Capítulo 19
Estoy de vuelta porque necesito terminar esto de una vez por todas, jajaja.
No crean que era flojera, tuve un bloqueo muy feo respecto a esta historia, por eso estuve escribiendo de otros temas, pero al final esta historia está por concluir.
No tengo mucho que decir, así que espero lo disfruten las pocas que aún siguen la historia, las demás murieron de desesperación y se han ido, jajaja lo siento >.<!
Pd. Desconozco el nombre de la creadora la imagen, no me pertenece, pero la uso con mucho respeto y cariño.
Pd2. Los personajes de Yurio on Ice no me pertenecen, de ser así habría más yaoi, y Otabek y Yurio serían canon :P
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Luego de pasada la rabia inicial, Leroy sabía muy bien que haría, no tenía por qué ensuciarse las manos en lo absoluto, conocía muy bien al viejo Yakov como para saber que no vendería su mina de oro y que mucho menos permitiría que Otabek le metiera ideas al rubio sobre fugarse con él en algún momento, por lo que con esa convicción simplemente fue al Secrets y "casualmente" comento al hombre acerca de cómo Otabek le había hablado de sus deseos de sacar a Yurio del lugar, de darle "otra vida".
El Mayor inmediatamente informó a todos los encargados de la seguridad en el club que el paso a Otabek estaba completamente prohibido a partir de ese momento, y con el la posibilidad de que el kazajo pudiera acercarse para explicarle al rubio lo que quería para él, porque Otabek siendo tan honrado y tan honesto jamás pensó que su amigo haría algo como eso, pero él necesitaba entender, porque ellos se pertenecía, ¿cierto? ¿Pero porque le pertenecía el rubio? Si, si se habían confesado un sentimiento más allá de las caricias y el placer, pero sus palabras le parecían tan hipócritas pues al final no era mejor hombre que Leroy quien pagaba por el rubio, la única diferencia es que él había terminado enamorado... era su obligación sacarle de ahí sin importar como, no había otra opción tenía que secuestrarle si era necesario, tenía que volver realidad las promesas de amor que había susurró al oído del rubio aquel amanecer, ese en el que de manera entregada el rubio descansaba junto a su cuerpo, tenía que dejar de lado el maldito miedo que sentía cada vez que pensaba en su padre, cada vez que lo imaginaba mirándole desilusionado por sus decisiones...
Las acciones de Jean solo habían conseguido que su indecisión terminara de manera definitiva, y con ella las ideas para llevar a cabo su plan comenzaron a llegar.
Tenía completamente prohibido acercarse, incluso las veces que había insistido un poco, se había visto siento violentado por los encargados de la seguridad del lugar; por más que pidió hablar con Yakov este se negó a verle, y sobre todo se negó a dejarle ver al rubio, incluso le fue imposible ver a Víctor para que este le hiciera saber al menor que no había desaparecido nuevamente, que esta vez era justo por ese amor que no quería negar más que le mantenían alejado de él.
Justo cuando comenzaba a caer en la desesperación, recordó aquel arrugado papel que la noche de la venta de Yurio le diera Víctor, y como poseído revolvió su departamento hasta encontrarlo.
Bendita de la hora en que a falta de dinero, había despedido a la mujer que limpiaba su casa, pues gracias a ello ahora tenía un pequeño rayo de esperanza en sus manos.
Sin embargo la vida parecía querer ponerle aprueba en todos los sentidos, pues habían pasado 2 semanas desde que había hablado a aquel lugar y era fecha que Víctor (quien le informaron obviamente no vivía ahí, y tampoco iba regularmente) no le había llamado aun cuando él había hablado ya 6 veces para cerciorarse de que tenían su número de celular correctamente anotado, era tanta su insistencia comunicándose aquel lugar, que cuando el número apareció en su pantalla de celular gracias identificador supo de donde era, y aun cuando estaba a media junta con Jean, salió corriendo de ahí, incapaz de perder un segundo.
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No recordaba haber tenido que pasar por algo así en toda vida, y es que luego de un mes de haber planeado salirse de aquel lugar, las cosas no parecían para nada estar a su favor, por el contrario, por alguna razón que desconocía la seguridad del club había aumentado, y con ello se redujo la posibilidad de salir pronto de ahí lo cual le hacía perder cada día un poco más la paciencia pues ahora con cada cliente que Yuuri tenía que atender, sentía que moría un poco más al saber que no quería hacer eso, que solo lo hacía para no levantar sospechas y poder irse de ahí.
Un día, frustrado y sin querer mostrar su desesperanza frente al oriental, fue aquel bar donde a veces iba a perderse para dejar de ser el, un hombre presa de su pasado e imposibilitado a tener un futuro, y entonces como si el cielo respondiera a sus deseos, el barman le dijo que un tal "Otabek" le había hablado, que había llamado y que aparentemente era algo muy urgente, ya que constantemente se comunicaba con ellos para saber si le habían visto.
