O7; EL CAMBIO

𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐎𝐒 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐓𝐑𝐈𝐋𝐋𝐈𝐙𝐎𝐒 𝐉𝐄𝐎𝐍 

EL CAMBIO

Aeri se preguntaba porqué no quitaba de encima a esa bestia que la embestía con rapidez y dureza, buscando su propio placer. ¿Por qué no pedía ayuda? ¿Por qué no le suplicaba que se detuviera aún cuando sentía un intenso dolor en su interior? Pues, se había cansado tantas veces de rogarle que se detuviera porque la lastimaba. Además, sabía que nadie correría a socorrerla, ya que estaba completamente sola, y sus vecinos parecían que nunca la escuchaban en los meses que llevaba viviendo allí.

Este apoyó la mano en su cabeza provocando que la apoyara en la almohada, mientras ella se preguntaba porqué con el tiempo parecía haberse vuelto algo soportable el dolor de ser partida por la mitad por el violento movimiento de sus caderas.
Detestaba que haya destrozado hace tiempo del pedestal en que lo había colocado, detestaba cómo se aprovechaba de su fragilidad, cómo la utilizaba como si fuese sólo un objeto sexual para descargar su ira.

La pelvis de él chocaba contra su trasero con fuerza mientras Aeri sentía sus lagrimas brotar, cerrando los ojos con fuerza. Trataba de reprimir los sollozos que querían escapar de su garganta, porque odiaba escuchar cómo la rebajaba como si no fuese suficiente que estuviese follándola, aún cuando ella no lo quería.
Sintió un fuerte ardor en su trasero que la hizo gritar al haber sido azotada con fuerza, hasta que este soltó un gruñido llenando el condón de su esencia mientras apretaba su cabeza con fuerza, provocando que enterrara su rostro en la almohada.

En cuanto se salió, ella jadeó sintiendo como su interior ardía y su cuerpo se debilitaba aún más. Mientras este se dirigía al baño, sollozos silenciosos comenzaron a escapar de sus labios y se colocó en posición fetal, sintiéndose asqueada de sí misma por lo que acababa de suceder, por más que se decía que ya debía estar acostumbrada.
Quería poder soltar todo, pero al escuchar los pasos de Taejoon, cubrió sus labios intentando así reprimir los sollozos porque sabía que escucharla lo haría enfadar aún más.

—Espero que ahora no andes buscando a otro hombre que tenga un pene de calidad —dijo colocándose los pantalones, para luego acercarse a ella. La tomó de la barbilla, observando cómo cerraba los ojos con fuerza por miedo mientras las lágrimas seguían brotando—. Que te quede claro de una puta vez que solo eres mía. ¿Acaso quieres irte a la calle? —al escucharla sollozar débilmente, sintió su sangre hervir—. ¡Dime! ¡¿Eso quieres?!

—No...

—Entonces, ¡deja de ser una maldita zorra! —escupió molesto, por lo que ella se sobresaltó—. Nadie hará lo que yo hago por ti, ¿me entiendes? —preguntó entre dientes, y ella asintió rápidamente al sentirse incapaz de contestar—. Absolutamente, nadie. Todo lo que tienes, lo tienes gracias a mí, hasta el estúpido trabajo. No quiero volver a verte cerca de nadie.

Ella asintió rápidamente haciéndole saber que había comprendido, por lo que tomó sus zapatillas para colocárselas al igual que la camiseta mientras la pelinegra solo deseaba que se marchara de una vez porque temía que siguiese lastimándola.
El castaño volvió a acercarse a ella tomándola de la barbilla para dejar un casto beso en sus labios.

—Te llamaré luego. Te amo —murmuró observando cómo las lágrimas seguían brotando. No era capaz de mirarlo, lo cual él decidió ignorar porque se le hacía tarde.

Luego de eso tomó la chaqueta que había dejado en el sofá, para así marcharse de su departamento, por lo que comenzó a sollozar desconsoladamente sintiéndose temblar y cómo el dolor en su pecho la asfixiaba. Sentía que ya no era capaz de seguir soportando aquella situación, pero se decía que ella misma se había metido en eso y que debía estar agradecida de que pagara donde vivía, como también la Universidad. Por esas razones muchas veces no era capaz de enfrentarlo, además de que le tenía miedo. Pues, al principio lo hizo, pero eso lo enfurecía aún más, provocando que sufriera las consecuencias.

