Capítulo 8
Capítulo 8.
Elizabeth.
Ni siquiera me atreví a salir del coche, esperé hasta que Dave y Jack consiguieran que bajara el arma o que me hiciesen alguna señal de que ya podía salir del coche. Pero las sombras del bosque que podía ver por las ventanillas del coche, no ayudaba mucho a que mi corazón volviese a un ritmo normal. Nunca había estado tan cerca de la muerte en mi vida, y en tan solo unas pocas horas, habían intentando matarme un demonio, un vampiro, y ahora una loca con una escopeta. Era como para no salir del coche.
La chica parecía no querer ni mirar a Jack, ya que su expresión corporal y sus palabras, eran siempre mirando a Dave, salvo el segundo que había posado sus ojos en el coche, intentando verme a través de los asientos.
El brazo de la tal Ixone, no paraba de apuntar el camino por el que habíamos venido, y parecía estar realmente alterada, por lo que deduje que nos estaba echando de su casa, hasta que Dave dijo algo, y los brazos de la mujer cayeron a su caderas, con los hombros caídos en señal de derrota. Entonces Dave empezó a caminar hacia el coche y pude ver como Ixone se separaba dos pasos de Jack.
- Vamos, coge tu cosas y entra dentro. - me dijo Dave abriendo mi puerta del coche.
- ¿Estás seguro? - pregunté echando otro vistazo a la mujer que ahora apoyaba el arma en su rodilla.
- Ixone es muy efusiva de primeras impresiones, pero luego se relaja cuando la presentas un reto para ocupar su mente.
- Y tengo que entender, que ese reto soy yo ¿no? - dije mientras salía del coche y me colgaba la bolsa al hombro.
Dave no contestó, pero afirmó con la cabeza mientras se encogía de hombros, señal que me daba a entender que esto era lo que había, que si queríamos su ayuda, algo tendríamos que ofrecerle a cambio.
La presentación fue cuanto menos forzosa. Al presentarnos, fui directa para darle dos besos, algo que en este país es casi cultural, pero ella dio un paso hacia atrás y estiró su mano. Al estrecharla, pude ver como miraba para otro lado apretando bien los labios, casi como si no quisiera respirar mientras me saludaba, y una vez pasado un solo segundo, la soltó como si quemara. A mí apenas me dio tiempo a percibir la sensación tan extraña que había sentido al tocarla, algo me había recorrido la mano, había subido por el brazo y se había alojado en alguna parte de mi cuerpo, y aunque esa sensación duró lo mismo que el apretón, ni siquiera supe identificar si era algo bueno o malo.
- Vayamos dentro, no quiero que me vean con vosotros. - dijo Ixone mirando al bosque en busca de algún movimiento extraño. - Tú, guarda tu coche en el garaje de atrás. - le dijo ahora a Jack con todo el desprecio que pudo.
Durante un par de segundos, Jack no se movió, entonces Dave me rozó ligeramente el brazo para animarme a moverme y meterme dentro, y yo antes de irme, toqué a Jack el hombro para que lo dejara estar. Los ojos castaños de Jack me miraron un momento antes de aceptar con la cabeza y darse la vuelta para mover el coche. La tensión entre los cuatro se podía palpar en el aire, pero la única que estaba perdida y no se enteraba de nada, seguía siendo la misma de siempre, yo misma.
La casa estaba decorada con mucho gusto, todo muy rústico y que entonaba perfecto con el ambiente de bosque. Nada mas entrar había un precioso recibidor, con un espejo de cuerpo entero a un lado, rodeado de un marco de madera oscura con grabados de hojas, y al otro lado, un par de percheros negros de hierro forjado. El suelo era de madera y una gran alfombra te llevaba al pasillo donde a un lado tenías la cocina y al otro al salón. Al final de la alfombra, se veían unas escaleras ascendentes y descendentes, señal de que había un piso superior y un sótano, pero Ixone nos guió directamente al salón.
- Muy acogedor. - dije mostrándole una tímida sonrisa. - Tienes una casa muy bonita.
- Eres muy amable. - me contestó en tono neutro. - Siéntate en la silla, te limpiaré la herida.
Obedecí sin rechistar. Al lado izquierdo del salón, había una gran mesa rectangular de madera, con ocho sillas rodeándola y un gran centro de flores secas justo a la mitad. Cogí una de las sillas y me senté en ella, dejando otra enfrente de mí para que Ixone me limpiara la herida de la frente.
