Capítulo 7.
Capítulo 7.
Elizabeth
"Ten cuidado con lo que sueñas" Era algo que siempre me habían dicho, que muchas veces lo que sueñas, se podía volver en tu contra. Y hasta hoy, no lo había entendido.
Siempre he soñado con salir del orfanato, con cruzar el país en coche, visitar lugares y encontrar algún sitio donde quedarse y formar mi propia historia. Pero aunque mi sueño estaba saliendo tal y como lo había planeado, los demonios, las brujas y los cazadores no estaban dentro de él.
"Quizás debí haber soñado con más detalles. - pensé con amargura."
Acabábamos de parar en una estación de servicio, íbamos a repostar, comprar bebidas y seguir sin ningún rumbo marcado, o al menos a mi no me lo habían dicho.
Aproveché para ir al lavabo, no me miraba a un espejo desde que me había vestido en mi ya antigua habitación esta mañana, y ya hacía una hora que el sol nos había abandonado. Mi pelo parecía un nido de pájaros a medio hacer, mi cara estaba sucia de las lágrimas y de mis ojos parecían estar saliendo dos bolsas en la parte inferior que ni sabía como había sucedido.
Me lavé bien e intenté hacer algo con los nudos de mi pelo, pero al final desistí y me hice un moño mal hecho, pero que disimulaba la falta de un buen cepillado.
Sentí la puerta del baño abrirse, pero no le di importancia, era un baño de una gasolinera, ni siquiera miré para ver quien era hasta que habló:
- ¡Vaya con la niñita! - era la voz de un hombre y esto era un baño de mujeres. - Eres muy escurridiza.
Me giré de golpe e intenté no gritar, pues aquello no era un hombre, quizás lo fue alguna vez, pero ahora era un monstruo. La diferencia estaba en su boca, sobre todo en su boca, pues era como si de las encías le salieran colmillos por todas partes. Además su piel estaba más oscurecida, como si las venas se hubiesen puesto negras y hubiesen salido hacia la superficie. Y por último eran sus ojos, las pupilas se le habían dilatado casi por completo, dejándolos casi negros, menos un fino aro por fuera de color rojo.
Este monstruo no era como el del orfanato, no parecía haber venido en humo negro ni sus ojos eran igual. Esto era otra cosa.
- Hueles muy bien. - dijo arrugando la nariz como si fuese un perro. - No debería probarte, pero... - parecía como si su boca se llenara de saliva al hablar. - pero tampoco debieron mandar a un vampiro a por algo tan dulce.
¿Un vampiro? ¿Acaso eso era posible? ¿Y qué iba hacer? de repente era como si el baño se encogiera, como si los dos metros que había entre esa cosa y yo, fuese cada vez más pequeño. Intenté retroceder, pero en seguida toqué la pared, al fin y al cabo, estaba en los sucios y pequeños baños de una gasolinera.
- Si sigues poniendo esa cara de terror, se me hará más difícil resistirme a ti. - volvió a relamerse aquella cosa.
Busqué alguna salida, pero la única que veía estaba a su espalda y era la puerta, nada me garantizaba que si conseguía llegar a ella, no hubiese más como él ahí fuera. Solo me quedaba gritar y esperar a que Dave y Jack me oyeran.
- DAVE. - empecé a gritar. - JACK.
- ¡Oh, sí cariño! - dijo el vampiro acercándose a mí sacando sus dientes y echando la cabeza hacia atrás ligeramente.
Era patética. No sé qué clase de ser se creían que era, pero yo solo me consideraba patética al no parar de gritar y no saber qué más hacer. Intenté buscar esa fuerza que parecía haber activado al salir del orfanato, esa que había conseguido que mi vida diese un vuelco radical, pero lo único que sentía era miedo y en lo único que me podía concentrar era en los veinte colmillos que le salían de las encías superiores.
Entonces aquel ser llegó hasta donde yo estaba y se abalanzó sobre mí. Me dio tiempo a tirarme al suelo y empujarme con la pared para pasar resbalando hacia el otro lado de él, el lado donde estaba la puerta, pero al intentar levantarme para correr hacia ella, el vampiro me agarró de los hombros y me empujó hacia la puerta de salida, mi destino, solo que no pensaba que llegaría con la cara por delante.
Caí al suelo y sentí el ojo como si fuese a explotar, y noté un líquido caliente cayendo de mi ceja.
"Mierda - pensé. - Sangrar delante de un vampiro, mala idea"
Pero ya era tarde, el vampiro había inhalado con todas sus ganas y pude ver en sus ojos, abiertos como platos, como le había llegado el olor de mi sangre.
La puerta se abrió de golpe y en cuestión de un segundo, la cabeza del vampiro cayó rodando justo a mis pies y del machete de Jack caían gotas de sangre que formaban un pequeño charco en el suelo.
La cabeza aún tenía la boca abierta, preparada para morderme hasta matarme, sus ojos abiertos parecían seguir mirándome, y sin ser muy consciente de lo que hacía, acabé dándole una patada a la cabeza como si de una cucaracha se tratase, sabiendo que en unas horas, cuando consiguiera dormirme, soñaría con esta imagen escalofriante.
