Capítulo 14

Mirabel:

Dos meses...

Dos meses habían pasado desde aquel día, sin duda la familia ya no era la misma, tía Pepa y Félix siempre estaban callados; ya no transmitían esa alegría que los caracterizaba, Dolores ha intentado ser feliz con Mariano pero el recuerdo de Camilo y su boda malograda la persigue, Toñito no entiende nada, mis padres me sobreprotegen con miedo a que Camilo escape y quiera llevarme a la fuerza, Luisa llora casi todas las noches, y finalmente Abuela, permanece en silencio hasta en la cena.

Bruno es el único que intenta animarnos, pero todo el tiempo recibe malas caras como respuesta, tanto que hasta dejó de mostrarnos sus ratonovelas.

Y eso que a mi me parecen tiernas.

En cuanto a mi, no puedo quitar de mi cabeza lo que sentí ese momento, una mezcla de miedo y confusión, melancolía y decepción profunda, están grabados en mi mente, puede que haya dejado de ver a Camilo por dos meses pero no he olvidado su rostro fijo en mi aquella noche.

Aún oigo su voz gritando mi nombre mientras yo caía desmayada al suelo, el tumulto y como él intentaba correr hacia mi.

—¿Te sientes bien?— interviene Isabela, tocando mis hombros.

Me giro hacia la morena e intentó asentir con tranquilidad, mi relación con ella no es la misma, después de la boda de Dolores y todo lo sucedido, Isabela no tuvo una mejor idea que anunciar que estaba saliendo con Emiliano, al principio no lo creí y me rehusé, pero bien dicen que después de la negación llega la aceptación, aunque eso me hizo sentir muy mal, pues yo también estaba enamorada de él y pensaba que estábamos juntos.

Aunque todo era una ilusión provocada por Camilo.

—No pasa nada Isabela— dije apartando sus manos de mi.

—¿Sigues enojada conmigo?

Juro que en ese instante me derrumbe por dentro, quería llorar y gritar miles de cosas, sé que ella no es culpable de lo que me sucedió pero tenía ganas de desquitar todo lo que estaba guardado en mi ser.

—No quiero hablar— murmuré y me marché lo más antes posible de allí.

Mantenía la mirada baja mientras caminaba a pasos lentos, ni siquiera me importó los gritos histéricos de Isabela llamando mi nombre, solo quería huir de ella y de todos los que me observaban con pena.

¡No! ¡Yo no soy una pobrecita muchacha que fue engañada por su primo! Eso es lo que dicen de mi en el pueblo.

Tampoco soy la culpable de que Camilo esté encerrado como un criminal hace meses, yo no lo hubiese querido así y aún pienso que deberían soltarlo, me siento mal por él, mucho más allá de lo mal que se comportó conmigo.

—Mirabel...

Alcé la vista en cuanto escuché esa voz, era extraño oir mi nombre en sus labios, hace tiempo que no cruzamos ni una sola palabra.

—Emiliano— dije casi en un murmuro.

El pelinegro me sonrió pensando que yo correspondería a su gesto, lo único que consiguió es que me marchara. Aunque fui atrapada por su brazo.

—¿Por qué huyes de mi?— cuestionó, me obligó a observarlo.

—No huyo de ti, huyo de toda la familia— intenté zafarme de su agarre pero él me lo impedía —¡Déjame!

—Ven conmigo— susurró y jaló de mi brazo hasta arrastrarme a un lugar libre de cualquier sospecha.

Comencé a tener miedo.

—¿Qué quieres?— pregunté enfadada una vez que dejamos de caminar.

El ojiazul miró hacia ambos lados y cuando estuvo seguro de que no hay nadie, habló.

—Necesitaba conversar contigo desde hace mucho— intentó colocar una mano en mi hombro pero yo me aparté —quiero pedirte disculpas.

—No es necesario

—Debo hacerlo, sé que al principio me comporte de una manera muy atenta y en parte se debe a que realmente estaba interesado en ti— aquellas palabras me dejaron helada —me atraíste desde la primera vez que te vi, desde ahí quise estar contigo por eso siempre te ayudaba.

—¿A qué viene todo esto?— balbuceé sintiendo como él se acercaba más.

—Pero luego te alejaste y casi ni me hablabas...

—Era porque pensaba que despues del beso no querías saber nada de mi...

—Tú nunca me besaste... todo lo que pasaste con la figura falsa de mi persona fue con Camilo— estaba a centímetros de mi rostro —hubiera dado todo por ser yo a quien besaras.

—¿Por qué lo dices? eres el novio de Isabela— lo enfrenté —de nada sirve tus dulces palabras, ahora estas enamorado de mi hermana.

Él soltó una sonrisita nerviosa, observé como ambas manos se iban apegando a la pared, traté de alejarlo pero ya me había acorralado.

—Siendo sincero— acercó sus labios a mi oído —creo que aún siento cosas por ti Mirabel...

Al oír lo que dijo mi corazón dio un brinco, y no fue en el buen sentido, yo me sentía mal y para nada me agradaba esta situación, quería alejarme.

—¿Qué insinuas?

—Vamos Mirabel, no trates de negarlo— sonrió de lado, mientras mi respiración se aceleraba —sé que aún estas muy enamorada de mi.

—No— negué con seguridad.

Y era cierto, yo no podía estar enamorada de alguien que nunca fue real, Emiliano nunca estuvo conmigo, fue Camilo y eso me duele aún más porque me da a entender que lo feliz que fui en esos momentos, fue gracias a mi primo.

Quien ahora está encerrado.

—No mientas, estuviste con tu primo porque pensabas que era yo quien te cortejaba— relamió sus labios —tu hermana Isabela es muy linda pero nada se compara con tu belleza interior, eres la chica que todo hombre desearía tener...

Iba a responder pero me ví obligada a callar cuando sus labios intervinieron en los míos de una manera abrupta, sentí en carne propia el asco hacia él, en ningún momento disfruté de ese pésimo intento de beso, me sentía muy mal.

Toda mi pesadilla terminó cuando en un buen momento Isabela gritó él nombre de Emiliano, eso me dio tiempo de escapar no sin antes darle una buena patada entre sus piernas.

Con esto ya estaba más que confirmado...

A mi no me gusta Emiliano y su sola presencia le va a hacer mucho mal al Encanto, sobre todo a Isabela.

Camilo tenía razón, él no es una buena persona.

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¿Qué les parece? Mirabel ya tiene claros sus sentimientos hacia Emiliano ¿Qué prosigue?

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