CAPÍTULO XXX: INSTINTOS MATERNOS.

En algún lugar remoto...

Burlarse de los hombres que lo ayudaron a escapar y de la misma Eve, fue pan comido para Lex, solo tenía que ofrecer mucho dinero y tenía al piloto en su bolsillo, así como dos hombres que Wayne les había pagado para no dejarlo huir como sospechaba. Si Bruce estuviera frente a él, se jactaría en vociferar lo estúpido que había sido en confiar en él, porque nunca le dijo la verdad tras esa información que le suministró, que no dejaba de ser cierta, porque Lena era la madre de esas niñas, pero había algo más tras ello. Una de las razones por la que Lex acabó con todos sus socios, no sólo era porque pensaran distinto a él —lo cual no cambiaba— sino porque no dejaron que él pudiera fluidamente lograr lo que deseaba en esos años y ellos, lo amenazaron con denunciarlo. Para su mala suerte, todos fueron cayendo uno a uno, y lo que más le molesta a Lex, fue dejar viva a Kara Zor-El, quien fue la estúpida que lo denunció.

Recordar estos años perdidos, lo ponían de malhumor, pero los recuperaría ahora más que nunca, así como tendría que regarle a su madre su ayuda, aunque no le gustara la idea, pero solo lo haría para conseguir lo que tanto ha estado deseando. Miró hacia la ventanilla del jet, mientras daba un sorbo a su cóctel y sonreía con orgullo, porque pronto aterrizarían hacia su destino, donde ni Bruce Wayne, ni el FBI podrían encontrarlo.

[...]

National City.

La sonrisa pretenciosa de Lillian Luthor era insoportable, como esa altivez de garantizar que los Luthor siempre salían ganando, cosa que Kara conocía más que nadie, porque esa sonrisa fue la misma que Lex le otorgó el día de su juicio, cuando lo declararon culpable. Porque él mismo se encargó de recordarle lo que le había hecho, pero Kara no sabía magnitud de todo ello y ahora, se enteraba que su peor pesadilla de que sus hijas fuesen una Luthor, ocurrió de una forma inesperada: no eran suyas con Lex, sino que eran hijas de Lena, la mujer la cual le había robado el corazón. Limpió con el dorso de su mano las lágrimas que había soltado por la noticia, porque aunque en el fondo siempre pensó que eran unas Luthor, nunca pasó por su cabeza la posibilidad de que ella no fuese su madre biológica.

Lena se mantenía con los papeles arrugados entre sus manos, mirando a su madre con ira, con tristeza y desesperanza, como si esa noticia fuera lo peor que hubiera recibo en su vida, lo que a Kara le preocupaba... hasta comprender las palabras de Bruce Wayne:

—¿Quieres que lo diga en voz alta, Lena? A cambio de que me dijera qué te hizo en Londres hace más de 7 años.

Kara respiró con fuerza, poniendo a rayas sus sentimientos, porque aunque no quería arruinar este momento de tensión y silencio, debía hablar, debía salir de dudas porque se lo merecía.

—¿Esto era lo que se refería Bruce con lo que te pasó hace años, Lena? —rompió el silencio Kara, siendo el centro de atención.

Le dolió la mirada de ojos cristalizados de Lena, como el temblor de sus labios al verla a los ojos. Ambas estaban sufriendo, y nadie podría rebatirlo, porque estaban en una situación muy injusta, pero eran adultas, tendría que buscar la mejor manera de no hacerle daño a las mellizas.

—No lo sé... —susurró Lena, pasando una mano por su cabello con desesperación—, supongo que sí, no lo sé. Nunca supe qué me hizo Lex.

—Esto fue lo que te hizo, Lena. Al menos hay que agradecerle, tenemos otros dos Luthor ahora en la familia, ¿no crees, hija?

—¡No! —vociferó Lena, sobresaltando a Kara por el tono de voz que utilizó—. ¡Ellas son unas Danvers y siempre lo serán! No me importa lo que Lex haya hecho ni lo que diga ese papel, Kara es la única madre de esas niñas y así permanecerá. Y espero, madre, que te mantengas alejadas de ellas, porque no respondo si te atreves a colocarle un dedo encima.

