Capítulo 7
No me odien, he tenido mucho trabajo, actividades pendientes, y situaciones personales que no me tenían con mucha inspiración por lo que no pude actualizar antes, además de que aún estaba algo confusa sobre como dirigir la historia hacía donde quiero.
Muchas gracias por sus comentarios, me motivan mucho, no me odien por el capítulo, como siempre es pequeño, pero si les interesa saber una parte adicional de ese tiempo que narro, considero podría meterla después o como una parte adicional.
Espero que pese a todo, disfruten el capítulo
Pd. Desconozco el nombre de la creadora la imagen, no me pertenece, pero la uso con mucho respeto y cariño.
Pd2. Los personajes de Yurio on Ice no me pertenecen, de ser así habría más yaoi, y Otabek y Yurio serían canon :P
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Lo primero que investigó luego de salir de ahí, fue que los Piroshkis eran una comida típica rusa con forma de empanada llena de algún tipo de carne regularmente, algo que obviamente era difícil de conseguir donde se encontraban, por lo que dejó de momento la idea de llevarle a comer eso.
Respecto a los gatos, aprendió que había decenas de razas incluso dentro de los que no tenían pelo, descubriendo incluso que había unos sin cola y que todos tenían algún tipo de variación y manipulación genética para ser creados, siendo los únicos "puros" los felinos más grandes como los leones o los tigres, que eran los favoritos de Yurio.
Hacía mucho que no sentía que el tiempo se le iba estando con una persona, sin embargo con el rubio eso era casi una garantía, que en el momento en que estuviera a solas con él, saldría hasta entrada la noche de aquel club luego de haber pasado horas simplemente platicando.
Si pensaba que antes había estado completamente enamorado del rubio, la realidad es que conforme lo conocía se daba cuenta que podía enamorarse cada vez más, de su risa cristalina que había conocido luego de 5 días, de la forma en que sonaba su voz cuando hablaba de gatos, o de lo hermoso que lucía su rostro cuando juntos en su celular se quedaban jugando un video juego, cualquiera de ellos, donde para su gracia dado que la pantalla era pequeña y el ruso deseaba ver cuando jugaba, este se encontraba casi sobre él sin que lo hubiera planeado, y sin que el otro lo notara siquiera como para que se incomodara sobre ello.
Debía agradecer a Isabella, la prometida de Leroy, que se quejara y le pidiera más tiempo con ella para ver lo de su boda, pues eso le había dado a él 2 semanas más para ver a Yurio sin la presencia de Jean, logrando disfrutar así de esa actitud tan relajada que tenía cuando estaban juntos. No podía evitar sonreír cuando pensaba en ese "juntos", sin querer ir más allá en sus pensamientos, sin querer pensar que aquello no era más que una fantasía porque cuando terminaba la noche, ambos tenían que volver a la realidad.
Aunque tampoco le importaba mucho, porque en esos días en que había tratado con el otro, se había dado cuenta de que se había ganado su confianza poco a poco, al grado de que Yurio se atrevía a tomar de su bebida, y que cuando veían algo en su celular el rubio no tenía problema de estar recargado en su cuerpo, o permitir que él se acercara lo suficiente para ver la pantalla, algo que era una bendición y una tortura al mismo tiempo porque si bien ahora conocía a consciencia el aroma de ese joven cuerpo, ese mismo aroma a lilas hacía que deseara tocarle, tenerle más cerca de él, incluso en un par de ocasiones, se había descubierto a su mismo posando sus manos sobre esos firmes muslos de manera distraída, así como acercando al joven hacía si por el talle de su delgada cintura cuando iban a ver algún vídeo.
Le había compartido su música favorita, así como las series de televisión que le gustaban encerrados largas horas en aquel privado, de la misma forma en que quería compartir su vida con aquel joven, sin embargo era consciente de que aún a pesar de la confianza, había algunas cosas que no le contaba, que no le compartía de su vida, por lo que solo esperaba tener el tiempo suficiente para conocerle por completo antes de que Leroy volviera.