Se levantó sintiendo un intenso dolor en su interior y en su vientre, y sus piernas temblaban, pero aún así, sollozando se dirigió en el baño.
Debía darse una ducha e irse a su trabajo porque llegaría tarde y no podía permitirse eso.

Estaba completamente destrozada, cargando dolores tan intensos, pero se decía que debía continuar con su vida, que quizás algún día podría mejorar. Se aferraba a esa pequeña esperanza, tratando de no escuchar las voces en su cabeza porque solo terminaría hundida, y aún tenía algo de fuerzas para nadar.

Una vez que salió ya cambiada, cepilló su cabello aún húmedo, para luego tomar su maquillaje en un intento de que no se notara que había estado llorando. Cuando estuvo lista, salió de su departamento para caminar hacia su trabajo que se encontraba a unas pocas cuadras.

Al entrar al natatorio, ató rápidamente su cabello en un rodete mientras saludaba a los demás empleados. Aeri se encargaba de la limpieza allí, a pesar de que no era algo que le agradaba, le pagaban bastante bien y estaba agradecida con eso.

Comenzó con su labor tratando de hacer a un lado sus pensamientos, como recuerdos porque el lugar de trabajo no era correcto para derrumbarse. En esos momentos deseaba poder tener a alguien, una persona en la que pudiera apoyarse cuando sentía que el mundo se le venía encima, pero Taejoon no soportaba que otro hombre se le acercara. Y las pocas amigas que tuvo, terminaron alejándose porque su novio no la dejaba salir, como tampoco se despegaba de su lado, y no soportaban el hecho de que fuese tan temperamental.

Aeri estaba cansada de aquella soledad, aún temiendo que su novio se molestara si la volvía a ver cerca de alguien, necesitaba de alguien. Anhelaba formar aunque sea una amistad, porque la soledad era realmente consumidora, a pesar de que tenía a su novio se sentía sola.

La pelinegra tomó el balde de agua junto al trapeador dirigiéndose al baño de hombres, haciendo una mueca de disgusto al verlo porque no había nada que detestara más que limpiar los baños. Aún así, comenzó a limpiar rápidamente cubículo por cubículo, intentando ser lo más rápida posible.
Pasó el brazo por su frente sudada al acabar, sintiéndose satisfecha, aunque aún le quedaba trapear, pero al escuchar un estruendo, volteó rápidamente observando cómo el balde se encontraba en el suelo al haber sido chocado por la puerta.

Al ver cómo el agua llegaba a su zapatillas, maldijo a quien había sido el causante, hasta que levantó la mirada encontrándose con unos orbes redondos oscuros donde se reflejaba el arrepentimiento. Aquel joven de gafas tenía el rostro arrugado al ver lo que había causado, hasta que su mirada se encontró con la de ella, lo que hizo que abriera los ojos a la par.

—L-lo siento, no fue mi intención...

—Está bien. Yo fui quien lo dejó frente a la puerta —habló tratando de sonar relajada, aunque sentía un gran enfado con el causante y con ella misma por dónde lo había dejado.

Este rápidamente tomó el balde, pero al volver a reincorporarse y verla en frente, más cerca, tragó con dificultad sintiendo cómo el oxígeno abandonaba sus pulmones.
Aeri, bajo su atenta mirada, tomó el balde sintiéndose algo intimidada, por lo que bajó la suya, pero cuando él salió rápidamente, se sobresaltó quedando demasiado desconcertada por su reacción.

Sin duda sentía que era completamente raro, pues había entrado allí con una intención, pero parecía haberlo olvidado por completo al verla.












(...)














—Entonces, ¿sí eras celoso podría decirse? —inquirió Namjoon.

Al escucharlo levantó la mirada a la vez que apretaba su propia mano, sintiendo cómo los recuerdos lo envolvían aunque no lo quisiera para nada.

—¡No te atrevas a querer enfrentarme, Jonghyun! —advirtió su padre, golpeando con la mano abierta el escritorio.

—¡¿Acaso por decirte la maldita verdad que ninguno de mis hermanos se atreve, significa eso?! —cuestionó enfurecido.

—¡Van a aceptar a Sora les guste o no! ¡Es mi vida y no tienen porqué entrometerse!

—¡No tenemos porqué fingir que la vemos como una madre, cuando cambias de mujer todo el jodido tiempo!

