Capítulo 6.

Capítulo 6.

Entramos al despacho de Lucía y Dave soltó mi brazo para cerrar la puerta con llave.

- ¿Qué hacemos aquí? - pregunté una vez me recompuse de lo que había pasado.

Pero ninguno de los dos me contestó. Lucía seguía en los brazos de Jack inconsciente, y no terminaba de entender por qué no la había dejado sobre la mesa, o directamente, habíamos ido a la enfermería. Pero en lugar de cualquiera de esas cosas lógicas, Dave manoseaba la estantería, los estantes más bajos, en busca de algo ¿acaso creía que era un buen momento para ponerse a leer?

Pero no me dio tiempo a gritarles para que espabilaran, pues Dave encontró lo que buscaba y con un pequeño "click", la estantería se movió sola, dejando el espacio de una puerta justo detrás de la estantería.

- ¿Pero qué...?

No conseguí acabar la pregunta, pues Dave volvió agarrarme y tiró de mí hacía el interior de la puerta secreta.

La temperatura cambió bastante, del calor del verano pasamos a las frías paredes de piedra y a la humedad de los sótanos. Cuanto más bajábamos la escalera de caracol, más frío notábamos. Pero al llegar abajo, fue cuando noté la sangre helada y un escalofrío me recorrió por la espalda hasta el cuello.

- ¿Qué es esto? - dije sin atreverme a pasar dentro de la sala del horror.

Era como una sala de película de terror de las malas, paredes oscuras, un altar con símbolos y artilugios satánicos, y lo más extraño de todo, una pared donde parecía haber una televisión que emitía cada cosa que yo veía. Solo que no era una televisión, la imagen parecía salir de la nada, flotar a media altura. Si yo giraba la cabeza, la imagen giraba conmigo, si yo posaba mi vista en algo, la imagen se quedaba quieta en aquello que estaba mirando, y ahora eso era un bucle de pantallas fantasmas. 

Jack llevó a Lucía hacia la zona del altar, y como pudo, tiró todo lo que ahí había para colocar a una Lucía desmayada encima. Luego sacó un cuchillo de alguna parte de su bota y rajó el hábito por la altura de la mancha de sangre. 

Toda la piel estaba teñida de rojo y se podía ver una herida de unos cinco centímetros a la altura de su bazo.

De repente Lucía aspiró aire profundamente, cosa que me hizo dar un saltito hacia atrás del susto, y a la vez, mi corazón pareció volver a latir al ver que estaba viva.

- Lucía. - dije entre sollozos mientras agarraba su mano.

Habíamos tenido nuestros más y nuestros menos, pero su vida me importaba, y su muerte era algo que no parecía poder encajar.

- Lizzy, lo siento. Ha sido culpa mía, nunca debí ocultarte quien eres. - dijo sin dejar nada claro.

La miré queriendo hacerle mil preguntas, pero sabiendo que estaba herida, que quizás no era el mejor momento para hacerlo. Y como si me leyera la mente, dijo:

- Ojalá tuviese más tiempo para contártelo todo. - entonces miró a los dos chicos, Dave a mi lado, aun con su mano agarrada a mi brazo, como si no quisiera soltarme o como si temiese que fuera demasiado para mí, le dijo: - Protégela con tu vida, es más importante de lo que nadie cree.

- ¿Pero qué soy? - dije sollozando.

Pero en lugar de contestarme a mi, siguió mirando a los chicos y les dijo:

- No es casualidad que estéis aquí justo ahora. Hay un topo en la Terminal, alguien la quiere, alguien sabe que es, o lo sospechan quizás. - hizo una pausa y volvió a repetir. - ¡Protegerla!   

Y tras decir eso, sus ojos me miraron por última vez antes de ponerse morados brillantes, el mismo morado y el mismo brillo que ya había visto antes en ella, sobretodo cuando hacía cosas que hasta hace unas horas diría que era imposible.

Hubo un momento de silencio absoluto, y yo no pude hacer otra cosa que quedarme paralizada viendo el cuerpo de Lucía, pensando en que tenía que despertar ya de esta pesadilla que estaba durando más de la cuenta, intentando adivinar si aún seguía con vida o si esa era la forma de morirse en alguien como ella, una bruja como había dicho Jack.

