Capítulo 3A

Me hicieron esperar en el coche un rato hasta que le fue comunicada la situación al Superior. Él debía enterarse siempre de todo, cualquier llegada, escapada, rebelión, etc. de los chicos le sería comunicado. Él tomaba las decisiones con respecto al destino de aquéllos que pisaban la agencia. Aunque como observé más adelante, parecía más una escuela, y parte de ella lo era. Se trataba de la sección especial, ahí era donde me llevarían junto a otros adolescentes. Otra cosa que aprendí allí, era que la violencia no estaba prohibida exactamente. Era un mundo diferente y a veces cruel. Ellos lo llamaban justicia, pero no todos estaban de acuerdo con esa idea.

Los castigos también eran duros, había que andarse con cuidado. El Superior debía de ser el más cruel de todos, puesto que era el que decidía los castigos, en muchos casos, penas de muerte por traición. Mientras no juraban lealtad, los que se escapaban aún podían ser perdonados, pero luego lo tenían bastante crudo.

Me di cuenta desde el primer momento que no debía tomarme nada y a nadie a la ligera. Mi vida había comenzado a entrar en juego incluso desde la mañana en la que llegué tarde al instituto y vi cosas que no debía. Debía andarme con cuidado y usar mi inteligencia para no tener problemas, aunque al principio me costó un poco llegar a esa conclusión. De haberlo hecho, me habría evitado problemas innecesarios.

Cuando por fin el Superior se decidió a verme, o mejor dicho, examinarme, me llevaron por un pasillo de paredes rojas en las cuales había cuadros colgados de gente importante del Estado a lo largo de la historia. Una gran puerta de madera se abrió frente a mis ojos dando paso a una sala bastante impresionante. Me quedé inmóvil observando la grandeza de aquella habitación, realmente era lujosa.

- No te quedes ahí quieta, camina- me ordenó la agente.

Me empujaron y perdí el equilibrio, cayendo al suelo de frente. Tenía miedo y vergüenza, no sabía si levantar la mirada y ver al temido superior o no.

- No la tratéis así, es mi invitada- se oyó la voz grave de alguien que parecía joven.

Se agachó y me levantó la barbilla, examinando mi rostro. Me tendió la mano y me ayudó a levantarme. En verdad era joven, y también apuesto, pero algo me inquietaba en su mirada. Yo temblaba, aquélla era demasiada amabilidad, algo había detrás de todo eso.

- ¿Cuál es tu nombre?

Yo me quedé en silencio. La agente me gritó en el oído:

- ¡Te ha hecho una pregunta, contesta!

Yo estaba aún más asustada que antes y no fui capaz de sacar un solo sonido de mi boca.

- Agente Himin, la estás asustando, por favor, dejadnos a solas – ordenó el Superior. Una vez que salieron y cerraron la puerta, continuó, dirigiéndose a mí-. Siéntate- me señaló una silla en frente de su escritorio y él se sentó al otro lado de éste-. Tu nombre.

- Bella. Bella Swan.

- Bonito nombre. Bueno, escúchame con atención, no me gusta repetir las cosas dos veces. Has entrado aquí por mi voluntad y no saldrás más que por mi voluntad. Intenta escaparte y no serás la única que lo pague. Estás advertida, ya viste a los otros, nadie puede esconderse de las autoridades, para nosotros es muy fácil localizaros. Ya lo habrás comprobado, ¿no?

- Sí.

- ¿Sabes por qué estás aquí?- me preguntó mirándome fijamente, con interés.

- ¿Por ver algo que no debí?- probé.

- Eso es la punta del iceberg. Conseguiste escapar varias veces de los agentes, aun cuando había varias decenas tras tu pista y encima ante sus narices. También burlaste la seguridad echándola por tierra literalmente, la cámara quedó inutilizable. Nadie escapa de esa forma a los mejores agentes que tenemos. Por no mencionar que encima ayudaste a otros estudiantes a escapar. Admito que me impresionaste. Por eso decidí que vas a convertirte en agente, en parte porque necesitamos gente como tú y por otro lado porque después de todos los problemas que nos has causado, es lo mínimo que puedes hacer. Desde hoy te someterás a las reglas de aquí. Ahora eres parte de la academia. ¿Te ha quedado todo claro?

- Sí.

- Bien. Normalmente no damos trabajos a principiantes, pero quiero poner a prueba tus capacidades. Tienes un día para arreglar la cámara que has derribado y si no lo consigues, tendrás que pagar por ella.

Dicho eso me entregó la cámara que sacó de un cajón del escritorio y llamó a la agente Himin, diciéndole que me llevara al taller para realizar mi trabajo sin interrupciones. Ella siguió sus órdenes y me mostró mi lugar de trabajo para ese día y las herramientas de las que disponía para arreglar la cámara. No era la primera vez que veía el interior de una cámara. Mi padre era un experto en arreglar cualquier tipo de aparatos. A veces le observaba en su trabajo y aprendí algunas cosas. Mi hermano era fotógrafo pero también un poco torpe, por lo que cámaras era lo que más arreglaba mi padre.

La agente me observaba arreglar la cámara y estaba impresionada. No dejaba de parpadear, atónita viéndome manejar los pequeños cables y placas del interior. El problema de la cámara estaba en que se había perdido la conexión entre la pila y la cámara, se había soltado un cable y una vez puesto en su sitio, la corriente volvería a correr desde la pila a través de la cámara. La volví a montar y listo. Tardé una hora en total.

- Es increíble. Te has librado.- comentó la agente, sonriendo.

- Ahora ya no das miedo- me atreví a decir.

- No lo entiendes. No te odio ni nada, todo lo contrario, temía por ti, y era mejor que te espabilara yo a que te espabilara el Gran Jefe. Has tenido suerte esta vez, le has caído bien. Pero ve con cuidado, no tienes ni idea de lo que es capaz- cambió el tono de voz, tornándolo melancólico.- He visto ya a demasiados caer en sus manos y sufrir un triste destino. Voy a ser dura cuando haga falta, pero no te olvides de que es por tu bien. Y otra cosa, nunca pongas a prueba la paciencia de nadie de por aquí, sobre todo la "suya". Que le hayas caído bien te podría poner quizá en un mayor peligro incluso. No sabría decirte, ya que él es impredecible. Trata de no llamar su atención demasiado si sabes lo que te conviene.

- Entiendo. Gracias.

Ella cogió la cámara y fue a llevársela al Superior. Poco después regresó diciéndome que me había felicitado y que estaba deseando ver cómo progresaba y mandarme pronto otro trabajo para el que contaría conmigo. La agente me mostró mi habitación y se marchó. Realmente todo el edificio era lujoso, ya que si una simple habitación de estudiante era así... Pero no tendría mucho tiempo de disfrutarla.


Escrito por FlightOfFantasy


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