Capítulo 31
Lauren's
Ella quería verme, estaba más que emocionada, pero también estaba nerviosa, tal vez sería el momento de aclarar las cosas. Quizá seguiremos adelante solas o quizá juntas. Me estaba imaginando cosas y quizá ni eran así.
Llegue al lugar a la hora estipulada, no estaba por ningún lugar, Camila estaba llegando tarde y eso me estaba haciendo que me sintiera más nerviosa. No vendrá, claro que no lo hará, ella seguirá escondiendose, ella tiene miedo a afrontar todo esto. Cogí mi chaqueta y me decidí a irme, pero en ese momento ella estaba entrando por la puerta, ella levantó la mirada y me buscó, sonreí al notarlo. Sus ojos se conectaron al instante con los míos. Se acercó a la mesa y se sentó frente de mí.
No sabíamos que decir, habíamos pasado demasiado tiempo sin vernos, ella quizá aún me estaba odiando, quizá ella aún no me había perdonado del todo. Nadie decía nada, solo nos mirabamos en silencio, sus ojos estaban más que hermosos, esos orbes chocolate no me dejaban de ver. No había chica que se comparará con ella.
—Deja de verme tanto, me pongo más nerviosa —al final dijo.
—Lo siento.
Mire mi mano que estaba sobre la mesa. Pedimos unos cafés, los empleados de doña Marina eran muy amables, así debiamos de ser en la biblioteca. Total era de ella. La tía de Emily hacía los cafés más deliciosos del planeta. No había nadie que dijera lo contrario.
—La chica de ayer... —exclamó con cautela — ¿Es tu novia?
Fruncí el ceño. Ella estaba celosa, al notarlo sonreí.
—No, pero lo quiere ser —dije, ella asintió.
—Que bien.
Quería echarme a reír, quería jugar un poco con ella, quería ver hasta donde llegaba con todo esto.
—Sí, ella es muy linda ¿sabes?
—Ajam, genial.
Sonreí un poco, Camila estaba muy molesta y celosa. Pero, ella estaba con un chico ayer también.
—¿Era él tu novio? —pregunté.
—No, es solo un amigo.
Nos quedamos en silencio.
—Que bueno que tengas a alguien —dijo con cautela pero con molestia a la vez.
Supire y cogí su mano sobre la mesa, no podía ser así de mala, no con ella.
—Camila, ella sólo es mi compañera de trabajo.
Se quedo en silencio, estaba leyendo mi expresión al ver si le decía la verdad. Al notarlo ella sonrió y me dio un golpe en la mano.
—Genial.
—Te necesito a ti —cogí su mano nuevamente —, siempre te he necesitado a ti, a nadie más.
Acaricie su mano, estaba helada, la ojimarron estaba muy nerviosa. Ella suspiro y miro nuestras manos. El silencio se estaba haciendo demasiado largo.
—Sabes que me cuesta perdonar las mentiras —dijo ella —. Para mí siempre has sido la única, sólo que... Me cuesta aceptarlo.
Fruncí el ceño. Sus dudas me estaban comenzando a matar nuevamente. Era algo que ella no podía ocultar, su temor a aceptar todo, el temor a el que dirán.
—Quiero que dejes atrás ese temor, Camz —le di un beso en su mano —. Quiero que salgamos y luchemos por nosotras, no debemos ver lo que los demás piensan.
Agachó su cabeza. Su silencio me ponía más nerviosa.
—¿Recuerdas lo que me dijiste cuando éramos pequeñas?
—"Debemos luchar contra la corriente, lo que mi madre los demás digan sale sobrando"
Lo recordaba con claridad.
—También te prometí ayudarte con ese temor. Camz, éramos unas niñas y nos forzaron a mantener una distancia — sus ojos estaban brillantes.
Sonreí, la amaba con locura, amaba cada una de sus dudas y cada una de esos miedos. La amaba a ella.
—¿Qué pasó con la Camila con la que ensayaba? —susurre. Ella se sonrojo—, esa que no le daba medio hacerlo en la privacidad.
—Nunca se a ido, siempre ha estado acá.
—Te amo, amo cada defecto que tienes, amo tu sonrisa —sus ojos marrones me miraban con adoración —. Amo ensayar contigo...
—Dios, cállate —sonreí al notar su sonrojo.
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Nunca había amado tanto a alguien, Camila era la única chica con la que podía ser yo misma.
Decidimos irnos a un lugar más privado para hablar, mi apartamento estaba cerca, al decirle eso ella sonrió con picardia. Era una tonta. Llegamos en un instante, nos sentamos en el sofá, bebimos vino y seguimos hablando.
—Aún no olvidó lo de la otra vez —exclamó ella.
—Sabes que lo hice por que no quería verte mal...
—Lo sé, pero tenia derecho a saberlo ¿no crees?
—Lo sé. Pero y
Acaricio mi mejilla, cada toque hacia que me enamorará más de ella, cada roze de esas suaves manos hacían que me quedara helada en en es instante.
—Me fui por que quería tener las cosas claras —comenzó diciendo —. Tenía tantas cosas que pensar.
Sus caricias no paraban. Su mano no dejaba mi mejilla y de mi mejilla pasaba a mis manos.
—Espero hayas pensado muy bien todo.
Me beso, sus labios sabían a gloria. No entendía como podía volver a ella aunque ella me tratase mal, aunque me lastimara mucho siempre volvía a ella. Camila besaba como una maestra, siempre adoré su manera de besarme. Esa manera que adoraba con devoción.
Con un poco de fuerza hizo que me tumbarse en el sofá, ella se subió encima mío, no dejábamos de besarnos, mordió mi labio inferior y con su lengua pidió permiso para entrar, mi lengua busco a la suya, la extrañaba tanto. Extrañaba tanto sus labios y su cuerpo. Extrañaba todo de ella.
Metí mi mano bajo su blusa y acaricie su suave espalda, quería sentirla más, así que baje mi mano y apreté su trasero. Se alejo y sonrió.
—Eres una golosa, Jauregui.
Su sonrisa era muy pícara y eso me encantaba. Le apreté más fuerte el trasero y esa suspiro. Seguimos el beso, sus labios estaban ahora en mi cuello, sus dientes y su lengua hacían maravillas en esa zona tan sensible. Quité su blusa, sus sostén era negro y era tan sexy que sentí derretirme en es momento. Como si leyera mi mente ella se deshizo del sostén y lo quiro lejos. Sus pechos eran una maravilla, aún no crecían, pero era deliciosos.
—Tus pechos son pequeños y demasiados apetecibles— mordió su labio mientras sonreía.
—Lo sé.
—Camz, eres demasiado buena para ser real —cogí uno de sus pechos y lo apreté fuerte, ella jadeo y suspiro —, demasiado sexy y caliente.
Sonrió y me dio un beso apasionado, de esos besos que te quedas loca y sientes que estás en el paraíso, sus jadeos me estaban calentando más. Metí mis manos abajo de sus jeans, cogí su trasero y lo apreté acercandola más a mí. El deseo me estaba consumiendo, el deseo de hacerla mía nuevamente.
Me deshice de mi camisa y luego le quite el pantalón a la morena, nuestros cuerpos estaban juntos y desnudos, bueno casi desnudas.
—Vamos a tu habitación —me dijo en la oreja. Su aliento estaba caliente, muy excitante.
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