Capítulo 24

Camila

Comenzaba a pensar que lo que estaba pasando con Lauren no estaba bien. Desde que era pequeña mi mentalidad era otra, para mi ver a una pareja del mismo sexo era muy fuera de la sociedad, o sea que no estaba bien vista en la sociedad de hoy en día. Amaba a Lauren pero... Pero no me sentía muy segura de ello.
Al despertar me levante de la cama sin hacer ruido, deje a Lauren sola en mi habitación. Si que sabía que la amaba, desde que eramos pequeñas me comenzaba a gusta. Esa niña de ojos verde esmeralda me comenzaba a gustar, se lo llegué a decir a mi madre pero para ella solo era una etapa de mi niñez, era como si yo tuviera un amigo imaginario y ella lo miraba normal. Vaya cosa. Entre a la cafetería y pedí un café sin azúcar.

A los minutos de terminar de beber mi café me levante y luego decidí ir a mi apartamento para ver si aún estaba Lauren y era obvio que ella estaría ahí.
Entre y en efecto, Lauren estaba sentada en mi sofá. Se notaba muy distante y demasiado confusa, me senté a su lado y nos quedamos en silencio, nadie quería decir nada, ella estaba algo triste. Decidí hablar primero.

—Fui por un...

—¿Por qué siempre te vas? —preguntó mientras jugaba con sus dedos.

—Sólo quería un café y no quería despertarte.

Ella se quedó en silencio y suspiro a su vez.

—¿Qué tienes, Camz?

—No lo sé yo... —suspiré—, hay prejuicios en la sociedad y... No lo sé...

—Qué importa la sociedad, me encantas y quiero estar contigo.

Mi miedo siempre había sido hacer algo que no estaba bien visto en la sociedad, ese era mi miedo. Mi miedo era no estar entre los estándares de la sociedad. Tenía miedo.

—Tengo miedo, Lauren.

—Lo sé y te entiendo —acaricio mi mano
—, debemos tomar el riesgo de salir y afrontar a las personas.

Se acercó a mi mejilla y la beso. La amo y de eso no había duda alguna pero aún el miedo me estaba matando.

—Camz— siguiendo diciendo —te conozco y sé que le temes a los cambios, entiendo que le temas a este cambio, pero te aseguro que no te voy a presionar. Te quiero y quiero lo mejor para ti.

Asentí, me acerque a sus labios y le deja un pequeño beso para luego darle un abrazo. Ella siempre había sido una de las mejores consejeras que alguien podía tener, siempre acudía a ella para que me diera consejos. Lauren era única y hermosa. Le di una mirada, pues quería observar lo hermosa que era la chica que tenía entre mis brazos, ella sonrió y me beso con ternura, sus labios eran suaves y dulces. Ese sabor nunca la abandonaba, su sabor dulce me volvía loca, ella me volvía loca.
Pasamos toda la tarde juntas, ella me hablaba de sus avances en la universidad y yo igual le comentaba todo lo que me había pasado estos últimos años, extrañaba hablar con alguien que me entiende de verdad, extrañaba hablar con ella.

Pero siempre había algo que me llenaba de terror y eso era la idea que mi madre nos encontraría juntas y que al final me aleje definitivamente de Lauren. No quería estar lejos de ella nuevamente.

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Lauren

Habíamos pasado tres semanas juntas y como era de esperar yo deje la universidad por un tiempo, quería estar con ella y nunca más dejarla sola. Al estar con ella me pude dar cuenta que me necesitaba mucho para ayudarla con sus temores. Había conseguido trabajo en un estudio fotográfico ya que por un tiempo mi padre me pagó un curso de fotografía así que podía sacar provecho de ello. El estudio quedaba muy cerca de mi apartamento y también a unas cuadras del de Camila, ella últimamente se notaba muy cercana a mí. Solo nos veíamos en su apartamento o en el mío, por alguna razón no podíamos salir a comer o al parque ya que su madre amadaba por esos lados y no queríamos que nos viese.

—Mi madre puede vernos en cualquier momento, no quiero dejar de verte.

Habia dicho en ese tiempo Camila. Si era cierto que la madre de Camila era demasiado mente cerrada, pero me sentía rara al no poder contarle al mundo entero que ella y yo éramos algo más que una simples chicas que son mejores amigas. Quería salir con ella y besarla en las calles de la gran ciudad, pero ni modo si debía ser.
Al salir del trabajo siempre pasaba por un café y esa vez no fue la excepción. Entre al local y con amabilidad la chica me atendió. Con café en mano salí del lugar y me abrí caminando a mi apartamento para descansar un poco y luego iría a ver a Camila. Faltaban unas calles para llegar cuando de pronto un dolor en mi mejilla izquierda me detuvo; alguien me había golpeado. Solo veo como mi café se cae al suelo. Me doy la vuelta y lo encaró, no lo puedo creer.

—Vaya, creo que no te lo deje bien claro la última vez, Jauregui.

Shawn estaba frente mío. Limpie la sangre de mi labio inferior. Ese idiota aún estaba cerca, una rabia me estaba invadiendo todo mi cuerpo.

—¿Te comió la lengua el ratón?

Sin esperar le di un buen golpe en su nariz. Como autoreflejo él me regresó el golpe pero esta vez en el labio.

—Te quiero lejos de mí y Camila.

Limpio su nariz y se echo a reír.

—Sabes que la madre de Camila me quiere mucho, a mí no a ti.

Podía sentir ardor en mi labio, la sangre bajaba por mi quijada.

—Supe que estabas en la ciudad por Camila y te encontré — sonrió, odiaba tanto su estúpida sonrisa —. Camila necesita un hombre no a una mujer.

—Te aseguro que Camila goza más conmigo que con tu cosita —señale su pequeña pene.

—Tú no estás cuando la follo, así que ni opines...

Le di el segundo golpe y me coloque encima de él. Le di golpe tras golpe, me estaba enojando tanto, era un estúpido de mierda. Recibí un golpe en mi nariz pero eso no me importó ya que le di el último golpe en su ojos izquierdo. Me levante algo aturdida.

—Un verdadero hombre no va por la vida hablando de como pone a una chica, el verdadero hombre se guarda las cosas privadas, pedazo de mierda.

Sólo escuche su risa sarcástica, me di la vuelta y me fui. Me sentía un poco mareada por la sangre que había perdido, las personas no dejaban de verle extraño, era más que obvio; tenía mi labio muy rojo lleno de sangre y me ojos izquierdo estaba un poco morado seguramente. Vaya mierda.
Cuando menos me lo espere ya estaba en la puerta del apartamento de Camila, ella al abrir solo se sorprendió y se preocupó, con la poca fuerza que me quedaba entre y me tumbe en el sofá. Estaba cansada, pero mi mejor medicina siempre será Camila Cabello.

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