CAPÍTULO II: PENSAR EN NUESTRO BIENESTAR.

Midvale.

Kara abrió la puerta de la casa de Eliza, y su hogar desde que la adoptaron, su enojo por la conversación con Alex aún estaba dándole vueltas en la cabeza y querer golpear cosas, pese a no ser agresiva.

-¡Estoy en casa! -gritó.

-Cariño, aquí en la cocina -respondió Eliza.

Dejó su bolso en el estante, así como sus zapatos y se trasladó en plantas de medias hasta la cocina. Eliza estaba sola, sentada con dos tazas de chocolate en el mesón; Kara escaneó a su alrededor, sin rastro de sus pequeñas.

»-Están con su tía Alex -informó Eliza antes que Kara le preguntara. Kara soltó un resoplido, para recibir una mirada acusadora de Eliza-. Debemos hablar, Kara. Pero antes, salúdame como se debe.

Refunfuñando, Kara se acercó hasta su madre adoptiva, depositando un beso en su mejilla y recibiendo uno en su frente con cariño, para tomar asiento al frente de ella. Los cálidos ojos azules de Eliza la examinaban en busca de sus miedos, de sus temores y eso la avergonzaban.

-Supongo que Alex debió contarte el porqué ha venido.

Eliza extendió sus manos sobre el mesón, pidiéndole a Kara que pusiera las de ella sobre las suyas, al hacerlo, las apretó con fuerza.

-Sí, ella me contó lo que sucedió -inició Eliza-. Kara, sabes que te amamos y queremos que seas feliz.

-Soy feliz, Eliza, somos felices.

-Lo sé, cariño, pero vivir aquí no será suficiente -afirmó Eliza, dándole una mirada dolida-. Kieran y Lorelai pronto irán a la escuela, sé que estudiar aquí no estará mal, tú y Alex aprendieron bastante. Pero, debes aceptar que son niñas inteligente, que su potencial sería aplazado si siguen en este pueblo pequeño...

-Eliza, sabes que este es un lugar seguro para mis hijas.

-Kara, cariño... lo sé, comprendo todo lo que has vivido, recuerda que siempre he estado aquí -susurró la mujer mayor, con lágrimas en sus ojos-. Yo tampoco quiero que mis nietas les pase algo, pero tendrás a Alex contigo y a Maggie, no estarán desprotegidas.

Kara negó con su cabeza, aguantando las ganas de echarse a llorar como una niña, pero debía mantenerse fuerte para sus hijas, porque era su deber cuidar y protegerlas. Su vida giraba en torno al de esas niñas, que eran la razón de su existir.

No pudieron seguir con la conversación porque el sonido del auto de Alex estacionándose las sacó de esa burbuja. Oyeron después risas afuera, seguido de la puerta principal ser abierta, y pasos.

-¡Estamos en casa! -exclamaron las niñas.

-¡Nosotras en la cocina! -respondió Eliza con una gran sonrisa.

Kara sonrió al verlas entrar, Lori era más baja que su melliza, le encantaba usar ropa de colores más oscuros; en cambio, Kieran, era lo contario, unos centímetros más altas, y le encantaban los colores pasteles. Ambas tenían cabello rubio como ella, pero ojos verdes azulados y una pequeña heterocromia parcial en su ojo izquierdo, además de perfectos hoyuelos en sus mejillas, que eran su debilidad.

-¡Mami estás en casa! -dijo Lori, percatándose de su presencia.

Kara abrió sus brazos, al ver los rostros extasiados de sus pequeñas al solo mirarla; se fundieron en un gran abrazo, siendo observaba por su hermana y madre. A veces se preguntaba que fuese sido de ella si no tuviera a esos dos terremotos con ella, para darle más sentido a su vida. Besó las mejillas de cada una, escuchando sus risas por el gesto; las dejó ir a saludar a su abuela.

-Solo las lleve a pasear y a comer helados, espero que eso no te moleste -dijo Alex.

