CAPÍTULO 13
—Lena, ¿estás bien? —susurré a la oscuridad.
Escuché de qué manera se movía. Intenté incorporarme pero sin los efectos de la adrenalina el cuerpo ya no me respondía.
—Por favor, Lena, dime que estás bien —conseguí decir con algo más de fuerza.
—Estoy bien —dijo en un tono seco—. ¿Y tú?
—Sí —respondí relajándome y apoyando mi espalda desnuda en el respaldo. Al hacerlo el dolor se intensificó, aun así no me sentía con fuerzas para mantenerme erguido. Mi respiración poco a poco se fue regulando. Mis ojos continuaban fijos en la oscuridad de donde había sonado su voz. Me moría de ganas por acercarme. Traté incorporarme de nuevo, solo conseguí que me saliera un gemido.
—Deja de intentar levantarte. Necesitas descansar.
—¿Qué haces aquí?
—Venir a rescatarte, ¿no se nota?
Las comisuras de mis labios se alzaron ligeramente al escuchar el sarcasmo de sus palabras, no duró mucho, la situación era una mierda.
—Lo siento, Lena. Siento que mi hermana te haya vuelto a traicionar.
El silencio que se formó en la habitación me preocupó.
—¿Lo sabes? —preguntó por fin.
—Sí, me lo contó un mes después de que te fueras. —Apreté los labios aguantando la rabia al recordar lo que mi hermana hizo—. No sé cómo pudo hacerlo, ella no es así...
—Es así cuando trata de proteger a los que quiere, se parece a ti.
—Yo jamás hubiese hecho algo semejante.
—Sí que lo hubieses hecho si tu hermana estuviese en peligro por culpa de un chico —apuntó de forma tajante.
—No. No sin antes hablar con ella.
—No tuvo una buena consejera. No la culpes.
Ahora fui yo el que se quedó sin palabras durante unos segundos.
—¿De qué hablas? —Lena no me contestó inmediatamente parecía estar pensando qué responder.
—Fue idea de Tania —dijo al final.
Murmuré una maldición mientras apretaba los dientes. ¡Esa maldita zorra! ¿Cómo no me había dado cuenta? Aunque Sussie se hubiera preocupado por mí —que no lo dudaba— nunca se le hubiera ocurrido hacer algo tan rastrero si no la hubiese incitado alguien tan retorcido como Tania. Aquello me hizo pensar en otra cosa. Si la otra vez había sido idea de Tania...
—Mi hermana no te ha traicionado está vez, ¿verdad?
Escuché como se le escapaba una risa cansada.
—No.
—¿Has venido a...? —Dejé la pregunta en el aire con demasiado temor de que mis premisas no fueran ciertas.
—Sí.
Una sensación de ligereza recorrió mi cuerpo. Aquello había sido una auténtica pesadilla. La angustia me había estado asfixiando de forma inconsciente, sin embargo todo parecía volver a tener sentido. Por supuesto iba a machacar a mi hermana por ponerse en peligro de esta forma. Y Lena... Lena había ido a buscarme, a ayudarme. Después de todo lo que pasó entre nosotros había venido. Sonreí en la oscuridad, ¿sería cierto lo que dijo Tania y Lena seguiría enamorada de mí? Aquel pensamiento me perturbó sin llegar a comprender el porqué.
—Gracias —murmuré.
Lena no dijo nada hasta que al final comentó:
—¿Por qué no intentas dormir un rato? Te vendrá bien coger energías. Te aviso cuando sea el momento de irnos.
No quería dormir, quería estar desierto y hacerla un montón de preguntas. ¿Cómo íbamos a salir?¿Cuál era el plan de huida? ¿Cómo había conseguido engañar el sistema de seguridad? No obstante Lena tenía razón, mi cuerpo estaba al límite y ahora que por fin me había relajado reclamaba a gritos descansar. Los ojos me comenzaron a pesar. Además si íbamos a fugarnos tenía que estar en la mejor forma posible. Solo me quedaba confiar en el plan que tenía Lena y lo cierto era que lo hacía, confiaba en ella. Dejé de luchar por intentar mantenerme despierto hasta que la negrura me envolvió.
--------
—¿Josh?
Sentí cómo una mano se apoyaba en mi hombro izquierdo, lo tenía hipersensible así que un latigazo me recorrió la espalda. Reaccioné sin pensarlo, mi mano derecha se alzó y agarró con fuerza el brazo de aquella persona que había osado tocarme.