- ¿Está... está... ? - no me atrevía a preguntarlo, pero necesitaba saberlo.

- Creo que no. - dijo Jack

Pero justo cuando terminó de decirlo, el cuerpo de Lucía se cubrió de una extraña capa translúcida con un pequeño brillo morado, como si fuese un escudo casi transparente. Puse la mano encima, sin llegar a tocarlo, y pude sentir algo, un cosquilleo en mi palma que me daba la esperanza que necesitaba. De alguna forma estaba viva, aunque no lo pareciera.

- Movámonos. - ordenó Dave al cabo de unos segundos.

Mis pies parecían estar paralizados, por lo que a Dave no le quedó otro remedio que empujarme ligeramente por la espalda, obligándome avanzar.

Justo cuando llegamos a la escalera, eché un último vistazo al cuerpo de Lucía, imagen que se transmitió en la falsa pantalla mágica.

- Un segundo. - dijo Jack acercándose a un baúl que había en el suelo. Se agachó y recogió una caja metálica de su interior. - Se me olvidaba.

Miró a Dave y esperó la aprobación de este, que volvió a meternos prisa para movernos.

DAVE

Corríamos casi sin rumbo, ni siquiera pensaba cuando giraba por los pasillos abarrotados de alumnos histéricos por los disparos. Algunos habían visto más de lo que deberían, algunos hablaban de una luz fuerte antes de los disparos o de una nube que salió de la nada moviéndose como una serpiente. Pero no había tiempo para inventarse alguna explicación, llamaríamos a alguien para que viniera a limpiar todo esto, pero ahora teníamos que poner a Elizabeth a salvo.

Entonces dejé de correr sin rumbo, giré por el pasillo que daba a las escaleras que subían a las habitaciones y mientras subíamos, dije en voz bien alta para que Jack pudiera oírme por encima de todo el caos que había en el centro.

- Recoge todo lo que puedas, nosotros iremos a la habitación de Lizzy para hacer lo mismo.

Y cuando llegamos a la parte de arriba de las escaleras, Jack giró hacía la izquierda y nosotros hacía la derecha. Fuimos esquivando niños hasta la puerta de la habitación y cuando entramos y cerramos la puerta, disfrutamos del silencio durante unos segundos, segundos que no deje de soltar su mano a pesar de que ya no necesitaba tirar de ella.

No me atrevía a mirarla a pesar de que la estuviera tocando. Era un cobarde, sentía miedo de ver la pena en sus ojos y verme tentado a ella, a consolarla, a abrazarla y a decirla que todo iría bien. Tenía que concentrarme en la misión, ella era mi objetivo no mi propósito.

- Hagamos una maleta con todo lo que te quieras llevar. - dije casi como un robot. - Solo lo imprescindible.

Pero ella ni soltó mi mano ni me contestó, seguía parada justo detrás de la puerta de entrada, y no me dejó opción, tenía que mirarla, tenía que hacer que espabilarse o iba a tener que hacer yo la maleta.

Me giré despacio intentando convencerme a mí mismo de que no pasaba nada, que era mayorcito como para sobrellevar esta situación con la mayor madurez posible.

- Lizzy, es importante que vuelvas en sí. - dije acercándome a ella un poco y subiendo mi mano por su brazo hasta llegar a su hombro. - Se que es difícil, pero te prometo que tendrás tiempo para estar así.

Ella levantó la cabeza en el momento en que terminé de decir la frase, y por su mirada, supe que la había cagado.

- ¿Acaso crees que quiero estar así? ¿o que lo puedo pausar a tu antojo? - me recriminó alejándose un paso de mí y rompiendo el contacto de nuestra piel.

- Yo solo digo que tienes que espabilar. - dije ahora en un tono más serio.

Estaba siendo un cabrón, pero necesitaba que se moviera y que empezara a recoger. 