- ¡Dios! ¿Pero qué ha pasado? - empecé a decir histérica mientras me alejaba todo lo posible del resto del cuerpo del vampiro.
- Vamos Lizz, hay que moverse. - me dijo Jack mientras me agarraba de la cintura y me levantaba de un empujón.
Era ya como su frase de serie. "Hay que moverse, hay que moverse" "vamos Lizzy, hay que moverse". En el orfanato no paraban de decírmela y una vez fuera, seguían con la misma canción. Y esa era mi sensación, una extraña ansiedad por no parar de correr de un lado para otro, sin que nadie se parase a explicarme nada, a contarme lo que estaba pasando, a decirme como podía defenderme de todo esto.
No esperó a que me recuperase, y al salir del baño lo entendí. Toda la tienda de la gasolinera parecía haber salido de una peli gore, de esas que te hacen vomitar o pensar que se habían pasado con la pintura roja, pues las paredes estaban llenas de salpicaduras de sangre, el suelo lleno de cuerpos sin cabeza y las cabezas todas bien separadas de sus cuerpos. Había tantos que era imposible saber a qué cuerpo correspondía cada cabeza.
- Era un nido entero y no sabemos si habrá más. - me dijo Jack sin que le hubiese dicho nada.
Al oír a Jack, Dave giró la cabeza y pudo ver mi cara llena de sangre. Su rostro mostró un verdadero pánico y en dos zancadas llegó hasta mí, saltando por encima de un cuerpo. Empezó a tocarme la cara en busca de la herida. Notaba su respiración acelerada e incluso podía notar su mano temblar ligeramente.
- Estoy bien, no es para tanto. - dije al ver que sacaba un pañuelo y empezaba a limpiarme la cara. - Jack dice que hay que irse, así que vamos.
- ¿Y a dónde vamos? - preguntó esta vez Dave a Jack. - No podemos ir a La Terminal, cualquier cosa sobrenatural aparecería allí buscándola.
- Eso es imposible. - dijo Jack moviendo la cabeza de un lado a otro. - Ese sitio está protegido por un sin fin de brujos y encantamientos. Me preocupa más saber cómo han sabido donde estábamos.
- La bruja dijo que era un faro. - dijo Dave refiriéndose a Lucía y señalándome a mí. - Y el demonio apareció cuando el escudo cayó y de ella empezó a salir unas ondas de luz. Y ahora un nido de vampiros. ¿Cómo sabían dónde estábamos?
El hecho de que hablaran de Lucía como "la bruja", me molestaba. Hacía que mi estómago se revolviera al recordar cómo la habíamos dejado abandonada, casi muerta, en aquel frío sótano del terror.
- Eres como un localizador. - dijo Jack mirándome con el ceño fruncido.
Quería entenderle, o entender cómo era posible que yo fuese un localizador, que fuese un imán para todos los monstruos del planeta, quizás si pudiese saber como lo hacía, podría pararlo. Pero a Lucía se le olvidó contarme cualquier mínima cosa que me ayudara, y estaba claro que estos dos no parecían saber mucho más que yo sobre mi misma.
- Necesitamos ayuda. - dijo Dave de repente.
Los dos le miramos esperando a que dijese algo más, pero su mirada estaba perdida en el infinito y no parecía estar preparado para decir nada más.
- ¿En quién piensas? - preguntó Jack perdiendo la paciencia de su ensoñación.
- No te va a gustar. - le dijo como pidiéndole disculpas con su rostro. - Tenemos que ir a ver a Ixone.
Ni siquiera sabía si eso era un nombre, y mucho menos sabía si era de una mujer o de un hombre. Pero Jack se marchó al coche haciendo aspavientos con los brazos mientras refunfuñaba algo que ni Dave ni yo entendimos.
Entonces Dave se acercó a mí y con el pañuelo en la mano, me dijo:
- Jack e Ixone tuvieron un rollo. - me explicó al oído mientras volvía a limpiarme la cara de sangre. - Ella te curará esto, es de fiar. Y quizás tenga alguna respuesta.
Al parecer estábamos en el País Vasco y la tal Ixone vivía a tan solo media hora en coche de la estación de servicio de la muerte. Mientras llegábamos, cogí una camiseta vieja de mi bolsa y la usé para presionar mi herida de la ceja, la cual no parecía sangrar mucho ya. Pero aunque solo fuese media hora de viaje, tenía que aprovechar.
- ¿Brujas, vampiros, demonios? ¿Cuantos monstruos hay? - pregunté una vez cogimos la autovía.
- Demasiados. - contestó Jack. - Hombres lobo, metamórficos, espíritus vengativos, genios, espectros, sirenas, que aunque no lo creas, son seres muy perversos, y muchas de esas leyendas de monstruos de los bosque, casi todas ciertas...
Se paró ahí, pero por el tono que empleó, algo me decía que la lista era mucho más larga.
- Bueno ya ya... me hago una idea. - dije frotándome la sien donde no tenía la herida. Empezaba a tener dolor de cabeza. - ¿Y cuánto tiempo lleváis con esta vida?