Lillian sonrió con soberbia, causándole gracia la amenaza que su propia hija le hacía, Kara estaba impresionada y consternada, Lena era una caja de sorpresa y su carácter, definitivamente era el mismo que el de las mellizas, tenía sentido ahora lo extraño que se parecían; físicamente todos creían que se parecía a ella, quizás por lo rubia, pero sus formas de ser, eran de genes Luthor, con toda esa inteligencia que poseían a su corta edad. Quizás, por eso Lillian se reía de Lena, por la manera sobreprotectora que estaba actuando, como toda una madre.

—Me alegra que tu vena de madre salga a luz, Lena —dijo Lillian, sin ocultar esa sonrisa de suficiencia. La mirada de Lillian se volvió a dirigir a ella, Kara no se inmutó ante esos ojos que la examinaban con ímpetu—. Conocí a Alura y a Zor, también a ti, pero estabas muy joven para recordarme.

Kara no comprendía que pretendía Lillian con soltarle aquello, de nada le servía, porque sus padres estaban muertos.

»—Acompañamos a Lex cuando recién se graduó y se unió al equipo científico de tus padres, así como de los demás socios a su alrededor —expresó, para borrar su sonrisa y hacer una mueca—. Al principio, Alura me contó lo impresionada que estaba de Lex, que era un buen chico y que pronto sería un científico importante; pero, años después, dijo que había perdido su potencial y parecía distraído...

—No entiendo a qué viene todas esas cosas, madre. A Kara no le interesa saber de la vida del imbécil que le arrebató a sus padres, y le destruyó la vida —bramó Lena, pero Kara intervino, poniéndole una mano en el pecho cuando quiso abalanzarse hacia su propia madre.

—Déjala que termine, Lena —suplicó Kara.

Se miraron por unos segundos, hasta que Lena asintió y le tomó la mano con fuerza, entrelazando sus dedos.

—Como decía, Lex se alejó un poco de su lado científico hasta cierto tiempo... —continuó Lillian—. Alura volvió a contactarme después de unos años, para contarme cómo Lex empezó a tener pensamientos extraños y querer obligarlos para hacer algo que éticamente no era correcto, nunca me dio detalles, porque no se le permitía, pero solo deseaba que yo hablara con mi hijo. Enfrenté a Lex un día —murmuró, sonriendo con nostalgia—, no resultó, quiso golpearme y me insultó, después de eso no supe nada de él.

Kara temía preguntar, pero estaba intentando comprender qué había hecho que Lex Luthor cambiará tan drásticamente.

—¿Cuándo supo de la muerte de mis padres, sabía que fue Lex?

—Sí, lo supe enseguida —afirmó Lillian—, pero no sabía por qué lo había hecho.

—¿Y ahora sabes el por qué, madre?

—Sí, ahora lo sé, Lena.

Los ojos de Lillian se cristalizaron, Kara vio vulnerabilidad por primera vez en el rostro de la mujer frente a ella, de la mujer que había entrado segundos antes, poderosa, muy soberbia. La puerta del apartamento se abrió, asustándolas porque no oyeron a nadie llamando por el intercomunicador, pero aun así, se relajaron cuando vieron entrar a Alex, Sam, su madre y las mellizas. Por la rigidez en el cuerpo de Lena, Kara se imaginó que se sentiría incómoda al verificar que las mellizas llevaran su sangre, que fuesen sus hijas.

—¡Hola, mamá! ¡Hola, Lena! —dijeron como de costumbre al unísono las mellizas, ajena a todo lo acontecido.

Los abrazos de sus hijas siempre la reconfortaban, y Kara no esperaba menos de ello, sin importar que no fuesen sus hijas biológicas, pero las tuvo desde su vientre y eso era suficiente para ser su madre. Las niñas le sonrieron a Lena, para después correr a abrazarla de igual manera; Kara fue consciente de cómo Lena se contenía a demostrar sus sentimientos ante la nueva información. De soslayó miró a su madre, y Kara reprimió hacer un puchero al notar que Eliza sabía lo que sucedía, por ende agradeció cuando Sam fue la valiente en hablar:

—¿Niñas porque no vamos a conocer un poco de la casa de Lena?

