Capítulo 7A
El pequeño trabajo consistía en averiguar dónde se había llevado Allan a Juliet. Me sentía como una traidora, pero al menos el Superior me dijo que no sería yo la que fuera a por ella para traerla de vuelta. No quería enfrentarla. Sólo debía averiguar su localización. Me informaron sobre posibles lugares y el coche de Allan. No querían provocar un alboroto, por lo que se ahorraron las cámaras y los helicópteros. Conmigo bastaba.
Me asomé a la ventana de la décima casa que registraba ese día sospechosa de poder ser la que buscaba. Y ahí estaban, charlando.
· Te quiero.- fueron las palabras previas a un beso espectacular, de película.
Me sonrojé, no debía de estar viendo eso. Aquello confirmó mis sospechas: Allan estaba enamorado de Juliet y viceversa. Pero hay que ver los golpes que le dio para escapar en aquella misión, realmente el amor hace sufrir a la gente de formas muy variadas, por lo visto. Me alejé mientras oí a Juliet preocuparse por el hecho de que el ladrón que ayudaba a los pobres se hubiera fijado en ella, él, quien era el objetivo principal del Gobierno porque se metía en asuntos que no le incumbían y los solucionaba de maneras ilegales y crueles. Eso la ponía en una mala posición con respecto a la agencia y la academia secreta, sobre todo con respecto al "Gran Jefe", como decía ella. Sí, realmente tenía muy buenos motivos para preocuparse, en su lugar yo habría estado temblando de miedo y buscando billete de avión para huir del país. Cualquier cosa era mejor que ser entregado a manos del Superior y soportar su ira.
Miré la hora que era. Me quedaba media hora para que se me acabara el tiempo fuera de la agencia secreta. Y mi casa no estaba muy lejos... Si iba corriendo, podría echar un vistazo rápido. Era muy arriesgado y como me descubrieran, la que me caería... Pero de pronto sentí el impulso de ir a ver a mi familia, lo necesitaba, ver esa cara que ponía mi hermano al salir de casa con cuidado de que no le hiciera fotos alguna fan, u oler el aroma de la comida de mi madre recién hecha y escuchar el ruido que hacían las herramientas de mi padre al reparar otro aparato extraño que le traía mi hermano. Me entró mucha nostalgia. Estaba decidida.
Eché a correr lo más rápido que pude hacia mi casa y mirando de vez en cuando el reloj, para asegurarme de que me daba tiempo. Cuando por fin llegué, me escondí y traté de ver si había alguien en el jardín. Nadie. Salí de mi escondite y fui hacia la ventana. No vi a nadie. De pronto, apareció mi hermano ante la ventana y eché a correr, buscando un escondite mientras oía a mi hermano hablarle a mi madre de una chica de uniforme que estaba en el jardín, seguramente alguna fan. Menos mal, no me descubrieron. Pero se me estaba haciendo tarde.
Giré la cabeza. Me pareció ver a alguien. Pero no tenía tiempo para eso, por lo que seguí corriendo. Un coche oscuro de ventanas blindadas paró a mi lado.
· ¿Te llevo?- sonó la voz de la agente Himin.- Tienes pinta de llevar prisas.
· Sí, muchas gracias, necesito regresar en 10 minutos, no sé si lo habría logrado- suspiré aliviada subiendo al coche.
Al regresar, me fui directa a mi habitación. No quería informar al Superior sobre Juliet y Allan todavía. Prefería no decir nada hasta que él mismo me interrogara. Quería darles un poco de tiempo. Un rato más tarde, alguien deslizó una carta por debajo de la puerta. La cogí y abrí la puerta. Nadie. La carta era rosita y olía a niña pija. Me acordé de la rubia con la que me había peleado el día anterior, aunque habían pasado tantas cosas que se me habían hecho siglos. Abrí la carta, pero dentro sólo había una frase: "Qué contento se pondrá el Gran Jefe cuando se entere de que fuiste a ver a tu familia".
Tragué saliva. ¡No! ¡No podía contarle nada! Si se enteraba, yo... yo... No podría soportarlo...
Salí a dar una vuelta por los pasillos y me encontré a la rubia tratando de entrar a su habitación. Al parecer, su compañera de habitación no la dejaba entrar porque la había traicionado. Algo sobre un chico que le gustaba y que se lo robó o algo así. No sabía que también había cosas de esas en la academia de la sección especial. Bueno, la gente era igual en todos sitios, sobre todo los adolescentes. Cuando me vio, me miró con cara de desprecio y una sonrisa maliciosa.
· ¿Así que quieres ir de chivata? ¿Así es como de vas a vengar de mí? Eres una cobarde, no vienes a soltármelo a la cara, actúas a escondidas. Has caído aún más bajo si es que eso es posible, pensaba que ya estabas en el nivel más bajo en que se podía estar- repliqué con una sonrisa burlona.
· No, hay miles de formas de vengarse, contárselo sería la más simple, pero tengo otra cosa en mente- sonrió tratando de contenerse-. ¿Sabes que los aparatos que maneja tu hermano son ilegales?
· ¿Qué? ¿Qué sabes tú de él?- me irrité.
· Que es un chico muy guapo, eso seguro- contestó lamiéndose los labios.
Sentí un escalofrío de pies a cabeza y se me pusieron los pelos de punta. Qué miedo me daba esa tía... ¡Y cómo me ponía de los nervios! Fui hacia ella preparando el puño y ella tomó posición de ataque también, pero en ese mismo instante apareció el Superior por el pasillo y nos quedamos heladas. Rápidamente nos pusimos en una postura firme como los soldados, disimulando lo que había estado a punto de pasar.
· ¿Qué ocurre aquí?- preguntó extrañado, pero al obtener silencio, prosiguió-. Señorita Swan, tu informe sobre el "pequeño trabajo", lo quiero escrito y entregado para antes de la cena. Y tú, señorita rubia, más te vale dejar de molestar a tus compañeras o dormirás en el calabozo a falta de alguien que te quiera en su habitación.
Dicho lo cual se marchó, igual de serio que vino. Yo eché a reír al oír lo que dijo de la rubia. Ella se molestó bastante, y con la furia que le entró abrió la puerta de golpe, pero ya no había nadie bloqueándola y al entrar con impulso se cayó al suelo, dejando por unos instantes la falda al aire, tiempo suficiente para mostrar sus bragas de ositos. No contuve la carcajada que me entró al verla así, y de paso añadí, para molestarla aún más:
· Que sepas que las bragas de ositos están pasadas de moda.
Ella se dio cuenta y enrojeció, bajándose la falda todo lo que pudo.
· Son las únicas que no están a lavar...- protestó, avergonzada.
Pegó un portazo y volví a mi habitación para hacer el informe, quedaba poco para la cena, esperaba que me diera tiempo. Pero tampoco había tanto que escribir. La calle y la casa en la que se encontraban Allan y Juliet. No tenía intención de dar más detalles. El Superior no quedó muy convencido, pero no dijo nada. Tan sólo me dijo que estaría pendiente de mis resultados en la academia. Si conseguía sacar notas aceptables en todas las asignaturas obtendría una recompensa. Era una forma de motivación, ya que era nueva y tampoco quería que odiara la academia. Me pregunté cuál sería la recompensa. Y el hecho de que estuviera pendiente de mis notas me hizo esforzarme, no quería decepcionarle, ya que pobre de aquél al que el Superior le cogiera manía. No quería acabar como Juliet y Jade.
Escrito por FlightOfFantasy
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