Capítulo 25
—¿Por qué lo hiciste?
—Habló mal de ti.
—Pero mira como estas, Lauren, tú siempre comportandote así.
—Él quedó peor —sonríe encogiendome de hombros.
Ella se notaba demasiado enojada, no lograba entender el porqué de su molestia. En silencio ella limpiaba la sangre que estaba en mi labio, la notaba muy rara. Algo andaba mal.
—¿Te molesta que lo golpeé?
Al preguntarlo ella dejó a un lado el algodón. Su suspiro me dejó buen en claro que si le había molestado.
—Es solo qué... Mi madre lo sabrá y luego ella me buscará... Sabes lo que pasará, no debo decirlo.
Guardo todo en la caja de primeros auxilio, se levantó del sofá y se fue al baño. Algo me decía que había hecho mal el pelear con él. Claro que estaba mal.
—Camz, lo siento yo solo...
—No puedes ir por la. Vida peleando con las personas.
—Él no es una persona, es una animal sin cerebro.
Ella frunció el ceño.
—Lauren, si mi madre me busca sabrá que estoy contigo y me alejara de ti— exclamó —. Seguramente Shawn se lo estará diciendo en este preciso momento.
Camila tenía razón, pero no era para que se pusiera así de alterada.
—Deberías irte, ella puede venir en cualquier momento...
—Pero...
—Vamos, Lauren, ella no te puede ver acá. Me matara si nos encuentra juntas.
Me levante del sofá, tenía demasiadas dudas en mi mente.
—No debiste golpear a Shawn.
—Perdón por defenderte, en cerio perdón por darle una lección.
Me di la vuelta y salí del apartamento. Me dolía todo esto, pero por una parte tenía lógica. Seguramente el llorón del Chon estará hablándole de lo que pasó, siempre va llorando a donde su papi y seguramente irá también a ver a la madre de la morena. Pedí un taxi y me subí, no estaba de humor para caminar. La madre de Camila siempre había sido de mente cerrada, ella no miraba normal las relaciones de personas con el mismo sexo. Vaya señora.
Flashback
Los lunes eran maravillosos ya que por la tarde iba a visitar a Camila a su casa, era una enorme casa que parecía más bien un castillo. Camila era la princesa de ese castillo. Llamé a la puerta y como siempre la ama de llaves me abrió, con una sonrisa ella me invitó a pasar. Todos los empleados de los señores Cabello, eran muy amables.
—La señorita Camila estaba en la sala, pasa por favor.
Le agradecí y busque la sala. Si por fuera se miraba enorme la casa por dentro era aún más grande. Al encontrar la gran sala vislumbre a la morena sentada en el sofá bebiendo de un jugo de naranja. Me acerque a ella y la asuste por detrás.
—¡Booh!
Ella dio un brinco por el susto y me eche a reír.
—No lo vuelvas a hacer, Jauregui, casi me hecho el jugo encima.
Siempre haciéndose la víctima.
—Sí, sí. Vamos a jugar.
Ella asintió dándole el último sorbo a su bebida. Subíamos las escaleras que nos llevaría a la habitación de la morena, seguramente el padre de Camila no estaba y menos su madre ya que la casa estaba en total silencio.
Al estar en la habitación de Camila me senté en el sofá que tenía. La habitación no se comparaba en nada con la mía. La de Camila era mucho más grande, su habitación era como unir dos salas de estar, o más grande seguramente.
Lo que ella me había dicho era que su padre era uno de los hombres más ricos de la ciudad y que estaba haciendo un negocio con un nuevo socio que le daría más dinero.
—Mira, es una nueva muñeca —me enseñó el paquete aún señado con el juguete dentro —, tengo muchos juguetes.
Con la luz del sol podía notar más vivo el color de sus ojos. Camila tenía un hermoso colo chocolate en su ojos. Ella era muy bonita a la luz del día y seguramente también a la luz de la noche. No sabía que pasaba por mi cabeza, últimamente miraba más hermosa a Camila y eso me estaba asustando un poco.
—Oye —pasó su mano frente a mis ojos llamando mi atención —, te fuiste por un momento ¿en que piensas?