- Intentando "espabilar", como tu dices, es como nos he metido en esta situación. - dijo poniendo unas comillas con los dedos en la palabra espabilar. - Era una niña estúpida por no haber salido nunca de aquí y ahora soy una niña estúpida por haberlo hecho. Y para colmo, Lucía esta.... está... ni siquiera sé cómo está.

Según iba hablando, su tono de voz iba subiendo y un nudo se le fue formando en su voz poco a poco, haciendo que sus ojos se llenaran de lágrimas que intentaba controlar por no salir. 

- ¿Pero qué dices? - dije con indignación mientras intentaba controlar mis ganas de ir a abrazarla - La culpa es de Lucía y de sus mentiras y juegos que te han tenido ciega toda tu vida. No puedes culparte por lo que ella ha provocado con sus acciones.

- Pero ahora estáis en peligro también. - su tono de voz era casi de histeria.

- Lizzy. - dije acercándome a ella y cogiéndola de los hombros para zarandearla ligeramente. - Vinimos aquí por ti. Esta es nuestra vida, nosotros elegimos este peligro.

Sus ojos llenos de lágrimas me miraron fijamente. Tenía unos ojos verdes preciosos, podría mirarlos eternamente, viendo cada motita marrón que tenía, y como el verde de dentro era más claro que el verde de fuera. Pero cuando pestañeó, una lágrima cayó de su ojo derecho y empezó a resbalar lentamente por su mejilla, y mi concentración se perdió en esa lágrima, la cual frene suavemente con mi dedo, sintiendo su mejilla caliente bajo el.  

Mi cuerpo se empezó a mover de forma descontrolada, lentamente encaminándose hacia ella, bajando mi rostro hasta poder sentir su respiración en mis labios. Había algo dentro de mí que me decía que esto no estaba bien, pero no recordaba exactamente el porqué.

- ¡Ya lo tengo todo! - dijo Jack entrando de golpe en la habitación y haciendo que mis pies volviesen a pisar el suelo. - ¿Interrumpo? Quizás queráis pasar la noche aquí junto a los demonios que tienen que estar en camino.

Entonces la cara de Lizzy cambió, se secó las lágrimas de los ojos y dijo:

- Tengo la maleta hecha, solo necesito coger las cosas del baño.

Y tras decir eso, se encaminó hacia el baño con una bolsa en la mano que haría la función de neceser.

- ¿Te ha parecido este el mejor momento, no? - me dijo Jack medio en broma, solo medio.

- No sé qué me pasa con ella, Jack. - dije con total sinceridad.

Y era verdad. Había algo más que atracción, algo que no entendía, ella no era la primera chica que me había atraído, ha habido otras e incluso me he enamorado alguna vez, pero siempre he sentido que tenía el control de mi cuerpo y de mis actos. En cambio, con ella, algo iba mal, o bien, no sé. Pero fuera lo que fuese, era igual de raro que ella, pues aún tenía las mismas dudas de lo que podía ser.

- No sabemos nada de ella. - dijo ahora Jack susurrando.

- Cuidado Jack, cualquiera diría que te preocupas por mí.

- ¿Qué crees que puede ser? ¿una bruja? - ignoró mi comentario sarcástico y eso es algo que no pasé por alto, pues podría entenderse que sí, que en parte, se preocupaba por mí.

- Puede ser, no lo sé. - respondí derrotado.

Y justo cuando terminé de decirlo, Lizzy salió del baño con su bolsa bien llena. Se agachó a los pies de la cama y sacó una gran bolsa de deportes de debajo de ella y metió las cosas del baño dentro.

- ¿Por qué tienes la maleta hecha? - preguntó Jack lo que yo también pensaba.

- Se supone que solo me quedaba una semana más en este sitio. - respondió levantando los hombros. - Este fin de semana cumplo los dieciocho y la semana que viene se acababan las clases. Ya no pintaba nada aquí.

Era verdad, en tres días era su cumpleaños, un cumpleaños bien diferente a todos los anteriores, pues con un poco de suerte, lo celebraría en La Terminal.

- Pues si ya lo tienes todo, ¡vayámonos! - dije encaminándome hacia la puerta.

