qué tal el trabajo?

              — ¿Uh? ¡Ah! Sí, genial —dice concentrado en la carretera —. Ahora mismo estoy en busca de un diseñador porque uno de mis chicos se fue del país —suspira —. Encontró algo mejor y no soy quién para cortarle las alas.

               — ¿Hablas en serio? Los diseñadores mueren por tener una oportunidad en tu compañía —lo miro con confusión —. Muchas marcas desean trabajar contigo, si ese chico consiguió algo mejor, le deben pagar millones.

               —De hecho, sí, consiguió trabajo en Suiza —sonríe —. De igual manera me siento muy orgulloso, fue uno de mis primeros diseñadores y me llamó primero que a nadie para darme las gracias por todo.

               —Eres buen jefe —digo, viendo hacia la ventana —. ¿Cómo lo haces? —pregunto un poco avergonzado.

Él no responde, solo continúa conduciendo y se estaciona dos cuadras antes de llegar a mi edificio, como siempre. Así evitamos que algún guardaespaldas o Aiden nos vean. Sé muy bien que puedo confiar en Joe, pero Aiden es bastante persuasivo y estoy seguro de que lograría sonsacarle la información si descubre que sabe algo.

              —No intento complacer a nadie —responde antes de que yo salga —. Me aseguro del bienestar de mis empleados y me encargo de hacer lo que me corresponde. No pienso en lo que los demás piensan, solo hago lo que quiero.

               — ¿Y cómo sabes que lo que quieres es lo correcto?

               —Lo descubro con el tiempo —sonríe.

Salgo del auto con sus palabras en mi mente y me subo la capucha para evitar ser visto por algún desconocido. A pesar de que es la una de la mañana, estoy seguro de que siempre hay gente extraña y prefiero evitarme momentos malos como aquella vez que un grupo de inexpertos intentó secuestrarme y los dejé en terapia intensiva.

Luego de eso salieron noticias de mí diciendo que era una persona violenta que había maltratado a personas de bajos recursos que buscaban la manera de sobrevivir.

Me coloco mis audífonos y suspiro cuando Die For You de Joji elimina el ruido de la calle. La melodía del piano y su voz entumecen mis pensamientos, calmando la ansiedad. Es la única forma en la que puedo evadir mis sentimientos y a su vez, entenderlos.

Mañana o mejor dicho, hoy, es la conferencia del C.V.S. Estoy muy nervioso porque daré el discurso que escribí y ensayé cientos de veces junto a Aiden. Él me ayudó y me prometió que estaba perfecto, pero aún así, no me siento preparado.

No me gusta hablar en público. No me gusta que la atención de las personas se centre en mí porque todo en mi mente se nubla.

Es mi deber darle la bienvenida a los estudiantes del Reino Unido, pero sinceramente me siento muy aterrado como para subirme a la tarima.

Mi novio —es decir, Aiden —, es todo lo contrario a mí. Siempre admiré eso de él: su capacidad para ganarse a un grupo de personas. Es carismático, gracioso, sociable, seguro, espontáneo. Todo lo contrario a mí. Supongo que somos los típicos "polos opuestos atraídos".

A pesar de que muchos creen que soy una persona segura por mi personalidad, se equivocan. No soy seguro, soy egocéntrico. Soy la persona más hermosa del mundo, pero si alguien me dice que no soy capaz de llevar una empresa, le creo. Tengo un conflicto muy grande conmigo mismo desde mucho antes del accidente. Siempre sentí que era el menos inteligente o capaz de mis hermanos. Ahora que el mundo me ve con una lupa esperando un error, no puedo evitar querer esconderme porque no quiero que nada malo pase.

Si fuera solo por mí, no me importaría, pero la reputación de mi familia y de la empresa depende de mis decisiones y no quiero que por mi mala reputación o comportamiento todo se desmorone.

Aiden me dijo que debía fingir ser buena persona si quería que todos me aceptaran y Simón me aseguró que solo debía hacer lo que creía correcto. No sé qué decisión tomar, ya que ambos tienen puntos sólidos que me hacen replantearme si lo que soy o hago es correcto o no.