—Eres muy linda, Camzi.
Ella se enderezó al escuchar eso. Seguramente no lo tomó como algo normal. A los minutos ella se sonrojo, sus mejilla estaban ligeramente de color carmesí y la hacía lucir más hermosa.
—Tú también lo eres, Lolo. Más tus ojos verdes —sonrió y se acercó a mí —, siempre cambian de color cada que estas de un humor diferente.
Colocó su mano sobre mi mejilla y luego acaricio con suavidad mi ojo izquierdo.
—Siempre que me miras me pierdo en ese verde.
Algo pasaba, algo extraño pasaba dentro de mí. Con solo sentir el rose de su dedo, sentía que con ese único toque el mundo se había detenido. Sólo tenía doce años y aún no entendía la gravedad de las cosas, pero de algo estaba segura: miraba demasiado hermosa a Camila con esa falda.
Ella sonrió, esa sonrisa única, siempre mordía su lengua mientras reía. Esa sonrisa la hacía verse más hermosa y tierna, Camila era tierna.
—Lo que dije sonó demasiado extraño, seguramente —dijo y se alejo un poco —, no debería de actuar así.
—No, Camzi, me encantó lo que me dices. Eres tierna y sincera. La señorita Margaret siempre dice que es bueno ser sinceras con los demás.
Nos quedamos en silencio, nuestras miradas estaban conectadas y por un instante. Solo por un instante sentí que el tiempo se había detenido. Camila sonrió y se acercó más a mí. Su mano buscó la mía, la unió entrelazado sus dedos con los míos, su calor hacia que mi pecho se llenará de tranquilidad y supe que siempre quería estar a su lado para estar tranquila.
En ese momento me di cuenta que estábamos demasiado cerca, los labios de Camila estaban a centímetros de los míos, podía sentir su aliento caliente. Con timidez me acerque un poco más, con ese último acercamiento mis labios pudieron tocar los suyos, estaba uniendo mis labios con mi mejor amiga. Estaba por besar a Camila. Sentí como una sonrisa se formó en sus hermosos y rosados labios, sonrisa que me lleno de tranquilidad. Ni ella ni yo nos atrevíamos a movernos o mover nuestros labios, pero al final ella se movió un poco, ahora su labio inferior estaba entre mis labios. Era un agradable sabor dulce, sus labios se sentían húmedos y dulces, toda ella era dulce.
—Te digo que no Alejandro —se escuchaba en la sala — eso no me parece normal.
Nos tardamos unos minutos en alejarnos ya que sus padres habían vuelto. Camila no decía nada, simplemente su miraba hablaba por ella. Le di una pequeña sonrisa.
—Será nuestro secreto.
Otros secreto se estaba sumando en la lista compartida entre ella y yo. La lista de los secretos Compartidos.
Nos asomamos a ver que pasaba, su madre estaba de un lado a otro, se notaba muy intranquila. El padre de Camila bebía de su copa de vino seguramente.
—No, no y no. Alejandro eso es una aberración, sabes que eso no es bien visto en la sociedad —exclamó Sinuhe —, no quiero que esas personas estén en mi empresa.
—Son personas comunes y corrientes, son como tú y yo.
—Una chica que gusta de otra no se le debería de llamar común, eso es una aberración y se acabó.
Esa noche Camila no pudo dormir. Nunca imagine que esas simples palabras de su madre la podían poner de esa manera, ella estaba triste y no me quería decir el porque de su silencio. Ese pequeño beso nunca se volvió a repetir y menos se dijo más nada sobre ello.
Fin del flashback
Camila siempre había temido de su madre, aún recuerdo esa vez. Esa vez que le dijo que el amor entre chicas no estaba muy bien visto en la sociedad. Vaya mierda.
—Llegamos señorita.
Le pagué al taxista y luego entré a mi apartamento, ese recuerdo golpeó muy fuerte mi mente. Seguramente Camila tenía miedo, siempre lo había tenido. Lo supe cuando la bese por última vez cuando éramos pequeñas, ese beso dura mucho más que los demás. Era la despedida de esos secretos compartidos.
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