O3; MISERABLE

𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓𝐎𝐒 𝐄𝐍𝐓𝐑𝐄 𝐋𝐎𝐒 𝐓𝐑𝐈𝐋𝐋𝐈𝐙𝐎𝐒 𝐉𝐄𝐎𝐍 

MISERABLE

—¡¿No te fue suficiente con que la policía te encerrara por conducir drogado y alcoholizado, que ahora te atreviste a dejar embarazada a una chica que ni el nombre te debes acordar?!

—¿Qué? —preguntó atónito, abriendo los ojos a la par—. N-no... No puede ser cierto.

—¡¿Cómo pudiste ser tan estúpido como para no cuidarte?! —gritó furioso.

El hombre se acercó con la mano levantada, inclinándose hacia adelante como si fuera a golpearlo, por lo que Jungkook, aún en el suelo, se arrastró para alejarse cubriéndose con los brazos con temor. No le importaba en absoluto que sus hermanos vieran eso, porque al tratarse de su padre, sabía que con él perdía los estribos fácilmente de una manera que no pasaba con Jonghyun ni con Jungsuk.

—Papá...—el mayor se acercó para impedir que volviera a acercarse.

Jungkook hizo un poco al lado sus brazos, observando temeroso a su padre, tanto así que estaba temblando y se le dificultaba respirar mientras su visión estaba nublada por las lágrimas retenidas, lo que hacía que comenzara a arderle los ojos.
Jungsuk quería hablar para que Jonghyun se alejara de su padre, pues no quería que explotara en su contra también porque sabía que no lo merecía. La mayor parte de él quería que le diera su merecido a Jungkook, por la manera en la que lo molestaba, pero la otra sentía pena al verlo de esa manera, tan lleno de miedo y sintiendo su vida arruinada por el error.

—¡Tú no te metas! —ordenó entre dientes.

Jonghyun tragó con dificultad y bajó la mirada para ver a Jungkook que lo observaba rogante con su pecho subiendo y bajando, sus manos estaban apoyadas en el suelo, preparado para alejarse si su padre volvía a tener la intención de acercarse para golpearlo.
Necesitaba la ayuda de sus hermanos, pero sabía perfectamente que ninguno era capaz de enfrentarlo, porque sin él que cubría cada uno de sus errores para que no salieran a la luz, estarían acabados.

—¡Dime cómo pudiste ser tan estúpido! ¡Te he dicho millones de veces que si te gusta tanto follar, te cuides, maldito inservible! —escupió acercándose, por lo que él se alejó ahogando un sollozo.

—¡Me he cuidado! ¡Juro que sí!

—¡¿Te atreves a mentirme en la puta cara?! —Jaewook lo tomó de la camiseta, provocando que se levantara y se cubriera con sus brazos.

—¡Papá, suéltalo, por favor! —intervino nuevamente, pero cuando volteó a verlo, dio un paso hacia atrás.

—Tú cierra la boca —apuntó con las facciones endurecidas y él desvió la mirada—. ¿En serio me dirás que no conoces a una tal Hyesun? ¿Cuántas veces más vas a intentar joder a esta familia, Jungkook?

El de piercings balbuceó sin saber qué decir, mientras pequeños fragmentos aparecían en su cabeza. Imaginaba a aquella joven rubia con la que había estado para saciarse.
Una de las pocas veces que no se había cuidado, y ahora estaba completamente arrepentido, pero en ese momento sentía que si no estaba de una vez dentro, explotaría.

Tragó con dificultad y sus ojos volvieron a cristalizarse, hasta que una lágrima comenzó a deslizarse por su mejilla, porque si su padre no lo ayudaba, su vida estaría arruinada.

—Lo siento —musitó.

—¡¿Lo sientes?! ¡¿Me dices que lo sientes?! —cuestionó furioso, sacudiéndolo.

Jaewook volvió a golpearlo, provocando que perdiera el equilibrio y llevara la mano a su mejilla que sentía arder en llamas, por lo que sollozó volviéndose pequeño por el temor.
Jungsuk y Jonghyun se sobresaltaron al escuchar el sonido del golpe y ver a Jungkook casi caer. Pues, antes escuchado golpes y sus gritos, pero jamás lo habían presenciado.

