Epílogo
Seis meses después...
"Número oculto" leí en la pantalla. Era la quinta vez que me llamaba un número oculto en el mismo día. Dejé los papeles que estaba estudiando en la mesa. Eran varios informes de los planes que tenía el Gobierno para los sectores una vez hicieran la limpieza. Era la documentación que había en la cámara de fotos que escondí después del trabajo que había hecho que me encerrasen. No había podido ir a recuperarla hasta pasados varios meses de mi huida. Cuando fui a buscarla estaba convencida que me encontraría el escondite vacío. Pero no había sido así, ahí seguía la pequeña cámara. Al principio me asusté pensando que se trataba de una trampa, una vez comprendí que no era así decidí no reflexionar mucho por el motivo de que todavía estuviese ahí. Me daba lo mismo. Había conseguido superar todo lo que había sucedido en el Sector 2 y, sobre todo, lo que había sucedido con Josh.
Después del primer mes, donde apenas conseguía dar unos pasos sin derrumbarme a llorar, había conseguido ir hacia delante. Era posible que no hubiese tomado el mejor camino, o por lo menos eso era lo que me decía la gente que tenía alrededor, pero había conseguido mantenerme entera y desprenderme del sentimiento de autocompasión.
Cogí el móvil y lo miré con el ceño fruncido. Rechacé la llamada. No me gustaba que no viniese el número. No era bueno.
Durante aquellos cinco meses había aprendido a ser cautelosa, mucho más de lo que por mi educación de ladrona ya lo era. Pero era necesario desde que había decidido luchar contra quienes querían destruir aquello a lo que pertenecía. Aunque lo cierto es que yo lo hacía por simple venganza, era lo único que apaciguaba el dolor que me quemaba por dentro y me hacía despertarme todas las noches entre sudores. Mi objetivo era Aron. Destruirle, era lo que me mantenía entera y con él todo el resto de La Organización. Deseaba que no quedase nada de ello en pie. Mark y su novia, Elisa, al principio habían tratado de hacerme entrar en razón. Que dejase tranquila a La Organización y me enfocase en el Gobierno, como hacían ellos. Pero al final acabaron desistiendo, además les interesaba tenerme de aliada.
Ellos nos escondieron a Tony y a mí cuando huimos. Nos dieron cobijo y alimentos hasta que conseguí sobreponerme y hacer frente a la situación. Al igual que yo, les buscaba el Gobierno y La Organización. Al parecer, Mark había sido uno de los cabecillas de La Organización del mismo rango que Josh, pero en un momento dado sus ideas chocaron con las de Aron y se había visto obligado a dejarla. Ahora intentaba buscar una solución a toda la situación actual de La Ciudad. A diferencia de La Organización, Mark y Elisa opinaban que tenían que estar unidos todos los sectores, incluyendo al cuatro y al cinco. Por eso no me importaba compartir con ellos la información que obtenía, o parte de ella, además, era recíproco.
Una vez me hube recuperado de lo sucedido en el Sector 2 había comenzado a recopilar información. Me volví a instalar en el Sector 4 y cree mi propio grupo. Los meses de entrenamiento con La Organización y toda la información que había obtenido, fue de gran ayuda. En poco más de tres meses el grupo que había formado era más fuerte y grande que el de Mark y Elisa. Y mucho más eficaz. Todo el mundo se había centrado en excluir a la gente de los sectores cuatro y cinco, convencidos de que su pobreza no les permitía estar a la altura de la gente de los sectores superiores. Habían sido estúpidos. Ahí era donde residía la fuerza, personas motivadas y con ganas de luchar por cambiar lo que tenían. Yo había decidido saltarme ese detalle, conocía mi sector y sabía las posibilidades que existían en él. El Sector 5, de momento, era demasiado peligroso, aunque era algo que tenía en mente.
Lo más complicado al crear el grupo en el Sector 4 había sido lidiar con las bandas y las carencias tecnológicas. Pero ambas cosas las había conseguido paliar gracias a la información que había obtenido en La Organización.