Dos rayos de esperanza se encendieron aquella tarde, uno más por la noche cuando el peligris le comunicó a Yuuri la situación del Kazajo, el arreglo al que habían llegado, no solo para escapar de ahí, si no para irse muy lejos donde los cuatro pudieran comenzar una nueva vida, juntos.
El plan era sencillo, Otabek ayudaría a Yuuri a irse de aquel lugar, Víctor tenía toda la convicción de que la seguridad del lugar tenía que ver con el oriental, si Yuuri simplemente desaparecía, la atención de Yakov se iría tras él, entonces sería más sencillo para ellos 2 salir un día como otros tantos, irían sin nada muy grande ni sospechoso, pero suficiente para llegar al hogar del Kazajo quien tendría todo listo para irse pronto, abandonando él también aquel empleo que en un corto tiempo se había convertido el centro de su existencia y que ahora le daría una verdadera razón para vivir.
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Terminó su presentación de esa noche, así que con la confianza de pensar que con eso le dejarían en paz, fue hasta las duchas donde tenía escondida una pequeña bolsa con sus cosas más importantes y desde donde se escaparía hacía el cruce de calles cercanas donde le esperaban en moto.
Esperaba tener que esconderse mucho más de lo que lo hizo, sobre todo porqué Víctor le había mencionado que al salir del club el lugar en verdad estaba rodeado de vigilantes, por lo que considerando que por fin la vida le estaba sonriendo, animado, sin cuidado casi corrió por las escasas cuadras que le falta por recorrer, deteniéndose en seco cuando frente a él, de la nada apareció Yakov, mirándole con una sonrisa divertida en los labios.
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Víctor se paseaba en el club para no levantar sospechas aún cuando hubiera deseado estar más al pendiente del escape de su pareja. En un momento cuando fue al baño a refrescarse un poco para distraerse, le tocó escuchar la conversación de 2 guardias de seguridad.
- ¿Qué no te tocaba vigilar al chino hoy? – preguntó uno al otro, haciendo que el peligris rodara los ojos, "Chino" es como le decía a Yuuri las personas seguridad al desconocer su origen y su nombre.
- Sí, pero cuando le dije al viejo que había salido del local me dijo que él se encargaría, así que me ordenó regresar a cuidar aquí – respondió con tranquilidad a lo que el otro se encogió de hombros.
No pudo seguir fingiendo, buscó a toda costa salir de ahí, alcanzar a Yakov, pedirle que no golpeara a Yuuri tanto como imaginaba que sucedería, pues que intentaran escapar era una de las cosas que más detestaba el mayor que sus "pertenencias" intentaran hacer.
Tan preocupado estaba que tampoco se dio cuenta de fácil que había sido salir, que de hecho nadie había intentado detenerle y conociendo de ante mano el lugar donde iría su pareja corrió hasta ahí solo para alcanzar a ver como frente a este se encontraba Yakov y como repentinamente Yuuri caí simplemente de rodillas.
No le importó ser visto por el otro, sentía que el corazón palpitaba con tal fuerza dentro de si que era el único sonido que podía escuchar. Cuando estuvo a su lado, le tomó en brazos y le giró, la sangre manchaba el traje antes suyo bajo la chamarra, y sus lentes estaban rotos.
- ¡Yuuri! ¡Yuuri! ¡Resiste! ¡Llamaré a una ambulancia! – pidió poniendo su mano sobre la herida para detener el flujo de sangre.
- No puedo... lo siento... - respondió el oriental con mucho trabajo, no era posible ver a través del líquido oscuro, sin embargo habían sido tres balazo seguidos lo que había recibido, lo cual hacía más doloroso el momento.
- Tienes que aguantar, tienes que estar bien para... - comenzó a decir antes de que Yuuri alzara su mano y cubriera sus labios.
- Tal vez en otra vida... podremos ser felices juntos... - dijo y el esfuerzo le hizo toser sangre, cerrar los ojos en medio de las lágrimas.
- Te juro que te buscaré, no descansaré hasta encontrarte y estar a tu lado – prometió al mayor con las lágrimas también nublando sus ojos.
- Juntos – repitió el oriental asintiendo con la cabeza – Te estaré esperando...
Fue lo último que dijo antes de sonreír y permitir que su cuerpo se entregara al eterno descanso.
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Pues nada, todo es muerte y destrucción, así es la vida, así que pues...
Gracias por sus comentarios, aprecio mucho el tiempo que le dedican a la historia para leerla.
¡Saludos!
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