El más temeroso por la situación parecía Jungsuk, ya que nunca antes había visto algo así y tampoco lo vivió porque, al contrario de sus hermanos, jamás le había hecho perder la paciencia a su padre, mientras que Jonghyun lo vivió hacía poco tiempo atrás.

Una mañana que se repetía en su cabeza una y otra vez, torturándolo de gran manera, a pesar de que solo podía recordar pequeños fragmentos.

Con aquella situación no se esperaron que actuara así, pero parecía que luego de aquella madrugada y mañana que los marcó tanto, a Jaewook todo lo hacía explotar porque ya no podía soportar que ninguno de los tres cometiera un error.
Quizás debía estar acostumbrado a que Jungkook le diera tantos problemas, pero jamás se esperó que aquel problema fuese que lo hiciera abuelo.
Ese era un problema que estaba negado a aceptar porque sabía que, probablemente, al embarazarse de un Jeon, podrían querer sacar provecho, por lo que no entendía cómo Jungkook pudo ser capaz de eso.

—¡Lo siento! —gritó desesperado.

—¡¿Ahora qué demonios harás?! ¡No eres siquiera capaz de estudiar! ¡¿Crees que voy a ayudarte con los gastos de un maldito bebé?! —inquirió entre dientes —. ¡¿Acaso tienes una puta idea de lo que has hecho?! ¡¿Eres capaz de pensar o la maldita droga te ha quemado ese estúpido cerebro que tienes?! —le dio golpes en su sien con los dedos, por lo que Jungkook sollozó alejándose con temor de que volviera a golpearlo.

—¡No pensaba!

—¡Claro que no lo hacías! ¡Nunca lo haces! —soltó una risotada cínica—. Dime qué vas a hacer ahora.

—N-no lo quiero...

—¡¿Te piensas que por decirle que no quieres hacerte cargo, te librará tan fácilmente de ese embarazo?! ¡¿Crees que no va a querer sacarnos dinero?!

Jungkook lo observó con los ojos abiertos a la par, reaccionando a toda la situación. Pues, si se trataba de ella, le había dado un condón, pero fue su decisión no usarlo y ahora tenía que enfrentarse a las consecuencias de un embarazo para nada deseado.
Creyó que su padre podría ayudarlo en esa situación, pero ahora se daba cuenta de que parecía desear que se enfrentara a su más grande error, y eso lo llenaba de miedo.

No quería ser padre. Eso no estaba para nada en sus planes, pues ni siquiera estaba el tener una esposa en algún futuro. Para él todo era fiestas, su banda y follar. ¿Cómo podría disfrutar de eso, si aquella joven lo obligaba a hacerse cargo de ese embarazo no deseado? ¿Cómo iba a ser capaz de estar atado a una vida que no quería para nada?
La preocupación se volvía cada vez más parte de él, al igual que el miedo, por lo que empezaba pensar qué podría hacer para impedir que eso sucediera.

Necesitaba ayuda otra vez más que nunca. ¿Su padre sería capaz de ayudarlo esta vez o realmente había llegado a su límite? Eso lo hacía arrepentir de haber cometido tantos errores sin pensar en las consecuencias, porque ahora otra vez había cometido uno, pero del cual no podría salirse fácilmente y eso lo estaba desesperando.

—¡Tienes que ayudarme! —se acercó mirándolo desesperado.

—¿Tengo que ayudarte? —cuestionó riendo cínico, provocando que se estremeciera—. ¿En verdad crees que tengo que ayudarte, luego de todo lo que he hecho por ti, y aun así no te cansas de seguir metiéndote en problemas?

Jungkook lo observaba con sus ojos abiertos a la par, llenándose de temor de que realmente ya no fuera a ayudarlo, cuando sabía que si esta vez era así, estaría condenado de por vida.
Rápidamente se acercó aún más, colocándose de rodillas, sorprendiendo tanto a su padre como a sus hermanos, pero es que haría lo que sea por salvarse.

—¡Por favor, ayúdame! ¡No puedo ser padre! ¡Por favor! —suplicó juntando las manos y solloza—. ¡Por favor, papá!

—¿Por qué debería hacerlo, Jungkook? Vamos, dime. Habla —ordenó observándolo de forma burlona.

—Papá, no serías capaz...—intervino por lo bajo, Jonghyun.

