Epílogo

Camilo :

Cuatro años después...

La imagen de mi cuerpo a través del espejo me causa gracia, no pensé encontrarme jamás en esta situación, bueno, no de este modo.

Acomodo los últimos botones de mi camisa blanca con detalles dorados, la piel se me eriza al oir un pequeño golpe en la puerta de mi habitación, presiento que son mis padres debido a la gran nube que se adentra por la puerta.

—Mi niño ya es todo un hombre— dice mi madre corriendo hacia mis brazos, papá intenta apartar la nube de mi cabeza con miedo a que pueda arruinar mi traje.

Yo sólo sonrío, ellos se unen a mi con ternura.

—Hace años dejé de ser un niño, mamá— le recordé, papá palmeó mi cabeza con diversión.

—Espero que por fin seas felíz, hijo mío— la voz dulce de ella provoca que aquellas palabras ocasionen una pequeña punzada en mi pecho —Después de todo lo que pasó.

Y ahí recordé el pasado, y lo aún fresco que se sentía el dolor, la añoranza y miles de momentos que marcaron mi vida. Sin embargo, hoy era diferente, hoy me casaría...

—Seremos muy felices— aseguré incluyendo a mi futura esposa —nunca olvidaré lo que viví ni las cosas que nos llevaron a este desenlace.

Sin decir nada más, salimos de mi cuarto rumbo a la ceremonia donde uniría mi vida a una preciosa mujer. No puedo negarlo, me emociona saberlo.

Mientras voy caminando observo el excelente trabajo que hizo Isabela con la decoración, todo está tan espléndido. La pelinegra me mira con una sonrisa mientras sostiene de la mano a su efusivo enamorado, un caleño de buen corazón que conoció hace un par de meses.

Ahora era verdad, muchas personas ajenas al Encanto venían a visitarnos, otros se quedaban y formaban una vida aquí.

No eran malas personas.

Pasé al lado de mis hermanos, Dolores y Toñito, la morena mantenía una sonrisa aprobatoria mientras a su costado se encontraba mi sobrinita María, Mariano abrazaba a Dolores revelando el grande vientre que llevaba, ellos no perdían el tiempo. En cambio Toñito, ya era todo un muchacho de once años, y hasta parecía estar interesado en la tierna Cecilia.

—¡Ve rápido Camilo! la novia llegará en tan solo unos minutos, debes esperarla en el altar— avisó tío Bruno con una sonrisa segura.

Di pasos agigantados para llegar y me posicioné en el altar con altivez, el momento había llegado y la emoción que me causaba era inexplicable.

Todo el pueblo me observaba desde sus asientos, tuve que mantener la mirada seria para no reír con sus expresiones, arreglé por última vez mis rulos rebeldes antes de escuchar como todos los invitados se ponían de pie.

Ella estaba aquí.

Rizos oscuros y largos, piel tersa aceitunada, esos ojos cafés con toques avellanas, sus labios color durazno, y lo más llamativo en ella, ese brillo en su dulce mirada. Con un vestido blanco platinado ajustado a su perfecta silueta, me tenía tan enamorado como el primer día.

Mirabel estaba conmigo... Me casaría con la mujer más espléndida de este mundo.

Mirabel :

Sus ojos verdosos me contemplaban no muy a lo lejos, mientras yo caminaba con mi padre al lado.

Luisa era la encargada de llevar con cuidado mi largo velo de encajes.

Por mi mente pasaban miles de recuerdos entre recorría el camino hacia el altar, hace poco más de cuatro años mi vida pasó por un cambio drástico, fui ingenua, me enamoré del incorrecto, mi familia perdió el rumbo pero también aprendió de sus errores; nos causamos tanto daño y a la vez supimos perdonar.

Aún puedo sentir el dolor en mi pecho al pensar que iba a morir, cuando sentí que desvaneceria abrazada al amor de mi vida, cuando Emiliano por fin había dejado de ser un problema. Felizmente mi corazón no dejó de latir, mi madre consiguió llegar a tiempo.

Ella me regresó a la vida como una verdadera madre.

Y ahí finalmente comprendí que el amor que sentía por ella y por todos era genuino, no importando los lazos sanguíneos, yo era una Madrigal completa.

—Camilo, te entrego a mi hija con la única condición de que sean muy felices— habla mi padre tratando de ser serio, cosa que no consigue —ambos se lo merecen después de todo lo que han pasado.

—Lo seremos, tío...— vaya que escuchar eso me pone incómoda.

Es su tío y también mi padre.

El ojiverde adopta una pose formal y me toma de las manos para guiarme a su costado.

—Te ves muy hermosa— susurra a mis oídos antes de que el Padre comience la ceremonia.

—Tú no te quedas atrás— lo halago.

Así inicia todo, los invitados nos admiran con emoción, más aún nuestros familiares, mis padres, sus padres, hermanos y amigos cercanos. Sin embargo, siento la falta de alguien muy importante.

Inmediatamente el recuerdo de la noticia invade mi cerebro, un sentir melancólico denota un vacío en mi corazón.

Cuanta falta nos hace la Abuela...

Pese a los años es imposible olvidar sus palabras, los momentos vividos a su lado, y se me hace muy ridículo pensar que toda una serie de desgracias sucedieron el mismo día.

En mi cumpleaños.

Primero Dolores entró en trabajo de parto, luego yo fui secuestrada por el maldito de Emiliano, Camilo fue golpeado en la cabeza, y por último, todo esto pasó mientras la abuela moría lentamente en su habitación.