La noche anterior, Jaewook había planeado una cena al invitar a su nueva pareja, Kim Sora, la cual no era del agrado para los trillizos.
Jungsuk fue el que mejor fingió aquella noche, pues casi no había dicho palabra alguna, aunque cuando su padre y ella le hablaban, respondía con educación como siempre, lo que les disgustaba a sus hermanos. Ellos, al contrario del menor, fueron completamente desagradables.
Jungkook se atrevió a decirle que no se acostumbrara a que su padre siguiera dándole aquellos obsequios, como también llevándola a viajes, porque en cuanto se aburriera, ella volvería a su vida normal mientras que él buscaría a otra mujer que llamara su atención. Eso provocó que su padre enfureciera, pero Jonghyun no se quedó callado, lo que hizo que Sora rompiera en llanto y se marchara.

Jaewook enfureció de gran manera, pero Jungkook y Jonghyun decidieron ignorarlo, mientras que Jungsuk intentaba tranquilizar a su padre. Al haberse marchado no pudo hablar con ellos, por lo que al verlo por la tarde no dudó en llamar al mayor, ya que sabía que Jungkook jamás lo escucharía.

—¡¿Acaso tratas de arruinar nuestra relación, Jonghyun?! No intentes hacerlo, sabes que no te conviene —habló amenazante, alzando una ceja—. Eres mi favorito, así que no quieras joderte la vida.

—¡Me importa una mierda!

—¡¿Estás empeñado en arruinar mis relaciones?! ¡¿Acaso te gustaría que hiciera eso con tu relación con Haesun?!

Este soltó una pequeña risa amarga y mordió el interior de su mejilla para así no decir todo lo que cruzaba por su cabeza. Volvió a observar a su padre, notando cómo tenía su respiración pesada e intentaba contenerse para no actuar como lo hacía cuando se trataba de Jungkook, solo porque él era su favorito, lo cual a Jonghyun dejó de importarle hacía unos pocos meses.

Sin más, Jonghyun salió de su despacho, escuchando sus gritos que lo obligaban a seguir con la conversación, pero no le importaba para nada.

—¿De nuevo están haciéndole perder la paciencia a su padre? —al escuchar esa voz masculina, el de cabello largo y atado en una coleta, levantó la mirada encontrándose con la felina del Licenciado Min Yoongi—. ¿Acaso quieren matarlo? No pueden hacerlo alterar así todos los jodidos días.

—No pasaría si nos hubiese dado la atención que necesitábamos.

—Tienen veinte años, ya están lo suficientemente grandes como para seguir respaldándose en eso. Su padre se hizo cargo de ustedes, ¿y así le pagan?

—Con dinero no se arregla todo, Yoongi —respondió acercándose a él, haciendo que este levantara un poco la cabeza al ser más bajo que el joven—. ¿Y sabes qué? Es bueno que no quieras tener hijos.

Jonghyun siguió su camino, escuchándolo refunfuñar por haberlo dejado con la palabra en la boca. La discusión con su padre lo había dejado con mucha rabia que intentaba controlar, pero parecía que nada estaba de su lado esa tarde, porque al llegar a la sala vio a Jungsuk enseñándole un retrato a Haesun.

—¿Sabes? Dibujas realmente hermoso.

—¿En verdad lo crees? —preguntó ilusionado mientras una sonrisa aparecía en su rostro.

—Claro que sí. ¿No has pensado en dedicarte a esto?

—No, a papá no le gustaría para nada aunque yo lo disfruto demasiado. Además, nuestro futuro está en su Empresa.

—Pero lo que haces es... Maravilloso.

—¿Lo dices en serio?

—Sí, es más, quiero que hagas un retrato sobre mí —confesó ilusionada, acercándose más a él en el sofá—. A tu novia no le molestaría, ¿cierto?

—N-no...

—¿De qué están hablando? —intervino Jonghyun, haciéndolos sobresaltar.

Jungsuk se levantó rápidamente tragando con dificultad, mientras Haesun lo observaba alzando una ceja, levantándose tranquilamente, lo cual provocaba más a Jonghyun.

—¿No van a contestarme? —inquirió con sus facciones endurecidas.

Sin saberlo, Jungkook bajaba el último escalón, analizando la situación. Al ver al de gafas sin ser capaz de retenerle la mirada a su hermano, supo que Jonghyun estaba dejándose llevar nuevamente por sus celos absurdos, pero esta vez por su hermano, lo cual no permitiría.

—Hey, Jungsuk, ya es hora de irnos —mencionó tranquilamente, acercándose a este para palmear su hombro, notando que lo observaba desconcertado, pero aún así, miró al mayor—. No lo necesitas, ¿verdad?

—Llévatelo.

—P-pero...

