Capítulo 20: Pérdidas

Carlos nos dejó en la trastienda de un pequeño comercio de zapatos. Antes de marcharse le dio una bolsa a Josh, se despidió de él con un respetuoso apretón de manos y de nosotros con un adiós seco.

La tienda era una pequeña zapatería, bonita y limpia. Comparado con los sitios de ropa de segunda mano del cuarto sector parecía un sitio lujoso. No estaba nada mal para esperar unas horas hasta que nos confirmasen que podíamos cruzar.

Durante ese tiempo Josh me estuvo explicando de qué manera íbamos a cruzar al otro lado. Con cada frase que salía de su boca me estaba poniendo más nerviosa. Lo que más le preocupaba a él era llegar hasta al muro sin que nos parase ningún dron de vigilancia. Estábamos a pocas calles del muro, pero en el Sector 3 —al igual que en el Sector 2— la vigilancia era algo que cuidaban mucho y más aún cerca del muro, así que eran normales los controles de identificación. Una vez en el muro teníamos un margen de cinco minutos para cruzarlo. Era el tiempo que los compañeros de Josh habían calculado que podían tener desconectada la electricidad que recorría la parte superior de éste. En un principio con el equipo que nos había dejado Carlos no tendríamos problemas para subir por encima de él y cruzarlo.

Conocía el muro, nunca había necesitado saltarlo siempre me había apañado bien con los pases que me instalaba Helio en el chip, y no me hacía mucha gracia tenerlo que hacer ahora. No por los seis metros de pared de hormigón barridos por cámaras de seguridad y alambre de espinas en la cima. Ni siquiera por los dos últimos metros que estaban cubiertos por planchas metálicas por los que corría suficiente electricidad para dejarte inconsciente. Lo que realmente me preocupaba era la forma de cruzar el muro.

—Entonces tenemos siete minutos para cruzar estas dos calles. —Las señalé en el plano que aparecía en su móvil—. Y cinco para saltar el muro.

—Sí.

—¿Y si nos retrasamos en recorrer esa distancia?

—Tendremos que cruzar más rápido el muro —contestó de forma distraída mientras se colocaba un reloj en la muñeca. Fruncí el ceño ante sus palabras—. Déjame tu reloj, quiero sincronizarlos.

—Entonces una vez que tú estés arriba subes a Tony. —Le pasé mi reloj repasando en voz alta todo lo que me había contando unos minutos antes.

—Sí, en cuanto le hayas colocado la cuerda al arnés. ¡Dios! ¿De qué año es este reloj? —bromeó. Me dio la sensación que lo hacía para relajarme, pero estaba tan tensa que no me inmuté ante su comentario. Aunque era cierto que junto al suyo se veía muy usado y anticuado.

—¿Y cómo tienes pensado subirle? Necesitaras las manos para sujetarte —pregunté ignorando sus burlas. Eché un vistazo a todos los aparatos que había sobre la mesa. La mayoría los conocía: un par de intercomunicadores, cuerda de escalada, una pequeña ballesta, dos pares de guantes y varios artilugios más para escalar bastante modernos—. Y luego hay que bajarle ¿Cómo vas a bajarle? —Miré a Tony que jugaba con sus muñecos de trapo sin prestar atención a nuestra conversación. No se había separado de ellos desde que abandonamos a sus abuelos en el Sector 5, ni siquiera me había dejado limpiarlos aunque le insistí una y otra vez que se los iba a devolver. Empecé a jugar de forma nerviosa con una de las botellas de agua que había en la mesa.

—En serio, Lena, no te preocupes. Tony va a ir seguro. Todo va a salir bien. Al otro lado nos esperan y nos ayudaran a bajar. Tú sólo tienes que preocuparte de seguir mis ordenes, ¿vale? —Me pasó el intercomunicador. No dije nada, pero cómo subir y bajar a Tony del muro no era lo único que me intranquilizaba. De forma inconsciente me acaricié el costado y fruncí el ceño preocupada.

Nos colocamos todos los dispositivos y los arneses. Si no hubiese sido por las ropas, que eran las mismas con la que salimos del cuarto sector, hubiéramos parecido unos profesionales perfectamente equipados.

Miré lo que quedaba encima de la mesa: algo de comida, los guantes y un objeto que no conseguía identificar. Le di un buen trago de agua a la botella que tenía en mis manos intentando disolver el nudo de mi estómago. Me encantaba el agua de los sectores superiores, sabía bien.

—¿Qué es esto? —pregunté señalando el objeto fino metálico que no conseguía identificar.

—¿Esto? —Josh cogió el objeto que formaba dos semicírculos unidos por un lado. Se acercó a mí y lo puso en mi muñeca derecha cerrándolo a modo de pulsera.

—Sí —contesté mientras observaba con curiosidad el objeto. Era bonito, parecía delicado. Apretó un pequeño botón casi imperceptible haciendo que se iluminase una lucecita unos segundos a la par que configuraba algo en el móvil. Mi curiosidad aumentó e intenté observar lo que hacía con el teléfono—. ¿Para qué sirve?

—Para tener ubicada una persona u objeto —respondió sonriéndome.

—¿Es un localizador? —pregunté horrorizada.

—Sí.

—¿Qué piensas? ¿Que voy a huir o algo así? —continué enfadada mientras intentaba quitarme esa cosa de la muñeca.

—Vamos a dejarlo en que creo que se te puede pasar por la cabeza. Deja de intentar quitártelo sólo vas a conseguir hacerte daño.

