Capítulo 17
Estoy de vuelta aunque realmente no sé si esta vez si pueda retomar las actualizaciones o no, estos meses han sido muy complicados en mi vida en muchos niveles, pero de verdad quiero darle cierre a esto, por lo que haré lo posible por terminar la historia.
No tengo mucho que decir, así que espero lo disfruten las pocas que aún siguen la historia, las demás murieron de desesperación y se han ido, jajaja lo siento >.<!
Mi ortografía sigue siendo horrible, lo lamento.
Igual espero disfruten el capítulo.
Pd. Desconozco el nombre de la creadora la imagen, no me pertenece, pero la uso con mucho respeto y cariño.
Pd2. Los personajes de Yurio on Ice no me pertenecen, de ser así habría más yaoi, y Otabek y Yurio serían canon :P
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Solo hasta que regresó y Yuuri le abrazó fuertemente preguntándole de manera preocupada si estaba bien, fue que se sintió terriblemente culpable de haber disfrutado aquellos días con Jean; Víctor también le preguntó en varias ocasiones si el otro no había abusado del acuerdo, dispuesto a acusarlo con Yakov para que no tuviera que verlo nuevamente, sin embargo apenado solo pudo pedir que le dejaran en paz para encerrarse en su cuarto, dejándose caer boca abajo en la cama y esperando que de esa forma pudiera simplemente morir.
No entendía que pasaba, pero realmente había disfrutado de estar con Leroy, no era que le fascinara, era todo un patán que en nada se comparaba con Otabek, pero... pero... revolvió su cabello desesperado al recordarse riendo con aquel idiota, disfrutando del hermoso lugar, sintiéndose bien de ser deseado y admirado por el canadiense de esa forma. Y es que en nada se comparaba lo que hacía uno con las acciones del otro, Otabek le hacía estremecer no solo el cuerpo, sino el corazón, le miraba de esa forma que le hacía sonreír estúpidamente como Víctor al cerdo, hacía que sus labios no estuvieran fruncidos o en una mueca, incluso le hacía hablar tanto que muchas veces no sabía de donde sacaba tanto que decir.
No creí que Jean fuera capaz de hacerlo sonreír alguna vez de esa forma, con esa calidez que le llenaba profundamente, ni creía tampoco que alguna vez Otabek fuera capaz de desearle de la misma manera en que el canadiense le había demostrado aquel fin de semana.
Además, ¿de qué le servía amar u odiar alguno?, aun cuando quisiera resistirse a Jean, tendría que verle en el club cada que pagara, tendría que soportar que deseara acariciarle con esa hambre extraña y posesiva, con Otabek era igual, ¿de qué le servía amarle solo él? Era presa del viejo, podría verle solo cuando su dinero lo permitiera, y en algún punto este se acabaría, o tal vez le entraría de nuevo el miedo al kazajo, ese miedo que le hacía desaparecer y dejarle solo, con sus sentimientos, con sus propias inseguridades...
Sacudió la cabeza y buscando alejar esos pensamientos se puso ropa para poder practicar. Estaba acostumbrado a que le ignoraran e incluso que le evitaran por su carácter, sin embargo jamás esperó que lo que había hecho Jean provocara aquella reacción en los chicos del club.
Todos le miraban. Todos. No eran para nada discretos, era incomodo, tampoco se cuidaban de hablar en voz alta, de decir lo extraño que era que alguien pagara tanto por él, quien apenas hablaba con los clientes.
- ¿Y qué es lo que quieres Minami? ¿Quieres mi lugar? ¿Ser cogido por Leroy? – le preguntó de forma brusca al otro luego escucharle hablar.
- Yurio, vamos fuera – indicó Víctor, quien llegó justo a tiempo antes de que el rubio se lanzara sobre el chico y se metiera en problemas.
Irritado, el menor le siguió escaleras arriba, desde donde pudieron ver la gran ciudad a los lejos, era temprano.
- Odio estar aquí – soltó el rubio de la nada mientras su mirada se perdía en la distancia.
- Lo siento – una media sonrisa se posó en los labios del mayor, conocía esa sensación y no podía evitar que su pequeño la sintiera.
- ¿Qué sientes? Esto no tiene que ver contigo –
- No pude protegerte de esto –
- No digas tonterías, los 2 estamos aquí – gruñó el menor y simplemente se fue, no quería esa charla con Víctor, quería dejar de sentirse de esa forma.
Cómo pasaba últimamente, cuando Víctor no era capaz de resolver alguna cosa mandaba a Yuuri a que se hiciera cargo de ello, y esta vez no fue la excepción.
