OO6; Regreso.
Para los trillizos en un abrir y cerrar de ojos volvieron a la Universidad, donde las miradas rápidamente se centraron en ellos. Los murmullos empezaron al verlos en los pasillos, por lo que intentaron ignorarlos, especialmente, Jinho y Jihyu, el cual intentaba ocultarse en la capucha de su chaqueta negra mientras empuñaba las manos con fuerza para intentar mantener la calma.
Sabía perfectamente que si no lo hacía, tendrían más razones para ser el centro de atención y para que creyeran aún más lo que se decía sobre ellos.
Jimin, al contrario, caminaba demostrando seguridad y una sonrisa socarrona se dibujó en su rostro, dirigiéndose hacia donde se encontraba su amigo, Taehyung, a pesar de que ya no estudiaban juntos.
Mientras que Jinho al terminar su clase y caminar por el pasillo, se aferró a los bordes de su suéter gris, deseando desaparecer. Podía escucharlos murmurar sobre él, podía notar sus intensas miradas que lo hacían sentir aún más extraño. Tragó con dificultad y acomodando sus gafas, salió sintiendo la brisa cálida, observando cómo se encontraban en pequeños grupos. Comían, reían y conversaban animadamente, disfrutando de la tarde antes de volver a entrar a clases, mientras él se encontraba solo... Como siempre.
Un suspiro tembloroso escapó de sus gruesos labios, recordando cuando iba al instituto y a pesar de no ser el centro de atención como lo eran sus hermanos, contaba con algunos amigos.
Al igual que él los excluían, por lo que fueron un pequeño grupo de cuatro personas, pero que aún así, lo hacían sentirse acompañado, más que sus hermanos, a pesar de que en ese tiempo se sentía más querido por ellos.
En ese momento necesitaba aquellos amigos de nuevo, pero desde que empezaron la Universidad que se habían distanciado. Pues, tomaron distintos caminos y no sabía absolutamente nada de ellos, porque sorpresivamente hasta de las redes sociales dejaron de seguirlo, lo cual aunque no quisiera decirlo, rompió su corazón.
De todas maneras no le había dado tanta importancia a eso, porque sabía que seguía teniendo a sus hermanos, pero ahora que hasta de ellos estaba distanciado, necesitaba más que nunca de alguien al sentirse tan vulnerable. Así lo veían las demás personas al estar solo, por lo que temía que quisieran aprovecharse de eso, ya que, lamentablemente, al contrario de sus hermanos lo era, y sabía perfectamente que debía cambiarlo, pero no se sentía capaz de hacerlo.
Cuando pensaba de esa manera, cuando la angustia se volvía parte de él de una manera intensa como ahora, deseaba volver a calmarse de la manera que había empezado a lograr hacerlo.
Pasó la mano por su antebrazo cubierto por su suéter, sintiendo una leve picazón por lo que el impulso se volvió más intenso, pero comenzó a decirse que estaba en la Universidad.
Detestaba ver a las personas tan felices, tan llenas de vidas, y disfrutando de las compañías, cuando él sentía que no encajaba para nada. Pensaba en que quizás debió nacer con la seguridad de Jimin o con el carácter de Jihyu, porque si así fuera, su vida sería completamente distinta.
Decidió voltear y comenzar a caminar, buscando alguna parte del jardín donde pudiese estar solo, y quizás leer para matar el tiempo porque sentía su estómago cerrado. Caminaba alrededor de la Universidad, observando a sus lados, hasta que unas voces llamaron su atención, por lo que optó por acercarse de manera cautelosa, ya que a pesar de que parecía tratarse de una discusión, lo cual siempre le alteraba, provocaba también que quisiera saber qué sucedía.
—¡¿Es el primer día y ya andas de ofrecida?!
Aquel grito masculino lo hizo sobresaltar, pero aún así asomó su cabeza para ver lo que sucedía. Al notar como una pelinegra era acorralada en la pared y el joven alto la tomaba del cuello, abrió los ojos a la par.
—¡Tienes el descaro de mentirme, cuando tienes dónde vivir gracias a mí, maldita estúpida!
Aunque intentaba no lograba escuchar lo que decía la pelinegra, ya que se encontraba a unos metros y al contrario del joven, no gritaba.
Acomodó nuevamente sus gafas, tratando de así observar con más claridad, y al poder divisar un poco el rostro de la fémina, sintió cómo el oxígeno abandonaba por un momento sus pulmones.
Creyó jamás volver a verla otra vez, pero al parecer estudiaba en la misma Universidad. Aquella joven que vio en la cafetería, estaba allí.
