CAPÍTULO V: MÁS QUE UNA ADVERTENCIA.
Metrópolis.
La cantidad de correos exigiendo compensación por los daños físicos y psicológicos que Lex había hecho aún no paraban de llegar, y Lillian estaba harta de lidiar con el desastre que su hijo había dejado a su paso. Nunca pensó que el ser que estuvo nueve meses en su vientre, se convertiría en un hombre inteligente y prominente, y que por su obsesión a tener todo bajo su poder y ser casi todopoderoso en el ámbito de la ciencia, se deshizo de sus socios y personas que se interponían en su camino hasta la cima del poder. El daño fue atroz, más el sadismo de su hijo de doblegar a quienes pensaran distinto a él.
Lex quería jugar a ser Dios, y su karma fue que, durante su ceguera no se imaginó que alguna víctima quedaría viva, y fuera quien lo hundió en su grandeza.
Lilian la investigó apenas lo supo, porque en aquellos momentos creía que su hijo era inocente, que lo inculpaban porque nadie quería comprender que la mente de Lex iba más allá de una normal; su único error, fue decirle a este quién era esa persona y el nombre que usaba, porque podía apostar que Lex había tomado cartas en el asunto.
Ahora con las fotografías en su escritorio, Lilian exhaló con fuerza, más al reconocer a la joven y que no estaba sola en la fotografía, sino con dos pequeñas rubias pero con impresionantes ojos verdes azulados; adjunto a la foto, estaba una nota con la caligrafía perfecta de su hijo:
«Conoce a tus nietas, madre.
Es hora de reunir a la familia».
[...]
National City.
La cita no cita con Kara, traía nerviosa a Lena. Primero, no supo que ropa colocarse, y no lucir tan imponente o muy elegante, pero tampoco lucir informal porque debía pasar por la oficina, inspeccionar como iba la decoración y los arreglos en el edificio; segundo, no quería llegar tarde pero tampoco ser la primera para no parecer ansiosa por ese encuentro. Al final, optó por usar pantalón de vestir negro y un suéter verde oscuro, encima una blazer y zapatos de tacón. Se había dado cuenta que Kara era más alta que ella, aunque eso debería ser irrelevante, su estatura, pero Lena desde que la vio no había dejando de pensar en lo hermosa que era y era súper vergonzoso, porque no se conocían, no sabía si estaba casada -aunque no vio anillo- o tenía pareja, el padre de sus niñas.
Fantasear con una mujer que apenas cruzó varios palabras era de locos, quizás sea el hecho que es la única personas a parte de Jack y Sam, que no la veía como un Luthor -bueno, ella no estaba enterada, pero tenía fe que no era prejuiciosa-; así estaba de trastornada por esa rubia, que estaba decidida a pensar bien de ella.
Dos toques en su puerta la sacaron de cavilaciones inútiles.
-Adelante.
El guardia asomó su cabeza, pareciendo un poco incómodo al interrumpirla.
-Un agente quiere hablar con usted.
Lena frunció su entrecejo, quedando en blanco por la información. Asintió ante el guardia, que abrió la puerta por completo para dejar ver a una mujer un poco más baja que ella, de cabello pelirrojo y corto. La mujer dio pasos firmes hasta ella, ubicándose al frente, separándolas el escritorio.
-¿En qué puedo ayudarle, agente? -Lena miró con dureza a la mujer.
No era tonta para no comprender que su presencia debía ser porque el rumor de que un Luthor estuviera en esa ciudad, gritaba peligro. Nadie quería a los Luthor, sólo los socios que tenían casi la misma visión del poder que Lex o que su tecnología e inventos fueran necesarios para ellos y no querían desligarse.
-No sabíamos que había otro Luthor a parte de tu madre y hermano, así que es preocupante que un Luthor esté en National City y abriendo una empresa de tecnología y fármacos -habló fríamente la mujer pelirroja. Sus ojos cafés estaba llenos de ira, lo que inquietó a Lena-. La pregunta es, ¿qué haces aquí, Luthor?
Había muchas formas de responder eso, pero Lena se sintió ofendida, denigrada por la forma en que la mujer se dirigía a ella, acusándola por los delitos de su hermano sin darle el beneficio de la duda. Una parte de ella, le decía que así actuarían todas las personas, al saber su origen, porque lo que Lex le hizo a muchas familias inocentes, perdurarán hasta finales de los tiempos.
-No sabía que para estar en esta ciudad, tenía que confesar todas las cosas que haría, ¿quiere un resumen o debo contarle todo detalladamente?
-No se crea lista, Luthor -advirtió la mujer-. La estaremos vigilando, es mejor que piense a partir de ahora antes de actuar, porque no toleraremos otro Luthor psicópata y será mejor que aprenda a vivir con sombras.
-¿Me está amenazando, agente? -siseó Lena, apretando sus dientes y observando que la mujer no tenía identificación.
-No, solo le estoy advirtiendo para su tranquilidad.
-Vaya forma de hacerlo, pero espero que sea consciente que aunque no me dijo su nombre, puedo averiguarlo, al fin de cuentas, soy un Luthor.
Con una sonrisa pretenciosa, la mujer se fue, cerrando la puerta con fuerza. El dolor de cabeza apareció ante Lena, quién caminó hacia su licorera y se sirvió un vaso de whisky, no llegó a saborearlo, solo se echó un gran sorbo y proceder a estrellar el vaso contra la pared más cercana. Sus manos temblaban de la impotencia, siempre supo que su camino para radicar los males de Lex iban a ser tortuosa, pero no tan extremistas para que un agente gubernamental la monitoreara. La mujer no traía identificación, por lo que su amenaza era personal, quizás familiar o amiga de una víctima de Lex, pero cualesquiera que fuese el caso, no tenía derecho en venir a arruinar su mañana.
Lena pensó en Kara, en la cita que tenían programada y esta vez, no sintió alegría, solo pesadumbre, porque no quería dañar nada ni mucho menos, ahora que se daba cuenta que estaría siendo vigilada; Kara tenía dos pequeñas, y si esta mujer amenazándola quería encontrar alguna debilidad para vengarse, Lena no sería culpable de cualquier cosa que pudiera lastimar a esas personas que no conocía del todo, era mejor seguir su camino y olvidar, a esa hermosa rubia con sus dos pequeñas astutas.
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