Saludo al portero cuando entro al edificio y camino hasta el ascensor, pensando cómo reaccionará Aiden cuando me vea. Le pedí a Thomas que me cubriera si Aiden lo llamaba, así que estoy tranquilo con eso. Hoy es el día de descanso de Joe, por lo que pude escabullirme y escapar del chofer suplente que viene siempre que Joe no está.

Me quito los audífonos y suelto un largo suspiro antes de entrar, sorprendiéndome al ser recibido por una melodía y un aroma dulce.

           — ¿Hola? —pregunto a la nada.

Unos pasos desde la cocina me alertan y cierro la puerta, dejando el bolso en el suelo y mi suéter en el sofá.

Camino hasta el lugar con paso lento y me quedo paralizado al ver a Aiden cantar I'll Kill You de Summer Walker mientras hornea algo.

            — ¿Qué haces? —digo confundido, haciéndolo saltar y girarse con sorpresa.

            — ¡Avisa antes de llegar! —chilla y pone una mano en su pecho —. Casi me matas de un infarto —su mirada viaja por todo mi cuerpo y me quedo paralizado cuando lo escucho pedirle a Alexa que pause la música.

«Aquí viene»

            — ¿Dónde estabas?

            —Con Thomas.

            — ¿Dónde?

            —En un club nudista —ruedo los ojos.

Él entrecierra sus ojos y camina hasta mí, escaneándome de arriba abajo.

Sus manos viajan desde mis manos hasta mis brazos y se detienen en mi cara, acariciando esta con delicadeza.

             —Te mataría si no supiera que es sarcasmo —me besa —. Estoy practicando una nueva receta que vi en internet —se separa y señala el horno —. Estará lista en cinco minutos, si me esperas, podemos comer juntos antes de ir a dormir.

Asiento y me siento en uno de los bancos que hay en la cocina. El espacio es tan grande —todo de blanco—, que pudimos colocar los taburetes negros al otro lado de la encimera de marmol.

              — ¿Sigues ansioso por el discurso? —pregunta cuando termina de sacar su creación del horno.

            —Un poco —respondo, preguntándome dónde está Loki.

            —Lo harás bien, demonio —la bandeja se detiene frente a mí —. Eres capaz de hacer callar a toda una sala solo con respirar, ¿crees que no prestarán atención con el discurso?

            —Créeme que lo que me genera conflicto es la atención —masajeo mi cuello.

            —Estaré ahí para ti —sus brazos se detienen en mis hombros cuando rodea la encimera —. Estaré contigo en cada momento, no te dejaré solo. ¿Confías en mí? —su mirada se encuentra con la mía.

             —Sí.

             —Entonces créeme cuando te digo que yo confío en ti —sus labios tocan los míos —. Eres perfecto para este cargo, estás más preparado que nadie. Lo harás genial porque naciste para esto.

              — ¿Ya puedo comer?

              —Eres un idiota.


                       «Estoy cagado».

A pesar de que escucho a Aiden hablar, no logro concentrarme en lo que dice. Sé que intenta tranquilizarme, pero estando dentro de la limusina soy consciente de toda la presión y es por eso que entro en crisis.

La necesidad de fumar me domina, pero solo puedo abrir la ventana y dejar que el viento me golpee para evadir ese pensamiento. Aiden no me permite fumar porque es dañino para mi salud.

             —Thomas ya llegó —me avisa, intentando apaciguar mis nervios —. Daniel, Taylor y sus esposas están ahí también. Mami Lena llegará en unos minutos junto a mi padre y Sabrina.

            — ¿A quién le importa Sabrina? —pregunto con molestia.

            —Alex...

Me muerdo la lengua y miro las calles pasar con rapidez. A veces se me olvida que es su hermana y hablo de más.

             —Escucha, todos están contentos porque saben que estarás. Nadie busca criticar, todos están impacientes por conocerte y agradarte —su mano acaricia mi pierna —. Eres el jefe y creador del proyecto, ¿de verdad crees que te buscarán algún defecto? Seguramente ellos serán los más nerviosos.

             —Necesito aire —digo, sintiendo ganas de vomitar —. ¿Podemos estacionarnos? Necesito aire.

             —Aún faltan diez minutos para llegar, podrás respirar todo lo que desees luego del discurso —su mano acaricia mi espalda —. Solo son nervios, ya se te pasará cuando termines de hablar.

