Capítulo 5A


Fui al despacho del jefe y justo salía la chica a la que había visto en aquel callejón por primera vez. Había tardado bastante en salir. En realidad, me tocaba antes que ella, para ser exactos, dos horas antes que a ella... Tenía un ojo morado que se tapó cuando me vio. Tuve miedo, probablemente se lo había hecho el Superior... ¿Me ocurriría a mí algo parecido? Entré y la agente Himin me dejó sola, cerrando la puerta desde el otro lado. Se oyó el sonido de una fusta golpeando la palma de su mano varias veces. Tragué saliva. Estaba de espaldas y no sabía qué cara tenía. Se dio la vuelta y me observó con seriedad.
-¿Ves esto?- tras mi asentimiento, continuó-. Esto es lo que te dará la bienvenida la próxima vez que llegues tarde. No vuelvas a darme el tiempo suficiente para ir y agarrarla. ¿Está claro?

-Sí.
-He oído que te has metido en una pelea. ¿Es eso cierto?
-Sí.

-¿Fue la causa por la cual llegaste tan extremadamente tarde?

-No. En realidad, no miré bien la hora, pensaba hacerlo cuando volviera a...

-Silencio.- me interrumpió.- Parece que te tomas las cosas un poco a la ligera, ¿eh? No obedeces mis órdenes y por si fuera poco vas creando problemas desde el primer día. Vas a tener que aprender disciplina.

-No volverá a suceder- dije seria, aunque por dentro me moría del miedo.

El Superior me levantó la barbilla con la punta de la fusta y se quedó unos segundos vacilando entre si debía golpearme o dejarlo ir por esa vez. Al menos eso creí yo que estaba pensando.

-¿No vas a suplicarme pidiendo perdón como hacen todos?

-No creo que eso te haga cambiar de opinión, por lo que no le veo sentido a intentarlo siquiera. Si pensabas perdonarme, lo harás, y si no, nada podrá detenerte- argumenté con un nudo en la garganta tratando de parecer tranquila.

Me miró con cara de sorpresa, enarcando las cejas y esbozando una sonrisa irónica.

-Esta vez te perdonaré, me has sorprendido- decidió bajando la fusta-. Que no vuelva a suceder- añadió volviendo a su cara seria-. Ahora, te diré la razón por la cual te había llamado. Vas a ser la ayudante de una estudiante incompetente a la que se le ha escapado un importante caso de asesinatos y robos. Eso no significa que seas aún una agente ni de lejos, necesitas mucha más preparación, pero quizá aprendas disciplina siendo su ayudante. Tiene el derecho de castigarte ya que sobre ella recae toda la responsabilidad y si haces algo mal ella lo pagará al igual que tú. Su éxito dependerá de que la ayudes o la estorbes- se sentó ante su escritorio y yo me quedé de pie delante de él-. Quiero ver cómo será tu comportamiento en este caso. Dependiendo de los resultados puede que vuelva a mandarte con otros alumnos o puede que te encargue pequeños trabajos personales con los que sólo me tendrás que rendir cuentas a mí. ¿Qué respondes a eso?

-Gracias.

De nuevo, había conseguido sorprenderle. Pero sabía que el agradecimiento era por perdonarme y no por mandarme de misiones exactamente. Se me quedó un rato mirando como si tratara de averiguar por la expresión de mi rostro qué estaba pensando, pero yo me mantenía seria tratando de ocultar mi miedo y la sonrisa que se quería asomar al ver que había hecho que se quedara sin palabras. Dejó la fusta sobre la mesa y con la mirada me indicó que la cogiera.

-Tienes toda la pinta de volver a desobedecerme. La próxima vez que eso suceda, tráela, te hará falta. Guárdamela hasta entonces.

Miedo era poco decir. Estaba aterrorizada. Me hacía entregarme al castigo, prácticamente. Esperaba que esa próxima vez no existiera, no quería tener que entregarle el instrumento de tortura con el que me iba a sentenciar. Me había quedado muy claro que tenía que tomármelo en serio, pero era mi primer día y me estaba presionando demasiado. Al menos que me dejara ir tres veces o durante la primera semana. Sí, podía seguir soñando. Me dijo que saliera de su campo de visión inmediatamente y me di prisa en agarrar el pomo de la puerta para marcharme lo antes posible de aquel lugar aterrador.

-A ver qué haces, que no te tenga que castigar- fue su forma de desearme suerte para que no me la cargara.

Se me escapó una sonrisa antes de salir por la puerta. Le miré de reojo y vi que ya no estaba serio, sino más relajado, mirándome con interés. Estaba curioso por ver qué saldría de mí. La agente Himin vio la fusta que me había colgado del pantalón y enarcó una ceja. Era como un "¿Tú también?".

-Esta vez te has librado, ¿verdad?- adivinó.

-Esta vez. ¿De quién soy ayudante exactamente en la misión del peligroso asesino?

-Ahí tienes a tu primera jefa. No le causes problemas- me señaló acompañándome hasta ella-, Alice. Alice, ésta es Bella, tu ayudante en esta misión. Ella ahora es tu responsabilidad.

Alice hizo una mueca de fastidio. Sabía lo que era responsabilizarse de alguien y no le hacía mucha gracia, pero eran órdenes y no tenía más remedio. No la culpaba, tampoco a mí me hacía gracia que una chica cerca de mi edad estuviera dándome órdenes. Pero si lo hacía bien, demostraría tener disciplina y él dejaría de mandarme de ayudante con agentes irritantes que se creían tan buenos como para darme órdenes.

Escrito por FlightOfFantasy

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