Capítulo 14: Promesas

—No te separes de mí, ¿vale? —El muchacho afirmó con la cabeza agarrándome con fuerza la mano. Para Tony salir a la calle era algo muy estresante, noté como le sudaba su pequeña mano en la mía.

Había pasado un día desde que Jake se marchó. Durante ese tiempo pude poner en orden mis ideas, más o menos... Ese día de descanso me permitió recuperar algo de fuerzas. Todavía tenía dolorido el cuerpo, pero dormir y comer bien le había dado energía. Otra cosa era mi ánimo, me sentía abatida.

Seguía sin saber por dónde empezar a buscar a mi familia. Después de mi conversación con Ben rechacé la idea de seguir preguntándole. Era peligroso. Lo único que tenía claro era que debía de actualizar nuestros chips de identificación para poder andar tranquila por la calle. Y para eso teníamos que visitar a Helio. Era la persona que siempre se encargaba de hacerme las autorizaciones y meterse en la base de datos del Gobierno cuando lo necesitaba. Era mi Sussie particular, mi genio del Sector 4.

En cuanto me vio abrió muchos los ojos.

—Vaya cambio... —silbó mientras me daba un repaso—. No te habría reconocido si no me llegas a decir que eras tú. —Me sonrió con cautela.

—Hola, Helio —contesté con una sonrisa—. Necesitamos que nos eches una mano con nuestros chips. ¿Podrías revisarlos?

—Claro, pasad.

La casa de Helio era muy parecida a la mía con la única diferencia que en la suya no quedaba ni un metro vacío. Toda la vivienda estaba llena de trastos que había ido encontrando. Ordenadores a los que faltaban piezas, drones destripados, algún robot de casa chamuscado... Aparatos rotos que Helio desmontaba para repararlos y después venderlos, o simplemente usarlos. Era un auténtico caos de casa, pero si te gustaba la tecnología podía ser realmente divertida. Me encantaba ir para investigar en lo que estaba trabajando y aprender algo. Helio era de las pocas personas del Sector 4 que había estudiado. No había ido a la Universidad, eso era un lujo que no nos permitíamos en el Sector 4, pero su curiosidad había hecho que aprendiese por su cuenta. Era muy interesante hablar con él.

Nos dirigimos al escritorio que tenía en un rincón del salón junto a un sofá gastado. Helio se sentó enfrente de la pantalla del ordenador y me ofreció una silla a su lado. Me senté acomodando a Tony en mis rodillas que estaba fascinado con la pantalla del ordenador.

—No sabía que tuvieras un hijo. —Nos miró con curiosidad a través de sus gafas de pasta.

—No es mi hijo... —respondí un poco cortada —. Es de unos amigos.

Afirmó con la cabeza haciendo que un par de rizos cobrizos le cayeran sobre los ojos. Los apartó de forma descuidada mientras se giraba para coger el lector de chips. Al igual que su nombre real, nunca había sabido su edad, pero siempre había pensado que era más joven que yo. Podía ser porque la nariz la tenía cubierta por pecas que le daban un aire infantil.

En cuanto pasó el lector por mi muñeca la pantalla se llenó con mis datos. Lo que mejor se veía era el "Se busca" que aparecía en grande. Empecé a leer mi ficha. Toda mi vida estaba ahí. Ya la había leído en varias ocasiones así que me fui directa a lo que me interesaba, mis antecedentes. Una mueca de disgusto se dibujó en mis labios al leerlo. Junto a mis antecedentes por robo y estafa aparecía la palabra "terrorismo". Oficialmente se me consideraba terrorista.

—Sabía que te había pasado algo porque llevabas varios meses sin dar señales, pero no me imaginaba que habías tenido problemas con el Gobierno. Ni que fueras una terrorista... —Me miró de reojo sin despegar los dedos del teclado. Me dio la sensación que le daba un poco de miedo.

—No soy terrorista —gruñí.

—Ya... —comentó volviendo a centrarse en la pantalla. No se lo creía. Genial, ahora todo el mundo pensaba que era una terrorista.

—¿Por qué piensas eso? —Se extrañó ante mi pregunta pasando sus ojos del monitor donde estaban mis datos a mi rostro. Cuando lo repitió varias veces puse los ojos en blanco—. Lo que viene ahí es mentira, ¿vale? Lo ha puesto el Gobierno, no he cometido ningún acto terrorista. —¡Oh, no! Eso había sonado igual que cuando Jake intentaba excusarse.

—Claro —contestó encogiéndose ligeramente—. De todas formas a mí no me importa. El Gobierno me parece un asco.

Le fulminé con la mirada dando por zanjada la conversación. Me molestaba la actitud que estaba teniendo conmigo. Helio siempre me había respetado, pero nunca me había temido.

—¿Qué puedes hacer?