- Tú – gruñó al verle en el marco de su puerta – Ese viejo te mandó muy seguramente.
- En parte, sí, pero yo también estoy preocupado por ti – respondió mientras entraba tras de él, satisfecho de ver que no le cerraba el paso.
- No tengo nada, ¿porque no dejan de molestar? – preguntó el rubio mientras se tiraba boca abajo en la cama, por alguna razón nunca podía enojarse con el cerdo.
- Estás muy irritable – respondió y comenzó a acariciar las suaves hebras de su cabello, había descubierto tiempo atrás que eso no solo relajaba a Yurio, si no a sí mismo.
Gruñó, pero no respondió a eso, se dejó hacer por él, sin dejar de pensar en el par de hombres que tenían su mundo hecho un caos.
- Yuuri... a ti no te compró Yakov... ¿porque viniste a encerrarte voluntariamente aquí? ¿Acaso no sabías que era este lugar?
- Sí, si lo sabía, aun así quise venir aquí –
La respuesta confundió al menor, quien se giró sobre la cama y le miró a los ojos.
- ¿Estás loco?
El oriental rió, negando con la cabeza
- Necesitaba dinero, mucho, y este era el único lugar donde iba poder conseguirlo pronto.
- ¿Mucho dinero? ¿Para qué?
La sonrisa disminuyó un poco en sus labios, ese era un secreto que no había dicho a nadie, ni siquiera a Víctor quien era su pareja.
- Para salvar a mi familia – respondió luego de un par de minutos en silencio, borrando por completo la felicidad en su rostro - Mi padre pidió dinero a personas peligrosas para rescatar el negocio familiar, sin embargo al final no sirvió de nada, perdimos todo y nos quedamos con la deuda, como no tenemos dinero para pagarles, han ido a amenazar con matar con toda la familia si no cubrimos ese dinero pronto, y bueno... aquí estoy - confesó encogiéndose de hombros.
Su rostro lucía completamente distinto al Yuuri que el ruso conocía de meses, por lo que incómodo se sentó en la cama.
- Lo siento mucho... - dijo por decir algo.
- No tiene nada de malo, al contrario, gracias a eso he podido conocerte a ti y a Víctor, así que puedo decir que pese a todo, soy feliz – le respondió al mismo tiempo que la sonrisa volvía a sus labios.
- ¿Eres feliz? – preguntó el rubio nuevamente confundido con sus palabras.
Asintió con la cabeza
- Estando junto a Víctor, soy feliz aun sin importar donde estemos –
La mente de Yurio voló a la noche que había compartido en el hotel con Otabek hacía solo algunos días, y a las tantas veces que en el privado, sin hacer nada más que estar juntos, no podía parar de sonreír, de sentirse pleno y completo, entonces comprendió que era feliz con ese hombre a su lado, que sí, le amaba, le gustara o no, lo mereciera en su vida o no.
- Pero tú puedes estar a su lado siempre, yo nunca podré, jamás podré – confesó sin darse cuenta, al mismo tiempo que miraba sus manos sobre su regazo.
- No digas eso Yurio, la vida da muchas vueltas, todo puede cambiar entre ustedes, tu vida puede cambiar en cualquier momento – le dijo cálidamente, y dado que el rubio sentía que en cualquier momento se iba romper en pedazos, se aferró al otro con fuerza, deseando creer en sus palabras, aunque no hubiera razón alguna para tener dicha esperanza.
Las palabras de Yuuri fueron más ciertas de lo que él mismo hubiera esperado aquella tarde que consoló al rubio, tan reales que a la semana siguiente cuando fue a llevar el dinero que había juntado ese mes para su familia, descubrió que estaba la casa clausurada por la policía y entonces supo con horror que los prestamistas no habían querido esperar por más tiempo y habían matado a todos los que se encontraban en ese momento. Habían pasado solo 15 días del evento, pero sin ningún familiar al cual avisar o que reclamara los cuerpos, estos fueron lanzados a la fosa común por lo que incluso era imposible despedirse de ellos...
5 horas fueron las que camino Yuuri bajo la lluvia hasta el secrets en las afueras de la ciudad, 5 horas en las que los padecimientos sufridos esos meses se volvieron nada ante la cruda noticia, 5 horas no solo de tristeza sino de cansancio, las cuales culminaron en el grupo de ladrones que se acercó a robarle y tocarle, pero eso tampoco importaba, ya no...
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Pues nada, todo es muerte y destrucción, así es la vida, así que pues...
Gracias por sus comentarios, aprecio mucho el tiempo que le dedican a la historia para leerla.
¡Saludos!
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