—Vamos, ya está por empezar la carrera y esta vez vas a competir —mencionó emocionado, pasando su brazo por los hombros de este para empezar a caminar.

Jonghyun los observaba intentando reprimir su impulso de tomar a Jungsuk, pero se decía que debía calmarse, hasta que los vio desaparecer. Al escuchar unos pasos, volteó observando cómo su novia se dirigía a la cocina tranquilamente.

—¡Haesun!

Este sin dudar la siguió empujando bruscamente la puerta para entrar, para luego tomarla de la muñeca, provocando que ella volteara a verlo, dejándole notar que le estaba disgustando su manera de actuar.

—¡¿Ahora qué quieres?!

—¡¿Qué carajos fue eso con mi hermano?!

—¡Solo estábamos conversando! —respondió frustrada, soltándose de su agarre.

Jonghyun se sentía explotar por la rabia, por los celos, por lo traicionado que estaba sintiéndose. No soportaba la idea de pensar que Haesun podía estar interesada en Jungsuk, y mucho menos que él era capaz de traicionarlo.
Por esa razón golpeó la pared a su lado con la palma de su mano, haciéndola sobresalta y que dé otro paso hacia atrás, chocando su espalda contra la pared mientras se acercaba más a ella, notando que su respiración se volvía pesada por el miedo.

Jonghyun volvió a la realidad sintiendo cómo su respiración se había vuelto pesada y sus latidos se aceleraron, por lo que cerró los ojos con fuerza mientras se decía que eran solamente recuerdos que debía borrar.

—Quizás un poco —respondió en casi un murmuro inaudible.

—¿Qué provocaba aquellos celos, Jonghyun?

—¿Hoy podemos terminar un poco antes? —preguntó conectando sus miradas por un momento.

—¿Por qué lo haríamos?

—Tengo un examen —mintió levantándose—. Nos vemos el próximo viernes.

Jonghyun salió sintiendo la intensa mirada de su terapeuta, lo que le hacía saber que no le había creído, pero hacerlo recordar hizo que sintiese su corazón encogerse. Sabía que durante esa tarde sería atacado por aquellos recuerdos, y que quizás hablar lo ayudaría, pero no quería llegar a esa noche ni tampoco que él luego hablara con su padre.

Sin más, se dirigió a su coche sintiendo sus manos temblar al apoyarlas al volante, por lo que soltó un suspiro llevando las manos a su rostro.
Lo carcomían los pensamientos, aquellos recuerdos y encuentros que se escabullían por su mente logrando que la extrañara, que se arrepintiera de todo lo sucedido y desesperara.

«¿Cuánto más puedo seguir así?»
Se preguntaba desesperado a sí mismo.

Respiró profundo tres veces seguidas, tratando de así volver a calmarse, para luego empezar a conducir. Necesitaba entrenar para sacar aquella rabia contenida, aquel dolor.
Era la única manera en la que conseguía aunque sea relajarse un poco.

Durante los minutos seguía sintiendo cómo aquellos recuerdos golpeaban con fuerza y atormentándolo, pero no lo permitió al ya tener suficiente con sus pensamientos.
Al llegar no dudó un segundo en bajar del coche, pero al voltear a ver el gimnasio que se encontraba en mal estado, vio a un joven con uniforme de instituto que reconoció fácilmente.

Se acercó rápidamente desconcertado de verlo allí, mientras él parecía algo dudoso sobre entrar.

—¿Qué haces aquí? —se atrevió a preguntar, llamando su atención.

—Oh, Jonghyun...—dijo sorprendido con un ligero temblor en su voz—, y-yo quería... No, quiero...

—¿Te interesa el boxeo...?

—Hyeongjun. Hwang Hyeongjun.

—Bien, ¿te interesa el boxeo, Hyeongjun?

—La verdad, lo que me interesa es aprender a defenderme —confesó nervioso, rascando su nuca a la vez que bajaba la mirada.

—¿Crees que si practicas boxeo se detendrán?

El adolescente conectó sus miradas por un momento en el que Jonghyun observó su piel pálida como la porcelana, donde sobresaltaba el hematoma en su ojo, lo cual le hizo suspirar.

—Mi hermana al verme pegó el grito al cielo...

—¿Qué le has dicho sobre los golpes? —indagó curioso.

—Eso no importa. Ya no quiero que se preocupe más por mí, por eso quiero entrenar. ¿Tú podrías ayudarme? —preguntó tímido.

—¿Estás seguro?

—Sí. Entonces, ¿me ayudarás?