Las bandas se pusieron de mi lado en cuando se las informó de que estaban siendo controladas y manipuladas, tanto por La Organización como por el Gobiernos. No les sentó muy bien, y estuvieron apunto de matar a los peones que tenían infiltrados, pero había sabido jugar bien mis cartas y en lugar de que los mataran conseguí convencer a los jefes para que les dejaran unirse a mi grupo si a cambio les manteníamos informados sobre los sectores superiores. Así habíamos llegado a un acuerdo con las bandas. Los peones que habían trabajado para las bandas no tuvieron ningún reparo en formar parte de nuestro equipo en cuanto conocieron la verdad. Tanto las bandas como los peones tenían un mismo foco de rencor, La Organización, y eso los hacía que fueran unos aliados fuertes y de confianza.
Con los peones que habían conseguido ascender de sector y formar parte del Sector 3 —aquellos de los que recordaba su identidad— fue más complicado que se uniesen. Muchos de ellos desconocían su situación y, al igual que me pasó a mí, no les gustó el hecho de haber sido manipulados. Sin embargo, no por ello dejaron de trabajar para La Organización, ya que con ésta conseguían un sueldo decente a pesar de los riesgos que suponía trabajar para ella. Aun así sabía que se habían producido conflictos internos y, curiosamente, los atentados de La OLIC se habían reducido.
En el tema tecnológico había estado explicando a Helio todo lo que había aprendido sobre ese campo con La Organización. A día de hoy seguíamos reuniéndonos para matizar y confirmar la información que encontraba Helio con la que había aprendido en La OLIC. En alguna incursión que habíamos hecho al Sector 2 habíamos podido robar algunos de los aparatos que acabaron en manos de Helio para su estudio. No había conseguido hacerme con ninguno de los lectores de chip de Eliot, pero le había explicado a Helio su funcionamiento. La mente rápida de Helio enseguida comprendió el trabajo de Eliot y se había puesto manos a la obra para intentar igualarlo. Y aunque todavía no lo había conseguido, estaba convencida que era cuestión de tiempo que diera con la solución y tuviésemos un lector que nos diese la misma libertad. El Sector 4 estaba carente de recursos pero no de genios y Helio, al igual que Eliot y Sussie, era uno de ellos, quizá menos preparado, pero en el momento que se le daba las herramientas que necesitaba era tan bueno como ellos.
Había conseguido hacer mucho daño a La Organización. Lo sabía. Pero no había logrado acercarme lo suficiente. Sólo había removido las aguas de las zonas Norte y Este de La Ciudad. Pero aun así mi nombre era conocido en toda La Ciudad. Bueno... no mi nombre verdadero, porque Lena había muerto seis meses atrás. Sólo me llamaban así la gente cercana o los que me habían conocido antes del cambio. Ahora todo el mundo me conocía por Hannah. Sí, había mantenido el nombre del perfil que me había dado Josh. ¿Romántico? No, simplemente había sido más seguro al principio y una vez que el grupo empezó a crecer ya fue imposible cambiarlo.
Por supuesto que Josh seguía en mi cabeza y, aunque nunca lo reconociera ni en público ni a mí misma, en mi corazón. Como decía Elisa el primer amor nunca se olvida. Nunca había hablado con ella sobre el tema, Josh era tabú, por lo menos dentro de mi vocabulario. Tony, Mark y Elisa, que eran los únicos de mi entorno que habían tenido contacto más personal con él, sí que lo nombraban. Cuando salía el tema sencillamente no participaba o me marchaba. Para Tony era bueno hablar de ello aunque a mí me hiciera daño. El muchacho había vuelto hablar y no iba dejar que nada le hiciera volver a su mutismo, bastante tenía con que fuera a la única que no hablaba. Daba igual que hubiesen pasado seis meses, cuando al chico se le metía algo en la cabeza no había forma de sacárselo. Para Tony, yo era la responsable de haberle alejado de las personas que quería, al fin y al cabo, para él yo era la que había disparado a Josh, motivo por el cual nos habíamos tenido que ir. Había intentado explicarle la situación, pero cuando no te quieren escuchar es difícil.
