CAPÍTULO XX: ¿CÓMO RESISTIRSE?
Después de una semana, Lena estaba muy ocupada en su laboratorio en los proyectos que ella y Jack tenían en mente; su salida, al principio fue mal recibida, por su apellido y que todos temieran por sus vidas, por culpa de Lex. Una empresa decidió darle una oportunidad con un medicamente, viendo los análisis e infinidades de pruebas que habían hecho, por lo que la demanda estaba subiendo cada día, al correrse la voz y que otras empresas se animaran a pedirlo, así como hacer peticiones de otros. Lena estaba ansiosa de fracasar, pero tener a Jack de su lado, era como un bálsamo y sin omitir, que estaba dejando que Bruce Wayne se encargara de todo sobre el proyecto de Sam, quizás también se debía para poner distancia entre Kara y ella.
—Señorita Luthor, permiso —pidió su secretaria. Lena se quitó sus anteojos y alzó la vista de su computadora para verla—. Hay una señorita llamada Maggie Sawyer que desea hablar con usted.
La pelinegra frunció su entrecejo, pero no era extraño que la cuñada de Kara quisiera hablar con ella, no habían tenido oportunidad después de que Alex y ella interrumpieran aquel día.
—Hazla pasar, Jess. Y gracias...
Lena se puso de pie, cruzándose de brazos para mantenerse ruda ante la presencia de la morena. Pero su corazón la traicionó al reconocer dos cabelleras rubias que entraron corriendo y enseguida se lanzaron a abrazarla; las risas de las niñas y su alegría, la contagiaron de inmediato. Correspondió el abrazo, sintiéndose feliz de la nada por la visita y quedándose confundida al ver la morena analizándola desde la puerta. Agradecía el gesto, pero se sentía extrañada de que la novia de Alex Danvers la estuviera apoyando cuando se notaba que la odiaba.
—Hola, Lena Kieran —dijeron las niñas.
Lena rió, dándose cuenta que desde que Bruce dijo su nombre completo, las niñas no pasaron eso por desapercibido, aludiendo que Kara llamó a Kieran así por ella y que por eso, compartían su inteligencia. Cosa que hizo que Lena sintiera muchas cosas, además de felicidad por la comparación.
—Oigan, ¿qué hacen aquí? Me alegro de verlas, ¿su madre sabe que están aquí? —La pregunta iba dirigida a Maggie, pero fingió simplemente mirar a cada una de las niñas.
La mueca de las mellizas se lo dijeron todo, pero deseaba escuchar una explicación sin tener que temer porque Alex Danvers apareciera con su arma y amenazándola con acabar con su vida. Jack apareció distraído, chocando contra Maggie y abriendo sus ojos embobados al notarla, Lena se mordió la mejilla izquierda evitando reírse fuertemente, pero si percatándose de que Maggie se veía a la defensiva, y no era para menos, no le interesaba que un hombre la viera de esa manera.
—Hey, Jack. ¿Necesitas algo? —Llamó Lena la atención de su amigo, que se giró y le sonrió avergonzado, pero también mirándola con la boca abierta a ver a las niñas con ella.
—Quería que fueras al laboratorio a inspeccionar unas muestras, pero si estás ocupada...
—¿Podemos ir, Lena? —pidió Kieran, jalando mi blusa para ganar mi atención.
—Niñas, solo vinieron a saludar y la señorita Luthor debe tener mucho trabajo —dijo Maggie, advirtiéndole a las niñas.
La expresión molesta de las niñas, hicieron que Lena percibiera lo que ocurriría después, conocía la actitud de las mellizas, nunca se dejaban vencer por nadie y estaba bien en ocasiones, pero no siempre.
—Saben, es peligroso y no está permitido, ¿qué tal si me esperan aquí y podemos idear qué hacer? Prometo no tardar —propuso Lena.
El rostro de las niñas cambió, sonriendo y mostrando sus hermosos hoyuelos, así como sus brillantes ojos.
