CAPÍTULO 36

Los siguientes días fueron confusos. Mi cuerpo seguía resentido por el V12. Al parecer el doctor Myers no había sido del todo sincero con nosotros, porque aunque no lo consideraban una cura como tal, los sujetos óptimos se podían desintoxicar gracias a unas enzimas que generaba Brandon Wars. Estas enzimas y nuestra estancia tan breve había hecho que el V12 no se instalara lo suficiente en mi cerebro y que la recuperación fuera menos larga. Aun así las secuelas seguían ahí. Mareos, jaquecas y temblores aparecían en los momentos menos esperados. Jason me había confirmado que acabarían marchándose por completo, a mí realmente esos síntomas eran lo que menos me preocupaban. Me inquietaban otros más oscuros, como la ira, que la sentía latir dentro de mí a la espera de que algo la detonase, o los recuerdos que me atormentaban y se hacían especialmente vividos por la noche. Pasado un par de días cogí el valor de preguntarle a Jake sobre ello.

Una noche que estábamos solo Jake y yo por fin tuve el valor suficiente para preguntarle acerca de ello.

—Aquí tienes —dijo Jake posando frente a mí una taza de té humeante —. Te vendrá bien para dormir, se te ve cansado.

Alcé la vista a sus ojos dorados, ya no veía la aprensión del primer día en ellos.

Las noches me aterraban, y no solo por los gritos y golpes de Lena, sino por las pesadillas.

—Duermo un poco mal —confesé aceptando la taza.

—¿Quieres hablar de ello? —El miedo me trepó hasta la garganta sintiendo que me asfixiaba unos segundos. Bebí para pasar la sensación e hice una mueca al abrasarme el esófago. Jake me observó divertido apoyado en la encimera de la cocina—. Tranquilo, tío, que solo es té.

—No me vendría mal algo más fuerte —comenté siguiendo su broma. Luego se asentó un silencio entre nosotros. Inspiré profundamente—. ¿Qué pasó cuando rescatasteis a Lena?

El rostro jovial de Jake se ensombreció y bajo la vista a su taza.

—¿No te acuerdas?

—Recuerdo casi toda mi estancia en los laboratorios. Pero esa parte no tengo claro qué es real y qué no, necesito aclararlo.

Jake se humedeció los labios.

—No sé exactamente qué pasó —comenzó a contar—, estábamos rodeados de sujetos y... —una sonrisa cansada se le escapó mientras se pasaba la mano por el pelo—.Tío, estaba convencido de que íbamos a morir todos allí, pero de repente soltaste un alarido y todos los sujetos fueron hacia ti —terminó.

—¿Qué pasó después?

—Eso da igual —dijo cada vez más apurado—, nos salvaste la vida.

—¿Los mate? —pregunté intentando que sus ojos volvieran a conectar con los míos. Cuando lo hicieron pude ver el horror en ellos—. ¿Los mate? —volví a preguntar.

—Los destrozaste. Fue como ver una película de terror. Desapareciste bajo sus cuerpos y un segundo después saliste de allí completamente ensangrentado y enloquecido. Los partías como si estuviesen hechos de mantequilla. Fue... fue... —su voz se entrecortó y sus ojos se humedecieron.

Me tapé la boca con el puño para controlar las nauseas, mientras hacía un par de respiraciones profundas. Entonces todo lo que soñaba era real, los cuerpos desmembrados y toda esa sangre. Se acercó a mí y posó su mano en mi hombro.

—Nos salvaste.

Estuvimos unos segundos en silencio, hasta que por fin pude hablar.

—¿Y qué pasó con Lena?

—No la tocaste. Fue increíble. Se lanzó como el resto de los sujetos, pero no la tocaste. Luego os sedamos a los dos. La verdad es que fue una locura lo que hicimos, debimos sedarte desde un principio para salir de allí, pero...

—Pero si lo hubieseis hecho no hubiese sido posible salvar a Lena —terminé de decir yo.

De repente escuchamos un grito que provenía de las habitaciones. Volvió a asentarse un silencio en la cocina.

—¿Y crees que ha merecido la pena? —me preguntó angustiado.

—Claro que sí —gruñí a pesar de que sabía que su pregunta no era malintencionada. Necesitaba creer que había merecido la pena y que Lena se recuperaría. Jake no dijo nada y apareció esa mirada de pena que se les ponía a todos cada vez que hacía alusión a que Lena seguía ahí.