—¿Por qué debería ayudarlo, Jonghyun?
—cuestionó alzando una ceja a la vez que giraba a verlo

—Me ayudaste a mí.

—No vuelvas a hablar de eso.

—¡Pero lo de él es mucho menor a lo que yo he hecho! —refutó histérico.

—¡Jungkook no hace nada bien!

El de piercings sollozaba aún con sus manos juntas que estaban temblorosas y de su boca solo salía pedirle ayuda a su padre, el cual ignoraba al mirar a Jonghyun, que parecía decidido a hablar de esa madrugada aunque no recordara bien, pero todo con tal de ayudar a su hermano. Pues, jamás lo había visto así de desesperado y tan lleno de miedo.
Sabía perfectamente que Jungkook ni siquiera tenía esos planes para un futuro, por lo que no quería que su vida se arruinara aún más de lo que ya lo estaba.

—Deberías darle otra oportunidad.

—No se la merece.

—¿Y crees que yo sí la merecía?

—Claro que sí —respondió rápidamente, sorprendiéndolo.

—Papá, piénsalo bien. ¿Crees que acaso es capaz de ser un buen padre? —inquirió con el ceño fruncido.

—Me importa una mierda. Va a enfrentar las consecuencias de no mantener la bragueta cerrada —espetó provocando que Jungkook sollozara aún más.

—¡Por favor, ayúdame! —lo tomó de las piernas, por lo que intentó sacar sus brazos, ya que eso solo lograba que lo enfadara más, pero su hijo estaba desesperado—. No me castigues de esta manera, por favor, papá.

—¿Castigarte? Algún día tenías que aprender a enfrentar las consecuencias de tus errores, así como a tus hermanos va a tocarles si se atreven a equivocarse otra vez.

—No me hagas esto, por favor —sollozó aferrándose a sus piernas—. ¡Haré lo que sea, pero ayúdame!

—¿Por qué debería confiar en ti?

—¡Porque estoy realmente arrepentido! ¡No podría jamás hacerme cargo de ese embarazo! —alzó la mirada, dejando ver cómo las lágrimas seguían brotando—. Haz lo que sea, pero ayúdame, papá. Juro que no volveré a equivocarme.

—¿Cómo puedo confiar en ti, Jungkook?

—Haré lo que sea, lo juro —aseguró más tranquilo. Inhalaba y exhalaba de manera temblorosa, tratando de mantener la calma mientras veía a su padre pensar—. Por favor...

—Necesito pensarlo —murmuró antes de marcharse.

Jungkook sollozó desconsoladamente, inclinándose hacia adelante, apoyando la cabeza en el suelo con las manos apoyadas al costado. Se sentía lleno de miedo al pensar que no iba a ayudarlo, que iba a tener que hacerse cargo de ese embarazo que no quería para nada, hasta que escuchó como Jonghyun decía su nombre mientras apoyaba la mano en su espalda, por lo quese levantó con sus piernas temblorosas, tratando de calmar su llanto.

—Prometo que voy a tratar de convencerlo.

—N-no sé qué haré...

—Él va a ayudarte.

Jungkook lo miró algo agradecido, sintiendo cómo apretaba un poco su hombro en señal de apoyo. Al notar cómo Jungsuk aún lo miraba atónito, sintió que la rabia volvía a ser parte de él porque lo había visto humillarse.

—¡¿Qué carajos me ves, imbécil?! —preguntó enfurecido para voltear y dirigirse hacia las escaleras rápidamente.

El de gafas no pudo evitar sobresaltarse y tener miedo, pero al ver que subía las escaleras, se alivió, mientras que Jonghyun suspiró volteando a verlo.

—No lo molestes. ¿No crees que ya tuvo suficiente? —cuestionó molesto. Jungsuk, tratando de mantener la calma, volteó hacia el frente soltando un suspiro.















(...)











Hwang Hyesoo, al salir del baño, ya con su ropa normal y su cabello suelto, se dirigió a la puerta de la salida de la cafetería donde trabajaba por las tardes, pero al abrirla, escuchó una tos, por lo que volteó a ver a su compañero.

—Nos vemos el lunes.

—¡Nos vemos, Hyesoo! —se despidió con una gran sonrisa en el rostro moviendo la mano.

