CAPÍTULO 26
En cuanto la puerta se abrió una luz blanca nos cegó. Entrecerré los ojos mientras alzaba el arma intentando apreciar qué había frente a nosotros. Junto a mí Alex y Lena hicieron lo mismo, Rachel y Mike se mantuvieron en la retaguardia. Cuando mis ojos se fueron acostumbrando a la intensa luz, y pude comprobar que estaba despejado, le indiqué a Alex mediante gestos que revisara el lado derecho del pasillo mientras yo hacía lo mismo por el izquierdo. Nuestros cuerpos se sincronizaron a la perfección.
Solo estaba encendida la luminaria que había delante de los ascensores, el resto del corredor estaba iluminado tan solo por las luces de emergencias. Lo examiné con detenimiento mientras una gota de sudor se deslizaba por mi cuello. Exhalé tranquilo cuando me cercioré de que no había ningún peligro.
—Despejado.
—Despejado —escuché a Alex detrás de mí. Hice gestos para que el resto saliese del montacargas.
—Rachel y Mike iréis con Alex por la derecha. Lena y yo nos encargaremos del pasillo de la izquierda. Si los planos son correctos en un momento dado se deberían de juntar. No he visto cámaras y el recinto parece vació, pero no os confiéis. Si os encontráis con algún trabajador lo reducís...
—Sin matarlo —me interrumpió Lena. La miré con un gesto severo.
—Sin eliminarlo —repetí yo—. Y lo ocultáis lo mejor que podáis. —Afirmaron y nos pusimos todos en marcha.
Lena y yo avanzamos con sigilo hasta el final del pasillo donde había una puerta doble blanca con una pequeña ventana que nos permitió comprobar el otro lado. Era la continuación del mismo corredor y se veía igual de vacío. Aun así cruzamos la puerta con las armas en alto.
Una vez estuvimos al otro lado pudimos ver que a los lados había puertas que daban a diferentes cuartos. Junto a cada puerta había una cristalera que permitía ver lo que había en el interior.
Me detuve unos segundos para comprobar si los intercomunicadores funcionaban.
—¿Eliot? —murmuré. El silencio que me llegó al auricular me confirmó las sospechas que ya teníamos desde un principio: ahí abajo estábamos solos. Si pasaba algo en la planta superior no lo sabríamos. Cambié la frecuencia del aparato a la segunda posición—. ¿Alex?
—Sí —escuché a través del auricular. Suspiré aliviado, por lo menos sí que funcionaban entre nosotros.
—Bien, parece que esto funciona —dije—. Mantenednos al tanto de cómo va todo por ahí.
Mientras le ponía al corriente de nuestra situación con el exterior Lena me llamó:
—Josh, ven a ver esto.
Se encontraba frente a una de las cristaleras. Hubo algo en su tono de voz y en su gesto que me hizo apresurarme. Recorrí la distancia que nos separaba y me situé detrás de ella. Se me cortó unos segundos la respiración ante la imagen que teníamos frente a nosotros.
Se trataba de una habitación aséptica blanca, como la de cualquier hospital, sin embargo en medio se encontraba una mujer desnuda suspendida del suelo aproximadamente un metro y medio. Solo estaba sujeta por cuatro cables que se le clavaban en la espalda, dos a la altura de los omoplatos y dos a la de los riñones. Sus extremidades y su cabeza caían sin fuerza a los lados. Su piel era extremadamente pálida, tanto que en los brazos donde tenía instaladas las vías se trasparentaban las venas negras recorrer el brazo. No obstante, ni su cuerpo pálido ni las venas negruzcas fueron lo que me hizo tragar por la impresión, fueron sus ojos. Había perdido el color blanco que rodeaba su iris azul y había sido sustituido por un rojo intenso. Tenía la vista perdida y sin vida.
—¿Crees que está muerta? —murmuró Lena en bajo.
—No lo sé.
Se acercó un poco más al cristal para observarla mejor.
—No da la impresión de que esté respirando, creo que está muerta.
Nada más decir esto los ojos de la mujer se desplazaron a los de Lena mientras un sonido gutural le salía del pecho. Lena dio un brinco hacia atrás chocando conmigo. Se le escapó una exclamación ahogada y su cuerpo tembló. Apoyé las manos en sus hombros para darla fuerzas y reponerme yo también. Aquello era espeluznante.
—Será mejor que continuemos.