A veces me daba el lujo de pensar en aquellas personas que había dejado atrás. A pesar de todo lo que había pasado, les echaba de menos y pensaba más de lo que debía en ellos. Incluso en ocasiones había pensado en Sussie y había hecho memoria recordando nuestra complicidad antes de que descubriera mi relación con Josh. Entonces me ponía triste y me volvía el sentimiento de soledad que a veces me embargaba. En Josh intentaba no pensar durante el día, porque ya tenía las noches que me recordaban lo que había perdido y lo que nunca tendría.
Volvió a sonar el móvil. "Número oculto". Volví a fruncir el ceño y me quedé observando la pantalla mientras movía de forma nerviosa el boli que tenía en la mano. No era buena idea cogerlo, pero también podía ser uno de mis informadores, aunque no era el modus operandi que habíamos establecido. Cogí el móvil entre mis manos y lo balanceé de forma pensativa. También podía cogerlo y si veía que era sospechoso cortar la llamada antes de que me localizaran. Pulsé el botón de descolgar y me mantuve a la espera.
—¿Lena? —La voz aguda de Sussie hizo que los ojos se me abrieran y el corazón se me disparara—. No cuelgues, por favor. Te prometo que no estoy localizando la llamada.
Seguía en estado de shock mientras una parte de mí, la parte sensata, me decía que colgara el teléfono y otra, menos sensata y mucho más emotiva, me mantenía ahí con el teléfono pegado a la oreja. Conseguí carraspear para que mi voz saliese.
—Tu palabra no vale una mierda —dije con tono áspero. Fui consciente del desconcierto de Sussie al otro lado de la linea. Sussie había conocido a Lena pero yo... ya no era esa persona.
—Lo... Lo siento, Lena —tartamudeó cohibida y, por como se le quebró la voz al final de mi nombre, apunto de echarse a llorar—. Siento mucho lo que hice.
—Voy a colgar —dije seca.
—¡Espera! —dijo alarmada y con el tono de voz mucho más firme–. De verdad, Lena, siento mucho lo que pasó. Lo hice por mi hermano. Pensaba... Pensaba que lo estaba protegiendo, pero me equivoqué. Perdóname, por favor.
—Disculpas aceptadas. Ahora, voy a colgar —dije intentado contener mis emociones a raya. Esos meses lo había conseguido. Me había costado, pero había conseguido controlarlas. En cambio, escuchar la voz de Sussie estaba rompiendo mi control.
—Necesito tu ayuda, Lena —contestó rompiendo a llorar sin intentar contenerse—. Joshua está en peligro... Por favor, Lena, ayúdale.
Cuando escuché el nombre de Josh sentí una presión asfixiante en el pecho. Había tratado de odiarle y, en parte, lo hacía por nuestra última conversación. Pero con el tiempo, y después de muchas noches en vela meditándolo, había llegado a la conclusión de que había algo oculto en sus palabras y que, en el fondo, existía esa explicación que no le había dejado darme. Aun así sus palabras habían dolido y había algo de lo que no dudaba, Josh lucharía por su familia aunque fuera contra mí. Y para él La Organización era su familia.
—Ese... Ese... No es mi problema —conseguí decir a duras penas. Tenía que controlarme. El llanto de Sussie se profundizó. Cerré los ojos y apreté los labios con fuerza para contener las lágrimas. Ellos ahora eran mi enemigo y yo el suyo. Debía tener la mente fría.
—Sé que le querías y él te quería a ti. Tienes que ayudarle.
Sentí resbalar una lágrima por mi mejilla.
—No —murmuré intentando que sonase firme mi voz—. Voy a colgar.
