CAPÍTULO 5

—¿Y su familia?

—No tiene familia cercana. Solo una tía que vive en la Zona Oeste del Sector 2 aunque no se ven desde hace años. 

Miré el informe que había en la pantalla sobre Joel Adams.

—Muchas gracias, Eliot. Envíamelo a mi correo. 

—Claro.

Mi reunión con Aron había hecho que me centrase al cien por cien en la política. Estaba decidido en convertirme en Joel Adam. Aun así mi naturaleza desconfiada me había impedido dejar de lado qué le había sucedido al verdadero Joel Adam. Así que, a la mañana siguiente de nuestra reunión, le solicité a Eliot que buscase más información sobre el perfil. No había encontrado mucho. Debería de habérselo pedido a Sussie, ella era una hacker extraordinaria y si había un dato perdido sobre él en la red lo habría encontrado. Pero no nos habíamos vuelto a ver desde nuestra disputa.

Nos encontrábamos en la sala de tecnología de la sede que había bajo mi casa. Era donde mi equipo solía trabajar y entrenarse. Antes de marcharme le dije: 

—Una última cosa, una vez lo hayas hecho elimina toda la información. Gracias de nuevo por haber aceptado sin decirle nada a Tania.

—No importa —dijo Eliot levantando ligeramente las comisuras de su boca—. Para nosotros tú siempre serás nuestro jefe. 

Observé al muchacho. Eliot no era un chico muy emotivo, pero era sincero y era algo que valoraba. Se lo agradecí con un movimiento de cabeza. 

Antes de irme vi a Maggie concentrada en su ordenador. No la molesté aunque estaba deseando mostrarle el plano de uno de los laboratorios que quedaban por revisar. Maggie era muy buena en inteligencia y estrategia, siempre preparaba mis misiones con ella. Aunque ya no era asunto mío, ahora tenía que concentrarme en otras cosas. Para evitar la tentación decidí ir a dispara un rato.

—¡Josh! —escuché detrás de mí nada más salir.

Me giré y Jake aceleró el paso para ponerse a mi altura.

—¿Dónde has estado estos días? Has desaparecido por completo.

—He estado trabajando —contesté sin más.

Sí, había estado trabajando, sin embargo la realidad era mucho más patética. Me había dedicado a ir de cafetería en cafetería con mi portátil para estudiar la política de La Ciudad en profundidad sin tener que pisar ni mi casa ni las instalaciones que había bajo ella. De esta forma me había librado del escrutinio constante de Tania. Miré a los ojos de Jake que me observaba con preocupación. Bueno... del escrutinio de Tania y de todos los que me rodeaban porque estaba harto de las miradas de preocupación de Jake, las de culpabilidad Sussie y las de pena de los componentes del equipo. 

Me volví a centrar en Jake, le había desaparecido cualquier preocupación del rostro y me miraba divertido. Mi entrecejo se arrugó.

—¿Ya has vuelto? —me preguntó con una sonrisa burlona. 

 —¿Qué quieres, Jake? —gruñí sin poder contenerme.

—Invitarte esta noche a tomar algo con el resto de grupo, ¿te apuntas? —dijo ignorando mi malhumor.

—No puedo, lo siento —dije retomando mi camino y sin prestar atención a si me seguía o no.

—Venga, tío, seguro que puedes pasar una noche del trabajo —continuó.

—Tengo algo importante que hacer.

—¿Como qué? ¿Beberte una botella de whisky a solas para intentar olvidar? —Me giré y le miré serio. Él alzó los brazos en son de paz—. No somos tontos, nos damos cuenta de que el whisky desaparece más rápido de lo normal.

Ignoré sus tonterías y me metí en la sala de armas. Hoy estaba de mal humor por todo lo que me esperaba por la noche, aunque tenía que reconocer que tampoco era raro en mí ese estado de ánimo.

—Tengo una cena, así que deja de darme la brasa.

Cogí una de las armas y la comencé a preparar.

—¿Tienes una cena? ¿Es una cita? ¿Con quién?

—No es una cita, ¿entendido? —remarqué—. Y es con Tania. Vamos a ir a cenar a un nuevo restaurante en la Zona Norte.

Sí, esa noche tenía una cena con Tania. El mismo día de la reunión con Aron por la noche recibí el siguiente mensaje:

Tania: Mi abuelo ya me ha contado el plan para ir a la Zona Norte. Ya he reservado mesa para el miércoles a las ocho. Gregory se ha ofrecido a dejarnos una habitación en su casa para pasar la noche. ¿No es genial?

No, no era genial, era una mierda y no me apetecía nada. Sin embargo, era lo correcto y nos vendría bien para limar las asperezas que se habían levantada con lo sucedido con Lena.

Jake boqueó sorprendido haciendo que por unos segundos estuviera en silencio.