Las ganas de intervenir se volvieron parte de él, pero al ver al castaño, tragó con dificultad al darse cuenta que parecía más alto que él y que su cuerpo lucía más fornido. Eso le hacía pensar que tenía todas las de perder, por lo que solo lograría terminar herido, como también humillado.
Se aferró nuevamente al borde de su suéter y al ver que el castaño volteaba a ver hacia donde se encontraba él, volteó rápidamente con la intención de huir, pero para su mala suerte, chocó contra otro cuerpo.
Eso provocó que aquella persona botara sus libros, como también el sándwich que llevaba en la mano.
Escuchó como soltaba un quejido, y al recordar que el castaño podía verlo, juntó rápidamente los libros de aquel pelicorto que también se ponía en cuclillas para intentar juntarlos, pero le ganó rápidamente.
Su respiración era pesada y se sentía temblar al pensar que fue descubierto, hasta que al reincorporarse, vio a un joven rubio, que lo observaba sorprendido, lo que causó más sus nervios.
—L-lo siento —musitó rápidamente.
—¿Estás disculpándote? —inquirió sorprendido, pero al bajar la mirada y ver su sándwich en el suelo, cerró los ojos por un momento a la vez que soltaba un suspiro—. Diablos, mi comida...
—Oh, en verdad lo siento —murmuró al sentir culpa—. S-si quieres puedo... Puedo comprarte otro.
—¿Crees que puedes burlarte de mí por tener dinero? —conectó sus miradas, alzando una ceja, por lo que Jinho al sentirse intimidado dio un paso hacia atrás, aferrándose a las mangas de su suéter.
—C-claro que no. Es solo que por mi culpa terminó en el suelo, así que creo que debería comprarte otro.
—¿Hablas en serio? ¿No te estás burlando de mí? —preguntó sin poder esconder la sorpresa en su voz.
—¿Por qué me burlaría? Es mi culpa por ser torpe.
—Oh... Tú eres...
—Park Jinho —completó estirando su mano.
Al escuchar unos pasos, giró un poco su cabeza, observando cómo pasaba un castaño que los miró por un momento con la ceja alzada, llevando de la mano a una joven que cubría un poco su rostro con el cabello oscuro y liso.
El de gafas no pudo evitar estremecerse ante esa mirada amenazante, porque supo rápidamente que había notado que estuvo mirándolos, por lo que tragó con dificultad.
—Jeon Jungkook —habló el más alto al estrechar su mano, llamando su atención nuevamente.
—Bien, de nuevo lamento lo de recién.
—Vaya, no eres como ellos.
—¿Cómo ellos? —preguntó desconcertado.
—Como tus hermanos.
—¿A qué te refieres?
—Es decir, eres idéntico físicamente, pero... Tu manera de ser —explicó nervioso, rascando su nuca—. Ellos ya me hubieran insultado o algo por el estilo.
—Oh, entiendo. También lamento que sean así.
—Está bien. No es tu culpa que no sean para nada amables.
Jinho hizo una mueca sabiendo que tenía razón, pues el pensar que ellos eran realmente desagradables con algunas personas, no le gustaba para nada, pero al ver los libros que llevaba Jungkook en sus brazos, se olvidó por completo de eso.
—¿Qué estás estudiando, Jungkook?
—Economía y finanzas.
—Oh, como mi hermano.
—Sí, como Jihyu —contestó haciendo una mueca, dejando notar que no le agradaba demasiado—. ¿Y tú?
—Administración de Empresas.
—Bien. Tendré que comprarme otro sándwich porque tengo hambre.
—Debería comprártelo yo, ¿no crees?
—No es necesario, tengo dinero aunque no vista ropa tan cara como tú —soltó una risilla, mirándolo de pies a cabeza.
—No lo digo por eso.
—Está bien, por esta vez dejaré que lo compres. Vamos —sonrió volteando para empezar a caminar.
Jinho no pudo evitar sonreír y apresuró el paso para caminar a su lado, sintiéndose algo emocionado al poder hablar y pasar el tiempo con alguien, aunque claro, intentaba ocultarlo para que este no lo notase. Pues, quizás Jungkook pensaba que tenía amigos así como sus hermanos, cuando la realidad era todo lo contrario, y no entendía qué era lo que estaba mal con él para que no fuese así.
Observaba cómo Jungkook al pasar por el lado de algunas personas, saludaba con una gran sonrisa, mientras que él al sentir las intensas miradas, algunas de sorpresas, bajaba la cabeza empuñando las manos al no soportarlas.
Detestaba tener que llamar la atención y, que al contrario de Jimin y Jihyu, fuese porque se les hacía extraño y débil.
—Vas a comer conmigo, ¿cierto?
—¿Quieres eso? —preguntó sorprendido.