Nadie lo sabía, todos estaban abatidos con mi desaparición y el parto de la morena, en esas míseras horas fue que la abuela debido a la tristeza falleció.

Recuerdo muy bien el día del entierro, Camilo postrado en su lápida, mientras dejaba un ramo de rosas, toda la familia lo observaba y yo lo hacia a lo lejos, me desconcertaba pensar que a pesar de todos lo errores de ella, Camilo no le guardaba ningún rencor y adolecía su partida.

Tanto como yo.

Hasta sentí mis lágrimas caer cuando él susurró "Hasta siempre..."

Luego de ellos nuestra vida cambiaría para siempre.

—Camilo Madrigal ¿aceptas a Mirabel como tu esposa para amarla y respetarla, en la salud y enfermedad, en la riqueza y la pobreza, todos los días de tu vida hasta que la muerte los separe?

No supe cuando pero Camilo ya había dicho el famoso "Acepto" mientras colocaba un anillo de oro en mi dedo anular. Sonreí instintivamente, era mi turno.

—¡Acepto!— grité antes de que el Padre pudiera incluso terminar de repetir la misma frase de hace un momento.

Coloqué el anillo en su dedo y sentí los aplausos de todos los presentes, Camilo acercó su rostro al mío como una caricia.

—Entonces los declaro marido y mujer— declaró el Padre —puede besar a la novia.

Sentí sus tibios labios en los míos y fue lo más emocionante de toda la ceremonia, se sentía diferente, mágico y eterno, porque mi cuerpo entero reaccionaba a su boca, mis sentidos se avocaban sólo a él.

Al amor de mi vida.

Después de ello, en medio de aplausos y gritos conmocionados de todos, salimos de la iglesia, recibimos muchos abrazos, besos en la mejilla y felicitaciones.

Era la hora de la fiesta.

La multitud entera celebraba nuestro matrimonio, había música, comida y buen entretenimiento, me sentía tan feliz.

—¡Hey! mi niña— exclamó mi madre uniéndome en un abrazo, estaba llorando —me siento tan feliz por ti, que hasta estoy llorando.

—Veo que papá está peor— dije viendo a mi padre llorar mientras bebe un vaso de licor, Félix lo abraza y le dice "Consuegro"

La escena me parece tan tierna.

—Bel— susurra mi ahora esposo, yo giro hacia él, mi madre se despide de nosotros para ir al centro de la fiesta.

—Dime mi amor— le respondo, él me sujeta por la cintura.

Percibo algo diferente en su mirada, esta no es nada dulce, al contrario, me mira con picardía.

—¿Recuerdas que te dije que quería tres niños?

Asentí aunque no comprendía su juego de palabras, él sonrió de lado, su mano comenzaba a hacerme caricias en la espalda baja un poco diferentes a las de antes.

—¿Te parece si practicamos?— soltó divertido.

—Me encanta la idea— confesé antes de besarlo.

Nos encontrábamos en una zona alejada de la fiesta por lo cual no lograrían vernos, quizá un par de caricias no le harían mal a nadie. Camilo comenzó a dejar besos húmedos en mi cuello bajando lentamente hasta mi clavícula y hombros, eso se sentía tan bien, solté un largo jadeo mientras removia su cabello para sentirlo más cerca de mi, él volvió a mis labios y esta vez los mordió, mi corazón no dejaba de latir más rápido, la excitación del momento estaba haciendo que pierda la cordura.

—Espera Camilo...— pedí evitando que él baje el cierre de mi vestido —Después de la fiesta seré toda tuya.

Él bufó, dejó de tocarme y se arregló la camisa, por mi parte acomode la falda de mi vestido y mi velo. Ya estaba acalorada.

—Esperé ya más de cuatro años— se queja haciendo puchero —¿Debo esperar aún más?

Su actitud me tienta a dejar la fiesta e ir a nuestra habitación, no lo niego, deseo al trigueño más que a nada en mi vida, pero también soy conciente de que no sería correcto abandonar la fiesta aún.

—Sólo unas horas más— dejé un suave beso en sus labios —después me tendrás hasta aburrirte.

Él rió burlón, acercó su boca hasta mi oreja y susurró algo que me erizó la piel.

—Jamás me aburriré de ti, eres mía y yo soy tuyo, somos la perfecta combinación de dos almas que no sabían que se necesitaban hasta que se encontraron.

Esas dulces palabras hicieron que me sonrojara al instante.

—Somos el uno para el otro— le dije antes de abrazarlo.

Era genuino, no había ya nada malo entre nosotros. Éramos una pareja feliz, con mucho amor por ofrecer, llevando al hombro muchas responsabilidades para nuestro pueblo, como matriarca de la familia, estábamos libres de rechazo y lo más importante...

Libres de Secretos...

Ahora si es Fin del Fin.

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Ya dejaron de llorar🥺 espero que con el epílogo se hayan sentido satisfechos, finalmente esta historia llega a su fin definitivo.

Muchas gracias por todo el apoyo que le dieron y no tengo como explicar las sonrisas que me sacaron sus comentarios🤗☺ espero encontrarlos de nuevo en algún otro fanfic (si es que sigo escribiendo) los quiero mucho.

Besos para todos.

PD: No encontré ningún fanart de una boda Camirabel por lo cual lo dibujé yo misma (no soy experta pero hice mi mejor esfuerzo, ojalá les guste)

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