🦋🦋 Extra 🦎🦎
Mirabel:
Mis manos se deslizaron por esos rulos castaños mientras intentaba acomodarlos, alcé un lazo color rosa e hice una coleta alta. La niña frente al espejo me regaló una sonrisa, giró hacia mi y a pesar de su pequeña estatura, me susurró.
—¿Me veo bonita?— junto sus manitos en señal de nerviosismo y no era para menos, el momento se acercaba.
—Eres la más hermosa, mi mariposita— la abracé.
—Luego dices que Camila no es tu favorita— murmuraron dos niños cerca de la puerta de mi habitación.
Misael me observaba con el rostro fruncido, había permanecido así desde la mañana, le desagradaban las fiestas y el bullicio a su tan corta edad, y eso era justo lo que hoy habria. Una gran fiesta.
—Mis amores, vengan con mamá— alcé mis brazos para llamarlos mientras los miraba con ternura.
Ambos corrieron y se posicionaron al lado de Camila, Carlos se acercó más a mi para susurrar algo que me provocó una sonrisa.
—Papá dijo que nos ayudes a peinarnos porque el no puede con nosotros.
—Claro que si mis niños— les digo y aparto a Camila de ellos.
—¿Ustedes también quieren una coleta con un lazo rosa?— pregunta mi hija trayendo en sus manos varios lazos.
Los niños hacen mueca de asco y se quejan —No Camila, no somos niñas.
—Pero una coleta para sus largos mechones no estaría nada mal— comento y ellos niegan rotundamente.
Al final me rindo y sólo acomodo esos mechones a modo de que queden relucientes.
Sé que lo oculto muy bien pero por dentro estoy hecha un manojo de nervios. Hoy mis trillizos cumplen sus tan preciados cinco añitos y recibirán su don.
La sola idea de que algo salga mal me pone nerviosa.
—Listo— digo una vez termino de arreglarlos a ambos.
—Mamá ¿podemos jugar con Diego?— pregunta Camila jalando de mi vestido.
—Esta bien— lo apruebo —pero no molesten a la tía Dolores, esta muy histérica con su embarazo.
Y era cierto, Dolores tenía a María de diez años, Diego de seis, Sebastián de cuatro y su último embarazo que resultaban ser mellizos, vaya descendencia.
Bueno, tampoco puedo reclamar, yo terminé siendo madre de trillizos y jamás lo imaginé. Es más, cuando me enteré pensé que no podría con tanto.
—Mi amor...— escucho a Camilo acercarse, su mirada encuentra la mía y me roba un beso antes de que yo diga algo.
Rodea mi cintura por unos breves segundos antes de acariciar mi rostro.
—Hola mi amor— le correspondo entre tanto acaricio su rostro.
Él me mira extrañado.
—Puedo verlo en tu mirada— dice y no comprendo —sientes miedo ¿no es así?
Niego al principio pero después de ver su rostro termino asintiendo tratando de evitar la extraña sensación que invadía mi ser desde hace meses.
—Quiero evitarlo pero no puedo— confieso él toma mis manos y me guía hasta la esquina de nuestra cama —tengo miedo de que ellos...
—Eso no pasará— declara sonriente —nuestros niños recibirán su don y nada impedirá que éste sea un día muy especial.
—Yo nunca pude tener un don— lo interrumpo —¿y si eso les afecta a ellos?
—¿Quién dijo que tú no tienes un don?— enarca una ceja, me observa de manera fija —Tú tienes el don de volverme loco de amor con una sola mirada.
Aquello provoca una sonrisa en mis labios, pese a que hayan pasado años desde que nos casamos, Camilo no deja de recalcarme cuanto me ama cada día, eso me enamora más.
—Ven aquí, Camilo— lo jalo de la ruana para besarlo.
Él no tarda en poner su mano en mi cintura, logra un escalofrío en mi colna vertebral, sus labios acarician los míos con necesidad y comienza a encimarse inclinando mi cuerpo hacia la cama. Esos labios suyos bajan a mi cuello y estamos a punto de consumar nuestras ganas...
Si no fuera por el típico reloj que aparece frente a nosotros indicando que ya es hora de la ceremonia de los dones.
—Camilo, ya es hora— lo detengo, él me mira decepcionado pero luego comprende, me besa por última vez antes de levantarnos.
Ambos salimos con dirección al patio de la casa, todos se encontraban allí, mis hijos y sobrinos, mis padres, mi hermanas; Isabela y su ahora esposo Andrés, y Luisa como siempre con sus queridos burros.
—Será una ceremonia mágica— me dice tío Bruno con una sonrisa.
—¿Lo dices como un deseo o profecía?— me atrevo a preguntar debido al nerviosismo y él arruga sus cejas.
—Mirabel, ya te dije que no voy a tener una visión sobre los dones de tus hijos.
Camilo me mira extrañado.
—Ya entendí, perdón— desisto —¿Y dónde está Carolina?
—Fue a buscar a su familia— dice Bruno.
—¿Cuando la pedirás en matrimonio?— pregunta Camilo codeandolo.
—La verdad, creo que dentro de unos días.
Tío Bruno conoció a Carolina hace dos años, ella es veterinaria por lo cual quiere mucho a las ratitas, ellos dicen que fue amor a primera vista. A pesar de que ella es algunos años menor que él.
—¡Mamá ya es hora! — mis niños corrieron hacia mi —¡Ya queremos saber cuál será nuestro don!
—¿Podré ser un gigante?— dijo Carlos.
—¡Yo quiero volar!— dijo Misael.