Al pasar junto a la puerta que daba a la habitación mis ojos se desplazaron a la pantalla que había a un lado. Era el informe médico del sujeto. Hablaba de las dosis suministradas del medicamento V12 y sus efectos. Al final del documento en comentarios se leía: «Tras la Fase de Cambio al sujeto se le han ido aumentando las dosis progresivamente. Tiempo estimado de vida 48 horas. Sujeto fallido».
Seguimos avanzando hasta la siguiente cristalera. Un escalofrío de terror me recorrió la espalda e instintivamente empujé a Lena detrás de mí mientras aferraba con fuerza el arma listo para actuar si era necesario.
La habitación estaba completamente revuelta y las paredes blancas manchadas de sangre. La camilla estaba volcada a un lado y tanto el ordenador que debía monitorizar al sujeto como las vías y otros artilugios de laboratorio estaban destrozados. Revisé la estancia buscando al sujeto hasta que descubrí el bulto agazapado junto al colchón. Al igual que la mujer que habíamos visto en el otro cuarto tenía los ojos rojos. Los tenía fijos en nosotros, como si hubiese descubierto una nueva presa. Di un paso atrás empujando con cuidado a Lena para marcharnos de allí de la forma más discreta posible, si bien a penas di el segundo paso el hombre se abalanzó hacia nosotros. Automáticamente alcé mi arma. Chocó con tanta fuerza contra el cristal que retrocedió un metro. Estaba convencido de que tras el impacto quedaría inconsciente en el suelo, pero para mi sorpresa se incorporó tambaleante, sacudió un poco la cabeza y volvió a embestir el cristal totalmente desquiciado.
—Larguemonos de aquí antes de que reviente el cristal —me dijo Lena mientras me agarraba del brazo. La seguí sin demorarme.
Me paré unos segundos junto a la información del sujeto. Al igual que el anterior hablaba de la cantidad de las dosis y se le volvía a catalogar como sujeto fallido.
Algo me llamó la atención en el borde superior derecho de la pantalla y durante un segundo todo a mi alrededor desapareció. Frente a mí tenía lo que llevaba buscando desde hacía meses... No. Lo que llevaba buscando años. Por lo que mi hermana había sido arrestada y por lo que yo me había arriesgado la vida en infinidad de veces. Los golpes enloquecidos del sujeto me devolvieron a la realidad y en lugar de que una sensación de euforia me embargase por mi nuevo descubrimiento solo me quedó una sensación amarga en la boca del estómago. Sí, había dado con lo que tanto ansiaba, sin embargo lo que hacían allí era demasiado horrible.
—¿Qué pasa? —preguntó Lena junto a mí. Señalé el símbolo que había descubierto en la pantalla. Lena frunció el ceño meditativa—. ¿Ese no es el emblema de La Ciudad?
—Sí.
—¿Y qué hace ahí?
—Demostrar que estas instalaciones pertenecen al Gobierno. —Nos quedamos unos segundos en silencio observando los tres círculos concéntricos hasta que al final le pregunté—. ¿Me prestas tu móvil?
Hice unas cuantas fotos a la pantalla antes de reanudar nuestra camino.
A medida que avanzábamos por el pasillo nos íbamos encontrando diferentes sujetos. Todos mostraban síntomas de desequilibrio severo. La mayoría cuando eran conscientes de nuestra presencia nos intentaban atacar como si fuesen animales contagiados por la rabia y todos ellos estaban considerados sujetos fallidos.
De vez en cuando preguntaba a Alex cómo iban las cosas por su lado. Al parecer ellos habían dado con las oficinas y el laboratorio. Estaban vacíos, así que Rachel había aprovechado para instalar uno de los programas que nos había dado Eliot y poder descargar la memoria del ordenador principal en un USB.
—¿Qué les están haciendo? —murmuró Lena en un momento dado.
Durante todo el trayecto había estado en silencio, su rostro había tomado un color cenizo y me había dado cuenta que la mano con la que sujetaba el arma le temblaba.
—Están haciendo pruebas con el medicamento V12 —contesté de forma automática.
—No lo llames medicamento —lo dijo con tanta rabia que pareció que escupía la palabra en lugar de nombrarla—. Eso no cura a nadie. —La observé sorprendido por su reacción y pude ver la humedad en sus ojos. Se me revolvió el interior porque la entendía perfectamente. Al darse cuenta de su reacción sacudió la cabeza y susurró—: Acabemos este maldito trabajo cuanto antes.