—Bueno... Está complicado. Tu identidad está bien protegida, no quieren que nadie la toque. —Seguía abriendo ventanas y escribiendo a la par que hablaba—. No puedo entrar en ella para modificar nada. Ni siquiera puedo añadirte una autorización para que accedas a sectores superiores. Aunque no habría servido de nada porque no te puedo quitar la alerta de búsqueda. —Se quedó unos segundos en silencio mientras negaba con la cabeza—. Lo siento, Lena, pero no puedo hacer nada. Van a por ti.

Me salió un suspiro de frustración ante sus palabras. Estaba jodida, realmente jodida.

—¿Y la identidad de Brittany? —En seguida se puso a escribir en el teclado.

—Sigue ahí. Pero ahora es imposible que lo vincule al número de registro que tienes en el chip. Te están controlando.

Brittany era la identidad que me había creado para mi trabajo. No lo había vinculado muy a menudo porque siempre dejaba un rastro que podía ser seguido. Pero me había dado facilidades y sobre todo me permitía tener cierta intimidad ante mis clientes.

—A ver que podemos hacer con el chico —dije extendiendo el brazo de Tony. Pasó el lector por su muñeca y no apareció nada. Repitió el proceso varias veces.

—Es como si no tuviera chip... —Los ojos de Helio se abrieron al comprender lo que pasaba—. ¡Es del Sector 5! ¡Joder, Lena! ¿Qué haces con un niño del Sector 5? Como se enteren las bandas estás muerta. No quieren que entren marginados en el sector.

—Nadie se va a enterar de que es del quinto sector si tú no dices nada.

—Ya sabes que no delato a mis clientes.

Su contestación me tranquilizó, le creía. Había trabajado con él durante tres años y sabía que era una persona de fiar.

Salimos de casa de Helio con las manos vacías. Todo estaba siendo un desastre. Mientras caminábamos dirigiéndonos a casa empecé a darme cuenta que no iba a ser capaz de cumplir ninguna de las promesas que había hecho. Ni a Marie con respecto a dejar a Tony en buenas manos, ni a Sussie cuando le dije que le daría el recado a su hermano y ni a mí misma sobre encontrar a mi familia. Ese sentimiento de abatimiento volvió. ¿Qué iba a hacer ahora? Sentía que las circunstancias me sobrepasaban. ¿Cómo había llegado a aquella situación? Lo único que me pedía mi mente era esconderme en mi piso. Refugiarme en su seguridad y olvidarme de mis promesas. No se lo debía a nadie, ninguna persona había hecho nada por mí, ¿por qué iba hacerlo yo ahora? Miré a Tony cómo caminaba a mi lado ajeno a todo lo que me pasaba por la cabeza. "Soy una persona horrible" me tragué las lágrimas que querían salir. Di un apretón a la mano de Tony. En seguida levantó la cabeza y me miró con inocencia. Se me escapó una sonrisa tierna. Confiaba en mí. Ya no sonreía como cuando le conocí y había dejado de hablar, pero cada vez que me miraba con sus enormes ojos podía ver cómo creía en mí. No podía hacerle eso, ni a él ni a mi familia. Seguiría buscando una forma de salir adelante. Además, ya nada podía ir peor.

Cuando giramos hacía mi calle frené en seco. El coche rojo estaba enfrente de mi portal con dos chicos apoyados en el capó. Una oleada de pánico me recorrió el cuerpo. Estaba a punto de ocultarme tras la esquina cuando vi cómo se giraba Ben. Un segundo y nuestras miradas se cruzaron. "¡Mierda!" pensé mientras apretaba los dientes y cogía en brazos a Tony para salir corriendo.

No llegamos muy lejos. Pasadas unas calles un coche se cruzó impidiéndome el paso. A los pocos segundo el coche rojo nos cerró por detrás. Estaba acorralada.

Ben me dedicó una sonrisa torcida que me puso los pelos de punta. Junto a él había otros tres chicos impidiendo que pudiera escapar por ninguno de los laterales.

—¿Sabes? Al principio me colaste que eras un chico. —Se acercó dejando detrás suyo a sus compañeros. En cuanto vi las armas que llevaban en la mano dejé a Tony en el suelo poniéndome delante para cubrirle—. Pero me sorprendió mucho que el vecino se preocupase tanto por la madre del Rapiña, no tenía mucha relación con ellos. Y ahí es cuando reconocí estos ojos. —Me levantó el mentón para verme bien el rostro que se ocultaba bajo la gorra.

—Eras amigo de mi hermano —dije de forma desesperada.

—Aquí no existen los amigos —contestó con malicia—. Sube al coche.

Lo único que se me pasó en esos momentos por la cabeza fue que había subestimado la situación, sí que podía ser peor de lo que era.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top