Luego para eliminar la tensión que se había formado le pregunté cómo nos habían rescatado.

Al parecer cuando Alex y el resto del equipo se dieron cuenta de que Lena y yo no habíamos salido con ellos ya era demasiado tarde para volver a buscarnos. Así que decidieron que lo mejor era retirarse y pensar cómo rescatarnos. A falta de Lena fue Alex quien tomó el mando de la Rebelión. Se mantuvo en contacto con Eliot y se puso en contacto con Mark. De esta forma se juntaron los mejores miembros de los tres equipos para planear algo lo más rápido posible.

Myers había puesto medidas de seguridad más fuertes tras la desaparición de Brandon, pero según me comentó Jake el hecho de tener tres genios —Sussie, Eliot y Helio— trabajando juntos hizo que el tiempo se redujera. Algo parecido pasó con el trabajo de campo. Alex reunió a los mejores peones de la Rebelión y Mark hizo lo mismo con su equipo. Además se habían unido Maggie y Jake. Yo conocía muy bien a mi equipo y sabía que eran muy buenos. También conocía la preparación que tenían los peones del grupo de Lena y que eran muy competentes a pesar del caos que reinaba en La Rebelión.

Escuché en silencio a Jake sin mostrar ningún tipo de emoción, aunque por dentro estaba realmente asombrado. Entre todos habían conseguido realizar una misión muy complicada en un tiempo récord. Y todo había sido idea de una persona: Alex.

Después le pregunté por Brandon Wars. Mark lo había reinstalado en una familia en el Sector 3. Por lo que me contó Jake tenía secuelas por todo lo que había vivido en los laboratorios, pero sus secuelas no eran consecuencia del V12 sino psicológicas por el trauma de lo que había vivido. Estaban tratándolo.

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Cada día que pasaba me sentía más fuerte y con energía, ya estaba completamente recuperado. A pesar de ello mi estado de ánimo iba empeorando a medida que pasaban los días. La ira del V12 se había marchado pero había llegado la frustración y la desesperación por no encontrar una solución a lo que le ocurría a Lena.

Salvarla era lo único que me importaba. Por el día, cuando no me estaba encargando de ella, me dedicaba a leer toda la información que tenía del V12. Por las noches, cuando llegaba Jason, le avasallaba con teorías y soluciones que siempre acababan siendo descartadas por imposibles o simplemente —como decía él— ridículas.

Mi primera hipótesis había sido curar a Lena mediante Brandon Wars, al igual que habían hecho conmigo, sin embargo Jason lo había descartado de un plumazo. Cuando los sujetos pasaban el Cambio significaba que las moléculas de V12 se habían adherido tanto a las neuronas que hacía imposible que las enzimas pudiesen actuar. A los sujetos fallidos no les afectaba las enzima de Brandon.

Aun así yo seguía agarrándome a los pequeños momentos de esperanza en los que veía a Lena. Por más que la gente de alrededor me lanzaban miradas de preocupación me mantenía firme en mi opinión. Si bien mi interior se empezaba a quebrar y mis esperanzas empezaban a morir. Sobre todo cuando pasaban los días y veía a Lena que seguía autolesionándose, atacándome y gruñendo como un animal. Empezaba a temer que la paciencia del resto se estuviese acabando, aunque nadie dijera nada.

Habían pasado dos semanas y todo seguía igual. Mark había vuelto a su trabajo y a su vida, aunque seguía viviendo en la casa de Bruno. Me sabía mal, ya que ahora —con el embarazo— Elisa le necesitaba más que nunca. Bruno se pasaba varias veces a la semana por su casa. Bien para coger alguna cosa que necesitaba o simplemente por estar un rato en su casa. El chico seguía siendo tan amable como el primer día a pesar de haber sido expulsado de su hogar.

Sussie y Jake también venían todos los días para ayudarme. Hacían la comida, recogían la casa o simplemente estaban de apoyo cuando a Lena le daban los ataques. Eran mi apoyo moral y mi salvación cuando no conseguía controlarla. La verdad es que estaba muy sorprendido por lo bien que se habían adaptado al Sector 3 y sus escasas comodidades en comparación con el Sector 2.

