Capítulo 32: La cena
Un día y medio de los nervios y todavía faltaba toda la tarde antes de la cena. No volví a ver a Josh desde que me dejó en el garaje la mañana anterior y en parte me alegraba, no sabía cómo hacerle frente después de su declaración.
Las dos mañanas pasaron relativamente deprisa gracias a las clases, pero las tardes, después de dar la clase de Tony, mi cabeza se volvía un hervidero de preguntas y suposiciones. Así que ahí estaba frente al escritorio de Sussie haciéndome las mismas preguntas una y otra vez. ¿Qué me preguntaría Josh? ¿Habría dicho en serio que le gustaba? o ¿sólo era otra forma de sacarme información? "No," pensé "cuando me lo dijo era sincero". Me había mirado a los ojos y me había dicho: me gustas mucho. Al recordarlo un hormigueo se formó en mi estómago seguido de una sonrisa tonta que no pude evitar. Agité la cabeza para volver a comportarme como una persona normal, no podía seguir así. Sí, me gustaba Josh y yo le gustaba, pero ¿aquello a qué nos llevaba? A nada. Josh seguía siendo la misma persona inalcanzable por mucho que le gustase. Era absurdo pensar que pudiese suceder algo más que... Volví a agitar la cabeza para eliminar la imagen del día anterior con Josh tan cerca de mí que pude sentir el calor de su cuerpo sobre el mío. Pensar en eso sólo me ponía más nerviosa, no sabía gran cosa de Josh, pero no dudaba que tenía algo más de experiencia con las chicas que yo con los chicos. Sólo tenía que recordar la foto de su ex novia. O a Tania. ¿Tendría algo con Tania? Desde luego el comportamiento de ella daba a entender que sí. "Da igual" pensé intentando borrar el malestar que me invadió de golpe. Aquello sólo iba a ser una cena en la que charlaríamos, nada más.
Los nervios y el malestar de mis suposiciones dejaron huella en mi estado de animo. Así que decidí que lo mejor sería hacer algo que me despejase la mente. Me levanté de la silla y fui directa al armario. Mis ojos se desplazaron de forma inconsciente al vestido que colgaba en la misma posición que cuando lo dejé el día que lo saqué de la bolsa de Tania. Lo ignoré y cogí el primer chándal y una toalla. Correr me desahogaría y me relajaría.
En el gimnasio me encontré con Jake y Tony jugando a la pelota.
—Hola —les saludé acercándome a una de las cintas de correr. Los dos se volvieron hacia mí.
—¡Hey, Lena! ¿Te apuntas? —dijo Jake señalándome el balón.
—No, voy a correr un rato. Os dejo jugando a vosotros. Dale una paliza, Tony —el muchacho afirmó con una sonrisa que me llegó al corazón. Le estaba costando, pero se podía apreciar a lo largo de las semanas una gran mejora en el chico.
—Eso ya se verá —le retó Jake al muchacho.
Les observé un rato más mientras estiraba. Una vez terminé empecé con un troté suave en la cinta. Parte de los entrenamientos con Jake eran ejercicios de resistencia y fuerza. Me concentré en aplicar a mi carrera los consejos que Jake me daba en clase, controlar la respiración y coger el ritmo adecuado.
Cuando alguien ocupó la cinta contigua a la mía aún seguía concentrada en mi respiración. Por el rabillo del ojo reconocí la camiseta roja de Jake, que enseguida cogió un buen ritmo en la cinta.
—¿Qué has hecho... con Tony? —pregunté de forma entrecortada por la carrera.
—Se ha ido a probar el nuevo juego que he traído.
—Vamos, que te has deshecho de él —dije sin poder evitar una sonrisa. Jake se rió sin perder el ritmo del ejercicio.
—Estos días no hemos podido hablar y echaba de menos nuestras conversaciones —dijo poniendo cara de inocente. Me reí aunque sabía que quería hablarme de algo importante—. ¿Estás nerviosa por lo de esta noche?
—Joder... —No me esperaba esa pregunta y al oírla perdí el ritmo de la carrera, provocando que la cinta me expulsara hacia atrás de forma brusca. Faltó poco para caerme de culo. Jake se rió mientras bajaba de un salto. Entre jadeos levanté la vista para mirarle—. ¿Te lo ha contado? —pregunté más asombrado que enfadada.
—Claro, es mi mejor amigo. Además, si no ¿quién va a cuidar del enano? —Tenía bastante lógica. Pero no quitaba lo embarazoso de la circunstancia, aparte de que me preocupaba bastante lo que pensase sobre el tema—. Entonces... ¿estás nerviosa?
—Supongo —contesté de forma evasiva mientras cogía la toalla para secarme la cara y evitar los ojos de Jake.