—¡Eh! Tranquilo, ¿vale? Soy yo, Lena.
Lena. No la veía en la oscuridad pero su rostro se me apareció sin problemas en mi cabeza. Lena. Sí, había venido a sacarme de allí pensé. Mi corazón volvió a su ritmo normal y una sensación de bienestar me embargó. Aflojé mi agarre sin soltarla, me gustaba sentir su calor y la suavidad de su piel en mi mano. Estaba cerca y podía percibir su energía. Esa energía que solo ella desprendía.
—¿Josh? —volvió a repetir.
—¿Sí?
—Suéltame —ordenó cortante. Sí, era ella. Se me escapó una sonrisa ladeada e hice lo que me pedía—. ¿Puedes levantarte?
—Sí —contesté. Cuando traté de hacer el esfuerzo vi las estrellas. Resoplé. Al escucharme Lena se pegó a mi lado izquierdo para ayudarme—. No, no —dije separándome de ella—, ese lado no.
Me rodeó y pasó mi brazo derecho por sus hombros para que me apoyara en ella. Me deleité con su cercanía. Podía olerla y sentía el calor que desprendía su brazo en mi espalda desnuda. Si no fuera porque estaba hecho una mierda me hubiese regodeado de la situación, pero ni mi cuerpo estaba para disfrutarlo ni yo tenía energías para provocarla.
Nos acercamos a la puerta donde ya se empezaba a escuchar de qué manera alguien al otro lado manipulaba el sistema de apertura.
Cuando por fin se abrió la luz de una linterna me dio en el rostro cegándome.
—¿Estáis bien? —preguntó el propietario del foco.
—Sí —contestó Lena por mí—. ¿Dónde está Jake?
—Le dejé vigilando en la tercera planta, aunque ya está de camino. —El tono carente de emoción del desconocido me hizo reconocerle antes de que mis ojos volviesen a ver, era Alex.
—Ayúdame a sujetarle —comentó Lena guiándome para salir de la habitación. Cuando Alex fue a cogerme me aparté de él igual que había hecho momentos antes con Lena—. No, por esté lado.
Sustituyó a Lena. No me gustó el cambio, sin embargo tenía que reconocer que Alex me sujetaba con más firmeza.
Alex era un tipo grande. Teníamos la misma edad, si bien él me secaba un par de centímetros de altura y era bastante más ancho que yo. Era muy bueno en su trabajo, por ese motivo solía llamarlo para las misiones más peligrosas como compañero, así que le conocía bastante bien. Sus ojos duros se posaron en mí.
—No se te ve muy mal para llevar una semana encerrado.
—Gracias —contesté sin más.
—Sí —dijo Lena rebuscando algo dentro de una bolsa que había junto a la puerta—, parece que no le han golpeado. Aun así no sé que le han hecho en el cuerpo porque le cuesta moverse.
—Le habrán electrocutado —dijo Alex junto a mí como si yo no estuviese.
—Entre otras cosas —murmuré intentando no memorar el maltrato que había padecido esos días.
—¿Por qué no te han querido dejar marcas? —me preguntó Alex.
Conocía el porqué, no deseaban que el político Joel Adam estuviera más marcado de lo que ya estaba y menos aún en el rostro, pero era un dato que no les pensaba decir, o no por ahora.
—Toma. Esto es para ti. —Lena me lanzó una camiseta evitando que tuviese que contestar la pregunta de Alex. Sin embargo parecía que había olvidado mi cuerpo inútil, la camiseta chocó contra mi pecho y resbaló hasta el suelo—. Eh... lo siento —murmuró recogiéndola para dármela de forma civilizada. También me entregó unos pantalones y unas botas. Justo en ese momento apareció Jake.
—¡Eh, tío! ¿Cómo estás? —me preguntó con la preocupación reflejada en el rostro.
Jake sustituyó a Alex. En cuanto este estuvo libre comenzó a ayudar a Lena mientras Jake me ayudaba a mí con la ropa. Me encontré mejor una vez vestido.
—Te han dejado hecho una mierda —me dijo Jake. Hice un gesto vago con la cabeza concentrado en la conversación que tenían Lena y Alex. No me gustaba lo cerca que estaban.
—¿Lo conseguiste?