—Trato hecho.
Kara estaba agotada, y un poco melancólica, habían perdido a un bebé en un incendio, lo que hizo que su corazón doliera, porque la madre estaba desconsolada y aunque, no tuviera culpa de ello. El dueño del edificio había falsificado los permisos, no hacían mantenimiento ni porque cobraba más de lo que podría valer las rentas en esa zona. Se imaginó si algo les sucedía a sus hijas, no querría seguir viviendo y comprendía el estado de esa pobre mujer, era el peor golpe de la vida para una madre. Miró su reloj, estaba atrasada para hacer la cena, esperaba que Maggie pudiera haber resuelto, porque entre el papeleo que tuvo qué hacer y su cabeza dándole vuelta por ese llamado, su tiempo se fue volando.
Introdujo su llave, abriendo la puerta con cuidado y así no sobresaltar a las mellizas, que siempre estaban absorta en sus programas televisivos o jugando algún juego de ciencia, lo que últimamente hacían después de saber que Lena era una CEO y gran científica. Y tenía razón, sus hijas estaban en el suelo de la sala, concentradas en armar un rompecabezas de los elementos químicos; Kara sonrió con orgullo, colgando su chaqueta en el perchero y uniéndose a sus hijas, quienes al oír sus pasos, se giraron y le sonrieron.
—¡Mamá!
La rubia besó la mejilla de cada una, para mirar bien lo que tenían sus hijas al su alrededor: un microscopio real, tubos de ensayo con algunos líquidos, un sistema solar completo, un volcán, el mapamundi, también una gran caja de legos que Kara estaba segura que no le había comprado a sus hijas.
—¿Dónde está su tía Maggie?
—Se fue —contestó Lori, encogiéndose de hombros para volver a dirigir la vista a su rompecabezas.
—¿Cómo qué se fue? —Kara se alertó, nunca Maggie o Alex habían dejado sola a las niñas.
—Tranquila, me pidió que la reemplazara un rato mientras llegabas...
Kara se quedó muda al oír su voz después de una semana, parpadeando sin cesar al voltear y ver a Lena a unos metros de ella, de brazos cruzados, insegura ante su mirada. No sabía qué decir, había tenido un día realmente malo y ver a Lena en su casa, cuidando de sus hijas después de haberle confirmado que tuvo que ver con la desaparición de sus hijas junto a su madre, aunque en el fondo no lo creía. El cariño de Lena hacia las mellizas se veía genuino, no creía que podría fingir tan bien o tal vez, no deseaba creer eso.
»—Ya que estás aquí, debo irme. Compré Potstickers para la cena, los tuyos los dejé en la encimera —explicó Lena, señalando hacia la cocina—. Chicas, ya debo irme, espero que disfruten mucho de aprender sobre la ciencia.
—No te vayas aún, Lena.
—Todavía nos falta armar otro rompecabezas —secundó Kieran, haciendo su puchero.
—Lo siento pero...
—Vamos a la cocina, Lena aún no se irá —respondió Kara, atreviéndose de tomar la mano de Lena y arrastrarla a la cocina.
El tacto de tener la mano pálida y un poco fría de Lena entre la suya, le hicieron sentir mariposas en el estómago. Trago saliva al sentirse así, como una adolescente, y más al ver de reojo como Lena estaba rígida, confundida por su reacción de improviso; soltó sus manos enseguida que llegaron a la cocina, y Kara no sabía cómo justificar su comportamiento. Lena esperaba por una explicación, lo notaba en sus ojos verdes esmeraldas y porque sus labios carnosos pintados de rojos, estaban entreabiertos. Las mejillas de Kara se sonrojaron al mismo tiempo que captó que las de Lena también, quizás porque se había quedado mirando sus labios por mucho tiempo, pareciendo una obsesionada y pervertida.
—Tu cuñada las llevó a L-Corp a saludarme y...
Kara sin saberlo, se lanzó hacia Lena y la besó.
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