La fémina intentó devolver la sonrisa, pero le salió más una mueca y se marchó aún siendo observada por él.
Park Jimin era un joven un año mayor que ella, cabello rubio y corto que caía por su frente, ojos mieles que cuando sonreía desaparecían, dando un aspecto más tierno en él, sus labios eran esponjosos y rosados, lo que los hacía demasiados llamativos. Con la vestimenta del trabajo parecía demasiado delgado, pero cuando Hyesoo lo vio con su ropa normal, pudo notar que trabajaba en su físico, lo cual la sorprendió de gran manera.
Trabajaba desde hacía unos meses antes de que entrara la fémina, por lo que no dudó en enseñarle lo necesario y hacerla sentir cómoda. Pues, no sabía si era por su timidez que no hablaba con nadie o, simplemente, no le gustaba. Aun así, Jimin era con el que más hablaba allí, pero no era tanto como él seguía deseando que pasara.

Hyesoo comenzó a caminar hacia la parada del autobús mientras se colocaba los auriculares para intentar ignorar cuando le hablaban.
Al ver algunas personas también esperando, suspiró rogando que llegara rápido, lo cual pasó al tener que esperar tan solo unos pocos minutos.

Una vez que subió y pagó, se sentó sola, volteando a ver hacia la ventanilla aunque ya se sabía el recorrido de memoria, pero prefería eso que el ver a las personas, porque detestaba estar en un espacio pequeño entre tantas.
Cerró por un momento los ojos, suspirando al no tener ánimos de estar en el departamento, pero esperaba que también estuviera su hermano para que la soledad fuese menor y tuviera con quien hablar.

Estaba cansada de su vida y enferma de todo a su alrededor.

Algunas veces, así como ahora, deseaba irse de Seúl a empezar su vida en otro lugar, aunque solo llevaba poco tiempo allí, pero lo necesitaba para así saber si era ese su problema o es que ya estaba realmente cansada de vivir.

Siguió viendo el recorrido perdida por momentos en sus pensamientos, mientras sus ojos se cerraban por varios segundos porque el cansancio se había vuelto parte de ella, hasta que recordó su parada y tuvo que levantarse.
Una vez fuera del autobús, caminó a paso lento hacia su departamento, deseando poder dormir porque además de trabajar era lo único que hacía en las vacaciones. Y pensar que faltaba un día para volver a la Universidad no la tenía nada contenta, ya que temía no poder cumplir con su palabra de dar lo mejor de ella.

Al subir las escaleras para el segundo piso, se quitó los auriculares y buscó la llave en su pequeño bolso para introducirla en la cerradura. Era pequeño, contaba con la cocina y comedor compartido, baño y dos habitaciones.
Al entrar el olor a humedad se colaba por sus fosas nasales, por lo que suspiró dejando el bolso en el sofá que pusieron allí, ya que no entraba en las habitaciones al ser pequeñas.

Los minutos fueron pasando hasta que se recostó en el sofá, revisando sus redes sociales en el celular, tratando de no dormirse, pero el aburrimiento fue tanto, que el silencio que inundaba el pequeño departamento, terminó logrando que cerrara los ojos por completo y se durmiera.

El tiempo pasaba mientras dormía plácidamente, hasta que el sonido de la puerta la hizo despertar sobresaltada.
Se sentó rápidamente refregando los ojos, y al ver a su hermano en frente, bostezó a la vez que se estiraba, ya que su cuerpo dolía al haberse dormido en el pequeño sofá.

—¿No crees que es mejor dormir en tu cama, que es al menos un poco más grande que el sofá? —preguntó divertido.

Hwang Hyeongjun era de estatura alta, delgado, tez pálida, cabello castaño, ojos cafés grandes y redondos, labios delgados y pequeños. 
Estaba aún en el instituto y era demasiado estudioso, ya que quería que su padre estuviera orgulloso porque sabía cuánto estaba esforzándose por ellos, a pesar de que no se sentía cómodo dónde vivía y estudiaba. Pues, lo molestaban constantemente por su forma de ser y por cómo se veía hacía que se aprovecharan de eso.

No era capaz de hablar porque no quería preocuparlos. Pensaba que quizás era porque hacía dos semanas había empezado las clases, por lo que con el tiempo iban a dejarlo de molestar y hasta iba a hacer amigos.
No quería hablar, ya que sabía que harían algo al respecto que solo arruinaría el gran esfuerzo que estaban haciendo.