—Sí —dijo ella con una sonrisa. No era la sonrisa que yo conocía, era más tensa—. Los de los brazos no sirven porque se contaminaron con los peones que han usado. Por cierto, uno era Noah y me temo que le he puesto en peligro, el otro creo que era Damian. Mañana quiero que nos pongamos con ello para sacarlos de aquí.
—De acuerdo —dijo Alex.
Noté cómo Jake empezó a tirar de mí para que anduviera. Me quedé en el sitio sin moverme escuchando su conversación y sin perder detalle de lo que hacían.
Lena había sacado un aparato que no reconocí bajo la poca luz de las linternas. ¿Qué se proponían? ¿Iban a poner una bomba? No, no era su estilo. Lo poco que sabía de su grupo era que se dedicaban a realizar pequeños hurtos y robar peones, jamás oí que hubiesen realizado un atentado.
—El de la cara ha funcionado —dijo Lena orgullosas. Alex llevó la linterna al rostro de Lena donde se podía ver claramente la mano de Aron marcada.
—Te ha dado un buen golpe —comentó este sujetándole la barbilla mientras le alzaba el rostro para analizarlo.
La intimidad del gesto me heló. La complicidad entre ellos y cómo conectaban hizo que una sensación de vértigo me invadieran. No debía de ser Alex quien estuviese allí cogiendo el rostro de Lena para examinarlo. Él no era suficientemente bueno para ella. Jake volvió a tirar de mí, mi cuerpo continuó inmóvil. Al tercer tirón lancé una mirada de advertencia a Jake. Pude escuchar como suspiraba desesperado.
—Da igual —seguía declarando Lena ajena a nosotros—, ha merecido la pena.
Con la linterna en la boca, Alex sujetó con cuidado su rostro y le fue despegando una fina capa de plástico. Empezaba a entender qué era lo que tramaban. Analicé el aparato mejor. Sí, era una pequeña impresora laser 3D. Cuando Alex la despegó por completo la colocó en el escáner de la impresora. En seguida se puso a trabajar en silencio. Una mueca cansada se me dibujó en el rostro. Habían sido muy listos y yo había sido un completo estúpido por creer que solo venían a salvarme. El sentimiento de júbilo que sentí minutos antes fue sustituido por desilusión. Iban a duplicar la mano de Aron. Con eso tendrían acceso a prácticamente casi todas sus cosas.
—¿Así que este era vuestro propósito? —pregunté despectivo.
No sé por qué lo hice. Quizá por la escena que había visto momentos antes entre ellos o por creer que Lena había venido a salvarme... ¿por qué? ¿Por amor? Sí, había sido un auténtico imbécil. Probablemente Lena me odiase por lo que sucedió entre nosotros.
—Nos tenemos que ir, tío —insistió Jake. Pero mi pregunta había captado la atención de Lena.
—Ese era el acuerdo —contestó seca—. Nosotros te sacábamos de aquí a cambio de que nos abrieseis las puertas de La Organización.
¿Desde cuándo era tan calculadora? Me desafiaba con la mirada. Apreté los dientes con enfado, aun así no dije nada porque en el fondo... ¿qué podía decir?
Dejó de prestarme atención para coger la replica de la mano que ya estaba completa. Guardaron todo en la mochila y se incorporaron para marcharse. Les comencé a seguir cuando Jake se interpuso frente a mí.
—¿Qué haces, tío?
—Voy a ir con ellos.
—No puedes. El trato que hicimos con Lena era que nos llevaría hasta ti y a cambio nosotros les dejábamos tranquilos para que hicieran lo que quisieran. Nos lo dejó muy claro cuando la pedimos ayuda. —Me miraba rogándome que colaborara—. Lena no está muy receptiva con nosotros. Y siento decir esto, pero contigo el que menos.
Sus palabras dolieron. Sacudí la cabeza de forma tozuda. No pensaba dejarlo estar, quería saber qué se proponían.
—Ha sido vuestro pacto, no el mío. Voy a ir con ellos.
—¡Maldición, Josh, ni siquiera puedes andar solo! —replicó nervioso—. Y no tenemos tiempo, Sussie puede mantener el sistema de cámaras diez minutos luego saltará la alerta de que está siendo manipulado.
—Voy a ir con tu ayuda o sin ella.
—¡Joder! —masculló sin poder controlarlo. Meditó un instante hasta que murmuró—: No sé como un gilipollas como tú es mi amigo. Venga, démonos prisa.