- Nosotros crecimos para esto. Nos educaron para ser cazadores. - dijo esta vez Dave. - Nuestros padres ya eran cazadores y cuando nos graduamos a los dieciséis años, ya se nos consideró cazadores.
- Los dos primeros años vas acompañado de un cazador experto. - continuó ahora Jack. - Luego ya te dan misiones individuales, en las que solo depende de tí seguir con vida.
Los miré un segundo, pensando en lo que quería saber y en cómo llegar a ese punto.
- Pero para esta misión, - lo dije como si esa misión no fuese yo misma. - os han mandado a los dos. ¿Qué es diferente?
Y entonces el silencio reinó en el coche. No parecían querer contestarme y en parte era porque sabía que no lo sabían. Lucía era la única que podía contestarme, la única que me conocía desde que era un bebé y que por alguna razón, ella dio su vida por guardar el secreto. Y ¿nosotros que habíamos hecho? la habíamos dejado abandonada a su suerte, con una herida mortal y con la información sobre mi guardada en su mente.
- Alguna idea tendréis. - insistí.
- Suponemos que es por ti. - dijo Jack. - Por lo que debes ser, aunque no lo sepamos aún.
Ambos volvieron a quedarse en silencio y yo me quedé pensando en lo que había dicho. De alguna forma, alguien me consideraba lo bastante especial como para romper las reglas de un mundo del que ni había oído hablar, los habían mandado a los dos a por mí, y ni siquiera les habían explicado que soy.
Entonces Dave rompió mi ensoñación diciendo:
- Nunca he visto a nadie lanzar luz así. - dijo girando su cuerpo para mirarme. - Me lanzaste varios metros para atrás.
- Por no hablar de la cantidad de molestias que se tomó la bruja para ocultarte al mundo. - añadió Jack.
- Tampoco habíamos oído hablar antes de nadie que fuese un imán para lo sobrenatural. - continuó Dave.
Oírles hablar de mí como si no estuviese presente, como si estuviesen haciendo una lista de todo lo raro que había en mí y que ni siquiera yo conocía, me molestaba. Pero eso último era lo que más odiaba de todo, no saber ni quién era, porque aunque ellos dos tampoco supiesen que era, parecían saber más de mí que yo misma.
Quería respuestas, pero a la vez, tenía miedo de ellas. ¿Y si no me gustaba en lo que me tenía que convertir? Había sentido esa fuerza activa dentro de mí, cuando rompí el escudo del orfanato, en ese momento lo sentí como si fuese normal, como si siempre hubiese sabido que estaba ahí. Pero desde lo de Lucía, sentía como si me hubiese vuelto apagar, había vuelto a ser la misma chica indecisa, incapaz de incumplir las reglas, luchando por una vida normal. Pero nada era normal, un vampiro había querido matarme y yo solo había pensado en gritar.
Y luego estaba eso mismo, vampiros, hombres lobo,... una lista larguísima de seres sobrenaturales que parecían ser todos reales, y todos malos, hasta los brujos como Lucía parecían estar en el borde de la navaja, al fin y al cabo, ella me había tenido en un secuestro mental, evitando ser quien realmente era.
- ¿Os habéis encontrado con algún ser que mereciera seguir viviendo? - pregunté casi en susurros.
Dudé que me hubiesen oído, pero entonces Jack contestó con una única palabra:
- No.
- Pero ¿y los brujos? - en mi esperanza estaba que Lucía, la mujer que prácticamente me había criado, no fuese un monstruo.
- Los brujos son útiles. - dijo ahora Dave con voz suave, señal que intentaba endulzarme la verdad. - Pero al final son seres que siempre tienen dobles intenciones, que nunca sabes lo que realmente piensan o si lo que hacen, lo hacen por un interés oculto.
Giré mi cara y me puse mirando por la ventanilla del coche, no querían que vieran mis ojos llenos de lágrimas dispuestas a salir. Si no había seres sobrenaturales buenos, significaba que una parte de mí tampoco lo era, que había maldad en mí.
Entonces miré el asiento en el que estaba sentado Dave y no pude evitar pensar en esa conexión que parecía que teníamos, en sus ojos, en como me hacía sentir cuando me tocaba, cuando me miraba, cuando simplemente estaba cerca. Lo nuestro ni siquiera había empezado y ya había terminado, él nunca querrá estar con un ser sobrenatural, con un monstruo.
- Ya llegamos. - dijo Jack obligándome a recomponerme.
Jack se desvió por un camino que solo pareció ver él, oculto entre grande árboles siniestros por la oscuridad de la noche. Una vez en el camino, el final de viaje se hizo incomodo, pues estaba lleno de baches y ni siquiera parecía estar pavimentado. Fueron apenas cinco minutos de camino en medio de un bosque, donde parecía que este nos comía y nos sacaba de la civilización.
Entonces una grande casona apareció delante de nuestras narices. Su estructura era la clásica de caserío vasco, con su techo abuhardillado y sus paredes de piedra y madera. Una gran entrada con un arco y una puerta de madera era lo primero que se debía ver, si no hubiese una mujer de no más de treinta años de edad, pelo corto negro, y una escopeta en la mano apuntándonos.
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