Capítulo 34: Cambios

"Tiene mala pinta" pensé tocándome con cuidado el golpe del ojo que se estaba empezando a hinchar. Realmente el golpe me preocupaba menos que el corte de la ceja, había parado de sangrar, pero no iba a tener forma de disimularlo. Cogí la toalla que había humedecido y me presioné con cuidado el golpe con la esperanza de que no se pusiera muy morado. Suspiré resignada.

Todo había sido por una estúpida sonrisa. Cuando finalizó el entrenamiento, Josh y Tania se pasaron para hablar con Jake. Sólo había cruzado una mirada rápida con Josh, pero no pude evitar la sonrisa que se dibujó en mi rostro. No habría sido tan malo si él no hubiese respondido a mi sonrisa, pero lo hizo. Eso fue suficiente para que Tania comprendiese que pasaba algo y en lugar de acompañar a los muchachos en su reunión decidió seguirme a mi cuarto. Nada más entrar me había acorralado para que le contase qué estaba pasando. En un ataque de frustración por mis continuas evasiones a sus preguntas me lanzó una patada a la cara cortándome en la ceja con una de las hebillas que decoraba sus sandalias.

Debía de estar más atenta con Tania. Si bien, Josh y yo no habíamos puesto nombre a nuestra relación, lo que sí tenía claro era que a Josh no le interesaba contarlo a los cuatro vientos. No me molestaba, lo entendía. Era muy probable que Maggie y Eliot lo aceptasen sin decir nada, eran tan correctos que nunca harían nada que pudiese molestar a Josh aunque estuvieran en desacuerdo. El problema eran las personas como Tania y Gregory, ellos sí que podían acarrear problemas serios. Por otro lado yo tampoco me veía preparada para poner nombre a nuestra relación. Prefería limitarme a disfrutarla sin pensar mucho a dónde nos llevaría.

Habían pasado unos días después de mi cena con Josh y nuestra relación había cambiado por completo. Ya no discutíamos, claro que tampoco hablábamos tanto. Desde que Sussie había despertado Josh prácticamente no aparecía por la casa, así que mis encuentros con él habían sido algo esporádicos y muy intensos. Exactamente tres, y en todos nuestros cuerpos acabaron pegados como si fuéramos un par de imanes. Era como si no pudiésemos estar separados, en cuanto nuestra distancia se reducía a medio metro nuestros cuerpos se enlazaban. Aun así nunca habíamos llegado a nada más que besos y caricias. Pero era debido a que siempre se habían dado cuando había gente en la casa. Era consciente de que si no fuese por ese detalle nuestra relación habría dado un paso más.

Por las noches le oía llegar y cómo se quedaba un rato vagando por la casa antes de marcharse a su cuarto. Sabía que lo hacía con la esperanza de que saliese a recibirle. Y tenía que refrenarme para no hacerlo, porque lo deseaba. Cada vez que Josh me besaba y abrazaba perdía por completo el uso de la razón sumergiéndome en él y sin poder contener la avalancha de sentimientos que me surgían. Esos sentimientos me asustaban, pero no eran lo único que me frenaban en mi cuarto. Josh me había pedido que confiara en él y quería hacerlo. Es más, cuando estaba con él me sentía segura. Nunca me había sentido así y me daba miedo que no fuese real, que en cualquier momento pudiese desaparecer esa sensación. Por eso no me atrevía a seguir más adelante, porque sabía que en el momento que diese más estaría totalmente a merced de él.

—¿Así que te chocaste con la puerta? —me preguntó Jake mientras analizaba mi rostro. Había conseguido esquivarle durante todo el día para que no lo viese, hasta que Maggie me había traicionado y mientras me dejaba leyendo un artículo de por qué se formó El Consejo le llamó para comunicarle mi golpe. Me aferré a la mentira que les había dicho a Maggie y Eliot, lo último que necesitaba era que supiesen que Tania me había atacado y tuviese más problemas con ella. Desde hacía tiempo Tania había dejado de disimular lo mucho que me detestaba, pero sólo lo hacía cuando estábamos a solas.

—Sí —dije de forma inocente.

—Creo que no es necesario darle puntos.

—¿Sabes algo de Sussie? —pregunté cambiando de tema para que se olvidase del golpe.

—Ha mejorado mucho —dijo con una sonrisa—. El viernes por la noche iremos a buscarla.

—¡Es dentro de cuatro días! —Josh no me había dicho nada. Me sentí dolida, quería dejarme fuera. ¿Cómo podía dejarme fuera? Le había repetido en más de una ocasión que quería participar en el rescate.

