Capítulo 27: "Herido"

 —¿Podrías explicarme cómo es eso de que la daga está embrujada? —Lo miré asustada —¿Cómo que pertenece a un cazador?

Caminaba de un lado a otro desesperada, mientras que Luke estaba sentado sobre una gran roca observando en silencio la herida en la palma de su mano... Aún no entendía bien lo que estaba pasando, pero una cosa sí era real... y era que su herida sangraba cada vez más.

—Eva —Me miró de forma cansada —Sólo hay dos familias de cazadores en Aston... Los Lockhood y los Dickersons.

—¡Maldita sea! ¡Marcos es un Dickersons! —Me miró furioso.

—¡Sí Eva! —Se levantó furioso —¡Lo sé! ¡Si me hubieras dicho de dónde sacaste esa daga esto no hubiera pasado! —Me gritó.

—¿¡Cómo carajos voy a saberlo, Luke!? ¡¿Cómo voy a saber que estaba embrujada, si hasta hace unas noches no sabía nada de esta mierda de mundo?!

Él no respondió, sólo me miró furioso.

¿Cómo vamos a salir de esto?

—Hay que llamar a Monroe, él sabrá qué hacer —Le pedí.

—Ya no hay nada que hacer Eva, estas heridas no se curan, al contrario, te envenenan la sangre.

—Por favor... —Le pedí con lágrimas en los ojos.

Su semblante furioso cambió a uno más relajado y fue cuando frotó el anillo de piedra negra que le había entregado Monroe. Susurró su nombre cerca de la piedra y esta comenzó a brillar, de repente salió del objeto un aura mágica, la cual se dispersó en el aire mostrando un holograma del aclamado hombre.

—¿Qué sucede chicos? —Nos miró extrañado.

Luke caminó hacia él y le mostró su mano herida.

—El chico Dickersons le regaló una daga mortal a Eva —Respiró profundo —Yo la utilicé sin saber.

—No es posible —Dijo preocupado —Esas dagas fueron creadas para matar a los seres sobrenaturales, sin importar la especie que sean.

—No ha dejado de sangrar, señor Monroe —Hablé algo asustada.

—Porque su herida no fue mortal, cada vez sangrará más hasta que ya no quede una gota de sangre en tu cuerpo, y la que quede estará envenenada.

—No... —Sentí un nudo en la garganta, mientras que Luke ni siquiera habló, creo que él ya sabía su destino.

—¿Cuánto tiempo llevas así muchacho?

—Casi un día, el sangrado no era así de fuerte, por eso no me di cuenta antes.

—Tienen que unir las tres plantas que debilitan a los sobrenaturales: Verbena para los vampiros, acónito para los hombres lobo y belladonna para las brujas —Explicó el brujo detenidamente —Luke —Lo miró serio —Va a ser doloroso, pero es la única forma de curarte.

—¿Dónde se supone que vamos a encontrar esas plantas en tan poco tiempo? —Pregunté preocupada.

—Vayan a mi cabaña, no están muy lejos de ahí, yo tengo las plantas cultivadas ahí, hace tiempo que no voy —Suspiró —Espero que aún sigan vivas.

—¿Cómo llegamos? —Preguntó Luke.

—Sigan al búho, él los va a guiar.

Diciendo esto el hombre frotó sus manos como si tuviese algo en ellas, acercó sus labios a sus manos y susurró unas palabras suavemente, fueron tan suaves que se mezclaron con el viento...

Dirige eos.

Y entonces de sus manos salió un polvo mágico y bastante brillante. Monroe lo sopló sutílmente y fue directo hacia un búho que descansaba en lo alto de uno de los árboles a nuestras espaldas.

—Otra cosa chicos...Tengan mucho cuidado ahí afuera —Suspiró de forma cansada —Fuimos atacados por licántropos —Dijo el hombre furioso.

—¿Licántropos en Aston? —Hablé.

—¿Alguno de ellos tenía un ojo rojo? —Preguntó Luke con su entrecejo arrugado.

El rostro del brujo se entristeció y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Me temo que sí muchacho, asesinó a la señora Dickersons —Una lágrima corrió por mi mejilla mientras que Luke apretó con fuerza sus puños sin importar que de uno de ellos brotaba sangre.

—Pobre Marcos... —Lamenté.

—Tengo que irme chicos, tengo que ayudar a mantener la calma en Aston. Muy pocos saben la verdad detrás del ataque, no todos saben la existencia de lo sobrenatural.

El padre de Luke atacó Aston, asesinó a la señora Dickersons...

Pobre Marcos...

Ojalá pudiera estar a su lado y abrazarlo fuerte... Ahora mi pobre amigo no tiene familia.

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Una vez que Monroe desapareció, el búho alzó el vuelo. Recogimos nuestras cosas a la carrera y comenzamos a seguirlo por aquel oscuro lugar. Los ojos del animal brillaban de un color rojo intenso, tal vez por el hechizo que le habían propiciado, parecían dos rubíes levitando en la oscuridad de la noche.

—No te separes de mí, el bosque en las noches es mucho más peligroso —Dijo mientras tomaba mi mano por sorpresa.

Mis nervios al verlo sostener fuerte mi mano, y el miedo a encontrarme con alguna criatura peligrosa que nos fuera a despedazar, pasaron a segundo plano cuando me percaté de que su mano estaba más fría de lo normal.