—Pensaba que lo tuyo con Tania se había terminado. No sabía que habíais vuelto.

Estuve a punto de corregirle. Decirle que entre Tania y yo no había nada. Luego recordé que acabaríamos casados, así que era bastante estúpido seguir negándolo cuando sería mi futura esposa. 

—Ya lo sabes —murmuré en un gruñido siendo incapaz de mirarle a los ojos.

—Pero... pero... —Jake me siguió a una da las cabinas de tiro— ¿Y qué pasa con Lena?

Al escuchar su nombre mi interior tembló como si hubiese pasado un huracán por él. ¿Qué narices le pasaba últimamente a Jake con ella? Estaba decidido a recordármela una y otra vez para joderme, ¿o qué? Inconscientemente apreté los dientes para controlarlo. Una vez lo hube conseguido pregunté con indiferencia:

—¿Qué pasa con ella? 

Cuando quería podía ser un gran actor.

—Pues que la quieres, ¿cómo vas a estar con Tania? Vosotros no conectáis, no...

Giré la cabeza con irritación hasta que mis ojos dieron con los dorados de Jake. Se calló de golpe.

—Yo jamas he dicho eso. ¿De acuerdo? —dije enfadado—. Ya te he dicho que Lena me gustaba, pero nada más. Quiero que dejes el tema de una vez. Tania es mi futuro.

Jake tenía que dejarlo estar. Lena era el pasado, al igual que Bea. Además yo nunca había dicho que la quisiera. Nuestra relación fue algo fugaz, lo disfrute, pero nada más. «Nada más» me repetí. 

Mi respiración se había acelerado. Me amonesté por perder tan fácilmente el control. Siempre me pasaba cuando se trataba de ella, lo que hacía que me enfadara más aún. A Jake también se le veía alterado, su pecho subía y bajaba más rápido de lo normal y sus labios se habían convertido en una linea fina.

Al final movió la cabeza frustrado como siempre que acabábamos discutiendo. 

—Disfruta de tu cena. Ya me contaras cómo es el nuevo restaurante.

Afirmé con la cabeza sin dar muestras de lo abatido que estaba. Jake se marchó sin decir nada más y yo me puse a disparar.

Me sentía hundido, asqueado e irritado. Y no entendía el porqué. Yo había decidido todo aquello. Yo había sido el que aceptó la propuesta de Aron. Yo había sido el que decidió luchar contra el Gobierno por encima de todo. Yo había sido el responsable de cada una de mis decisiones porque eran las correctas. Porque era lo mejor para todos. Pero a pesar de que me lo repetía una y otra vez y me obligaba a estar contento con ellas, en mi interior solo estaba esa presión. Y, sí, había intentado eliminarla con la bebida.

A medida que mi frustración iba creciendo los disparos eran más rápidos y furiosos. 

«No» pensé indignado. Mis decisiones no habían sido malas. Yo había hecho lo que debía. Lo que pasaba era que estaba cabreado, muy cabreado. Y todo por culpa de Jake. Con su maldita idea romántica y sus sueños imposibles. Su obsesión con Lena me estaba distrayendo de mi objetivo. Lena no era buena, ni para mí ni para el futuro de mi familia. Había hecho bien en alejarla. Lo que tenía que hacer era olvidarme de una vez de ella y centrarme. ¡Si ni siquiera entendía por qué me atraía tanto! No era para nada mi tipo, era la antítesis de Bea.

Bea había sido una muchacha delicada, de gestos dulces y finos. Nunca tuvo un gesto salido de tono y jamás jamás me llevó la contraria. Con ella siempre sentí la necesidad de protegerla y cuidarla. Mientras que Lena era... gruñí para mis adentros; cabezota, rebelde, testaruda y desconfiada. Sabía cuidarse sola y lo remarcaba constantemente. Se pasaba la mayor parte del tiempo llevándome la contraria y sacándome de mis casillas. Siempre estábamos discutiendo.

Un pinchazo me recorrió el brazo haciendo que fallara un tiro. Maldije por lo bajo mientras me masajeaba el hombro para calmar el dolor. Estaba cargándolo de más. La herida de bala había curado bien —Aron había puesto a los mejores médicos a mi servicio—, pero aun así cuando lo hacía trabajar en exceso se resentía recordándome por qué estaba ahí.

«¡Joder!» pensé con rabia. ¡Maldita la hora en que conocí a Lena y maldita la hora en la que permití que entrara en mi vida! Tenía unas ganas enormes de romper algo. En lugar de eso suspiré agotado y moví el brazo de forma ausente. Estaba cansado de luchar contra su recuerdo y cansado de reprimir las sensaciones que me producía recordarla. Así que dejé de resistirme.