Me pasé el resto del día pensando distintas formas de convencerle. Por la noche en lugar de irme a dormir con Tony, le arropé y me quedé en el salón a la espera de que Josh llegase. Cuando la puerta de la casa se abrió me levanté de un salto con mi discurso listo. En cuanto sus ojos se cruzaron con los míos mi corazón se aceleró, que estuviese a esas horas allí tenía un significado diferente para Josh. En sus ojos se podía leer la satisfacción que le producían verme. Ante su intensa mirada se me seco la garganta.

—Quiero ir con vosotros —solté después de carraspear. La sorpresa le recorrió el rostro antes de que se le formase una sonrisa juguetona.

—¿Qué ha pasado con lo de bienvenido a casa amorcito? —se burló mientras se acercaba sin apartar sus ojos de mí. Cuando estuvo a mi altura me sujetó por las caderas y me acercó de forma suave a él. En seguida la sensación de bienestar que se estaba volviendo tan habitual se instaló dentro de mí. Pero me negué a que me distrajera.

—El viernes vais a ir a buscar a Sussie, quiero ir con vosotros.

—¿Qué te ha pasado en el ojo? —preguntó preocupado.

—Me choqué contra una puerta.

—¿Te chocaste contra una puerta? —preguntó incrédulo mientras levantaba una ceja.

—Sí, ya sabes que puedo ser muy patosa a veces. Me tropecé y choqué con una puerta. —Me levantó el rostro con una mano para verlo bien.

—Es la mentira más mala que he oído nunca —dijo con el ceño fruncido.

—Me estás intentando distraer —le acusé—. El viernes voy con vosotros.

En el momento se le dibujó una sonrisa traviesa.

—Esto no es intentar distraerte —contestó acercando su rostro más al mío—. Esto es intentar distraerte. —Comenzó a besarme el cuello. Sí, eso me distraía bastante más. Apoyé las manos en su pecho para apartarle, pero me apretó con más fuerza para impedirlo.

—Para —susurré de forma ronca. Se apartó y el deseo que había desaparecido al ver mi herida volvió a su mirada. Me mordí el labio para controlar el impulso de lanzarme a su boca—. Si no me metes en el grupo no pararé de molestarte.

Frunció el ceño y se separó.

—Va a ser peligroso. Está muy vigilada. —Se dirigió a su habitación sin mirar atrás—. Bastante tendré con preocuparme de mi hermana, no quiero preocuparme también de ti. —Eso dolió.

—No voy a ser un estorbo. Toda mi vida me he defendido sola, ¿qué te hace pensar que ahora no puedo? —Le seguí hasta su habitación donde se sentó en la cama para quitarse los zapatos. Suspiró y me miró.

—Creó que te puedes defender sola. Lo has demostrado más de una vez. —Se dirigió al baño y le seguí para que nuestra conversación no terminase ahí.

—Entonces sabes que puedo hacerlo. —Abrió el grifo de la ducha y se quitó la camiseta. Cuando lo vi me dio un vuelco el corazón. No le había vuelto a ver así desde que habíamos estado en mi casa. Se me contrajo el estómago en una sensación muy diferente a la que había tenido momentos antes cuando me había estrechado entre sus brazos. Se quedó en silencio observándome consciente de la reacción que me había producido ver su pecho desnudo.

—¿Te disgusta? —preguntó haciendo que dejase de prestar atención a su pecho lleno de cicatrices. Su gesto de preocupación hizo que aumentara esa sensación en el estómago. Le sonreí tímidamente mientras negaba con la cabeza.

—No —dije volviendo a enfocar mi vista en su pecho. Sin pensarlo extendí la mano y acaricié con cuidado las cicatrices—. Sólo me duele que hayas tenido que pasar por algo tan horrible.

Cogió mi mano y la besó con cuidado. Su rostro se relajó y volvió a sonreírme de forma juguetona mientras me acercaba a él.

—Ya está superado —murmuró junto a mi boca. Aunque yo sabía que no era así. Lo había visto cuando me relató la historia y no dudaba que para él las cicatrices eran un continuó recordatorio de lo que había vivido.

—Te estás desviando del tema —dije de forma tozuda sin olvidar mi propósito.

—¿Qué tema? —preguntó aun sabiendo a que me refería.

—Sussie —murmuré algo más intimidada porque el ambiente del baño se había caldeado por el vapor que salía de la ducha y porque Josh tampoco pensaba ponérmelo fácil. Había vuelto al ataqué besándome el cuello—. ¿Por qué no quieres que vaya? ¿No te fías? —continué esforzándome por ignorar sus besos.

—Sólo digo que prefiero que te quedes aquí —replicó. Se separó un poco para mirarme a los ojos y una ola de nervios me invadió al ver esa sonrisa que le salía cuando tenía algo en mente—. Ahora, ¿quieres ducharte con ropa o sin ropa? —Sin poder evitarlo mis ojos se desplazaron de la ducha a mi vestimenta, llevaba los vaqueros y una camiseta blanca, las botas no solía llevarlas por casa.