—Eso es un sí —dijo entre risas—. Te has puesto más roja aún de lo que estabas por la carrera.
—¡Serás idiota! —dije lanzándole la toalla que cogió al vuelo sin dejar de reír.
—Ya me había dado cuenta que os gustabais hace tiempo. Sólo hay que veros juntos. Las chispas que salen entre vosotros son por algo. —Me quedé mirándole sin saber qué decir—. Seguro que todo va bien, así que tranquila —concluyó sonriéndome para calmarme.
—¿Tú crees? —pregunté sin poder evitar fruncir el ceño con preocupación.
—¿Por qué no iba a ir bien? Los dos os gustáis. —Ahora fue él quien frunció el ceño—. Porque Josh te gusta, ¿no? —Abrí los ojos y la boca apurada por la pregunta. Mi desconcierto debió divertir a Jake porque de nuevo estaba doblado de la risa.
—¿Quieres parar de una vez? —le dije enfadada.
—Está bien, está bien. Lo siento —dijo limpiándose las lágrimas que se le saltaron por la risa—. Se te nota a kilómetros que te gusta Josh, así que no necesito que me confirmes nada. —Hice una mueca ante sus palabras y me senté en uno de los bancos.
—¿Tanto se me nota? —dije sin poder contenerme. Apenas me lo había reconocido a mí misma hacía una semana y ahora resultaba que todo el mundo tenía claro que me gustaba Josh.
—Bueno... —dijo pensativo—. Sí, bastante —finalizó sin perder el brillo de diversión tan característico suyo.
Suspiré abatida mientras me cubría la cara con las manos. Aquello era muy embarazoso.
—Hey —dijo Jake sentándose a mi lado y pasando un brazo por mi hombro—. Pero no importa porque a él también le gustas.
—Sí que importa. Lo nuestro no va funcionar, Jake —dije sin saber cómo explicarme. Jake me miró sin entender nada—. Soy del Sector 4.
—Eso a Josh le da lo mismo.
—Ya, pero al resto de la gente no. Josh tiene un cargo alto, ¿crees qué no va tener problemas? ¿Qué no le va condicionar? Ni siquiera tengo claro si es buena idea esta cena.
—No he dicho que vaya a ser fácil —dijo apretándome contra él en un abrazo cariñoso—. Pero lo importante lo tenéis y es que os gustáis. El resto se irá resolviendo. —Me quedé un rato así meditando las palabras de Jake.
—Estás sudado y apestas —dije al final.
—Tú también —dijo entre risas haciéndome reír también.
Me despedí de Jake para prepararme para la cena. La charla con Jake me había dejado algo más tranquila. Si bien, no iba a hacer que el lugar donde nacimos cambiara, sí que me había confirmado que Jake nos apoyaba y eso, de alguna forma, me calmaba.
Después de la ducha estudié el vestido que había dejado encima de la cama. No tenía nada que ver con el vestido que me puse en la fiesta de Gregory, se notaba que este vestido había pertenecido a Tania. Era muy elegante y bonito. La tela brillante hacía que se viese de un negro intenso. Tenía dos finas tiras a los lados que su función era hacer de tirantes, aunque por lo delicadas que parecían me temía que no podían cumplir bien su trabajo. En un lateral del vestido había una abertura de veinte centímetros. La única pega que veía al vestido era su tamaño, parecía diminuto. Cuando me lo puse mis dudas se confirmaron. El vestido me llegaba por encima de las rodillas, pero con la abertura lateral se veía más de la mitad del muslo. La parte superior tampoco se quedaba atrás con un buen escote. Lo bueno, era que Tania y yo no teníamos la misma talla de pecho. Ella tenía más pecho, así que eso permitía que el vestido me cubriese la mayor parte del mío. Aun así una pequeña parte asomaba gracias al sujetador que lo acompañaba que me elevaba el pecho más de lo que deseaba. Después de un rato intentando subirlo desistí por miedo a que la tela sedosa se rasgara. Jamas había llevado algo tan destapado. Me iba a morir de vergüenza yendo con eso por ahí. Revisé el armario de Sussie por segunda vez mientras reprimía una maldición, nada me valía.
Me miré de nuevo en el espejo, en el fondo no me quedaba mal. La comida del Sector 2 había hecho que engordase unos kilos. Además, había cogido cuerpo por el entrenamiento. El problema del vestido es que dejaba muy poco a la imaginación.
Dejé de mirarme en el espejo y me fui al tocador. Me di un poco de brillo de labios y sombra en los ojos como había visto hacer a la chica que me arregló para la fiesta de Gregory. Mi madre nunca se maquilló mucho, tan solo cuando hacíamos algo especial con mi padre, decía que era un gasto innecesario. Luego cuando mi padre murió simplemente dejó de hacerlo. Yo nunca había sentido la necesidad de maquillarme, en mi trabajo no lo necesitaba y no tenía mucho contacto con gente en mi día a día, así que no lo usaba.