Aquel día había tenido nuevamente la suerte de tener a Yurio en un privado, pues dado que solo iba para verle a él, siempre que no podían verse simplemente abandonaba el lugar. Espero pacientemente que apareciera el rubio, a diferencia de los primeros días en que se sentía completamente nervioso, pues ahora tenía la confianza de saberse su amigo.
Le sorprendió que al verlo aparecer su expresión fuera de desagrado, y aun cuando esta disminuyó levemente al ver que era él, no parecía muy contento.
- Hola - saludó de forma seca el menor, sentándose en el sillón y cruzándose de brazos al momento.
- ¿Estás molesto? - aunque la respuesta era obvia, no sabía que más decir.
- Lo estoy, estoy harto de Víctor, de Yavok, y sobre todo de ese cerdo de Yuuri.
La respuesta le sorprendió, pues el rubio nunca mencionaba la gente del club, ni lo que pasaba con él ahí dentro.
- ¿Pasó algo...? - se atrevió a preguntar de nuevo al ver que hablaba acerca de eso que le molestaba.
- Nada fuera de lo normal, el idiota de Víctor ha seguido trabajando con ese cerdo y por ello Yakov cree que es mucho mejor que yo, desde hace un mes está teniendo más presentaciones, pero ahora que han programado las del mes que viene, no tengo ni un solo espacio por culpa de ese estúpido.
Otabek que no sabía bien como se manejaba ese negocio pero por las palabras del rubio podía intuir que eso no era nada bueno para él.
- Y ¿sabes algo? Yo sé que Yakov le puso de nombre "Yuuri" a ese oriental patético para molestarme, antes de que él llegara ya me había dicho muchas veces que se me estaba subiendo la fama, que no me sintiera especial.
- Eso debe de ser molesto - comentó para que se sintiera apoyado.
- Y ni siquiera es atractivo en lo absoluto, apenas y sabe moverse...
- No, no lo es - no dudo en decir Otabek pues él fielmente lo creía así, ya le había tocado ver aquel hombre cuando iba con Leroy y no le llamaba la atención.
El comentario pareció sacar de sus ideas al rubio, ya que se detuvo unos segundos después de este antes de continuar.
- Además con trabajos le queda la ropa de Víctor, apuesto que...
- Tú te verías mucho mejor en ella - terminó de decir el kazajo quien recordó un atuendo de licra semitransparente negro que había usado aquel otro llamado Yuuri, y que supo que era de Víctor por los cuadros en los pasillos del club donde había aún algunas fotos de él.
- ¿En verdad lo crees...? - se atrevió a preguntar Yurio con algo de timidez, la realidad es que en el club pese a todo, el oriental se estaba haciendo amigos más pronto que él que vivía en aquel lugar desde que tenía uso de memoria.
Asintió con la cabeza, y entonces se atrevió a decir una de esas tantas cosas que pensaba del rubio.
- Tu belleza es completamente especial, casi etérea, él es simplemente sencillo aun cuando busca lucir sensual
- ¿Etérea? - preguntó, desconocedor de un lenguaje amplio ante su origen y el lugar en el que se desenvolvía.
- Como si viniera del cielo, como si fueras un ángel - explicó lo más simple que pudo, y ante el sonrojo en las mejillas del menor, se atrevió a acariciar esta con su dedo pulgar de manera suave en apenas un roce.
Yurio no habría sabido explicar si habían sido sus palabras o el roce de aquellos suaves dedos de Otabek, pero sintió repentinamente su corazón latir apresuradamente, sin tener idea de que responder pues nunca antes le había hablado con esa suavidad, solo Víctor, y por lo mismo ni siquiera había aprendido a agradecer adecuadamente.
Otabek maldijo la puerta, maldijo a todos los dioses, maldijo la tonta idea que había tenido de pedir una bebida aquella noche, pues ante los toques de la puerta para hacerle llegar esta, Yurio saltó como un gato asustado lejos de él, y él derrotado en cierta forma se puso en pie para recibirla, cerrando la puerta tras de si.
