CAPÍTULO 8
Llegué pronto a la reunión gracias al madrugón que hice para entrenar con Jake. Se me dibujó una sonrisa recordando el entrenamiento y sus quejas por haberle hecho despertar a unas horas inhumanas. A pesar de ello había disfrutado mucho, no sólo porque luchar con Jake era un reto, era muy bueno en moa thai y con el enfado se volvía letal, me había dado una paliza tremenda. Inconscientemente me masajeé el brazo de la herida que estaba algo dolorido. Sino también porque hacía tiempo que no pasaba un rato a solas con él y lo mejor de Jake era que los enfados le duraban un suspiro. Así que en cuanto comenzó a patearme el culo ya estaba riendo y su risa conseguía que mi malhumor se disipase.
—Hola, Coleman —escuché detrás de mí. Me giré y me encontré con Luke.
—¿Qué tal, Luke?
—Bien —dijo extendiendo su mano para estrechar la mía—. ¿Sabes a que viene esta reunión? A penas ha pasado una semana desde la anterior.
—Ni idea. Creo que han descubierto algo en la Zona Sur, aunque no me han comentado nada.
—Vaya, pensaba que tú sí que sabrías algo, el Jefe siempre te ha tenido al tanto de todo. —Evité la mueca de disgusto que quiso salir ante sus palabras porque no lo decía con maldad, tan solo era cierto. Ya Aron no me contaba las cosas como antes. Luke en cambio se dio cuenta de mi incomodidad—. Bueno, ahora nos enteraremos.
—Sí —murmuré.
Nos quedamos en silencio. Tenía pensado aprovechar los minutos antes de la reunión para trabajar con mi ordenador. Yo no tenía problemas con los silencios, se me daban mejor que las conversaciones que no llevaban a ninguna parte, sin embargo parecía que Luke no era de los míos.
—¿Te has enterado de lo nuevo que nos han adjudicado? —preguntó incorporándose en su sitio para apoyar los antebrazos en la mesa. Le miré sin entender de qué me hablaba—. Hace una semana hubo un ataque en una discoteca con dos muertos y una docena de heridos.
—Sí —dije—, me suena que vi algo en las noticias.
Afirmó con la cabeza feliz de poder explicarme.
—Me cabrea que siempre que hay una desgracia en La Ciudad nos echen la culpa a nosotros —se quejó indignado—. De modo que esta vez como la discoteca estaba en mi zona decidí investigarlo, ¿y a qué no sabes qué descubrí?
Era obvio que no lo sabía y realmente tampoco me importaba mucho. Me había acostumbrado a ignorar todas las acusaciones que se nos hacían, la mayoría eran mentiras y en general tan solo era mierda que nos echaban para que los ciudadanos nos temiesen o nos odiasen. Aun así entendía el enfado de Luke, en otro tiempo yo también lo había sentido.
—No, la verdad es que no tengo ni idea.
—Según los testimonios que conseguimos los atacantes fueron las dos víctimas que fallecieron. Al parecer se volvieron locos y empezaron a agredir a todo el mundo en la discoteca. Aunque lo más espeluznante de la historia es que nadie los abatió, ni la policía, ni la seguridad del local, sino que de repente pararon y se suicidaron. Delante de todo el mundo. Uno rompió un vaso y se rajó la garganta y el otro se lanzó por la ventana. ¿Te lo puedes creer?
Bueno, siniestro sí que era pero gente trastornada había en todos los lados y el Sector 2 tampoco se libraba de ellos.
—Está claro que tenían algún problema mental —dije.
—Puede ser, aunque los familiares achacan su actitud a las drogas.
Una alarma sonó en mi cabeza y mi interés por la conversación se acentuó. Tenía una corazonada.
—¿Qué drogas? —pregunté.
Luke, que se había distraído con un mensaje de su móvil, volvió a prestarme atención. Se rascó la cabeza pensativo.
—No me acuerdo del nombre. Era algo así como jazmín o lila.
—¿Violeta?
—¡Sí! —exclamó con entusiasmo—. Esa era la droga, el Violeta.
No pudimos continuar con la charla porque empezó a llegar gente que se fue colocando en sus respectivos sitios.