Entonces pude ver como ella abría un cajón de la mesilla y sacó algo envuelto en una tela y cerrado con un lazo, era algo blandito, una prenda de ropa o algo así, pero lo guardaba con mucho mimo en la maleta. Después cerró la bolsa, se la echó al hombro y pude ver como eso la trastabilló.

- ¡Anda trae, flojeras! - le dije en modo burla mientras le quitaba la bolsa y me la colgaba al hombro.

Ella me golpeó en modo juguetón al pasar por mi lado y esta vez no hizo falta que tirara de ella para movernos.

Los pasillos se habían despejado bastante, y la gente que había, no parecía estar muerta de miedo, sino más bien haciendo corrillos, cotilleando unos con otros. El hall principal era otro tema, pues estaba repleto de niños que miraban al exterior del edificio por el único sitio que se podía ver, la puerta.

Jack empezó abrirse paso a empujones y Lizzy lo seguía por detrás, dejándome a mí el último para poder controlar la situación.

- ¡Vamos Vamos! cada uno a su cuarto. - decía una monja en algún punto del hall, sin mucho éxito he de añadir.

Pero los alumnos no se movían y Jack empezaba a frenarse en su avance hacia la puerta.

- POR AQUÍ. - gritó Lizzy cogiendo el brazo de Jack y tirando de él hacía la izquierda de toda la multitud.

Y empezó a encaminar la marcha hacía una puerta que había, parecía ser un despacho, quizás su plan fuese esperar a que las monjas disolvieran a los alumnos y entonces salir, pero no teníamos tiempo para esperar.

Llegamos a la puerta y estaba cerrada con llave, por lo que saqué mis ganzúas y la abrí intentando no llamar mucho la atención. Una vez dentro volvimos a notar esa paz que daba el silencio al cerrar la puerta, y aunque aún se podía oír el barullo, ni por asomo era la misma intensidad de ruido.

Efectivamente era un despacho, pero no parecía usarse muy a menudo, ya que estaba repleto de polvo en cada lado que mirabas. Entonces Lizzy se encaminó hacía la única ventana que había, no era muy grande pero suficiente para poder salir por ella.

- Bien hecho Lizz - dijo Jack abreviando su nombre al máximo.

Entonces me vino algo a la mente como un torbellino de ideas. Al final, lo que parecía más difícil, que era conseguir que la chica viniese por voluntad propia, estaba resultando hasta fácil, casi como si estuviese planeado de alguna forma. Pero cuando ideamos el plan, ni por asomo habíamos planeado esto, ni se nos podía pasar por la cabeza que al final fuese gracias a ella por lo que íbamos a salir de aquí con nuestro objetivo.

Y las palabras de Lucía volvían a mi mente, "No es casualidad que estés aquí justo ahora. Hay un topo en la Terminal, alguien la quiere, alguien sabe que es, o lo sospechan quizás" Aún no era capaz de juntar las piezas que hacía que esto tuviera sentido, pero la duda ahí estaba, sembrada en mi mente como cuchillas clavándose en mi estómago.

Salimos del edificio y corrimos al coche. Lizzy se sentó atrás directamente y yo le lancé la bolsa con sus cosas para que las tuviese a mano y me senté en el asiento del copiloto.

Volvíamos a la carretera, a nuestro verdadero hogar, donde pasábamos casi todas las horas de nuestras misiones, solo que esta vez, en lugar de ir solo, iba acompañado de un Jack cada vez más cercano y de una chica de la cual cada vez tenía más dudas de lo que era, y más dudas de lo que podría ser.

- ¡Para! - dijo Lizzy justo cuando atravesábamos las puertas del orfanato.

Jack extrañamente obedeció y vi como ella giraba su cuerpo para mirar por el cristal de atrás, con una lágrima cayendo por su mejilla.

- Hasta nunca. - dijo casi con odio. Entonces se volvió a sentar bien, se secó la lágrima solitaria y dijo:  - Ya puedes seguir. 

Ninguno de los dos dijimos nada, y Jack volvió a meter la marcha y acelero para salir lo más rápido posible de este lugar.

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Gracias por todos los votos y comentarios!! Me alegro que os esté gustando!! Muuaakkk

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