Mientras me observaba y limpiaba, no pude evitar fijarme que su piel no rozaba con la mía. Estaba esperando a que eso pasara para volver a sentir esa cosa que había sentido antes, pero ella tuvo mucho cuidado.
Entonces se giró un poco, su camiseta ancha, la que parecía que usaba para estar cómoda en casa, se deslizó por su hombro dejando a la vista el inicio de una gran cicatriz. Eran como tres rayas que parecían bajar hasta el pecho, pero yo apenas veía un par de centímetros de ella. Ixone se subió rápidamente la camiseta y yo intenté hacer como que no la había visto, aunque no pude evitar fijarme algo más en ella. Era morena, como ya había visto antes, pero ahora que la veía más de cerca, su pelo era completamente negro, como cuando miras a la oscuridad, sin reflejos, sin canas. El flequillo lo tenía cortado más alto de lo normal y aunque el pelo era corto, tenía algo de volumen que le daba un aspecto más femenino.
Aunque con la camiseta ancha no se apreciaba mucho, sí se podía ver unos brazos musculosos y estaba convencida que hacía algún tipo de deporte, ya que los muslos de las piernas también estaban firmes y anchos de musculatura. No era muy alta, yo, que medía un metro sesenta y cinco centímetros, le sacaba algo más que la frente.
Pero tenía algo que me helaba la sangre al mirarla, y no era solo la cicatriz que acaba de ver, si no sus ojos, del mismo negro que su pelo, con la misma oscuridad, penetrantes cada vez que te miraba, y con una expresión que me costaba entender, parecía estar reprimiendo algo, intentando no hacer lo que parecía ser instintivo en ella.
Empezaba a tener curiosidad sobre esta chica, ya que ocultaba algo, y aunque en mi interior me decía que era malo, confiaba en Dave y en Jack, y ellos confiaban en ella.
- ¿Vives aquí desde hace mucho? - pregunté intentando romper el silencio que se había generado en la sala, ni siquiera Dave hacía ruido.
Ella no pareció sorprendida por la pregunta, como si esperara que alguien dijera algo, y agradecida porque preguntara.
- La casa era de mis abuelos, cuando estos murieron la heredaron mis padres y ahora es mía. - parecía haber suavizado el tono al hablar de la familia, pero eso solo quería decir que sus padres también estaban muertos.
- ¿Y no te da miedo estar aquí sola en medio de la nada?
- Se defenderme. - contestó sin dar más explicaciones. - Esto ya está Elizabeth, por suerte no hay que dar puntos.
Me enseñó la herida con un espejo, ya ni siquiera sangraba y había sido más escandalosa por la sangre, de lo que era en realidad. Me puso una tirita para tapar la herida y dio por finalizada la cura.
Me la quedé observando un momento mientras ella miraba la sangre seca que había dejado en un bol metálico, junto con el resto de utensilios que había sacado para curarme. Y de repente lo vi, en un momento que inhaló más profundamente, sus ojos centellearon en un tono amarillo oscuro, casi ámbar, y ligeramente su piel se oscureció un segundo, solo fue un segundo, pero me bastó.
Mi silla se cayó de golpe justo cuando entraba Jack por la puerta. Mi corazón dio un vuelco y me alejé de ella todo lo que pude. Sabía lo que había visto, ese brillo de ojos, ese oscurecimiento de piel como el vampiro de la gasolinera,.. quizás no fuese un vampiro, pero algo era.
- Espera Lizz, no es lo que crees. - dijo Dave acercándose.
- Sus ojos. - conseguí decir mientras la miraba con más miedo que otra cosa. - Y su cara. Sé lo que he visto.
Los tres me miraban como si estuviese loca, pero no lo estaba, lo había visto.
Entonces Ixone volvió a dejar el bol en la mesa, se acercó a mí hasta quedarse a no más de metro y medio, y sin apartar sus ojos de los míos ni un segundo, su cuerpo dio una pequeña convulsión mientras sus ojos se dilataron, dejando un aro amarillo por fuera. Su rostro se oscureció y sus dientes crecieron hasta quedar casi el doble de su tamaño. Su postura se encorvó también y de sus brazos y piernas empezó a crecerle pelo hasta quedar prácticamente oculta la blancura de su piel. De sus manos salieron unas uñas que parecían garras, capaces de desgarrarte de un manotazo.
No era un vampiro y tampoco el ser de humo que atacó a Lucía, esto era otra cosa, y daba casi más miedo que los anteriores.