Mientras se sentaban mi mente pensaba en la conversación que acababa de tener con Luke. «El Violeta» pensé. Esa droga cada vez estaba cogiendo más protagonismo en mi vida. Desde que descubrí que se había repartido en el quinto sector tenía sospechas sobre ella, pero quitando que la consumía una buena parte de los jóvenes del sector no había descubierto nada importante sobre ella.
Mi cabeza volvió a la sala de reuniones cuando entró Aron. Se fue directo a su sitio a la cabeza de la gran mesa ovalada.
—Buenos días a todos. Siento haberos hecho venir de nuevo en un tiempo tan breve, pero hemos hecho averiguaciones importantes y era necesario transmitirlas en persona. —La serenidad de Aron era la de siempre, pero tenía un ligero cosquilleo en el estómago que no me gustaba. Quizá por lo que Luke insinuó minutos antes de la reunión, porque para ser noticias importantes no sabía absolutamente nada de ellas—. Hace unas semanas Megan mandó a uno de sus peones al Sector 4 para saber qué está sucediendo. —Hizo una pausa en la que mi entrecejo se frunció—. Y ha conseguido obtener información muy interesante. Por favor, Megan, podrías comunicar a tus compañeros los descubrimientos realizados.
Cinco pares de ojos se posaron en Megan que se incorporó y se cuadró correctamente.
—Sí, señor. El peón que fue enviado no consiguió averiguar cuál es el objetivo exacto del grupo, sin embargo consiguió el nombre de los dirigentes del grupo. Al parecer la cabecilla principal responde al nombre de Hannah Bennett. —En cuando escuché el nombre el cosquilleo que había sentido minutos antes fue sustituido por una sensación de vértigo—. Y el segundo en el grupo es Alexander Cranston.
Mi respiración se volvió espesa y el miedo me recorrió el cuerpo a medida que escuchaba las palabras de Megan, aun así mantuve el semblante sereno.
Megan continuó dando detalles vagos sobre lo que había descubierto el peón que mandó. Nada relevante a lo que tuviera que prestar mucha atención, pero, joder, bastante tenía con la información que había dado ya.
No lo podía creer, simplemente, no lo podía creer. ¡Es que esta mujer no podía estar quieta ni un segundo! Por supuesto que conocía a Hannah Bennett, yo le había dado ese perfil. Se lo di para que se marchara y estuviera a salvo, ¡¡no para que creara un grupo y se pusiera en peligro!! Juraba que si la volvía a ver se iba a enterar. No me había hecho caso en nada, ¡¡en nada!! Apreté los puños bajo la mesa. ¿Qué me esperaba de ella? Nunca me hizo caso, así que ¿por qué me iba hacer caso cuando la dije que se olvidara de todo? No, aquello no podía hacerlo. Tenía que crear un puñetero grupo y volverse el objetivo principal de una de las organizaciones más peligrosas de La Ciudad. ¡¡Joder, Lena!! ¡Tan solo tenías que desaparecer con tu madre y Tony!
Entendía los motivos de su venganza. Aron manipuló a su familia para que ella hiciera un trabajo y cómo consecuencia su hermano murió. Y también conocía su aversión a la limpieza de los Sectores 4 y 5. Pero ponerse en peligro de esa manera. ¿Qué pretendía demostrar? Y ni más ni menos que con Alexander Cranston. Noté cómo la sangre me hervía por dentro. Uno de mis peones más importantes y que mejor trabajaba. Sí, y también con una lista de cadáveres detrás enorme. ¡¡Era un asesino profesional!!
Cuando la reunión acabó me levanté de forma mecánica intentando que no se notase mi agitación. Debía de hacer algo. De alguna forma tenía que ponerme en contacto con ella y sacarla de este lío. En cuanto afirmé la declaración en mi cabeza algo dentro de mí se liberó. No estaba seguro de qué era, pero me sentía más ligero y animado. Fruncí el ceño sin entenderme. Me estaba volviendo loco. Agité la cabeza para quitarme esa sensación estúpida y me dirigí a la salida. Daría con Lena, la sacaría de esta nueva locura en la que se había metido y después... después me olvidaría definitivamente de ella. Sí, luego retomaría mi vida. Me casaría con Tania, sería Joel Adams y eliminaríamos el Consejo. Pero antes debía avisar a Lena. Me pondría esa misma tarde con ello. Estaba ansioso por comenzar.
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