Lo observo a los ojos intentando expresar lo que en verdad estoy sintiendo, pero no lo logro. De verdad me siento mareado y de verdad necesito aire. No son nervios, es ansiedad y necesito calmarme o tendré un ataque antes de que esto comience.

             —Detén el auto.

           —Alex —Aiden intenta sujetarme, pero me suelto de su agarre y me inclino hacia los asientos delanteros, sujetando a Joe del hombro.

            — ¡Detén el auto!

            — ¡ALEX!

El vehículo frena de manera estrepitosa, lo que ocasiona que los demás conductores se quejen y comiencen a pitar, pero los ignoro y corro hacia la acera, en busca de aire.

No escucho los gritos de las personas, no soy consciente de a quién tropiezo o a dónde voy; solo comienzo a correr en la misma dirección en la que iba el auto y rezo para no perderme mientras acelero todo lo que puedo por las calles.

No llevo capucha, no tengo protección, cualquiera puede verme, pero aún así no me detengo y continúo corriendo hacia el lugar en donde se presentará la conferencia. Sé que el vehículo llegará antes de que yo lo haga, pero no me interesa la puntualidad, espero que para el momento en el que pise la sala, ya esté lo suficientemente tranquilo para hablar sin vomitar.

«¿Por qué no puedo ser como David?»

«¿Por qué no soy como Daniel?»

Ellos harían un trabajo mucho mejor que yo. Incluso Thomas, Venus o Taylor lo harían mejor. Yo fui el hermano con dotes inexistentes para la comunicación. No sé cómo expresarme y cada vez que intento dar discursos me dejo dominar por mis sentimientos y no mido mis palabras.

«¿Qué tal si todos se burlan de mí?» «¿Y si los socios notan que no estoy preparado y deciden cambiar de opinión?»

David se equivocó, jamás debió darme este puesto.

Las personas en aquella rueda de prensa tenían razón: yo no estoy preparado para asumir un cargo tan importante.

Cruzo en una esquina en dirección al salón y comienzo a desacelerar a medida que escucho el bullicio de los paparazzis y las personas que se acumulan frente al edificio.

«No quiero entrar ahí»

«No quiero decepcionar a mi familia»

Mi corazón se aprieta y palpita con fuerza a medida que me acerco. Tengo el pulso tan acelerado que necesito poner una mano en mi pecho para calmarme. Corrí lo más rápido que pude y aún así tardé más del tiempo estipulado.

Debido a que no quería salir del departamento y el tráfico, ya venía con una hora y media de retraso, ahora ya son dos y Aiden debe estar en crisis porque su imagen también se ve manchada por la mala organización.

Me siento muy mal por todo: por no ser un buen presidente y por no ser un buen novio. Nadie se esforzó más que él por esto y aún así corrí en el momento en el que debí actuar de forma madura y cuerda.

¿Qué me pasa? Si después de esto me echa del departamento, estará en todo su derecho.

Busco mi teléfono en mi bolsillo y le marco a Thomas, intentando arreglar un poco la cagada que hice.

Mi gemelo contesta al tercer tono, haciéndome saber que la música está muy fuerte y él se encuentra ocupado.

               — ¡¿Dónde está Niels?! —su pregunta me desconcierta — ¡No he dejado de buscarlo desde que llegué! No lo veo por ningún lado, ¡¿crees que se esté escondiendo de mí?!

No respondo a sus preguntas, solo cruzo la calle para evitar pasar por el medio de la aglomeración formada frente al edificio.

             — ¿Hola? ¿Alex? ¡¿Me estás escuchando?! Dije que no encuentro a...

             —Necesito que hagas algo por mí —hablo con seriedad —. No lograré hacerlo, Thomas. No puedo ahora.

             — ¿De qué hablas? —su voz se vuelve más seria.

             —No puedo entrar ahí ahora y comenzar a hablar, necesito tiempo.

             — ¿Qué tienes?

              —Necesito que mantengas la atención del público ocupada hasta que yo esté más calmado, ¿puedes? —hablo con seriedad —. Sé que lo que te estoy pidiendo es egoísta, pero ahora mismo no puedo dar la cara. No estoy en condiciones, necesito tu ayuda.

La línea queda en silencio y uso ese momento para cruzar la calle un poco más adelante y rodear el edificio.

Camino por el césped que lo rodea y respiro hondo al ver un árbol grande y frondoso en medio de los faroles.