Mis manos temblaban, mis rodillas temblaban, y volvía a sentirme igual de patética que en la gasolinera, aunque ahora mis protectores estaban más cerca para ayudarme, solo que estos estaban inmóviles, ni siquiera Dave terminó de acercarse a mí al ver a Ixone convertirse en lo que fuera que fuese esto.
- ¡BASTA! - gritó Dave a Ixone al ver que pasaban los segundos y esta no volvía a ser quien era.
Pero entonces habló y fue peor oírla hablar que todo el espectáculo que ya me había dado.
- Tendrá que acostumbrarse. - Su voz era ronca, oscura, casi como un rugido. - Todos querrán quedársela, y los que no, querrán matarla.
Cada vez temblaba más, el miedo estaba apoderándose de mí y por más que intentaba recordar que Dave me había dicho que era de fiar, no podía dejar de ver esos dientes enormes, esa mirada amarilla amenazante, esas uñas capaces de desgarrarte la garganta con solo rozarte y esa postura que parecía ser capaz de llegar a mi con un salto.
Y luego estaban sus palabras, "querrán quedársela o matarla", ¿esas eran mis opciones? ¿qué había querido decir con eso? Cuanto más parecía que era alguien fuerte e importante, buscada y perseguida, más insegura y asustada me sentía.
Tenía que acabar con esta actitud patética, tenía que tomar el control, aceptar que esto era lo que había y que por muy asustada que estuviese, esto no iba a cambiar. Intenté recordar la sensación al romper el escudo del orfanato, esa fuerza que parecía haber activado y que ahora me costaba encontrar.
- ¿Qué has querido decir con eso? - preguntó Dave.
Le había oído, pero era como si estuviese en otra habitación. Mi mente ahora estaba concentrada únicamente en mí, en que en el fondo no importaba lo que fuese, la clase de monstruo que fuese. Sabía quién era, sabía como era, me conocía y sabía que nada debía importarme, salvo serme fiel a mi misma.
Y entonces volví a sentirlo. Era como cuando llenas un vaso de agua, notaba como entraba la fuerza e iba llenando cada parte de mi cuerpo, subiendo por mis piernas, sintiendo como se hinchaba mi estomago al notarlo subir. Abrí los brazos de forma automática, ya que necesitaba que todo fluyera más rápido, notaba como me recorría por todas partes. Y cuando llegó a mi cuello, mi cabeza se echó ligeramente para atrás, sintiendo como terminaba el proceso, sin que se derramara nada fuera de mí.
DAVE
- Tendrá que acostumbrarse. Todos querrán quedársela, y los que no, querrán matarla.
Ixone estaba pasándose tres pueblos con Lizzy. Podía ver en su cara lo asustada que se sentía, y no era para menos, en menos de doce horas han intentado matarla dos veces y ha visto agonizar a la única mujer que se ha preocupado por ella en toda su vida. Y ahora Ixone mostraba su lado más salvaje, amenazándola con sus palabras y sus actos.
Pero entonces pensé en lo que había querido decir, en el significado de esa frase, y nada me daba a entender que fuese bueno. ¿Quién querría quedársela? ¿para qué? ¿por qué? y si no, la alternativa era mucho peor. ¿Matarla? ¿Quién era ella en realidad? Si no hubiese visto cómo se rompió ese escudo y cómo sacaba luz de su cuerpo, si no hubiese visto un demonio aparecerse de la nada, si no hubiese visto un nido entero de vampiros querer matarla, no me creería nada de lo que estaba pasando.
- ¿Qué has querido decir con eso? - pregunté intentando aclarar todo un poco.
Pero Ixone no contestó, se quedó mirando a Lizzy, con su postura amenazante y sus garras dispuestas para ser usadas. Ella siempre había sido de fiar, a pesar de ser una mujer lobo, siempre había estado de nuestro lado. Vivía alejada de la población y se alimentaba de animales del bosque. Pero no dejaba de ser un monstruo sobrenatural, con sus instintos de licántropos, y por si acaso, tenía mi arma con balas de plata preparada a mi espalda.
Seguí la mirada de Ixone y vi a Lizzy con una mirada perdida, como si solo su cuerpo estuviese en esta habitación. Ya la había visto antes en ese estado de trance, nada parecía ser capaz de sacarla de él, como si esa parte sobrenatural se apoderase de ella. Y eso me daba miedo.