Lamento su atrevido gesto previo, pues para ese momento el ambiente se había vuelto ligeramente tenso mientras él le daba un trago a la botella, y Yurio miraba de cerca con "mucho interés" las paredes tapizadas de terciopelo.
- ¿Quieres un trago? - ofreció, después de todo esa era la bebida que habían descubierto juntos que a Yurio le gustaba y por ello la pedía, esperando eso acortara nuevamente la distancia entre ellos.
Cuando le vio asentir con la cabeza, suspiró complacido, entonces él mismo se sentó entonces mientras el ruso hacía lo mismo a su lado, aunque no tan cerca como momentos antes.
- Otabek... tengo algo que decirte... - mencionó sin mirarle, mientras jugaba con la botella entre sus manos.
El kazajo se puso nervioso, no le gustaba que evitara su mirada, no le gustaba esa seriedad que percibía en él, y estaba comenzando a maldecirse a sí mismo al pensar que había arruinado todo al tocarle de esa forma.
- Te mentí, te he mentido todo este tiempo - agregó el ruso luego de verle asentir simplemente con la cabeza - Yo... la realidad es que si puedo salir del club - confesó, pues en un par de ocasiones Otabek le había invitado a ir a varias partes fuera del lugar, usando aquello como pretexto.
- ¿Por qué lo hiciste? - no pudo evitar preguntar, dolido ante el rechazo que ahora conocía por parte del rubio.
- No fue porque no quisiera salir contigo, ¡tonto! - respondió el ruso sin siquiera pensarlo al ver su cara triste, incómodo al escuchar el tono desanimado en la voz del otro.
Otabek asintió entonces con la cabeza, dándole de esa forma la oportunidad de continuar con su confesión.
- Nosotros solo tenemos derecho a salir una vez a la semana durante todo el día, y aun cuando sonaba muy emocionante todos los lugares que me contabas, yo no quería perder esa oportunidad contigo - el rubio se sentía nervioso de decir aquello, mucho más cuando veía que su amigo tenía una expresión desolada.
- No tienes que sentirte presio... - comenzó a decir el kazajo, esa conversación ya no le estaba gustando, quería cambiar el tema y hacer como que nada de eso había pasado.
- Deja que termine - gruñó el ruso ante la interrupción, sobre todo por lo difícil que estaba siendo para él confesar algo tan personal. Suspiró profundamente y entonces jugó nuevamente con la botella - Yo no quiero perder esa oportunidad contigo porqué cada 15 días yo viajo a las afueras de la ciudad...
Iba de nuevo a decir algo, esa incomodidad no le gustaba, hacía mucho que no la sentía estando con el rubio, pero recordó a sus palabras y se obligó a estar en silencio.
- Hay alguien a quien yo visito, y que no puedo dejar de ver por ti, Otabek - dijo entonces el menor alzando la mirada y viéndole a los ojos, con una sonrisa tan sencilla pero tan cálida, que Otabek al sintió que su corazón se rompía.
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Quiero ver el mundo arder, jajaja, hasta yo me quedé con cara de "What?!", me gustó como terminó, además me da más pauta de como continuar con el siguiente... estos días me han ayudado a tener un poquito más claro como seguir con los demás capítulos, aunque como les dije antes, todo pinta al drama, o un poquito de angustia, jajaja.
"¿Y cuando viene lo rikolino?" Ni yo lo sé jajaja, pero ya también quiero que suceda, así que esperemos no tarde, haré lemón si tengo más de 10 comentarios (dicen que así funciona, jajaja) mentira, irá acorde a cuando así pasé en la historia.
Sigo con esa sensación de que me hace falta más, o que no se me explicar, tal vez ya debería acostumbrarme a ella...
Gracias a los que pese a todo leen, y más gracias a los que me dejen mensajes, en la isla abandonada donde estoy de náufrago, me llegan sus palabras...
Sigo con la inquietud del otro fic que les comenté de Otayurio, e incluso de otro más, pero que es extenso y completamente de tragedia, así que con ese mejor ni me emociono aún. Ya veremos si tienen más noticias de mi, jajajaj, ¡no me odien!
¡Saludos!
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