—Estaba esperándote. ¿Cómo te ha ido con tu amigo?

—B-bien —respondió nervioso mientras se dirigía a su habitación, lo que llamó la atención de su hermana.

—¿Sucedió algo? —indagó levantándose rápidamente para seguirlo.

—¡Claro que no!

—No me mientas. Si sucede algo, sabes que...

—Que puedo decírtelo. Lo sé, pero no tienes nada de qué preocuparte —aseguró volteando a verla con una sonrisa, por lo que ella lo observó desconfiada.

Este volvió a dirigirse hacia la cocina, siendo seguido por ella, y al abrir la nevera, suspiró al verla casi vacía, por lo que su hermana bajó la mirada.

—Voy a darte el dinero que gané hoy así que compras algo, ¿está bien?

—No, no te preocupes. No tengo hambre —intentó sonar convencido mientras tomaba la caja de leche para buscar un vaso.

—Hyeongjun...

—Ya, hablo en serio.

Su celular sonó por lo que dirigió la mirada al sofá con el ceño fruncido, para acercarse y tomarlo, pues no hablaba con nadie, por lo cual no sabía porqué pudo haber sonado. Pero en cuanto lo tuvo en su mano, vio que era un número que ya se había aprendido y que quizás debía agendar de una vez al tratarse de Jimin, por lo que reprimió un sonrisa.

—¿Quién es? —preguntó con una sonrisa al verla de esa manera.

—Solo es un compañero de trabajo.

Hey, Hyesoo, estaba hablando con Dahae y pensamos en ir a un bar esta noche.
¿Qué dices? ¿Vamos?

¿Qué te ha puesto?

—Me invitó a un bar esta noche —respondió sentándose nuevamente en el sofá.

—¿Y por qué te pones así? —cuestionó confundido, para luego darle un sorbo a su vaso.

—No voy a ir.

—¡¿Por qué?!

—¿Puedes dejar de hacer tantas preguntas?

—Es que no entiendo porqué no quieres ir. Deberías animarte a salir más, apenas tienes veinte años y ya actúas como alguien mayor con esa amargura —apuntó riendo.

—No voy a gastar dinero en cosas innecesarias, cuando el sueldo de papá y mío apenas alcanzan para las cosas importantes.

—Hyesoo, tienes que disfrutar más. Sal.

—¿Y quién eres tú para darme ordenes? —inquirió levantándose, llevando las manos a la cintura.

—Soy tu hermano, así que te ordeno a que salgas esta noche y disfrutes un poco.

—Tú tienes que obedecerme a mí...

—Sal, Hyesoo. Es en serio.

—¿Y si te sucede algo?

—Nada va a pasarme —aseguró soltando una risilla a la vez que apoyaba la mano en su hombro—. Mereces salir un poco. Vamos. Ve a buscar qué vas a ponerte esta noche, mientras yo le digo a Jimin que irás.














(...)















Hyesoo había observado su armario por varios minutos, pensando qué podía colocarse, ya que tampoco era que tuviera demasiada ropa para salir, lo que hizo que se frustrara y terminara eligiendo uno de los únicos dos vestidos que tenía.
Una vez que se lo colocó, se miró en el espejo disgustada al no sentirse nada cómoda, y ver que le quedaba más grande que antes, por lo que su figura no resaltaba para nada, pero aún así se repitió que no debía darle importancia.

Decidió alisar su cabello y maquillarse un poco. Simplemente, se delineó los ojos, se puso rímel y brillo labial al no saber demasiado sobre eso.

Quiso cambiar de opinión, pero sabía que su hermano no estaría para nada de acuerdo, por lo que antes de salir, aunque él se negó, le dejó dinero para que pudiera comprarse para cenar.
Tuvo que tomar el autobús por más que Jimin insistió en pasar a buscarla, lo cual no aceptó para nada porque no quería que nadie supiera dónde vivía, ya que le incomodaba de gran manera.