             —De acuerdo, ¿estás bien? —dice con preocupación.

            —No, pero lo estaré. Gracias por ayudarme —suspiro y cuelgo, acercándome al árbol que se ve más cómodo que cualquier silla de ese lugar.

Deslizo mi espalda por el tronco y me apoyo en él, disfrutando el silencioso espacio.

            —Paz —un susurro a mi lado me hace pegar un respingo.

Me giro lentamente y observo por el rabillo del ojo a un chico. Parece estar aliviado por algo y supongo que es por estar a solas, como yo.

Detallo la botella que viaja hasta su boca y luego el humo que se dispersa en el aire. Cigarrillo. Seguramente vino a fumar y es algo que le envidio porque enseguida mi boca se hace agua gracias a la urgencia de la nicotina.

«Maldita adicción»

Intento no hacerlo, pero sin poder evitarlo aclaro mi garganta y me obligo a dañar el hermoso silencio que reina en el lugar.

             — ¿Tienes otro cigarrillo? —pregunto avergonzado.

El desconocido se sorprende, pero lo disimula bastante, ya que solo se paraliza y luego de unos segundos me pasa un cigarrillo.

Me veo en la penosa obligación de volver a arruinar el silencio cuando noto que tampoco tengo nada para encender el cigarrillo.

            — ¿Me prestas tu encendedor? —hablo de nuevo, logrando que gruña.

            —Estás jodiendo mucho —dice con fastidio, pasándome su encendedor.

Sonrío sin poder evitarlo y detallo el encendedor que contiene la frase "de algo hay que morir".

            —Lo siento —río y me arrimo hasta quedar un poco más cerca de él.

Tenía mucho tiempo sin ser tratado con tanta indiferencia y aunque en algún otro momento esa reacción me hubiera ofendido, es tan extraño que me provoca risa. Seguro no sabe quién soy y teniendo en cuenta el lugar en el que está, yo sí sé quién puede ser.

             — ¿Eres unos de los estudiantes del C.V.S? —hablo de nuevo, escuchándolo gruñir.

             — ¿Dejarás de hablarme si te digo que sí? —pregunta con fastidio.

Eso me hace fruncir el ceño.

Solo estoy intentando ser amable, ¿qué le pasa?

            — ¿Cuál es tu problema? —pregunto con molestia.

«Es un grosero»

            —Tú —contesta sin titubear —. Estaba muy feliz acá solo y llegaste a joderme.

«¿Qué carajos le pasa a este idiota?»

            —El árbol no es tuyo —digo con rabia —. Y créeme que si alguien tiene derecho a estar sentado aquí, soy yo, no tú.

             — ¡Bien! —el desconocido se levanta y tira el cigarrillo — . ¡Quédate con tu árbol! Ya no lo quiero.

Lo observo caminar torpemente y aunque la reacción más sensata de mi parte podría ser dejar la discusión hasta ahí, no lo hago. Ese chico hace que mi poco sentido común se evapore y en su lugar tenga ganas de pelear.

«¿Qué le pasa? No dejaré que tenga la última palabra»

Me levanto con rapidez y lanzo el cigarrillo hacia un lado, tomándolo por el brazo a él y jalándolo para que no se vaya.

             — ¡No! Quédate tú, yo tampoco lo quiero —mi agarre en su brazo se debilita cuando me jalonea.

Su mano se detiene en mi pecho y su empujón me obliga a soltarlo, dándome la oportunidad de verlo a la cara.

Entonces todo cobra sentido.

             —Niels.

Él no responde nada cuando digo su nombre. Su reacción tampoco cambia, parece congelado y a pesar de eso, no deja de recorrerme con la mirada, como si no pudiese creer que estoy frente a él.

«¿Por qué no habla? ¿Tanto he cambiado?»

             —Eres tú, ¿no? —pregunto de nuevo, asegurándome de que sea él y no un chico parecido a él.

Sé muy bien que lo último no es probable, ya que los ojos, la nariz, los labios y toda su cara fue algo que tuve presente durante mucho tiempo porque siempre intenté que esa cara me ayudara a recordar todo lo que había olvidado.

Creí que al verlo todo volvería a mí, pero no fue así. Sigo sin recordar nada, pero aún así es impactante tener a mi famoso ex a centímetros de distancia, con los ojos llenos de lágrimas y completamente mudo.