Era cierto que Lena me había sacado de quicio a menudo. Pero también tenía que reconocer que era apasionada, sensible y leal a la gente que quería. Siempre lucharía por ellos y eso lo admiraba. Aunque lo que más me gustaba de ella era que me hacía reír y eso... eso sí que era raro. Sin poderlo evitar una sonrisa se abrió pasó en mi rostro al recordarla con sus ocurrencias y su gesto testarudo cuando se le metía algo en la cabeza. Lena no era fácil ni sencilla pero era... fascinante. Si una palabra la definía era esa. Era diferente a todo lo que había conocido y me había atraído desde el principio.

Incluso fisicamente se salía de mis cánones de belleza. Acostumbrado al encanto delicado de Bea con el pelo rubio largo y ojos azules claros o el de Tania de revista de modelos. 

Lena era más... como un duende. Con sus enormes ojos marrones a través de los que podías ver todas sus emociones. Solo hacía falta echarlos un vistazo para saber si estaba disgustada, contenta, aburrida o enamorada. Aunque esto último viniendo de Lena tampoco era una referencia. Luego estaba su boca, que no era ni muy grande ni muy generosa, sino más bien común, y por la que no era muy normal ver una sonrisa, sin embargo cuando lo hacía... buff... se le iluminaba todo el rostro. Tenía el pelo castaño y corto que lejos de quitarle atractivo la daban un aire interesante. Por último estaba su cuerpo fibroso y esbelto, desde luego, no era tan impactante como había sido el de Bea, pero no por ello era menos bonito. Todo el conjunto la hacía que fuera realmente sexy. 

Durante unos segundos mi mente recordó su cuerpo sobre el mío, su calor, su suavidad... La boca se me secó. Me obligué a tragar y agité la cabeza para eliminar los recuerdos. Me volví a concentrar en la diana.

En una cosa Jake tenía razón, y era que la estancia de Lena había hecho que todo fuera diferente y me llenó de vida. Aunque también había sido muy peligroso, porque me dio esperanzas, esperanzas de poder cambiar mi vida cuando no era así. Mi destino ya estaba escrito y en él no aparecía ella.

Recargué de nuevo el arma y volví a disparar. Seguía con mi mente perdida en mis conclusiones cuando noté una suave caricia en la nuca. El vello se me puso de punta y un escalofrío me recorrió toda la espalda. Sabía quién era por la forma de acariciarme. Vacíe la recamará antes de girarme para mirar a la persona que había estado evitando todo este tiempo. Me sonrió de forma coqueta.

—¿Estás listo para la cena de esta noche? —me preguntó con un ronroneo cuando me quité los cascos que protegían mis oídos. 

—Claro —contesté seco incapaz de seguir su juego. Me encaminé al cuarto donde guardábamos el equipo. 

Escuché el taconeo de sus zapatos detrás de mí.

—¿Dónde has estado? —preguntó.

—Por ahí —murmuré sintiendo cómo el enfado volvía a crecer en mí. 

Me tachaban de malhumorado, pero es que tenía mis motivos para estarlo.

—¿Y dónde es por ahí? —continuó apoyándose en el marco de la puerta.

—No es de tu incumbencia, Tania —contesté irritado—. Deja de tratarme como si fueses mi niñera. He estado trabajando, es lo único que importa.

Tania hizo una especie de puchero con los labios a la par que se acercaba a mí.

—Venga, Josh, no te enfades. Lo que pasa es que te he echado de menos estos días. —Se colgó de mi cuello presionando su cuerpo contra el mío. Me tensé en el acto. Tuve la sensación de que lo notaba porque sonrió de forma perversa. A Tania le gustaba tener poder y más aún si era sobre mí.

—Pues no te preocupes, esta noche vamos a vernos —dije llevando mis manos a sus brazos para separarla con delicadeza. Volvió hacer un mohín de disgusto cuando la separé. Me puse de camino a la salida—. A las siete te recogeré, estate lista. Hay un trayecto largo hasta la Zona Norte.

—Estaré lista.

—Perfecto —dije parando unos segundos para observarla antes de salir del pequeño cuartucho—. Por cierto, no podré quedarme a dormir en casa de Gregory. Mañana por la mañana tengo una reunión importante con uno de mis contactos y tengo que madrugar. Te dejaré allí y a primera hora mandaré a alguien para que te recoja.

Disfruté al ver la sorpresa en sus ojos. 

—¿No se puede cambiar? —consiguió murmurar. 

Por supuesto que se podía cambiar, había sido yo el que propuso la hora y el día. Porque aunque estaba convencido de que tenía que esforzarme más en mi relación con Tania, algo tenía muy claro y era que pensaba posponer todo lo que pudiese tener que acostarme con ella. Había asumido que era algo que iba a llegar, al fin y al cabo, Tania iba a ser mi mujer, pero todavía no me sentía preparado y menos con su obsesivo control tan presente.

—No, lo siento, Tania. El trabajo es lo primero.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top