Jason venía todas las noches para controlar a Lena y darle su dosis diaria de V12. Siempre venía acompañado de Alex, al cual no soportaba. Ni a él ni al papel de héroe que le habían puesto. Para colmo seguía teniendo esos detalles que siempre me sacaban de mis casillas, como traerme todas mis pertenencias del Sector 4, recuperar el reloj de Bea que se había quedado en los laboratorios o encargarse de cuidar a Rose y Tony. Aun así me había tenido que tragar mi odio y resignarme a su presencia. Sobre todo porque Jason se negaba a venir si él no le acompañaba. Parecía su puñetero guardaespaldas. Todavía desconocía la relación que había entre ellos dos y cuando le había preguntado a Mark me había contestado que ya habría tiempo de explicaciones, que ahora solo necesitaba recuperarme. Lo que me sonaba a largas.

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—Josh, ¿podemos hablar?

Despegué mis ojos de la pantalla para mirar a Mark. Ni Cerebrito ni ningún mote tonto. El estómago me dio un vuelco de miedo. Había llegado El Día. Lo veía en su rostro. Lo presentía en sus palabras.

—Sí, claro... —musité acongojado. Sin embargo me quedé quieto con la vista fija en el último informe que estaba leyendo. Hablaba de cómo favorecía la anexión de las moléculas de V12 a las neuronas que el sujeto estuviese estresado, lo que hacía que en los documentos se explayase exponiendo todo tipos de tortura que les habían realizado. Asqueroso.

—¿Josh? —volvió a llamar mi atención Mark.

—Sí, ya voy —murmuré limpiando las palmas de mis manos en mi pantalón.

Me incorporé y seguí a Mark a la cocina, dejando a Jake y a Sussie viendo la tele. Pude percibir la inquietud en sus miradas aunque en ningún momento les miré. Al llegar movió una silla para que me sentara. Negué con la cabeza.

—Siéntate, por favor —me pidió. Lo hice y él se sentó frente a mí. Sus ojos marrones oscuros me analizaban con seriedad—. Josh, esta situación no se puede mantener. Hay que ponerle fin. Han pasado dos semanas y no hay cambios en Lena...

—¡Porque no estamos haciendo nada diferente para mejorarlo! —exclamé demasiado nervioso para ser suave.

—¿Qué propones? —preguntó sin alterarse por mi actitud.

—Si Jason me escuchara... —me quejé bajo la mirada preocupada de Mark. Luego negó con la cabeza.

—Los vecinos empiezan a estar nerviosos por los gritos, saben que algo pasa y..., no sé cuanto tiempo más voy a poder encubrirlo —suspiró y me miró abatido—. Hasta ahora hemos tenido suerte de que el Doctor Myers os incorporara como sujetos de forma ilegal, eso ha hecho que no denuncie vuestros perfiles ni ninguno de los asaltos pero si llaman a la policía, estamos jodidos. —«Mierda» pensé incorporándome para comenzar a caminar de un lado a otro. Con lo de Lena me había olvidado de todo y de lo precaria que era nuestra situación. Había perdido mi puesto en la OLIC y había tenido suerte de que Aron no hubiese decidido denunciarme. Lo mismo había pasado con el doctor Myers, otro golpe de suerte. Pero la suerte era un amigo traicionero sobre todo si detrás de ella había gente como Aron y Myers—. Por otro lado... He encontrado unas inyecciones que harían que Lena no sufriese nada... —Me quedé helado oyendo a mi amigo hablarme de cómo acabar con la vida de Lena. No retenía nada solo pasaban palabras por mi cerebro «no sufrirá», «es lo mejor», «jamás volverá a ser ella»—. Lo entiendes , ¿verdad? —finalizó. Al no recibir ninguna respuesta por mi parte suspiró y se frotó la nuca—. Yo también la quería, Josh. Pero es hora de dejarla marchar.

Aquellas últimas palabras hicieron que dentro de mí se rompiera algo, algo que ya se había roto pero que a lo largo de los últimos meses se había ido reconstruyendo solo, a mis espaldas, a traición. Y, joder, como dolía. Era mucho peor de cómo lo recordaba. Tragué con fuerza y sin apenas energía murmuré:

—Dame unos días para despedirme de ella.

Mark afirmó con la cabeza. Antes de marcharse de la cocina apoyó su mano en mi hombro y dijo:

—Lo siento mucho.

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