«¿Por qué reacciona como si estuviera asustado?»

                — ¿Niels? —hablo de nuevo, intentando que reaccione.

                —Creo que voy a vomitar —su susurro me hace retroceder.

«Su voz es...»

Algo en mi pecho se descontrola cuando dos lágrimas se deslizan por sus mejillas al mismo tiempo.

«No me gusta verlo llorar»

               — ¿Por qué lloras? —pregunto confundido, secando sus lágrimas con mis dedos pulgares.

Él intenta separarse cuando nota que le estoy sujetando la cara, pero mi reacción es la misma cuando noto que su dedo pulgar se desliza por mi mentón, causándome cosquillas.

               — ¿No te das cuenta? —pregunta, soltando mucho más lágrimas que antes.

Intento aclarar su imagen frente a mis ojos, pero no lo logro. Por alguna razón lo veo borroso a pesar de que está a centímetros de mí.

              — ¿De qué? —pregunto con dificultad, debido a la molestia en mi garganta.

              —Tú también estás llorando.

Sus palabras me hacen ser consciente de mi cuerpo.

«Es cierto» «No puedo parar de llorar»

¿Qué me pasa? ¿Por qué no puedo dejar de hacerlo?

Escucho la botella que tenía en su otra mano caer al suelo, pero no le presto atención a eso, tan solo me inclino cuando sus dos manos toman mi cara y se deslizan por mi piel, causándome escalofríos.

              —Alex... —dice por fin, logrando que una corriente más grande me recorra el cuerpo.

No digo nada cuando se acerca a mí, solo detallo sus ojos que se oscurecen.

Sin duda entiendo por qué alguna vez le dije "solecito". Sus ojos son color ámbar, casi llegando al dorado.

             —Yo... —su llanto aumenta cuando intenta hablar —. Lo siento... —sus palabras me hacen saber que está muy borracho. No puede pronunciarlas bien, las arrastra y parece estar pensando en muchas cosas cuando las dice.

             —Niels, estás borracho... —me callo cuando sus dedos se entierran en mi cabello, obligándome a inclinarme en su dirección —. Niels...

             —Me gusta verte llorar —susurra contra mis labios —. Te ves más lindo cuando demuestras lo que sientes...

Coloco mis manos sobre las suyas e intento alejarme cuando su respiración se funde con la mía, pero solo soy capaz de jadear cuando sus labios rozan los míos y luego se alejan, dejándome helado.

             — ¿Niels? —pregunto al chico dormido en mi pecho.

Se desmayó de pie.

No me muevo, solo deslizo mis manos por su espalda en busca de ese aparato que parece sonar desde su cuerpo.

Lo encuentro en su bolsillo trasero y no dudo en quitárselo para asegurarme de que sea una alarma y no una llamada. Para mi sorpresa, es lo último, y parece ser de alguien importante porque aparece como "Mi Galés".

«¿Su galés?»

«¿Quién es su galés?»

Lo dudo durante algunos segundos, pero al notar que puede ser un compañero de clases, contesto de inmediato, recibiendo un grito desde el otro lado de la línea.

                 — ¡¿DÓNDE ESTÁS?! ¡Thomas está hablando!

Me quedo en silencio y vuelvo a observar el contacto. «¿Por qué le grita?» «¿Quién se cree que es?»

               —Baja la voz —digo con frialdad. El otro lado de la línea se queda en silencio —. Si tanto te preocupa, no debiste dejarlo solo.

               — ¿Quién es? —pregunta después de unos segundos.

               —No es tu problema, ¿quién eres tú?

Por su acento, deduzco que es uno de los estudiantes extranjeros, por lo que seguramente es compañero de Niels y responsable de su cuidado. Si bien ninguno de los dos es un niño, se les asignó un compañero para evitar casos desafortunados como estos.

              —Soy el amigo de Niels —sus palabras hacen que mi molestia disminuya —. ¿Dónde está él? Lo dejé en una esquina y de repente desapareció.

               —Estamos en un árbol —digo con seriedad —. Al lado del edificio hay un árbol, Niels está dormido y necesita ayuda. Si eres su amigo, ven y hazte cargo.

               —S-si... —su nerviosismo parece aumentar —. Disculpe la molestia, señor.

