Camilo:

Después de una larga conversación con el desconocido de piel blanca y cabello perfecto, increíblemente la abuela dejó que se quedara en nuestra casa.

Ahora mismo estábamos ordenando una habitación para él. No entiendo, que culpa tenemos nosotros de que su familia quisiera casarlo con su prima, por más asqueroso que eso suene.

—Camilo, ¿podrías prestarle un par de prendas más a Emiliano?— escuché la voz de Mirabel hablarme con emoción.

Parecía muy contenta con la decisión de la Abuela, tanto que hasta podía notar un brillo intenso en sus pupilas, lo cual la hacia ver adorable, pienso que ella esta interesada en el tal Emiliano.

—¿Piensa cambiarse de nuevo?— dije en un tono molesto mientras me cruzaba de brazos —No lo voy a hacer, ahora si quieres más prendas costuralas.

Ella alzó una ceja dubitativa, oprimió los labios y luego me regañó.

—¿Qué te pasa? — sus ojos me observaron fijamente —Al menos trata de ser un poco mas jovial ¿no?

—No tengo porque serlo con un desconocido— por primera vez en mi vida no tomaba esta situación como una broma.

—¿Qué tienes en contra de Emiliano?— se cruza de brazos —él es un buen chico que necesita nuestra ayuda...

—No lo conocemos y no podemos asegurar que lo que nos contó es cierto.

—Yo confío en él— murmura.

—Mirabel, primita linda...— doy pasos hacia ella, estando ya cerca la tomo por los hombros y busco de alguna manera abrirle los ojos para que deje de pensar que ese forastero es una buena persona.

Ella me mira con firmeza y no duda en enfrentarme.

—Ese chico es un forastero y no sabemos que malas intenciones pueda tener respecto al Encanto— ella niega con una sonrisa.

—Él es una buena persona— dictamina y yo aprieto los dientes.

—¿Cómo estas tan segura?

—Mi corazón me lo dice...

—No tiene sentido, nada de lo que diga hará que cambies de opinión.

La suelto finalmente y ella asiente, se da la vuelta y abandona el lugar no sin antes decir algo más que me deja cohibido.

—No te preocupes por la ropa, costuraré unas nuevas para él.

[...]

—Pero que delicioso Arroz atollado señora Julieta— se oye a cierto individuo alabar la comida de mi tía mientras se deleita con la atención de todos en él.

—Gracias muchacho.

—Yo también sé cocinar, si quiere un día podemos juntarnos y hacer recetas— menciona el pelinegro con mucha confianza, sus ojos se dirigen por una milésima de segundo a Mirabel.

Ella se sonroja al instante y oculta su rostro en el vaso de jugo.

Este almuerzo se ha tornado molesto con la presencia de ese ¿lo peor?, va a ser así por un buen tiempo.

—Me encantaría...

—No creo que sea posible, ya que no estarás mucho en esta casa— digo casi de  inmediato —supongo ¿no?

—¡Camilo!— la abuela me regaña y siento la mirada de todos, sobre todo la de Mirabel —Emiliano se quedará el tiempo que yo considere apropiado.

—Muchas gracias señora Alma— dice con una sonrisa ladina —les agradezco a todos por aceptarme como un invitado, además de compartirme el conocimiento de sus dones y lo maravillosa que es su familia.

—¿Qué interés tienes sobre nuestros dones?— manifesté señalandolo.

—¡Ya basta Camilo!— gritó Mirabel —no lo intimides.

—No te preocupes Mirabel, comprendo a tu primo, soy un desconocido para él— me mira relajado —Camilo, no soy una mala persona, solo soy un desafortunado que huyó para no ser sometido a una locura.

—¿Cómo puedo creerte?— tensé la mandíbula.

—Puedes creerme, cómo lo hizo tu prima y el resto de tu familia.

Me quedé callado, pues me di cuenta de algo, y es que no podía ir en contra de toda mi familia, yo era el único que no quería ver a Emiliano en la casa, los demás se sentían a gusto con él, hasta conversaban de temas triviales.

Debía buscar otra estrategia para demostrar que mi intuición era verdadera.

Y precisamente algo en su mirada me demostró que él no era sincero.

Casi al terminar el almuerzo, sus ojos me observaron y una sonrisa cínica se reflejo en sus labios. Ocultaba cosas, no había duda.

[...]

Poco después de que limpiaramos la mesa del comedor, algo llamó mi atención  por completo.

Mi prima Mirabel tomó a Emiliano de la mano y lo arrastró hacia su habitación con entusiasmo, los seguí de inmediato, buscando ser cauteloso.

—Te necesito solo por unos minutos— dijo la trigueña acomodando sus anteojos para después sacar una cinta métrica de costura y acercarse al blancón.

—Yo con gusto— exclama él extendiendo los brazos para que Mirabel le mida.

Observo todo desde el rincón de la puerta, mi prima se esfuerza por estirarse para alcanzar el cuello del ojiazul, es así que en un intento fallido termina resbalandose y a punto de caer, si no es porque Emiliano la sujeta de la cintura y ella lo aprieta de la camisa.

Siento hasta aquí la tensión del momento y eso me pone incómodo, nunca antes había visto a mi prima en esta situación.

La mirada de ambos es segura y sorpresiva, acompañada de una sonrisilla nerviosa, al cabo de unos segundos se separan.

—Lo siento, no podía alcanzar...

—Tranquila, yo debí agacharme, lo siento.

Ella oprime los labios con nerviosismo y vuelve a medir con la cinta.

—Creo que no le agrado a Camilo— empieza en un tono apenado.

"Es obvio ¿no?" le respondo mentalmente.

—Pronto le caerás bien— anima Mirabel —es solo cuestión de un par de días.

—Yo creo que me odia porque me robé tu atención— suelta de pronto y yo quedó asombrado.

—¿Atención?

—Si, pienso que tiene celos de que tu confies en mi.

¿Celos? ¿Falta de atención?

—No lo sé— murmura ella —tal vez tengas razón, por eso no quiere ni ayudarme.

Es el colmo yo no puedo seguir escuchando como él le llena la cabeza de estupideces.

—¡Eso no es cierto!— salgo de mi escondite y ella queda estupefacta —No confío ni confiaré en este sujeto que solo quiere ponerte en mi contra.

—¡Pues ya lo logró, Camilo! ¡Sal de mi habitación, no quiero verte!

Y fui expulsado como un cretino de ese lugar.

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Holis! Espero que les guste este capítulo, iré subiendo cada dos días aproximadamente, agradecería mucho si votan por la historia.

Por otra parte, (dato random) nunca probé el arroz atollado pero parece delicioso.
Bye...