Oyeron el grito de alegría de las niñas, para ver desaparecer por el pasillo los rizos rubios junto con Sam.

—Hola, Lillian.

—Hola, Eliza.

Ese incómodo momento de miradas entre su madre y la de Lena, hizo que tanto Alex como ella fruncieran sus entrecejos.

—¿De dónde ustedes se conocen? –gruñó Alex.

—Yo fui quién le dijo a Eliza que creía que Lex estaba detrás de la muerte de todos los científicos. Ella era amiga cercana de Alura y Zor, por lo que creía conveniente que podría ayudar a Kara en ese momento...

—Y por ello, fui en busca de Kara para ocultarla de Lex —completó Eliza, mirando con decepción a Kara.

Poco a poco las cosas tenían sentido para Kara, porque desde que descubrió que Lex fue el culpable, Eliza no quería que lo denunciara, a pesar que Alex la apoyaba. Temía por su vida, lo que también significaba que si no lo hubiese dejado al descubierto, no estarían aquí ahora, temiendo que le hiciera algo a las mellizas.

—Pero yo misma me expuse, y ahora él querrá vengarse con mis hijas...

—Lex no tocará a esas niñas, Kara —aseguró Lillian.

—Por más que sean mis hijas y lleven su sangre, no creo que eso lo detenga, madre. Se te olvida que lo intentó, pero no lo consiguió... —siseó Lena.

—Eres más inteligente que él, Lena. Lex nunca quiso hacerles daño, solo buscaba la forma de chantajearte y tenerte de nuevo de su lado, aún no lo comprendes —expuso Lillian, moviendo la cabeza hacia los lados—. Es mejor que tú les expliques, Eliza.

Lillian entregó el folder negro que aún sostenía hacia Eliza, quien tomó el objeto con inseguridad pero también con curiosidad; hojeando el contenido con precisión, Kara se dio cuenta como el semblante de su madre cambiaba en segundos.

—¿Qué sucede, mamá? ¿Dice algo malo? —exigió Alex con mucha desesperación por el silencio de Eliza.

Eliza alzó la vista, compartiendo una breve mirada con Lillian y asintiendo en reconocimiento.

—Definitivamente tu hijo es un genio, pero también un sociópata, Lillian.

—Eso ya lo sé, Eliza...

A ninguna le interesaba escuchar a sus madres conversar sobre Lex, sino querían saber que contenía ese folder que Lillian había traído consigo.

—¿Y bien, qué dice esos papeles, mamá? —apremió Alex intrigada.

—Que Lex probablemente vuele hacia aquí, porque Lillian le ha quitado algo que le pertenece, según él.

—¿Qué cosa es esa, madre? —Lena exigió, frunciendo sus cejas en el proceso por tanto suspenso.

—Su obsesión, y su motor para sobrevivir en este mundo.

Esas palabras no les servían de nada a Kara, no significaba ningún dato relevante para ella. Y Lena compartía ese sentimiento, porque cruzaron una mirada y suspiraron derrotadas, tarde o temprano tendrían que conversar sobre qué harían con sus vidas, más al saber sobre sus lazos sanguíneos con las mellizas. Sam volvió con las mencionadas, que no dejaron de contarles que habían visto un experimento en la televisión y que deseaban poder hacerlo, por lo que Lillian propuso comprar algunos materiales y casi le ordenó a Lena que hiciera debía preparar una de las habitaciones que tenía como laboratorio para las mellizas. Antes que todos se dispusieran ir hacia los sofás a sentarse, Eliza las detuvo y les entregó el folder, Kara lo sostuvo entre sus manos con incredulidad.

—Espero que esta información, les ayude a ambas.

Con eso, Eliza siguió el resto, dejando a Kara y a Lena estupefacta, como temerosas de leer más sobre las locuras que Lex hizo en el pasado, aunque ya sus corazones estaban acostumbrados a padecer de dolor, ambas buscaban salir de la oscuridad y ahora el momento había llegado.

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