Tomamos el mismo camino que Lena y Alex. No fue difícil dar con ellos, habían ido directos a la oficina de Aron.
—¿Qué hacéis aquí? —preguntó Lena indignada cuando nos vio cruzar la puerta—. Este no era el trato, Jake.
—No ha sido culpa suya —le defendí soltándome de su apoyo y andando con torpeza hasta el escritorio. Al ver cómo me acercaba Alex se incorporó. Estaba grabando la información del ordenador en un disco externo—. Y he venido a por mis cosas —finalicé cogiendo mi móvil y mi reloj para guardarlos en el bolsillo. Luego agarré mi portátil.
Lena se rio de una forma un tanto siniestra.
—Eran tus cosas. Ahora han pasado a ser nuestras —dijo intentando arrebatarme el ordenador. Sin embargo a pesar de que estaba hecho polvo seguía teniendo más fuerza que ella, así que el ordenador no se movió de mis manos—. Suéltalo —ordenó irritada. Se me escapó una sonrisa prepotente.
Quizá era consecuencia de los golpes que había recibido o del agotamiento moral que padecía, pero tuve la sensación de que mi sonrisa la perturbó. Me trajo infinidad de recuerdos, como lo nerviosa que se ponía cuando estaba cerca de mí o lo que llegó a sentir en algún momento hacía mí. Quería pensar que todo aquello no había muerto. Por eso tuve claro una cosa: que no pensaba volver alejarme de ella.
—Si nos lleváis con vosotros.
—¿¡¿Qué?!? —exclamó horrorizada dando un paso atrás. Vale, no iba a ser fácil—. ¡No! Ni en broma. No hay gente del segundo sector en mi equipo.
—¿Y qué vas a hacer? ¿Vas a dejarnos aquí después de ayudarnos? Tanto esfuerzo para nada.
—No es mi problema, ¿lo entiendes? —dijo levantándome un dedo—. Además, Jake y Sussie han pensado en una solución.
Desviamos nuestra atención a Jake que nos observó intimidado. Luego se encogió de hombros mientras levantaba las manos a modo de disculpa.
—Pensé que se nos ocurriría algo entre todo.
—¿De verdad, Jake? No me lo puedo creer —le regañó Lena mientras negaba con la cabeza frustrada—. Se supone que trabajas en una de la mejores organización terrorista, ¿cómo no has pensado en qué hacer después?
—¡Hey, que yo me encargo de entrenar a la gente! Los estrategas son Josh y Maggie.
Lena comenzó a dar vueltas por la habitación mientras retorcía uno de sus guantes. Se me volvió a dibujar una pequeña sonrisa al recordar ese gesto tan suyo.
—Mark nos ayudará —comenté haciendo que Lena parara y Jake me observase con atención. Alex seguía trabajando en el ordenador a un lado sin intervenir en nuestra conversación—. Me debe más de un favor.
—Es una buena idea. Voy a llamarle —dijo esta sin dudar, lo que me hizo pensar que estaba demasiado deseosa de que otra persona se ocupara de nosotros.
Mientras Lena desaparecía a un lado de la habitación para hablar, Alex ya estaba recogiendo sus cosas. Una vez finalizó nos volvió a prestar atención a Jake y a mí. Alex era el tío más frío que había conocido en mi vida. Nunca me molestó, era un buen compañero y trabajaba bien, era lo único que me importaba. Le respetaba y me respetaba, ahí se acababa nuestra relación. Pasó sus ojos grises sin vida sobre nosotros antes de decir:
—Nos quedan cinco minutos. Tenemos que irnos.
Se levantó bajo nuestra atenta mirada y se fue directo a Lena, que la susurró algo en el oido. Ella afirmó con la cabeza y le siguió.
—¿Cómo puede llevar tan bien que se le acerque tanto? A mí se me ponen los pelos de punta cada vez que me mira y ella como si nada. Hasta bromea con él. En serio, le he visto hacerlo.
Contemplé a Jake sobrio.
—No me estás ayudando nada.
—Lo siento, tío —dijo avergonzado al darse cuenta de su comentario—. Vamos.
Antes de ponernos en camino mis ojos se pararon en el cuadro de la estantería. No había tiempo para abrir la caja fuerte, porque aunque tuviésemos la mano de Aron, nos faltaría el código que solamente él conocía. Tendría que buscar otra forma de conseguir unos perfiles seguros para Sussie y Jake, y no iba a ser nada fácil.