—Nunca pensé decirlo, pero a pesar de ser un Park, tú sí pareces agradable —expresó con una sonrisa.
—¿En serio?
—Sí, ya te dije que eres diferente.
Otra sonrisa volvió a dibujarse en su rostro, sintiendo su corazón brincar de emoción, pero aún así pensó en algo más que era de su interés.
—Oye, Jungkook, al parecer tú conoces a demasiadas personas aquí —comentó masajeando su nuca por el nerviosismo—. ¿Viste a la pareja que pasó cuando estábamos afuera?
—Sí, ¿qué pasa con ellos? —inquirió dejando de caminar, para voltear a verlo con curiosidad.
—¿Sabes...? ¿Sabes cómo se llama la chica?
—Choi Aeri.
—¿Choi Aeri?
—¿Qué sucede con ella?
—N-nada, solo era curiosidad porque la vi en otro lugar, pero ya, olvídalo.
—Escucha, comparto una clase con el imbécil de su novio, así que si tienes interés en ella, lo mejor que puedes hacer es superar eso —aconsejó apoyando la mano en su hombro—. Taejoon es un maldito imbécil, así como Jimin —al darse cuenta de lo que dijo, abrió los ojos a la par—. Oh, lo siento, sé que es tu hermano, pero es la verdad. Solo que Taejoon es demasiado posesivo con ella, así que deberías mantener la distancia por tu bien, ¿sí?
Al escucharlo tragó con dificultad, para luego asentir sintiéndose algo decepcionado. Decidió dejar eso de lado y concentrarse en seguir a Jungkook, pues no podía creerse que alguien quisiera pasar tiempo con él.
(...)
Jihyu caminaba por el pasillo con una de las manos en la correa de la mochila, tenía la mirada baja y la capucha de la chaqueta puesta. Quería irse lo más rápido posible, para ya no tener que seguir escuchando cómo hablaban sobre él, sobre Haesun, porque sentía una punzada en su pecho y ganas de reventar nuevamente.
Podía escuchar las voces en su cabeza que lo torturaban de gran manera al hablarle sobre ese día que quería borrar de alguna maneras. Eso le hacía tensar y que sintiera la ira expandiéndose, por más que intentaba que no fuese así.
Pero es que recordaba esa noche que despertó, lo perdido que se encontraba, al borde de la mismísima locura al ser un ocaso de pequeños fragmentos confusos, para luego ser consumido por la depresión.
—Si la mató tenía sus razones. Haesun estaba completamente loca.
Al levantar la mirada se encontró con un joven pelinegro que estaba junto a otro chico más y dos chicas que lo miraron temerosas.
Podía notar cómo el que había hablado lo miraba de pies a cabeza con desagrado, y su manera de hablar solo logró que Jihyu ya no pudiera seguir controlándose.
De manera sorpresiva lo tomó de la camiseta con ambas manos, estrellando su espalda contra la pared, provocando que este soltara un grito ahogado, cerrando los ojos mientras su rostro se contrajo por el dolor.
—¿Quién carajos te crees para hablar sobre ella? —preguntó entre dientes con su rostro cerca de este—. ¡Vuelve a decir algo sobre ella, y te juro que vas a arrepentirte por el resto de tu miserable vida, maldito imbécil!
Lo sacudió mientras este cerraba los ojos con fuerza, arrugando con el rostro, sintiendo como el temor crecía al punto que quería romper en llanto.
Se arrepentía completamente de que aquellas palabras salieran de su boca, pero es que no se esperó jamás que reaccionara de esa manera, porque al contrario de los demás, lo había defendido.
—La próxima vez cierra la puta boca —advirtió soltándolo, provocando que volviera a chocar contra la pared y se deslizara hasta llegar al suelo, sintiéndose temblar.
Observó otra vez a su alrededor, notando como los demás parecían temerosos de que pudiera reaccionar así también con ellos. Mordió el interior de su mejilla y siguió su camino hacia la salida de la Universidad, escuchando los pasos de los amigos del joven que se acercaban preocupados a levantarlo.
Apresuró el camino hacia su coche, sintiendo algunas miradas de las personas que estaban allí fuera, que decidió ignorar porque ya había tenido más que suficiente con el primer día.
No quería saber absolutamente nada con seguir otro minuto más allí, sentía que lo consumía, que lo hacía volver a ese maldito día.
Al tirar la mochila en el asiento trasero, encendió el motor para comenzar a conducir, sin saber a dónde ir, porque en su casa era el lugar donde menos quería regresar en ese momento.
Miraba a sus lados mientras pensaba que podría hacer y los minutos seguían pasando, lo cual no le importaba en lo absoluto porque sólo quería lograr alejar todo tipo pensamiento que lo siguiera alterando.