—¡Yo quiero convertirme en un unicornio! — Camila terminó por gritar
—Calmados— ordenó su padre, todos se callaron al instante —Están abrumando a su madre. Sean pacientes mis niños.
Camilo me miró señalando las gradas, era momento de subir. Me armé de valor y caminé hacia el segundo piso donde estaban las puertas de mis hijos.
Al estar alli, pude ver a todo el pueblo de Encanto, mis nervios incrementaron y a pesar que no era la primera vez que hacíamos esta ceremonia, si era la primera vez en la que mis hijos recibirían un don.
—Sean todos bienvenidos— comencé a hablar —esta noche, tres maravillosos niños recibiran el legado de nuestra familia, nuestro milagro—se escucharon los aplausos, la conmoción era notoria —Camila, Misael y Carlos, vengan conmigo.
Observé a mis hijos posicionarse al centro, Camilo se interpuso entre ellos y fue avanzando mientras los sostenia de las manos. La sonrisa que me regalaba mi esposo lograba calmar mis nervios.
Una vez que ellos llegaron, sentí una fuerte corriente en mi cuerpo, debía darles la bendición. Antes se usaba la vela, pero ahora todo consta de una simple bendición por parte de la matriarca de la familia.
Me acerqué primero a Camila.
—Puedes ser lo que más anheles en el mundo— le susurré con referencia a su deseo de ser un tierno unicornio. Ella me sonrió.
—Misael; vuela alto mi niño— acaricié sus mechones. Él me dio un abrazo fugaz.
—y finalmente mi rebelde Carlos— lo señalé —Saca al gigante que tienes en tu interior— él besó mi mejilla.
Luego de mis palabras, Camilo me tomó por los hombros para alejarme de ellos, me abrazó con cariño mientras nuestros trillizos se acercaban al cerrojo de sus puertas.
Sentí el fuerte palpitar de mi corazón y la respiración de mi esposo rozando mi cuello, él esta muy atento a lo que pasará. En realidad, toda la familia y el pueblo esta a la expectativa.
Camila fue la primera en percibir una luz brillante en su puerta, varios lazos salieron y la envolvieron, comencé a asustarme pero luego la ví bajar convertida en algo muy extraño.
¡Era un unicornio!
—¡Mamá soy un Unicornio!— dió un brinco y cambió totalmente de forma.
—Es una digna cambiaformas— mencionó Camilo emocionado.
Era cierto, ella cambiaba a la forma de los animales.
En ese instante, Carlos y Misael tomaron el cerrojo al mismo tiempo. El primero sufrió una apagón de luz seguido de un temblor, todos nos asustamos.
—¡Soy gigante!— gritó y provocó que todos nos tapemos los oídos por lo estruendosa que era su voz. Al cabo de unos según si volvió a su tamaño normal.
Por otra parte, Misael comenzó a levitar llegando hasta una gran distancia en el cielo, mi respiración se descontroló al verlo perderse en la cima.
—¡Misael!— grité entrando en pánico.
—¡Mamá puedo volar tal y como quería!— apareció por detrás mío, casi matandome del susto.
Todo el pueblo aplaudió al ver tan impresionantes dones, mis ojos se llenaron de lágrimas al igual que Camilo, toda la familia subió al segundo piso para abrazar a los niños, mi madre los acarició y lleno de besos. Isabela esparció varios pétalos de flores sobre mis hijos, Luisa corrió hacia Camila y le pidió que se transforme nuevamente en un unicornio; los abuelos corrieron con los brazos abiertos y todos nos abrazamos de alegría.
—Tenemos nuevos dones— informé a los invitados —los mismos que serán la bendición de Encanto.
Porque eso eran ellos, una bendición y no dones para ser utilizados por el pueblo.
Y así se dio paso a la fiesta en honor a mis trillizos, todos cantaban y bailaban felices, después de mis nervios, nada salió mal y mis hijos eran los niños más felices de este planeta.
Los veía jugar junto a sus primos y amigos, ambos con sus dones, se veían tan tiernos. Sin duda alguna, me sentía plena al verlos.
—Amo el rumbo que tomó nuestra vida— escuché las palabras de mi esposo muy cerca mío.
Él apareció con una flor rosa en la mano derecha, no pude evitar sonreír.
—¿Y esa flor?
—Una flor para una bella mariposa— dijo pero al repensar sus palabras intento cambiar su frase —creo que no era así, yo quise decir...
—Quieres decir que estas loquito por mi— lo miro a los ojos y relamo mis labios.
—Nunca voy a negarte eso— susurra y entrelaza sus dedos en mis mechones —te amo Mirabel. Amo todo de ti, y estoy eternamente agradecido porque me elegiste a mi.
—Y si nos encontramos en otra vida— lo interrumpo —lo volvería a hacer, no cambiaría nada de lo que nos llevó a este punto; ahora somos felices. Porque te amo.
Y eso fue más que suficiente para que sellaramos nuestro amor por millonésima vez con un tierno beso, porque así era nuestra historia, un libro que debía repetir varias veces esa frase "te amo" para convencerte que los finales felices si existen, que son pocos pero duraderos y que la magia esta en creer en ellos.
Como yo creí en él.
Fin
Lo prometido es deuda😅🤩
Aquí tienen el extra de esta bella historia que sé muy bien que les gustó, pido disculpas de antemano por tardar tanto (la U me agarró de juguete y casi no tengo vida) pero en fin, logré escribirlo.
Espero que les guste y díganme que opinan de los hijitos de Camilo y Mirabel 😇🤭
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