Con ayuda de Jake conseguí salir a tiempo. Alex y Lena no nos esperaron —como iban a tener ese detalle—, dimos con ellos pasados un par de callejones más junto a una furgoneta de donde salió Sussie corriendo. Fue directa a engancharse a mi cuello, por suerte, Jake consiguió frenarla antes explicándola que mi cuerpo no estaba para abrazos impulsivos. Así que me rodeó con suavidad con los ojos llenos de lágrimas. Yo también me alegraba de verla. Estaba enfadado por meterse en aquel lío, pero me alegraba mucho de verla.
—Me debes una buena explicación —la regañé de forma leve cuando se soltó y consiguió serenar su llanto.
—De nada, hermanito.
Me reí y la revolví el pelo. Se estaba quejando cuando apareció Lena que continuaba al teléfono.
—Quiere que le cuentes qué está pasando. Cogí el teléfono y me fui a un lado.
—¿Mark?
—¡Hey! ¿Qué narices ha pasado? ¿Estás bien?—le escuché preocupado.
—Sí, no te preocupes. Aron encontró información de la huida de Lena que me comprometía y piensa que estoy colaborando con su grupo. Me ha acusado de traición. Ya sabes que no le hace mucha gracia que ayudemos a escapar a futuros líderes de otros grupos —bromeé con la intención de romper la tensión.
Mark se rio con ganas al otro lado. Yo le había ayudado a escapar de La Organización con su novia Elisa. Luego ellos crearon un nuevo grupo que luchaba contra el Gobierno. Era un grupo muy pequeño, aunque había conseguido sus avances. Algo similar había pasado con Lena. De ahí que mi broma le hiciera tanta gracia.
—En menudo lío te has metido —dijo por fin calmándose—. Aquí siempre tendrás sitio, ya lo sabes —finalizó con sinceridad.
—Lo sé. —Lo sabía—. Ese no es el problema. Jake y Sussie se han visto implicados en el rescate. —Suspiré cansado porque justamente había sucedido lo que siempre había estado intentando evitar, que la gente que quería se viese en la misma situación que yo, perseguidos por todo el mundo—. También se tienen que ocultar.
—Sí, me lo ha contado Lena. No hay problema, lo único es que tendréis que dormir un poco más apretaditos. Esto no es el Sector 2. —Mark vivía en el Sector 3 y las casas eran bastante más pequeñas. Mis ojos se fueron a Lena que, como me había dicho Jake unos minutos antes, bromeaba con Alex aunque este no se reía.
—¿Dónde vive Lena? —pregunté mientras mi cabeza empezaba a dar forma a una idea.
—¿Por qué?
—Curiosidad.
—Ya... —dijo sin creérselo—. En el Sector 4.
—Dile que solo puedes encargarte de dos personas.
Hubo un silencio al otro lado de linea.
—Sé lo que estás pensado y no sé si es buena idea. He cogido cariño a la chica estos meses, estuvo muy jodida cuando vino y me temo que tú tuviste algo que ver.
—Hazme este favor. —Me callé un segundo hasta que dije—: Por favor.
—¡¡Uuuy!! Si no lo oigo no lo creo. Cerebrito pidiendo por favor algo —dijo entre risas.
—No me llames así —gruñí de mal humor. Sus risas aumentaron.
Mark fue el encargado de introducirme en La OLIC. Tenía cuatro años más que yo y llevaba seis con el grupo. Cuando se enteró de quién era no paró de tomarme el pelo poniéndome estúpidos motes como Cerebrito, Donlistillo, Empollón, Cuatrojos (aunque nunca había llevado gafas) y todo lo que se le ocurría por mis notas y estudios a pesar de que en esos momento yo era una bomba de relojería. Al principio le odié y en más de una ocasión le reté a pelearnos. Entonces me llevaba a la sala de armas, me ponía una pistola en una mano y un par de cargadores en la otra y me decía: «Quema tu rabia». Y se quedaba conmigo hasta que se me pasaba la furia interior. Con él aprendí a disparar.
—Está bien. Déjame a mí, sé cómo convencerla.
—Gracias, tío —contesté contento. Tenía la sensación de que al final todo iba a salir bien. Miré de nuevo a Lena que ahora estaba concentrada en algo que le explicaba Alex y luego observé a Sussie y a Jake—. De verdad, muchas gracias.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top