Me peiné lo mejor que pude el pelo corto para que no se levantara y me fui a buscar los zapatos. Cuando vi los tacones de diez centímetros de altura mi ceño se fruncido con preocupación. Eran más altos que los que llevé en la fiesta de Gregory. Me los puse resignada sin dejar de maldecir, ¿por qué no podía usar Tania zapatos normales? Una vez puestos me miré en el espejo y un silbido se me escapó de los labios. Parecía que la chica que se reflejaba en el espejo no era yo, se la veía... sexi. Una sonrisa apareció en mis labios. En cuanto intenté dar dos pasos todo el encanto se esfumó para parecer que estaba borracha. Me senté en la cama. No tenía ni idea cómo iba a conseguir llegar al restaurante con esos zapatos sin matarme por el camino.
Practiqué un rato de un lado a otro de la habitación. "Josh se va a morir de vergüenza yendo conmigo" pensé al comprobar con la décima vuelta que no había mejorado nada mi forma de andar. Suspiré frustrada mientras miraba con nostalgia mis botas negras. Fruncí el ceño cuando la idea cruzó por mi cabeza. Bueno, era una solución. Cogí las botas y me las puse. Luego cogí uno de los bolsos de Sussie y guardé los zapatos de tacón en ellos. Era posible que no pudiese andar un gran trayecto con los zapatos de tacón, pero si sólo tenía que andar con ellos del coche a la mesa donde cenaríamos había cierta posibilidad de que lo hiciera con elegancia. Para finalizar mi atuendo busqué de nuevo en el armario de Sussie y cogí una chaqueta negra que me llegaba hasta la cintura. Me quedaba pequeña pero si la dejaba abierta no se notaba. Así no me sentía tan desnuda.
Eché un último vistazo rápido a mi reflejo en el espejo. "No estoy mal" dije satisfecha. Mis ojos volvieron a bajar a mis pies. No era lo más elegante del mundo y desde luego dudaba que fuese el estilo de Josh, pero... tenía que reconocer que a mí me gustaba. Sonreí a mi reflejo antes de salir del cuarto a la par que cruzaba el bolso sobre mi pecho.
Al oír las voces del salón los nervios comenzaron hacer de las suyas. Saqué la cabeza con sigilo para comprobar quién estaba. Josh y Jake hablaban mientras Tony jugaba en el sofá con sus muñecos. Observé con detenimiento a Josh, estaba realmente guapo. Llevaba unos vaqueros gastados y una camisa negra remangada hasta los codos. Una sensación de alivió me recorrió, no iríamos a un sitio muy elegante si llevaba vaqueros. "Unos vaqueros que no le quedan nada mal" pensé sin impedir que mis ojos volvieran a recorrer sus cuerpo. Estaba en esas cuando Tony me vio y salió corriendo para abrazarme. Le cogí en brazos sin tener mucho cuidado con el vestido. Miré hacia donde estaban los chicos. Me sonrojé al notar sus miradas fijas en mí.
—Bueno —dijo Jake—, nosotros nos marchamos.
—¿Os marcháis? —Miré sorprendida a Josh—. Pensaba que nos íbamos nosotros.
—Esta noche Tony se queda a dormir en mi casa. Lo vamos a pasar genial, tengo un montón de videojuegos. —El muchacho tenía una sonrisa enorme en la cara—. Estás muy guapa, Lena. —Me beso en la mejilla y cogió a Tony de entre mis brazos.
Cuando desaparecieron tras la puerta el salón quedo en silencio. Me empecé a sentir incómoda con la mirada fija de Josh en mí, así que decidí romper el silencio.
—Pensé que íbamos a salir fuera a cenar. Si lo llego a saber me hubiese puesto otra cosa... como mis vaqueros. —Seguía mirándome sin decir nada—. Lo has hecho aposta —le acusé.
—No quería perderme esas piernas —dijo acercándose con una sonrisa incipiente en los labios—. ¿Qué ha pasado con los tacones?
Bajé la vista a mis pies.
—A mí me gusta —dije observando las botas con detenimiento. Al levantar la vista Josh ya estaba junto a mí.
—Desde luego es diferente —dijo. En mi cabeza apareció la muchacha delicada y bien vestida de la foto. Sí, probablemente mi atuendo no debía ser lo más normal—. ¿Y esto? —preguntó señalando el bolso.
—Los zapatos de tacón. —La risa de Josh me pilló desprevenida, pero apaciguó mis nervios al verme examinada.
—La idea era que te los pusieran en los pies —dijo sin borrar la sonrisa. Se acercó un poco más a mí y dijo—: Estás preciosa y te quedan muy bien las botas.
