Capítulo 9B


No podía creer lo que mis ojos vieron, Bella y Allan liándose delante de mi presencia. Parecía que Bella al mirarme estaba arrepentida al verme pero eso no es excusa. Luego, cuando vino el Gran Jefe el corazón se me encogió y parecía que dejó de latir en todo el tiempo que él estuvo allí, no sabía cómo me salvaría de un duro castigo pero lo iba a averiguar aunque se me vaya la vida en ello, no pienso pudrirme en esa maldita celda.

Miraba recelosa los cuchicheos de Allan y Bella, parecía que se llevaban bien o puede que Allan la reduzca para que se fije en él, no lo creo, pues Bella no tiene lo que ellos quieren de mí. Quité la mirada de ellos y suspiré derrotada, pero en realidad no lo estaba.

- Juliet-. Oí decir-. Juliet, habla con nosotros-. Dijo Allan.

- Pudriros en el infierno-. Contesté enfadada.

- Sé que piensas que soy un mujeriego por lo que acabas de ver...-. Le corté.

- No me importas ni lo más mínimo-. Dije rápidamente, antes de que terminara.

- Pues no parecía eso cuando te dije que te quería-. Dijo con una sonrisa pícara.

Arrastré mis cadenas hasta las frías barras de la celda, ese ruido que hacían las cadenas al sonar me recordaba cuando mi padre me llevaba a ver las celdas de su comisaria, quise olvidar ese recuerdo doloroso-. Eres un mal nacido-. Grité mientras me aferraba a las barras de aquella celda.

Ya no dijeron nada más, pues mi cara parecería la de una psicópata, al imaginarme sonreí como tonta y esa sonrisa se tornó en carcajadas.

- ¿De qué te ríes?- Preguntó Allan un tanto confuso.

Hice caso omiso, pues no quería salir discutiendo, sólo quería tranquilidad.

De repente, sentí unos pasos acercándose a mi celda, cuando esa silueta de aquella persona apareció supe quién era, el Gran Jefe.

- Nos vamos de excusión-. Decía mientras abría mi celda y me desataba.

- ¿A dónde me llevas?- Pregunté sin temor.

- Ya te lo he dicho, de excursión-. Contestó y mientras me empujó.

- Erick, no le hagas nada-. Dijo Allan.

- Allan, ¿no te importaba ni lo más mínimo?- Preguntó con una sonrisa en sus diabólicos labios.

- ¿Sabes lo que se llama mentir?- Contraatacó.

El Gran Jefe le sonrió, me cogió de los pelos para hacer que me levantara y me llevó, casi a rastras, a una habitación sin ventanas, parecida a la que estuve la primera vez, salvo que esta, tenía todo tipos de máquinas de tortura.

- Bienvenida a mi sala favorita, después de mi despacho, claro está-. Dijo con esa sonrisa que me irritaba.

- ¿Qué es esto?- Pregunté un poco asustada por las clases de máquinas que tenía enfrente de mí, las conocía porque era lo que utilizaba mi padre para hacer que los presos hablaran.

- Lo debes de saber, querida Juliet-. Contestó con un toque de ironía en querida.

Tragué saliva y me dijo que me sentara en una silla que tenía correas para atar los brazos y las piernas. Cuando ya estaba completamente atada, de pies y manos, se trajo una silla y se sentó delante de mí, sus brazos se encontraban apoyados en el respaldo de la silla.

- Juliet, tu padre te puso ese nombre porque le gustaba la novela de Shakespeare-. Comenzó a decir.

- ¿Por qué sabes eso?- Pregunté impresionada, pues solo sabían eso los amigos de mis padres y los más allegados.

- Porque tu padre trabajó para mí y él me engañó, le dio unos datos que no tenía que ver nadie a la policía, poniendo en riesgo a todas las personas del mundo-. Dijo ante mi atenta mirada de sorpresa.

- ¿Por qué lo hizo?- Pregunté.

- Por salvarte la vida-. Contestó.

- No creía que lo tenían amenazado por mi estado de salud-. Dije decepcionada-. ¿Por eso estoy aquí? ¿Para pagar ese engaño?- Pregunté comenzando a llorar.

- No exactamente-. Respondió.

Lo miré extrañada y él prosiguió con su relato.

- Tú has seguido los pasos de tu padre, trabajaste para la policía y eres muy buena resolviendo casos, eso lo has demostrado, sólo estas aquí para emendar ese engaño-. Finalizó.

- ¿He de pagas un castigo?- Pregunté mientras miraba a mi alrededor.

- Creo que eso ya lo pagó tu padre por ti, ¿no te parece suficiente?- Preguntó.

- ¿Por qué queréis mi dinero?

- Eso pregúntaselo a Allan, es muy avaricioso-. Contestó levantándose de la silla y desatándome.

Antes de salir, me dijo que no le fallara y me volvió a llevar a mi celda para que pensara sobre lo sucedido y si seré capaz de emendar ese error que mi padre cometió. En la celda, miré a Allan y él me miraba a mí, aguantamos un poco la mirada hasta que yo la desvié.

- No te olvides para que viniste aquí, Juliet-. Dijo el Grn Jefe.

Asentí con la cabeza y me puse a pensar en el relato que contó el Gran Jefe y inconscientemente recordé una frase "No todo parece que lo nosotros creemos que es", estaba decidida.

Escrito por Swiftie5sos13

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