No contesto, solo cuelgo y coloco el teléfono dentro del bolsillo de su saco, paralizandome al encontrarme con la cadena que le regalé ahí, alrededor de su cuello.

No se la quitó.

Deslizo mis dedos por ella y le acomodo la chaqueta.

Uso un poco de fuerza para inclinarlo hacia atrás y depositarlo suavemente sobre el suelo, cuidando que su cabeza no se golpee.

Deslizo mis dedos sobre sus mejillas húmedas y seco mi cara cuando noto que aún no he dejado de lagrimear.

               — ¿Por qué tuviste que beber? Se nota que ni siquiera tienes resistencia —le digo con fastidio, sacando el pañuelo de mi bolsillo para secarle la cara.

Por supuesto que él no responde, se encuentra inconsciente y aprovecho ese dato para recorrerlo con la mirada.

Su piel luce pálida, como si no llevara mucho sol. Sus hombros lucen más anchos y su aspecto más adulto. Su cabello también está un poco largo, le llega hasta las orejas y se ve rulo y abundante como en las fotos. Sus cejas oscuras, sus pestañas gruesas, su nariz recta, sus labios y ese lugar que está sobre ellos. Todo luce igual, con la diferencia de que incluso viéndose descuidado con su imagen, se ve lindo.

Sin duda estos años han hecho que su atractivo aumente.

            —Solecito, ¿eh? —suspiro, recordando cómo me trató antes.

Si él es un solecito, ¿entonces Aiden qué es?

Observo la cadena en su cuello y trago saliva cuando ésta brilla, recordándome todas las veces que repetí aquel vídeo en el que él y yo nos besábamos en mi habitación.

"Cadena de compromiso", así la llamó él debido a que cuando le pedí matrimonio lo hice sin anillo y solo tenía esa cadena para reflejar que estábamos comprometidos. Yo me quedé con un montón de fotos y vídeos que nos tomamos y nunca publicamos.

A pesar de que todo aquello fue un romance adolescente, una ilusión y eso... No puedo evitar pensar que sí nos quisimos mucho, incluso más que algunos adultos.

Yo sigo teniendo el anillo y él sigue teniendo la cadena. Tal vez ya no estemos juntos ni sintamos lo mismo de antes, pero en nuestro interior sabemos que alguna vez nos quisimos de una manera más profunda de lo que alguien puede explicar.

             — ¿Niels? —Una voz a mis espaldas me hace girar con rapidez.

Entrecierro mis ojos cuando un chico alto, delgado, de ojos verdes y cabello cobrizo se acerca a nosotros, enfocando toda su atención en el chico dormido sobre el suelo.

             —Por Dios, Niels, te voy a matar —susurra y trota cuando se asegura de que sí es él —. ¡Mírate! Te pedí que no bebieras de más.

Sus manos recorren todo el pecho del nombrado y me quedo en silencio cuando desliza una mano debajo de su cuello y lo alza, sentándolo en un movimiento.

            —Te voy a matar cuando despiertes —dice con molestia, alzando su mirada hacia mí.

Alzo una ceja cuando palidece y se queda petrificado, adoptando la misma reacción de Niels.

«¿Qué les pasa?» «¿Qué tan malo fui en el pasado» «Parece que me tuviera miedo»

               —No me digas que... —su voz se corta cuando comienza a hablar —. ¿Lo golpeaste porque te dejó? —su pregunta me desconcierta.

               — ¿Qué?

               — ¿Lo atacaste porque te terminó hace años?

«¿Pero qué se fumó este tipo?»

                —Yo no lo golpeé, yo jamás lo... ¿de qué hablas?

Sus ojos parecen traspasarme. Ya no es una mirada aterrada, es una combinación de fascinación, curiosidad y temor.

«¿Qué fue lo que le contó Niels y por qué este tipo cree que lo primero que haría en tres años sería golpearlo?»

              —Mi amigo siempre me dijo que parecías más irreal en persona que en fotos —sus palabras me confunden —. A pesar de que tenía razón, siempre deseé que supiera que con él pasa lo mismo.

             — ¿De qué hablas? —pregunto confundido.

             —De ti y de él —dice como si fuera obvio —. Ambos son tan lindos que dan ganas de llorar.