Entonces la mirada perdida de Lizzy se posó en el único ser que parecía amenazarla, Ixone. Seguía sin ser ella misma, lo veía en su rostro, en cómo la desafiaba con la mirada, a pesar de que Ixone sacaba todos sus dientes a pasear. Pero Lizzy no se asustó esta vez, sino que dio un paso para delante, y en cuestión de un segundo, sus ojos se pusieron blancos, como si se hubiese encendido una luz dentro de ellos, y el cuerpo de Ixone empezó a convulsionar.
La mujer lobo cayó al suelo con un grito de dolor, que más bien parecía un aullido de lobo, sonó tan fuerte que Jack y yo tuvimos que taparnos los oídos. Pero una vez en el suelo, pudimos ver cómo el cuerpo de Ixone luchaba contra algo que parecía apoderarse de ella, ya que algo la estaba haciendo volver a su forma humana, sin que ella quisiera.
Un segundo su cuerpo se llenaba de pelaje de lobo, y al siguiente la piel clara de Ixone aparecía como si nunca se hubiese ido. Y al igual pasaba con sus dientes y garras. Y con cada transformación, un aullido de dolor retumbaba en las paredes.
Y mientras Lizzy seguía con sus ojos fijos en ella, con su mirada blanca y brillante como dos bombillas, y sus manos con las palmas dirigidas hacia su objetivo, como si cogiera toda su energía para lanzársela al licántropo que había querido amenazarla.
- Lizzy - intenté llamarla para desconcentrarla.
Pero como era de esperar, ella ni siquiera parecía estar escuchándome, como en el orfanato cuando rompió el escudo.
Entonces me acerqué a ella lentamente, quizás si la tocaba, consiguiera que volviera la Lizzy humana.
- Dave, no lo hagas. - me advirtió Jack.
Pero yo tenía que intentarlo. Sabía que si acababa matándola, ella no se lo perdonaría. No sabía porqué la conocía tan bien, pero eso lo tenía muy claro.
Entonces pasaron dos cosas a la vez. Una fue que Ixone se rindió en su lucha, dejó de gritar y su cuerpo humano apareció. Ixone pasó a ser humana de nuevo. Y la otra fue, que justo cuando Ixone perdió todo rastro de licantropía, mi mano tocó la Lizzy, y de sus labios salió un suspiro cálido que rozó mi mejilla. Era como si ese suspiro la hubiese detenido, o quizás había sido mi mano, el caso es que en cuestión de unos segundos los ojos de Lizzy empezaron a apagarse gradualmente, hasta volver a ese tono azulado que tanto me gustaba.
Sus ojos se posaron en los mios, buscando una explicación a lo que acababa de pasar, pero yo ni siquiera sabía lo que había visto, muchos menos iba a saber lo que pasaba. Entonces le acaricié la mejilla para que supiese que todo estaba bien.
"¿Qué estás haciendo, Dave? - me pregunté a mi mismo. - Ella es eso contra lo que luchas. Tú matas cosas como ella."
Sentí como Jack se movía hacia Ixone, supongo que para ver como estaba, pero yo no podía apartar los ojos de ella, de la chica que tan confundido me tenía.
¿Qué era ella? Esa era la pregunta que tanto me hacía, y ni siquiera era la pregunta más importante. Lo que debería empezar a preguntarme era ¿acaso importa? ¿acaso puedo controlar lo que siento como para que me importe qué clase de ser era?
Entonces todos mis pensamientos cambiaron, pues de repente la casa empezó a temblar de los aullidos que se escuchaban fuera, en el bosque. Saqué mi arma a la vez que me giraba para proteger a Lizzy con mi cuerpo. Por la ventana no se paraba de ver sombras correr a toda velocidad de un lado para otro, en círculos y mostrando bien que eran más que nosotros.
Estamos rodeados.
- ¿Quieres saber qué eres? - dijo de repente una Ixone exhausta intentando levantarse. - Eres un arma. Eres un arma contra lo sobrenatural.
- ¿Qué? - dijo Jack mientras apuntaba con su pistola a la ventana que tenía más cercana.
- Eres tan fuerte, que aún el mundo sobrenatural no se ha decidido si eres más útil viva o muerta.
Y tras decir eso, la puerta de la entrada se abrió de golpe, volví a girarme, siguiendo dejando a Lizzy a mi espalda, y apuntando a la puerta del salón con mi arma. Pero nada iba hacer mi pistola, contra los veinte licántropos que llenaron la estancia, todos con las garras fuera y sus posturas encorvadas.
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Espero que os haya gustado, pulsar la estrellita si así ha sido. Y no dudéis en comentar, me encanta leeros :D Muuaakkss!!!!
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