Capítulo 13
Camilo:
Calma...
Tranquilo...
Tu mundo acaba de derrumbarse pero aún no es el fin... ¿Cierto?
No es cierto, estoy completamente acabado.
Permanezco en el suelo árido de mi habitación, mientras siento como la agonía me invade, la fiesta de la boda de mi hermana había sido terminada mucho antes de lo esperado, por mi culpa.
Mirabel estaba en estado de shock cuando a mi me obligaron a alejarme, ni siquiera pude ver si reaccionó del desmayo, me trajeron a mi cuarto y encerraron sin salida.
Quiero verla...
Quiero ver a Bel...
—¡No puede ser!— grité exasperado, apretando mis nudillos mientras corría a golpear la puerta —¡Dejenme salir! ¡No pueden encerrarme así!
Nadie me hacia caso, comenzaba a desesperarme, ya casi amanecía y me sentía en un pozo profundo, donde la única salida para mi era ver a Mirabel.
Mierda, nesecito saber si se encuentra bien. Aunque probablemente ya me este odiando por todo lo que hice.
—Solo quiero ver a Mirabel...— grité apoyando mi cabeza a la puerta, mientras seguía dando golpes con mi mano derecha —Yo la amo... no pueden evitar que lo sienta, ¿nunca me entenderán?
No lo sabía, pero para ese momento ya me encontraba llorando, mi fuerza se debilitaba, las ganas de echarme al suelo y desvanecer eran inmensas.
Mis párpados comenzaban a pesarme, la agonía que sentía me obligaba a cerrar los ojos por unos segundos, hasta que perdí completamente la noción del tiempo, mi conciencia fue pereciendo y me ví envuelto en la oscuridad.
Ya era tarde.
Al día siguiente...
Fuí abriendo mis ojos poco a poco, una imagen borrosa se hizo presente ante mi, lo primero que pude ver me llenó de esperanzas, era ella.
Unos rizos chocaban con mi piel mientras la trigueña colocaba un trapo frío en mi frente, sus manos acariciaron mi cabello con ternura y me sentí el más afortunado de este planeta.
—¿Estas bien sobrino?— la mujer me sonrió.
Sus palabras me hicieron dudar de a quien veía y sacudí mi cabeza, mi visión se perdió y a la única persona que ví fue a tía Julieta.
—Yo... yo pensé que usted era Mirabel— confesé en un susurro mientras sentía un pequeño dolor en mis manos.
Intenté levantarme pero el ardor en mis manos incrementó, tanto que ella me obligó a permanecer acostado.
—Tranquilo— me apacigua —Tienes fiebre y lo más seguro es que hayas estado delirando, respecto a tus manos...
—Lo sé tía, recuerdo muy bien— dije sabiendo que anoche había golpeado la puerta de mi cuarto hasta el cansancio —Yo...
—¿Por qué hiciste eso?— preguntó ella con una expresión triste —Mirabel es...
—Es el amor de mi vida— terminé de decir sin miedo a las consecuencias, ya estaba perdido, nada podría empeorar.
—¡Es tu prima!— levantó la voz, estaba desconcertada —¡por favor, réspetame que estas hablando de mi hija!
—Perdón tía pero no puedo evitar y mucho menos ignorar mis sentimientos— me levanté a duras penas —juro que intenté alejarme de ella y negar los celos que tenía cada que la veía con Emiliano, pero mi mente no deja de pensarla, la sueño cada noche, me preocupo por ella, mi corazón...
—¡Cállate Camilo!— gritó una morena tapando sus oídos, Dolores había entrado al cuarto con una expresión horrorizada.
—Hermana...— susurro viendo como ella se acercaba y jalaba de mi oreja.
En sus ojos pude notar un enojo inmensurable, sacudía mi oreja con agilidad mientras gritaba mil insultos al aire, tía Julieta alcanzó a detenerla, me sentía asfixiado y con la oreja muy lastimada.
—¡Eres un imbécil!— exclamó y vi como sus ojitos se llenaban de lágrimas —¿cómo te atreves a decir que amas a Mirabel? No sólo arruinaste el día más feliz de mi vida, sino que también estas acabando con la integridad de esta familia.
—No quise arruinar tu boda— susurré entre balbuceos —Yo estaba a punto de irme...
—Pretendías llevarte a mi hija lejos— mencionó Julieta negando con la cabeza —Tú estas enfermo Camilo y ninguna arepa mágica en este mundo podrá sanarte.
—No me juzgues tía— pedí sacudiendo mi cabeza —yo amo a Mirabel con toda mi alma y lo único que quiero en este momento es verla.
—¡No lo harás!
Una voz imponente me perturbó, Abuela caminó hacia mi con la postura recta, intimidante y sin mostrar algún rastro de piedad. Percibía angustia oculta en su rostro firme e inquebrantable, como siempre no se mostraba vulnerable ante los demás.
—Abuela, déjame hablar con...
—Ella no quiere verte— declaró con dureza —Mirabel esta muy afectada con todo lo sucedido, y lo que menos debe ver ahora es a ti. ¿Qué demonios se te pasó por la cabeza para hacer semejante cosa?
—Ustedes nunca van a entenderme— repetí sintiendo un nudo en mi garganta —Solo dejen que hable con Mirabel... debo saber si me odia.
—¿Acaso no es obvio?— inquirió la abuela —fingiste ser alguien que no eres para enamorarla, todo por alimentar un sentimiento enfermizo.
—¡No estoy enfermo!— grité aguantando las ganas de llorar —Lo que siento por ella es más poderoso que cualquier cosa que puedas decir Abuela.
Ella alzó una ceja, su rostro endureció aún mas, con eso me dio a entender que no cedería a mi petición, es más, ahora estaba seguro que me expulsaria del Encanto.
Tía Julieta y Dolores salieron de la habitación por orden de ella, me quedé a solas y con un inmenso temor.
—Camilo— pronunció —toda la familia esta en shock por tu accionar, tus padres no dejan de llorar pidiendo verte, Toñito no entiende lo que pasa y Dolores suspendió su fiesta.
—No quise ocasionar esto— baje la cabeza rendido.
—Emiliano intercedió por ti, al igual que tu tío Bruno— esas palabras me llenaron de alivio —aunque se negó a tener una visión sobre tu futuro.
—Si lo hace, quizás vea que Mirabel y yo somos el uno para el otro— sentí una mano estamparse en mi mejilla, esa bofetada dolió.
—¡No vuelvas a decir algo así!— refunfuñó —Hasta que te olvides de esa enfermiza atracción que sientes por Mirabel ¡tu prima!...
—¿Qué harán conmigo?— por un efímero instante me sentí valiente.
—Te quedarás encerrado en tu cuarto— declaró —no saldrás ni veras la luz del día, no podrás comunicarte con tus padres ni hermanos y mucho menos con Mirabel, en este encierro reflexionarás y veras la gravedad de tus acciones.
—¿Estaré preso por manifestar mis sentimientos?
—Estarás preso por cometer semejante blasfemia y falta a la moral— me observó fijamente —Solo saldrás el día qué yo pueda comprobar que olvidaste a tu prima.
—¡Entonces me quedaré encerrado para siempre!
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Esto se puso muy feo ¿qué opinan?
Ya me siento mal por Camilo, pobrecito...😔😢
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