Capítulo 17

Camilo:

Nuestro mágico momento fue interrumpido por la persona que menos imaginaba, ella observó a Mirabel de una manera tan triste que hasta pude llegar a sentir el miedo de la trigueña.

—¡Suelta a mi hija!— vociferó enardecida mientras jalaba a la chica para su costado, ella se negaba pero terminó cediendo con la cabeza agachada —¿Cómo entraste aquí Mirabel?

Ella no respondió, en vez de eso se escuchaba varios sollozos, Mirabel lloraba nuevamente y era por mi culpa.

—¡Responde!— le gritó jalando su brazo con dureza, al no recibir respuesta, sus ojos se posaron en mi —¡Aléjate de ella, déjala en paz!

—No puedo...— me atreví a decir, la estaba enfrentando —amo a su hija y ahora más que nunca la protegeré de ese cruel destino que tienen para ella.

—Nunca estarás con ella— declaró arrastrando a Mirabel hacia la puerta.

Observé como el amor de mi vida cedía al caminar con su madre, sus ojitos avellanas me miraron con tristeza mientras secaba sus lágrimas, reprimí los labios agarrando el valor suficiente para gritarle a tía Julieta, pero grata fue mi sorpresa cuando la joven lo hizo primero.

—¡Basta mamá!— gritó enojada, apretando la mandíbula —ya estoy harta de esto, no pienso moverme de esta habitación, si lo van a tener encerrado pues encierrenme con él, no lo voy a dejar solo.

—¿Pero qué dices? Ven aquí ahora mismo— señalo con mandato.

Mirabel soltó su agarre y corrió hacia mi envolviendome en un fugaz abrazo para luego sujetarme de la mano, una sonrisa se reveló en sus labios, eso me daba a entender muchas cosas que para ese momento no podía explicar.

—Sé que vas a odiarme madre...— comenzó a hablar, se pausaba un poco debido a la conmoción —y tienes razón, esto no es correcto, pero...— me miró con ese brillo especial en los ojos, mi corazón saltó —estoy enamorada de Camilo y nadie va a impedir que estemos juntos.

Sentí mi cuerpo vibrar ante sus palabras, tanto que tuve que apretar su mano para ver que era real.

—¿En serio estas enamorada de Camilo?— preguntó tía Julieta, su semblante cambió completamente.

—Jamás pensé decirlo...— habló la de anteojos —pero Camilo se metió en mi corazón y durante estos dos meses que pasaron me di cuenta de lo mal que me sentía al saber que lo tenían encerrado y sin derecho a verme.

—¿Por eso viniste a verlo?

—En realidad yo vine para...

—¡No, basta ya no quiero escuchar!— gritó de repente, tapando sus oídos —no puedo más con esto...

—Mamá, tranquila...— susurró Mirabel y fue hacia ella, yo la seguí.

Tomó las manos de su madre, al parecer estaba muy débil emocionalmente. Para ser sinceros creo que todos estamos dañados en la familia.

—Mirabel...— intentó decir Julieta, su respiración se cortaba —debo contarte algo muy importante...

—Ahora no, estas muy afectada por todo.

—Debo hacerlo ahora...— Mirabel accedió finalmente, tía Julieta besó las manos de su hija antes de continuar —hace muchos años, me encontraba en el último mes de mi embarazo, todo iba súper bien y ya esperaba con ansias la llegada de mi bebé...

Aquellas palabras me resultaban extrañas, puesto que no sabía que tía Julieta había tenido otro bebé fuera de Isabela, Luisa y Mirabel.

—Pero todo cambió aquel día de mi parto...— su mirada palideció, Bel no sabía que hacer ante la tenue confesión de su madre, no comprendía casi nada —ya iba casi doce horas en trabajo de parto, mi cuerpo no resistía y la sola idea de perder a mi bebé me aterraba —soltó un largo suspiro — Mi madre le pidió a mi hermano Bruno que tuviera una visión, al principio me negué por miedo pero luego terminé accediendo. Lo que Bruno vió me desgarró el alma...

—¿Qué sucedió?— preguntó Mirabel con los ojos nubosos.

—La visión decía que mi bebé nacería muerto y no había ninguna posibilidad de salvarlo— ella comenzó a llorar —no lo creí y me negué rotundamente a creerlo, toda la familia quería que la partera terminara con la vida de mi bebé y yo no podía permitirlo. Así que en un descuido escapé de la casa, no sabía a donde pero no quería perder a mi bebé.

—Mamá...

—Deja que termine— se armó de valor —llegué a la orilla del río, apenas y podía caminar, mi sangrado había incrementado y los dolores en mi vientre eran insoportables, por lo que supe toda la familia me buscó durante horas, aunque no me encontraron ya que Dolores no pudo decirles si me escuchaba porque estaba durmiendo como toda niña en plena madrugada.

Dolores para ese tiempo tenía seis años.

—Tuve un parto muy complicado, y lo que vio Bruno realmente sucedió— su respiración se pausó —mi bebé estaba muerto y nunca respiró, lloré a mares y traté de mentirme a mi misma. Sin embargo, en medio de la agonía y de toda mi maldita tristeza, apareciste tú Mirabel.

—¿Cómo?— repitió la trigueña con un semblante confuso, su visita se dirigió a mi por un breve segundo, yo tampoco podía creer lo que escuchaba.

—Tía...— intenté hablarle pero ella me ignoró.

—En un cesto en medio del río, apenas con una mantita envuelta y con el tremendo frío azotando al Encanto— explicó con una sonrisa —te alcé y me enamoré a primera vista, tan frágil, tan inocente, tan especial para mi, tú fuiste esa luz que alumbró mi camino, te vi como mi propia hija desde ese momento.

—No es cierto...— susurró Mirabel retrocediendo varios pasos, estaba en shock al igual que yo —tú eres mi madre...

Julieta la vio con esa triste mirada, aunque sonreía lo hacía con dolor.

—Lo soy, soy tu madre pero lamentablemente no te di la vida, solo te hice parte de la mia— afirmó —Le mentí a toda la familia, Bruno pensó que su visión estaba equivocada, todos creyeron que si había dado a luz a mi bebé con normalidad.

—Mamá... deja de decir mentiras...

—Te tomé como mi verdadera hija, y no me arrepiento, eres mi esperanza, tú eres mi regalo, eres más que el don que he recibido...

—Camilo... esto no está pasando— murmuró ella acercándose a mi, me miró suplicante —por favor, dime que es una pesadilla, yo soy una Madrigal.

Sus ojos llorosos mostraban lo vulnerable que se sentía, sus manos temblaban y el pálpito de su corazón era rápido, me dolía verla en ese estado.

Fui un cobarde, porque no respondí lo que ella queria.

—Bel... tranquila— la abracé fuertemente colocando su rostro en mi pecho, ella lloraba sin control.

—No me siento bien...

—Mi niña, perdón por decirlo, nunca quise causarle ningún daño... yo solo quiero que seas feliz y ahora quedó más que claro que tú y Camilo no son familia.

Era cierto, Mirabel no era prohibida, podíamos estar juntos, pero a qué costo.

Quitándole lo que más ella ama en este mundo...

Su familia...

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No me juzguen por esta revelación, la tenía planeada desde el inicio de la historia 😅 faltan pocos capítulos para el final...

¿Qué les parece?

Una cosa más, al primero en comentar le dedicaré el próximo capítulo🥰

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