Jonghyun al verlo sonreír tímido y asentir repetida y rápidamente, quiso sonreír al recordarle un poco a Jungsuk, pero aún así la reprimió.

—Está bien. Te ayudaré.

—Antes, una pregunta.

—Dime.

—¿Cuánto cuesta? Es que... no tengo demasiado dinero —murmuró avergonzado, desviando la mirada.

—¿En verdad crees que este lugar cuesta demasiado? Tú no te preocupes por el dinero —palmeó su hombro—. Yo voy a ayudarte.

—Pero...

—Será mejor que te calles si quieres mi ayuda.

Jonghyun no sabía porqué, pero no podía evitar querer ayudarlo aunque apenas lo conociera.














(...)














—¡JK! —aquel grito masculino y el sentir unas manos tomarlo de los hombros, lo hizo sobresaltarse.

Al escuchar la risa burlona, giró un poco la cabeza observando cómo Taehyung se colocaba a su lado, mirando también la entrada de la Universidad. Había pequeños grupos de personas, conversando animadamente y otros despidiéndose, pero a quien miraba él, principalmente, era a la joven que estaba en una de las mesas a un costado, leyendo lo que había en su libreta.

—¿Estabas esperándome, JK? —preguntó divertido.

—Claro.

—Iremos a la fiesta en la casa de Jake, ¿cierto? —al ver cómo Jungkook juntaba los labios en una fina línea, abrió los ojos a la par por la sorpresa—. Irás, ¿verdad?

—No puedo dejar de pensar en lo que le prometí a mi padre. Sigue realmente molesto.

—Tiene porqué estarlo. Deberías demostrarle que realmente cambiaste, aunque eso signifique perder a mi mejor compañero de fiestas —palmeó su hombro, haciendo una mueca de angustia—. JK, JK, nunca creí que tú serías el idiota de los tres. ¿Cómo no te cuidaste? Casi arruinas por completo tu vida.

—Cállate. Sé que fui un gran idiota, no es necesario que me lo repitas.

—Ya, entonces, deberías cumplir con lo que tu padre te pidió, porque no cualquiera lo hubiera dejado pasar. Créeme, el mío me hubiera obligado a hacerme cargo de ese embarazo —comentó rodando los ojos a la vez que guardaba las manos en los bolsillos delanteros de los pantalones—. Entonces, ¿vas a cambiar, Jungkook?

Al notar la burla en su voz, giró su cabeza a verlo con el semblante serio, lo que hizo que Taehyung sonriera inocentemente.

—No sé cómo hacerlo.

—Empezando a estudiar podría ser una buena idea.

—No importa que tenga buenas calificaciones, mi padre siempre hablará de las que tienen mis hermanos —suspiró frustrado—. Y por más que lo intento, no puedo concentrarme. No entiendo una puta mierda.

—Pídele ayuda a alguien. Eres Jungkook, así que alguien va a sentirse honrado de explicarte —aseguró soltando una risa burlona.

—No te burles de mí porque tú eres un maldito cerebrito.

—Ya, de todas maneras, no creo que estudiando alcance para demostrar tu cambio —apoyó la mano en su hombro—. Debes asentar cabeza de muchas formas.

Al escucharlo cerró los ojos por un momento tratando de mantener la calma al pensar que debía dejar muchas cosas atrás, aunque sea por un tiempo.

—Lo haré, y ya sé qué más me ayudará a demostrarle a mi padre que "he cambiado" —sonrió divertido.

—¿De qué hablas? —preguntó frunciendo el ceño.

—Ya lo verás.

—Haz lo que tengas que hacer, amigo —sonrió dándole ánimos, y él comenzó a caminar—. ¡Hazme sentir orgulloso, JK!

Este acomodó su chaqueta negra y pasó los dedos por las hebras de su cabello oscuro echándolo hacia atrás, para luego sacudir un poco su cabeza y que se acomodaran.
No sentía nervios ni nada por el estilo, nunca los sintió por una chica porque sabía que poseía demasiados encantos que provocaba que se les hiciera imposible negarse a algo que él quisiera.

Al verla de espaldas, su cabello suelto alisado y castaño, con un suéter blanco que parecía quedarle algo grande y con la libreta en sus manos, sonrió.

—¿Cómo estás, Cenicienta? —preguntó divertido, llamando su atención.

La fémina al escucharlo rodó los ojos, repitiéndose que debía mantener la calma, pero desde que la había acorralado esa primera vez, no la había dejado de molestar, burlándose de ella, lo que hacía que se arrepintiera de haber estado con él una vez.