—¿Y por qué no me atas una cadena al cuello? Un maldito localizador no va a evitar que me escape si quiero hacerlo.

—No lo dudo, pero te lo pone un poco más difícil. Además, te recomiendo que no lo intentes, no me importa jugar sucio. —Me dedicó una sonrisa maliciosa.

—¿Así es cómo pretendes que confíe en ti?

—Han sido ordenes de arriba, yo sólo me limito a cumplirlas.

—Y si te dicen qué te tires por un puente, ¿también lo haces? —le pregunté de forma sarcástica, entrecerró los ojos de forma amenazante pero dejó el tema.

El resto del tiempo hasta que hicieron la llamada de confirmación la pasé pensando en las distintas formas de quitarme la pulsera de la muñeca que ya no me parecía tan bonita. En un par de ocasiones Josh me volvió a preguntar algunas cosas sobre los aparatos de escalada y el muro, pero me había cerrado en banda por el enfado contestándole sin prestarle mucha atención.

A las 23:00 los dos relojes empezaron a sonar, era la hora.

—Vamos —dijo Josh dirigiéndose a la puerta. Antes de darle la mano a Tony cogí los guantes que estaban encima de la mesa y los guardé en el bolsillo del pantalón.

Salimos por la parte trasera de la tienda. Era un callejón sin iluminación, sin embargo, la noche estaba despejada permitiéndonos ver nuestro camino. Los edificios de los laterales carecían de ventanas que diesen a la calle, tan sólo algunas puertas traseras de las trastiendas donde estaban los contenedores de basura.

Avanzamos pegados a la pared. Una vez llegamos al final del callejón Josh se dio la vuelta para hablar.

—Éste va a ser el tramo más difícil. —Saqué un poco la cabeza para ver la calle. Era bastante ancha con una carretera de dos carriles. La acera también era ancha y estaba bañada por la luz de las farolas. Lo bueno era que se trataba de una zona residencial y a esas horas estaba poco transitada, aunque en mi rápido vistazo pude ver pasar dos coches—. Es un tramo corto, en cuanto lleguemos a la siguiente calle será más fácil. Voy por delante y te voy diciendo los pasos que debes seguir. —Activó su intercomunicador—. Espera aquí hasta mi orden. —La voz de Josh me llegó duplicada por el auricular. Afirmé con la cabeza para que supiese que lo había entendido.

Salió a la calle que la recorrió rápidamente hasta el primer lugar con sombra que había detrás de un coche aparcado. Le vi cómo repasaba la zona antes de continuar. Miré mi reloj, 23:01. Cuando volví alzar la vista ya no estaba. "Mierda" pensé, ¿dónde se había metido? Revisé de nuevo la zona, pero no conseguí dar con él. Sujeté la mano de Tony con más fuerza. El muchacho estaba pegado a mis piernas expectante a nuestros siguiente paso.

—Bien. —La voz de Josh me sobresaltó—. En cuanto pasé el siguiente vehículo dirigiros al primer coche que hay aparcado y quedaros ahí.

En cuanto terminó la frase un coche apareció por el lado derecho. Cogí a Tony en brazos y recorrí lo más rápido posible la distancia que nos separaba del vehículo. Nos ocultamos a la espera de la siguiente orden.

—¿Ves la furgoneta gris que hay al otro lado de la calle? —Asomé la cabeza con cuidado por encima del capó.

—Sí.

—A dos metros hay un portal poco iluminado. No se le ve bien, pero hay un hombre parado fumando. —Agudicé la vista hasta que advertí el humo del cigarro.

—Le veo.

—Si vais agachados hasta el siguiente portal que tenéis enfrenté no os verá.

No estaba muy lejos, unos diez metros. Cogí la mano de Tony y le expliqué de qué manera debía agacharse antes de dirigirnos a nuestro destino. Estábamos a mitad de camino cuando la voz de Josh nos paró de golpe.

—¡Esconderos! ¡Se dirige un dron hacia vosotros!

Me di la vuelta y lo vi a lo lejos. Sin pensarlo dos veces empujé a Tony debajo del coche que teníamos más cerca. Me arrastré junto a él con la esperanza de que no me hubiese localizado. Nos quedamos muy quietos esperando que el dron pasase de largo. Cuando vi su sombra pararse a la altura del coche una gota de sudor empezó a deslizarse por mi frente. Se me hizo eterno el tiempo que estuvo parado allí, pero no me atreví a moverme para ver la hora. Una vez se marchó escuché un suspiro de alivió por el auricular proveniente de Josh.

—Ha estado cerca —dijo—. Parece que ha detectado vuestro movi...

—¡Hey! ¿Tú qué haces ahí? —Escuché la voz grave de un desconocido a través del auricular seguido del sonido de una puerta cerrándose con fuerza. Lo siguiente que oí fue un golpe seco seguida por una maldición de Josh. Tras eso un silencio que fue roto por una voz metálica que hizo que se me revolviera el estómago.

—Esto es un control de identificación. —Apreté los dientes para reprimir la desesperación que se me estaba formando por dentro, habían parado a Josh—. Por favor, identifíquese. —Tras otra pausa que me pareció una eternidad la máquina volvió a insistir–. Por favor, identifíquese. Si no se identifica quedará retenido hasta que venga el personal adecuado para ocuparse de su detención. —Sabía lo que venía después de ese aviso, una descarga eléctrica que te dejaba paralizado el tiempo suficiente para que llegase la policía. Daba igual lo que hiciese Josh, porque si se dejaba identificar también le pasaría lo mismo por ser una persona buscada por el Gobierno. Habíamos perdido a Josh.

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