Al bajar del autobús, tuvo que caminar unas cuadras, sintiendo temor de que algo pudiera pasarle porque aquellas calles eran oscuras y los árboles que la rodeaban la asustaban aún más.
Cuando llegó, se relajó y se dio cuenta que había una banda tocando, pero no prestó para nada atención, solo miró por un momento a lo lejos el escenario y comenzó a buscar con la mirada dónde estaría Jimin con Dahae. Se arrepentía de gran manera al haber aceptado, por lo que estaba convencida de que solo pagaría por un trago, y al acabarlo se iría para que ellos no pensaran que era tan amargada, aunque eso nunca le había importado, pero no supo negarse a su hermano.

Tampoco quería que él se diera cuenta de lo miserable que se sentía todo el jodido tiempo, así que debía fingir un poco para que se relajara y dejara de preocuparse tanto por ella.

Al ver un joven alzando la mano, levantándose del taburete que estaba frente a la barra, gruñó porque pensaba que si no los encontraba en unos cinco minutos, tendría la excusa perfecta para volverse sin que Hyeongjun se molestara por no haber cumplido.
Caminó maldiciéndose mientras se aferraba a su pequeño bolso, y al ver cómo ellos le sonrieron se sintió incómoda, ya que no lograba entender porqué eran tan agradables con ella cuando no cruzaban demasiadas palabras. De Jimin podía entenderlo perfectamente, pues parecía ser así con todos, por lo que era imposible ignorarlo por completo. Pero de Dahae no lo entendía para nada, ya que la veía pocas veces a la semana y no cruzaban más de tres palabras.

—Por un momento creí que no vendrías. Me alegra que lo hayas hecho, Hye —expresó con una sonrisa, Jimin.

—Hey, siéntate y bebe con nosotros —dijo animada la pelicorto, alzando su pequeño vaso de tequila, lo cual la sorprendió por un momento.

—Lleva bebiendo hace un buen rato. Juro que no sabía que era así —mencionó en su oído, provocando que se estremeciera y fingiera una sonrisa.

Presionó los labios por un momento cuando Dahae volvió a insistirle en que se sentara, y terminó obedeciendo.
Al sentarse a un lado del taburete donde estaba Jimin, sintió su intensa mirada, mientras él también tomó asiento unos pocos segundos después y decidió pagarle un trago. Ella se había intentado negar, pero sabía lo insistente que podía ser, y al pensar que sería lo mejor para no gastar en algo innecesario, terminó aceptando, provocando su sonrisa.

En cuanto el barman dejó el Somaek frente a Jimin, se lo pasó a Hyesoo que intentó sonreír agradecida, pero no le salió, por lo que él hizo una mueca. Aún así, no se daba por vencido en hacerla sonreír de manera verdadera.

—¿Estás preparada para empezar la Universidad? —preguntó curioso.

—No hablen de eso. Esta noche tenemos que disfrutar y beber hasta quedar inconscientes —intervino acabando su vaso de un sorbo, Dahae.

—No es cierto. No tenemos que hacer eso —aclaró al notar que no estaba de acuerdo.

—Está bien.

Llevó al vaso a sus labios para darle un sorbo, sintiéndose realmente incómoda, lo que logró que se concentrara más en la música. Aquella voz que terminó sonando rasposa, llamó su atención, por lo que aún con el vaso en la mano y sentada en el taburete, giró un poco para ver hacia el escenario.

Allí se encontraba un chico de cabello rizado y oscuro, tocando el teclado, mientras que había otro detrás tocando la batería, demostrando cuando estaba disfrutando, y otro tocando el bajo. Pero su concentración se puso en el joven que estaba sin camiseta, tocando la guitarra eléctrica, el cual era el que estaba también cantando, los demás se uniéndose en algunos momentos.

Podía ver que estaba algo sudado, su cabello corto y oscuro estaba húmedo y sus piercings resaltaban, al igual que un tatuaje en su brazo, y sus músculos, lo que hacía que la mayoría de chicas gritaran por él. Este disfrutaba de eso aunque tenía su atención puesta en la forma que movía sus dedos en la guitarra.

Ellas estaban locas por él, y Hyesoo, no pudo evitar quedar boquiabierta al verlo.

¡Hola!

¿Qué le pareció Hyesoo? ¿Creen que a Jungkook lo ayude su padre? 

Espero que les haya gustado el capítulo, no se olviden de votar y comentar

¡Nos leemos pronto!

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