—¿Seguirás con esa mierda? —preguntó molesta, conectando sus miradas cuando este se sentó en el banco de al lado.

—Es que... aún me sorprende verte así, tan...—la observó de pies a cabeza algo disgustado, pero luego volvió a conectar sus miradas regalándole una sonrisa —. Olvídalo.

—¿Qué rayos quieres?

—¿Has visto que somos compañeros?

—Es imposible que no lo haya notado si pareces un adolescente en secundaria tirándome papeles para llamar mi atención —espetó rodando los ojos—. Ya, dime qué quieres.

—Qué aburrida —dijo en un murmuro casi inaudible—. Bien, te diré algo sorprendente. No entiendo álgebra.

—Oh, ¿eso es sorprendente? —inquirió sarcástica, lo que hizo la mirara serio.

—Como decía, y se me ocurrió que ya que aún no logro entender álgebra, tú podrías ayudarme, ¿qué dices? —preguntó con una sonrisa.

—¿Y por qué querría hacerlo? —arrugó levemente el ceño, dejándose notar desconcertada.

—Oh, vamos, ¿por qué no querrías? Cualquiera en tu lugar lo desearía —al notar que ella seguía mirándolo de la misma manera, suspiró—. Tú me ayudas y yo te daré diversión.

—¿Diversión?

—¿Qué dices? —apoyó las manos en la mesa, inclinándose hacia adelante mientras sonreía—. Es una muy buena propuesta.

Hyesoo también se inclinó hacia adelante, observándolo con seriedad, lo que hizo que este se sorprendiera un poco, ya que parecía estar desafiándolo, pero terminó causando su sonrisa al sentir algo de diversión por la situación. Mientras la castaña observaba detalladamente su rostro, sus cejas gruesas con un piercing en una de ellas, y cerca una pequeña cicatriz que parecía algo antigua. Observó sus orbes redondos y oscuros con una gran intensidad en ellos, donde podía ver la diversión como también el peligro, bajó a sus delgados labios rosados con un piercing al costado del inferior.
En eso no pudo evitar recordar la manera en que la besaron, las frases obscenas que escapaban de estos que provocaron que sintiese un cosquilleo bajar por su vientre mientras se estremecía.

—¿Qué dices? ¿Aceptas o tendré que pedirle a alguien más? —preguntó alzando una ceja.

—Está bien. Acepto.

—Perfecto. ¿Qué te parece si empezamos con las clases hoy?

—¿Dónde?

—En mi casa ya debe estar el estúpido de mi hermano, ¿te parece si hoy vamos a otro lugar? —ella asintió, por lo que él se levantó—. Bien. Levanta tus cosas y vamos.

Jungkook comenzó a caminar mientras Hyesoo guardaba la libreta en su mochila, para luego colocársela y apresurar el paso para llegar a él.
Al ver que se dirigía hacia donde estaban las motocicletas, arrugó el ceño.

—Pero... ¿Y tu coche? —preguntó desconcertada.

—Hoy decidí venir en motocicleta —volteó a verla sonriendo, tomando el casco.

—Oh, también tienes motocicleta. Genial
—murmuró sarcástica.

—Ten, Cenicienta —sonrió divertido, extendiéndole el casco.

—Púdrete.

Al escuchar su murmuro soltó una carcajada, para luego acercarse a ella tomándola de la barbilla mientras ella lo observaba desconcertada.

—¿Sabes que mientras más me insultas, más me pones? —preguntó con una sonrisa ladina—. Sigue así y podremos repetir esa madrugada.

Hyesoo no pudo evitar estremecerse, recordando aquellos momentos, por lo que apartó rápidamente su mano.
Este le guiñó el ojo al notar que algo había provocado en ella, y volteó para subirse a la motocicleta. Ella al notar que estaba esperándola, tragó con dificultad y tomó una bocanada de aire, colocándose el casco, para luego subirse detrás de él.

Algo dudosa colocó las manos en su cintura mientras los nervios la carcomían al acercarse y sentir cómo el aroma de su colonia inundaba sus fosas nasales, por lo que trataba de ignorar ese hecho. Jungkook comenzó a conducir, provocando que se sorprendiera por la velocidad. No quería demostrar miedo, pero aun así se aferró más a él, que sonrió divertido convencido de seguir con su plan.

¡Hola!

¿Qué les pareció Aeri? Ya era hora de que pudieran conocerla

Espero que les haya gustado el capítulo, si es así no se olviden de votar y comentar

¡Nos leemos pronto!

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