El pasillo terminó en un recodo donde había dos puertas. En una se leía «Sección B», la otra daba a un pasillo como el que acabábamos de recorrer.
—¿Sección B? En los planos no aparecía esta puerta —comentó Lena.
—No —murmuré con una sensación mala en el cuerpo. Cuando algo no aparecía en los documentos oficiales no podía ser bueno.
Lena alzó la mano en dirección al pomo con la intención de abrirla. La frené antes de que lo hiciera mientras negaba con la cabeza.
—¿Y si tienen encerrados allí a gente con la que van a experimentar? Deberíamos sacarlos.
No sabía exactamente el porqué, pero lo dudaba, aunque no fue ese el motivo por el que la paré.
—No, no podemos.
—¿Por qué no? ¿Porque ellos son del quinto sector? ¿Porque no merecen vivir como tú y yo?—preguntó con rabia.
Sus preguntas me golpearon con fuerza. Aunque sabía que su ataque era debido a la frustración del momento, me dolió que me echase en cara lo que siempre supondría una barrera entre nosotros.
—Porque, aunque fuese cierto y hubiese gente inocente ahí dentro, sólo conseguiríamos que los matasen y que nosotros fuéramos arrestados. Tenemos que encontrar a Brandon Wars, sacarle de aquí y buscar una solución para esta... locura.
Lena me miró con los ojos brillantes y la mandíbula apretada.
—Continuemos —murmuró.
Cuando cruzamos al otro corredor vimos que este también estaba lleno de puertas que daban a habitaciones. En esta ocasión no tenían cristalera, tan solo una pequeña ventana en la puerta que permitía ver a los sujetos. Al asomarme a la primera pude comprobar que se alejaba mucho de ser la habitación aséptica que habíamos visto en el pasillo anterior. En este caso los muros eran de bloques de hormigón, algunos de ellos ennegrecidos por el moho otros con manchas oscuras debido a otros motivos. En una esquina del cuarto había un retrete de aspecto lamentable. Todo iluminado con una tenue luz anaranjada. Mi atención se desvió al bulto que había en el pequeño catre. El sujeto estaba echado y le cubría una sábana igual de sucia que el resto de la estancia. Uno de sus pies descalzos sobresalía de esta, una argolla de hierro envolvía su tobillo. Estaba atado a la pared con una cadena gruesa.
Dejé de observar el interior y me centré en la pantalla que había junto a la puerta.
«Comentarios: El sujeto muestra resistencia al medicamento. Incidentes: autolesiones y ataque al personal. Aumento de la cantidad de la ingesta a 5 ml cada cuatro horas. Sujeto en fase de prueba. Sujeto desabrido.»
A medida que fuimos recorriendo el corredor el estado de las celdas fue mejorando. Seguían teniendo la misma distribución pero se veían más limpias y ordenadas. Tampoco tenían atados a los sujetos. Según las fichas que aparecían en las pantallas se trataban de sujetos óptimos.
Estos sujetos eran los que habían dado un buen resultado con el V12 y los que, según se podía leer en los comentarios, «mostraban una buena predisposición a la instrucción y la educación». Palabras que no era la primera vez que veía en documentos de los laboratorios. Aunque también se leía junto a ellas «períodos de agresividad con el cese del medicamento». Vamos, que lo que tenían eran sujetos fáciles de controlar y adictos al medicamento.
Mientras recorríamos las instalaciones Alex nos avisó de que habían dado con Brandon Wars. Si mis cálculos eran correctos no debíamos de estar muy lejos de ellos, así que aceleramos el paso.
Así fue, apenas cruzamos un par de pasillos más cuando dimos con el resto del equipo. Se encontraban enfrente de uno de los cuartos con cristalera. Alex y Mike se encontraban esperando junto a la puerta mientras Rachel se encargaba del panel de control de la puerta. En el interior se veía a un hombre de unos cincuenta años tumbado en una camilla con varias vías y cables unidos a su cuerpo. Estaba monitorizado lo que me preocupó bastante, ya que eso suponía que no podía salir por su propio pie.
—¿Cómo va eso? —preguntó Lena junto a Rachel.
—Bien —murmuró la chica concentrada en lo que hacía—. Al parecer cada habitación está protegida con una alarma individual bastante fuerte. —Después de ver a los sujetos saltar como locos contra los cristales no me extrañaba—. No me vendría mal que Eliot me echase una mano.