-¡Alex! -sermoneó Eliza-. Niñas vamos a lavarnos las manos y a cambiarnos para hacer la cena.

Kara agradeció que Eliza se llevara a las niñas al piso de arriba, no le gustaba discutir delante de ellas, siempre le gustaba mantenerse serena y evitarles incomodidades a sus pequeñas. Fijó los ojos en Alex, quien estaba recostada en el refrigerador con una botella de refresco.

-¿Qué es lo que realmente deseas, Alex? -requirió Kara con voz cansina, evaluó la mueca que hacía su hermana-. Comprendo hasta cierto punto lo que deseas, y puedo entenderlo, pero también ponte en mi lugar, sabes lo que viví...

-Kara, lo sé... -interrumpió, apretando la botella con fuerza y derramando un poco del líquido-. Si te pido esto es porque sé que estarás segura, Maggie y yo te protegeremos. Ese imbécil no volverá a hacerte daño, eso te lo puedo garantizar.

Los ojos suplicantes de Alex hacían que Kara se sintiera tranquila, el amor fraternal que siempre le había sumistrado desde que se unió a su familia era el claro ejemplo de ello; no tenía dudas en confiar en su hermana, pero el temor ahora de que sus hijas fueran las lastimadas, las víctimas, la carcomía.

»-Mira, quiero que las niñas tengan la oportunidad de vivir en plenitud, Kara. No quiero que ellas se sientan frustradas en los años siguientes al no poder respirar nuevos aires, por el miedo de que las lastimen y lo sé -susurró esto último Alex, esta vez avanzando hasta inclinarse hacia su hermana. Limpió las lágrimas que esta derramaba con ternura-, es válido todo lo que sientes por lo que pasaste. Eso te pido, que piensas en todo es esto y lo que creas que sería mejor para las niñas.

Besando su frente, Alex se alejó de ella, dejando sola con sus pensamientos.

[...]

Metrópolis.

Lena bebía de su whisky, acostada mirando el techo blanco de su habitación de hotel. La propuesta de Sam era tentadora, pero no permanente y no le garantizaría un buen sueldo para vivir; aún tenía ahorros de su proyecto en Inglaterra con Jack, pero eso poco a poco se iría acabando.

A su lado en la mesita de noche, estaba el sobre que había dejado su madre en recepción, con un documento de la herencia de su padre y acciones en Luthor Corp, Lena no quería ese dinero, no le interesaba porque ellos nunca la amaron, la hicieron sufrir y sentirse inferior ante todos. Pero según esa información, el dinero estaba en una cuenta y ya las acciones estaban a su nombre, ella podría hacer lo que quisiera con su herencia, no le limitaban en nada. Un mensaje de Sam la sacó de sus ensimismamiento.

Sam
«Estoy en NC, Ruby te envía saludos y te espera pronto».

Lena se mordió su labio inferior, leyendo una y otra vez ese mensaje, recordó que Sam había venido a ver a Bruce Wayne para ser su patrocinador en el proyecto; los ceros en la herencia Luthor eran muchos, y Lena solo era un alma sola vagando en la vida. Antes de responder a Sam, le escribió un mensaje de Jack, quién era bueno en negocios y tenía buen olfato en compras de edificios, si quería desligarse del apellido Luthor, empezaría ahora; aunque lo irónico era usar su dinero, pero al menos, Lionel no fue el psicópata que es Lex.

Jack
«Te avisaré lo que encuentre, pero sé de un lugar perfecto, Lena».

Con esa respuesta, Lena sonrió a nadie en específico y le respondió a Sam.

Yo
«Dile a Ruby que pronto nos veremos. Besos y abrazos».

El día de que el apellido Luthor manchara su vida, se acabaría, Lena estaba dispuesta a iniciar desde cero y hacerle ver a todos, que no todos los Luthor eran psicópatas como Lex.

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