—Luke —Lo miré asustada —Tu mano está...

—Hay que seguir pequeña, no estamos a salvo aquí —Respondió sin verme a la cara.

Miré a mi alrededor y no ví absolutamente nada, sólo oscuridad. De fondo se escuchaban extraños ruidos de animales, incluso sentí los pasos de algo persiguiéndonos desde la distancia.

Caminamos en silencio por el bosque, el único sonido que hacíamos era el de nuestros pasos sobre las hojas secas. Luego miré a Luke, aún no soltaba mi mano, la sostenía lo más fuerte que podía y eso me hacía sentir segura, pero en el fondo sabía que él intentaba con todas sus fuerzas no desfallecer.

No está bien...

Me di cuenta de que pestañeaba más de lo normal, parecía que su vista estaba fallando, tropezaba fácilmente con las rocas y ramas en nuestro camino...

—Llegamos... —Habló en un susurro débil y se tambaleó a ambos lados perdiendo la estabilidad.

—Tranquilo… —Lo sujeté lo más fuerte que pude —Falta poco —Nos miramos a los ojos, esos hermosos ojos verdes se veían cansados, su cuerpo estaba sudoroso y parecía que estaba sufriendo un inmenso dolor.

Miré al frente y ví nuestra salvación, su salvación... Era una cabaña vieja y descuidada llena de enredaderas y rodeada de maleza... Se veía que hacía tiempo nadie vivía ahí.

Entramos lo más rápido que pudimos y lo ayudé a recostarse en una pequeña y empolvada cama que había en una esquina...

—¡Eva! —Su grito me detuvo al instante —Ten cuidado ahí afuera, hay muchos lobos solitarios por estos lados, pude escuchar a uno de ellos seguirnos todo el camino.

  Cada vez sudaba más, su respiración era agitada y su herida sangraba en grandes proporciones.

Tengo que apurarme...

Salí corriendo de ahí, no me preocupaba ningún lobo solitario, el único lobo que me importaba era el que estaba en aquella cama acostado y al borde de la muerte.

Llegué hasta la cocina, y en el fondo había una vieja puerta de madera, fuí directo hacia ella y al abrirla salí justo en un jardín feo y descuidado. Muchas de las plantas que ahí habían estaban muertas, otras eran grandes enredaderas y el resto, como las que vine a buscar, eran un gran arbusto sin cuidados algunos, que para mi suerte aún estaban con vida.

Gracias a las clases del señor Monroe recordé las flores de cada planta.

No me fue difícil identificar las flores acampanadas con un ligero color rosa de la belladonna, ni las flores púrpuras de la verbena y el acónito... Como no estaba segura si alguna de estas plantas me haría daño, me puse unos viejos guantes de jardinería que habían ahí cerca y comencé a cortarlas con mucho cuidado.

—Las tienes que macerar —Dijo Luke con débil voz en cuanto me vió entrar, ya ni siquiera era capaz de moverse por si solo, parecía que su cuerpo estaba rígido.

Mierda...

Me apresuré... coloqué todas las plantas en un recipiente de arcilla e hice exactamente lo que Luke me indicó...

Al maserarlas, se creó una especie de pasta con un color oscuro y un fuerte y penetrante olor...

Fuí lo más rápido que pude hacia Luke, y el miedo me recorrió mi espina dorsal en cuanto lo ví: su piel y labios estaban pálidos, tenía una fiebre alta de la que cualquier humano no sobreviviría, su respiración era entrecortada y su cuerpo estaba tembloroso.

—Otra vez me estás curando, pequeña —Dijo en un susurro mientras sonreía débilmente.

—¿Quién es el tonto ahora? —Sonreí triste —Te he salvado la vida dos veces —Sentí un nudo en la garganta y unas lágrimas corrieron por mis mejillas.

Él sonrió y esa sonrisa se vio borrada por culpa de una fuerte tos, la cual lo hizo escupir sangre.

No...

—¿Sábes que te amo? —Volvió a susurrar, pero esta vez cerró sus ojos y ya no los volvió a abrir.

—¡¡Luke!! —Lo llamé desesperada —¡No te duermas!! —Comencé a llorar.

 

  Pero actúe rápido. Impregné unas vendas que traía en mi mochila con la mezcla de plantas. De tan sólo ponerla en su herida el chico reaccionó y comenzó a gritar, eran gritos fuertes que parecían rugidos, las lágrimas brotaban de sus ojos al igual que de los míos. La mezcla parecía estar cauterizándole la herida, de ella salía humo, y las venas de todo su cuerpo se tornaron de un color oscuro.

—¡¡Duele!! —Gritaba y sus ojos se volvieron amarillos, mientras que yo sentía un nudo en la garganta.

—¡Ya casi Luke! ¡Aguanta!

Y justo en ese momento se desmayó. Sus venas volvieron a su color habitual y su herida se cerró completamente como si nunca hubiera existido.

 

Y justo en ese instante pude respirar aliviada, porque Luke ya estaba fuera de peligro...

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Ufff, casi se nos muere Luke...

¿Algunos de ustedes se dió cuenta de cuántas veces Eva amenazó a Luke con la daga mortal?

*Dirige eos = Guíalos.

¿Qué les pareció este capítulo?

Nos vemos en la próxima ❤️

                           

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