—Gracias —respondí algo tímida.
—Ven. —Cogió mi mano y me guió hacia la cocina.
Una vez allí abrió una botella y sirvió un líquido de color rojo intenso en dos copas. Me pasó una de las copas mientras se apoyaba en la encimera de la cocina.
—A nuestra salud —dijo levantándola. Realmente no sabía que me pasaba cuando estaba con él, pero era como si mi cerebro dejase de funcionar. Así que en lugar de levantar la copa y beber un pequeño trago de ese líquido que olía a frutas cómo hizo él, me quedé hipnotizada mirándole. En parte era porque mi cabeza no se podía creer que aquello fuera real, que estuviésemos los dos solos como personas normales; sin discutir y con la mirada de Josh en mí llena de deseo—. Si sigues mirándome así no sé si vamos a terminar la cena —dijo de repente sacándome de mi ensimismamiento. Sentí cómo el calor invadía mi rostro. Así que aparté la vista y bebí de la copa sin mucha delicadeza. Al momento noté cómo me abrasaba la garganta. Un ataqué de tos me corto la respiración. Josh que todavía seguía con los ojos muy abiertos por la sorpresa se acercó a mí para darme unos golpes suaves en la espalda.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Sí —contesté de forma ahogada—. Está... un poco fuerte.
Josh se acercó a la pila para llenar un vaso de agua. Mientras tanto, yo aproveché para dejar la copa con el líquido asesino y secarme las lágrimas que se habían escapado por el ataque de tos. Cuando volvió junto a mí me dio la sensación de que contenía la risa. "Bueno," pensé cogiendo el vaso de agua y evitando su mirada, "esto se parece más a nuestros encuentros, yo haciendo el ridículo y él riéndose de mí". Cuando el agua fría calmó mi garganta me sentí con más valor para alzar la mirada.
—Nunca has tomado vino —afirmó dejando de disimular lo divertida que le resultaba la situación. ¿Eso era vino? No es que no supiese qué era el vino, sabía que era un tipo de alcohol que tomaban en fiestas la gente rica.
—Sé lo qué es —dije a modo de defensa—. Una bebida alcohólica que se bebe en el Sector 2. —Me observó de forma atenta sin decir nada—. No sé parece a lo que bebíais en la fiesta de Gregory.
—Eso era champán.
—Ah... —dije afirmando con la cabeza confiando que no sé notase que no tenía ni idea de qué era eso del champán. Josh me siguió analizando sin borrar la estúpida sonrisa. En ese momento recordé la habilidad que tenía para descubrir lo que me pasaba por la cabeza, así que hice un cambió brusco de tema—. Bueno... ¿Y qué vamos a cenar? ¿Vamos a pedir la comida? —pregunté al no ver nada en la mesa.
—Había pensado prepararla —dijo acercándose más a mí. Su gesto hizo que pegara mi cuerpo a la mesa.
—¿Sabes cocinar? —pregunté sorprendida por el descubrimiento y confundida por su cercanía.
—Sí, ¿no te lo había contado Sussie? —Tuve que elevar la cabeza para poder mirarle a los ojos. Mis pulsaciones se aceleraron y mis manos aferraban con fuerza la mesa para intentar controlar los nervios.
—Puede que no siempre la prestara mucha atención —murmuré. Se inclinó hacia mí haciendo que el olor de su colonia me inundara. Era un olor suave y agradable. Cerré los ojos segura de que en cualquier momento iba sentir sus labios cálidos encima de los míos. Pero en lugar de eso, noté su respiración junto a mi oreja.
—Es un tipo de vino espumoso —me susurró.
—¿Qué? —pregunté confundida volviendo a abrir los ojos.
—El champán es un tipo de vino espumoso —repitió esta vez girando su cabeza para mirarme a los ojos. Sus ojos brillaban de diversión. Estiró su brazo y cogió la copa de vino que estaba detrás de mí—. Creo que lo mejor es que esto lo dejemos para otro día —dijo con una sonrisa burlona señalando con la cabeza la copa—. No quiero que luego me acuses de haberme aprovechado de ti porque estabas bebida. Aunque tengo que reconocer que me intriga.
"Idiota" pensé al sentir cómo mis mejillas se encendían por quinta vez en apenas media hora. Le fulminé con la mirada mientras ponía distancia entre nosotros. No sabía cómo me había podido engañar para que tuviéramos esa estúpida cena. Tendría que haberme dado cuenta que sólo quería divertirse a mi costa. En media hora juntos ya había conseguido ponerme en ridículo y que Josh encontrase la excusa perfecta para tomarme el pelo. Estaba deseando que terminase cuanto antes la cena para poder volver a mi vida evitándole. Aquello era un enorme error.
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