—¿Me llevaras? —dije con voz poco firme. No podía ceder a su chantaje aunque era difícil con el gesto divertido de Josh ante mi desconcierto.

—Con ropa —decidió ignorando mi pregunta a la par que me alzaba por la cintura y me arrastraba a la ducha. Se me escapó un grito al sentir el agua caliente sobre mi cuerpo, pero fue acallado por la boca de Josh. Su cuerpo presionó el mío contra la pared de la ducha mientras su mano libre sujetaba mi rostro para besarme. Poco a poco fue bajando hacia la mandíbula. Su mano también bajó acariciando el pecho hasta llegar a la cintura donde se metió bajo mi camiseta. Me acarició la tripa de forma suave haciéndome temblar.

Me olvidé de lo qué estábamos hablando, me olvidé de mis temores, sólo le sentía a él y sus caricias. Susurré su nombre un par de veces que le hizo gemir. En un momento dado me alzó para que le rodeara con mis piernas. Mi camiseta había desapareció sin darme cuenta. Paró entre jadeos y me miró a los ojos.

—Tú decides. Si quieres continuamos, te llevó a la cama, te desnudo y te hago el amor. Si no, paramos y te marchas a la seguridad de tu habitación. —Su mirada me quemaba por el deseo, aunque también reflejaba súplica. Deseaba aquello tanto como yo. Miré la puerta que estaba entreabierta y vi la cama. Me imaginé entre los brazos de Josh y un calor me recorrió. Anhelaba todo aquello. Le miré mientras me mordía el labio y sin decirle nada le besé con pasión. Se rió sobre mis labios y me apartó suavemente.

—¿Sabes que ya no hay marcha atrás?

—Sí —contesté con una sonrisa. Me llevó hasta la cama donde nos tumbamos y nuestros cuerpos se fundieron en uno solo.

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Me desperté con la luz del sol en la cara. Me sentía muy bien. Me giré y mi cuerpo chocó con el de Josh. Se movió medio dormido. Estiró un brazo rodeando mi cadera y me arrastró hacia él. Sentí el calor de su pecho en mi espalda y reviví todo lo de anoche. Había sido increíble. Josh había sido cuidadoso, generoso y no había tenido prisa. Nunca había imaginado que el sexo podía ser tan maravilloso.

—Duérmete —dijo con un susurro ronco junto a mi oído—. Puedo imaginar a tu cabeza dando vueltas a todo lo que ha pasado esta noche y es muy pronto para sentirme evaluado.

—No estoy pensando en eso.

—Ya —dijo con una risa ronca.

—¿Te preocupa la impresión que me hayas dado? —dije entrando en el juego. Se tumbó encima de mí mirándome con una sonrisa perezosa.

—Un poco. ¿Qué tal estuvo? —Me hizo gracia que le preocupase eso. Me reí y me acerqué a su oído.

—Estuvo genial. —Giré la cabeza y le besé los labios.

—Pues si quieres repetimos —dijo con un gruñido mientras me besaba el cuello. Se me escapó una carcajada mientras me dejaba envolver por sus brazos y su calor.

Nunca había sido tan feliz. Había pasado la mejor noche de mi vida y era incapaz de frenar el sentimiento que me llenaba el pecho. Caminé hasta la cama donde dormía Tony. Josh se había marchado hacía media hora y me había prometido que por la noche nos volveríamos a ver. Me moría de ganas de que llegase ya la noche para encontrarme de nuevo con él. ¿Qué había pasado entre nosotros? Hacía una semana no éramos capaces de estar juntos sin discutir y enfadarnos, y ahora éramos incapaces de separarnos. Recordaba todos aquellos temores que había tenido, Josh era la persona que más daño me podía hacer. Pero de alguna forma se habían ido desvaneciendo, ya no sentía ningún temor. Me sentía segura a su lado. Era cierto que todo seguía como antes, todavía seguía con el localizador en mi muñeca y Josh era del Sector 2, pero todo cambiaría. Ya había empezado a notar el cambio. Maggie y Eliot ya me trataban como una más del equipo al igual que Jake. En menos de un mes formaría parte de La Organización, del equipo de Josh. Entonces todo sería más fácil. Como me había explicado Maggie se me asignaría un perfil, al principio del tercer sector hasta que me fuese adaptando a La Organización donde podría ir ascendiendo hasta conseguir un perfil del segundo. Se encargarían de darme alojamiento y todo lo necesario para que, tanto Tony como mi madre, estuviesen cómodos y protegidos. Por fin la sensación de incertidumbre había desaparecido, sentía que mi vida volvía estar encauzada.

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