—¿Pero puedes hacerlo? —Rachel dedicó una sonrisa fugaz a Lena.
—Claro que sí.
Un par de minutos después sonó un chasquido y la puerta se abrió.
El aspecto de Brandon no era muy bueno. Estaba bastante delgado y su rostro se veía pálido. Lena se puso junto a él y con suavidad sacudió su hombro.
—¿Brandon? ¿Brandon? —La habitación se quedó en silencio a la espera de que el hombre hiciera algún gesto. Nada—. ¿Brandon? ¿Brandon? —continuó insistiendo.
—No parece que esté muy consciente. ¿Cómo nos lo vamos a llevar? —preguntó Mike.
—Tiene que despertarse —comentó Lena acercándose más al hombre—. Venga Brandon despierta —dijo con más énfasis y zarandeando su hombro con más fuerza. El hombre gimió—. ¿Lo ves? Brandon, es hora de irnos a casa.
Fruncí el ceño preocupado.
—Lena... no deberías acercarte tanto. Todos los sujetos muestran periodos de agresividad —comenté, sin embargo ella estaba demasiado contenta como para escucharme.
En cuestión de segundos la mano de Brandon se alzó agarrándola por el cuello.
—No volveréis a tocarme —babuceó semiinconsciente sin soltar a Lena. Me abalancé sobre él a la par que Alex sacaba uno de sus cuchillos.
—¡No! —dijo Lena en un gemido ahogado por la falta de aire—. Vivo —fue su siguiente palabra.
Alex se apartó mientras que yo seguía luchando para que la mano no continuase apretando. Sin pensarlo le arrebaté el cuchillo que había sacado y lo puse en la garganta de Brandon. Lena intentó frenarme sin éxito, estaba perdiendo la fuerza por la falta de oxígeno.
—Suéltala si quieres seguir viviendo —le amenacé a un par de centímetros de su rostro—. Somos amigos, venimos a sacarte de aquí.
Brandon parpadeó desconcertado hasta que comprendió que no éramos personal del laboratorio. Poco a poco fue soltando su agarré hasta que Lena pudo alejarse para tomar aire. El hombre miró desorientado a su alrededor, luego sus ojos se pusieron en blanco y cayó inconsciente.
—¿Estás bien? —pregunté acercándome a Lena que estaba sujeta por Alex mientras calmaba el acceso de tos. Afirmó con la cabeza pero podía ver las marcas rojas que tenía en el cuello—. Debemos irnos cuanto antes de aquí y que te vea un médico. Mike, Rachel —les llamé—, llevaros a Brandon y tener mucho cuidado por si le da otro ataque. —Ambos afirmaron con la cabeza antes de ponerse a desenganchar todos los cables que tenía Brandon por el cuerpo—. Alex, llévate a Lena. Voy a ver si consigo sacar algo de información del ordenador. Quiero saber qué le han estado haciendo todo este tiempo.
Alex sostuvo a Lena para guiarla hacía la puerta.
—No —dijo ella con una ligera ronquera—. Me quedo contigo.
Todavía tenía la respiración irregular y se frotaba con cuidado la zona dolorida.
—No digas tonterías. Te ha agarrado muy fuerte. Ahora os alcanzo —insistí.
—No te voy a dejar solo. Alex, ayuda a Mike y Rachel con Brandon para que salgan sin problemas. Nosotros terminamos esto y vamos para allá. —Alex se dio la vuelta acatando la orden.
Miré enfadado a Lena antes de dirigirme al ordenador.
—No me puedo creer que no te fíes de mí —murmuré mientras me sentaba frente a la pantalla y conectaba el USB.
—Tengo mis motivos —comentó colocándose a mi lado.
Sacudí la cabeza molesto mientras copiaba todo lo que había en el disco duro del ordenador. Vi por el rabillo del ojo de qué manera Alex se dirigía a la salida. Me dio la sensación de que nos miraba un instante antes de desparecer siguiendo los pasos de Rachel y Mike. Unos segundos después el sonido de un "click" desvió nuestra atención hacia la puerta. Estaba cerrada. Nos observamos confundidos. Luego Lena se acercó a ella y presionó un par de veces la manilla, hasta que me miró con un gesto de alarma y dijo:
—Está cerrada.
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