«Qué tipo tan raro»

La vibración de mi teléfono interrumpe mi respuesta y trago saliva cuando noto que es Aiden y que seguramente está planeando un asesinato para el momento en el que me vea.

Observo en contacto pensando si responder o no y decido que sí cuando noto que todas las llamadas perdidas me costarán muy caro.

             — ¡¿Dónde estás?! —su grito me hace tragar saliva.

            —Estoy cerca, llegaré en unos minutos.

             —En unos minutos no, ¡te quiero aquí ya! Esto no te lo digo como relacionista, te lo ordeno como prometido.

Observo el teléfono cuando cuelga y trago saliva, sabiendo perfectamente el problema en el que me meteré si no llego ahí cuanto antes.

              — ¿Qué harás con él? —le pregunto al compañero de Niels, que al parecer también se encontraba enfocado en su teléfono.

             —Ya solicité un uber, llegará en unos minutos —me informa, sentándose detrás de Niels y dejándolo en medio de sus piernas para que este no se vuelva a acostar.

Me cruzo de brazos y me apoyo en el árbol, detallando todo lo que hace el tipo.

Seguro son muy cercanos, ya que el secretario de recursos humanos me informó que al parecer tenían planeado no aceptar la residencia desde un principio. Tenían intenciones de vivir juntos, pero separados del resto. ¿Tendrán una relación? Eso parece, el chico lo trata con mucha confianza.

Pero no, él dijo que eran amigos y no tenía ninguna razón para mentirme. ¿Acaso piensa que si me dice la verdad reaccionaré de mala manera?

Frunzo el ceño. Eso sería estúpido, ya que estoy comprometido.

             —Tengo hambre —el murmuro de Niels me saca de mis pensamientos.

Lo observo con detenimiento cuando se remueve y estruja sus ojos, como si no supiera por qué los tiene irritados.

             —Comerás cuando lleguemos al departamento —el tipo habla como si fuese su padre —. Tendrás que darte un baño antes de dormir porque apestas a alcohol.

             —Lo siento... —Niels gime y comienza a llorar —. Es que tuve una pesadilla...

El teléfono del chico se enciende, dándome a entender que ya llegó el uber.

Lo veo hacer malabares para levantarse junto a Niels y camino hacia ellos cuando noto que su agarre es demasiado brusco y lo está lastimando.

Me agacho hasta quedar frente a Niels e ignoro su mirada, tomándolo por debajo de los brazos y alzándolo en un movimiento gracias a la fuerza de mis piernas.

            —Riley... —Niels me observa espantado e intenta retroceder —. C-creo que sigo soñando...

Observo a su amigo por encima de su hombro derecho y el tipo se cubre la cara con una mano, como si estuviera avergonzado por la situación.

           —No es un sueño, cabeza de chorlito —el tal Riley lo golpea en la cabeza, haciéndolo chocar contra mi pecho.

Mi mirada rápidamente se conecta con la suya, haciéndolo retroceder.

             —Lo vuelves a golpear y te parto la mano —digo con seriedad, poniendo mi mano en el sitio en el que le dio el golpe.

             —Lo siento —dice con rapidez, sujetando a Niels por los hombros —. Dámelo, lo llevaré al uber.

Lo dudo por algunos segundos, pero al notar el estado en el que se encuentra Niels, decido soltarlo y dejar que separe su cabeza de mi pecho.

          —Me siento muy mal —dice en voz baja, poniendo una mano en su cabeza.

           —Te prepararé algo de comer cuando lleguemos —Riley lo jala, intentando separarlo de mí.

Niels me mira a los ojos y parpadea adormecido. No entiendo sus gestos y tampoco miradas, lo único que hago es apretar mis labios cuando se inclina hacia adelante y expulsa todo. Literalmente todo, y en mi dirección.

          —Mierda —dice Riley, mirándome con impresión.

No digo nada, solo aprieto mis labios y los dejo irse en dirección al uber.

«Aiden me va a matar»

Nada como un buen vómito para eliminar la tensión 😍

¿Les gustó el esperado reencuentro?

¿Se decepcionaron? 

¿Era lo que esperaban? 

Los leo👀

Síganme en instagram si desean conocer más detalles sobre los personajes. 

Con mucho amor y un beso en la boca. 


Las fotos del pasado que comentó Alex:



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