Sin dejar que contestase colgué el aparato y lo dejé en la mesa. Me tapé la cara con las manos y me permití un sollozo. Sólo uno para suavizar la presión del pecho, sólo uno para llorar por las personas que había querido y me habían traicionado. Respiré un par de veces profundamente y miré el teléfono temerosa. Pero no volvió a sonar. Tendría que cambiar de número. Sin poder contenerme, y saltándome una de mis normas más importantes, mis ojos fueron a parar a la imagen que teníamos de Josh en el esquema de la pared de La Organización. La angustia volvió. ¿Estaría de verdad en peligro? Sussie ya me había traicionado y sería capaz de volverlo a hacer si lo veía necesario para salvar a su familia. Aunque también sería capaz de ponerse en peligro si su hermano estaba en peligro y eso... era lo que acababa de hacer.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por unos golpes en la puerta.
—¿Se puede? —preguntó una voz conocida al otro lado.
—Sí —dije aclarándome la garganta y eliminando cualquier resto de lágrimas. Cuando miré a la puerta mis ojos se cruzaron con esa mirada gris que durante aquellos meses se había vuelto tan familiar. Le dediqué una sonrisa a modo de saludo.
—Lo tenemos —dijo Alex de forma impasible. Le miré confundida—. Tenemos localizado al jodido Brandon Wars —continuó formándose en su boca ese gesto que después de tanto tiempo juntos ya había confirmado que era su sonrisa.
—¿A Brandon Wars? —dije sin dar crédito a lo que estaba escuchando.
—Sí, ha dado con él Bobby. Se encuentra en una de la instalaciones del Gobierno en el Sector 2 —dijo Alex sacando un paquete de chicles del bolsillo.
—Eso tengo que verlo —dije dando un salto de la silla y con una sonrisa enorme en la cara—. El maldito Brandon Wars —repetí entre risas. Desde que Sussie me había hablado de él no había conseguido quitármelo de la cabeza y en cuanto había formado el grupo había sido uno de mis objetivos principales. Alex se apoyó en el marco de la puerta mirándome mientras masticaba su chicle. Ocupaba todo el agujero de la puerta y tenía una mirada vacía y sin vida que en otro tiempo me había asustado. Ahora Alex era mi mano derecha, era la única persona en la que confiaba y la primera persona que entró a formar parte de mi equipo. Para mí él era tan fundador de aquello como yo, pero él se negaba a admitirlo y prefería dejarme a mí al mando excusándose en su exento don de gentes. También era de las pocas personas que sabían algo de mi pasado, pero Alex siempre me había respetado y nunca había hecho ningún comentario al respecto. Por eso confiaba en él, por eso y porque me había sacado de más de un apuro. No compartíamos métodos, pero éramos buenos trabajando juntos.
Recogí todas mis cosas y me encaminé a la puerta. Cuando estuve junto a él se incorporó para dejarme pasar. Antes de ponerme de camino a la sala de informática me volví a girar hacia él.
—Si puedes, dale esto a Helio —dije poniéndole el teléfono en las manos—. A ver si puede obtener el último teléfono que ha llamado. —Alex bajó de forma pausada la mirada al móvil para después volverla a fijar en mis ojos.
—¿Algo personal? —preguntó sin dejar de masticar. La pregunta me sorprendió y sentí que el pulso se me aceleraba.
—No —dije cogiendo todos esos sentimientos que querían volver a salir y encerrándolos con llave. Dibujé la sonrisa que me había acompañado los últimos meses y Lena desapareció para dar paso a Hannah—. Es una posible puerta para entrar en La Organización.
Alex asintió con un ligero gesto de cabeza y se giró para marcharse. Yo hice lo mismo y me dirigí a la sala de informática. El show debía de continuar. Ese día habíamos hecho un gran avance, teníamos a Brandon Wars y una forma de entrar en La Organización. Me obligué a sonreír por nuestro éxito, pero no sentí ni un atisbo de felicidad en mi interior.
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