Pensaba en que si quizás siguiera hablándose con Taehyung y Hoseok, tendría una manera de distraerse, pero se había alejado absolutamente de todos luego de lo sucedido. Lo había querido hacer también hasta de sus hermanos, pero Jimin jamás se lo permitió.
Nunca supo cómo sobrellevar la situación, ni siquiera sabía cómo hacerlo de la manera correcta ahora, y eso lograba enloquecerlo. Sentía que si no fuese por sus hermanos, se habría rendido, porque las ganas de hacerlo estaban presentes todo el tiempo, más que nada en las madrugadas.
Al ver unas casas en mal estado y una tienda, decidió estacionar y bajó del coche, dándose cuenta que se había alejado demasiado, pero no le importó en absoluto. A pesar de que no le daba confianza, sabía que de todas maneras nadie se acercaría a él por los rumores.
Se acercó tranquilamente a la tienda y al ver que no había nadie más que el joven que atendía, se dirigió a tomar una cerveza para luego pagarla. Agradeció que solo cruzaran pocas palabras, por lo que salió abriendo la lata de cerveza para darle un sorbo, sintiendo que la brisa iba volviéndose fresca.
Pensaba en si era mejor irse de allí o sentarse en una de las sillas que estaba a su lado, pero al escuchar unos gritos, no pudo evitar acercarse ya que llamaron su atención.
Al caminar hacia el callejón que estaba a un lado, vio que al lado de un cesto de basura con bolsas a los costados, había un adolescente tirado, siendo golpeado por dos de sus compañeros. Los tres llevaban el uniforme del instituto, y el castaño que estaba tirado tenía sangre en la cara, como también en la camisa blanca.
A Jihyu aquello se le hizo completamente desagradable, por lo que rodó los ojos acercándose más, llamando así la atención de ellos.
—¿Qué rayos hacen?
—Sólo le estamos dando su merecido, ¿no ves? —respondió el que estaba más cerca.
Jihyu soltó una risa amarga a la vez que ladeaba la cabeza, para luego acercarse peligrosamente, tirando la cerveza a un lado, y tomarlo de la camisa, provocando que tuviese que ponerse en puntillas de pies.
—¿Acaso sabes con quién carajos estás hablando?
—L-lo siento...—titubeó, pero al observar que su amigo salía corriendo, empezó a querer zafarse del agarre—. ¡No te vayas! ¡Vuelve aquí, Woojin!
—Tu amigo, al igual que tú, no tienen pelotas, así que ruega porque no vuelvas a cruzarte en mi camino, ¿entendido? —advirtió alzando una ceja.
—P-por favor, déjame ir...
—¿Entendido?
—¡Sí!
Jihyu lo soltó bruscamente, provocando que cayera al suelo y soltase un gemido de dolor, pero aún así se levantó con dificultad, para luego tomar la mochila y huir de allí.
Este lo observó con sus expresiones endurecidas, hasta que volteó a ver al castaño que aún seguía sobre las bolsas, tosiendo mientras llevaba una de las manos a sus costillas.
—¿Estás bien? —preguntó acercándose para estirar la mano.
—Eso creo —respondió con dificultad, tomando su mano, para así levantarse, lo cual hizo que soltara un gemido de dolor—. Muchas gracias por defenderme.
—¿Por qué te estaban golpeando?
—Por como me veo.
Este se inclinó hacia adelante queriendo tomar su mochila, pero al sentir una punzada en sus costillas, gimió de dolor llevando la mano allí, por lo que Jihyu la tomó.
—¿Y cómo te ves?
—Olvídalo —murmuró bajando la cabeza al sentirse avergonzado, por lo que no era capaz de decirlo.
—Ten...
—Hwang Hyeongjun —habló estirando su mano a la vez que con la otra tomaba su mochila.
—Park Jihyu.
Al estrechar su mano notó como este se sorprendía, por lo que no pudo evitar tensarse al pensar que quizás había escuchado lo que se decía sobre él.
—Lamento si te incomodé, es que en el instituto los profesores saben hablar mucho acerca de la empresa Park —comentó tímido—. No puedo creer que uno de los hijos del gran empresario Park Jaewook, me haya defendido...
—Ya, mejor me voy —lo interrumpió incómodo—. Y por cierto, deberías defenderte para que sepan que no eres ningún objeto de burlas.
—Lo veo imposible.
—Adiós, Hyeongjun.
—¡Adiós! ¡Gracias por defenderme!
Jihyu suspiró mientras volteaba para dirigirse a su coche de una vez.
(...)
Jimin0 estaba sintiéndose completamente frustrado porque apenas era el primer día y ya estaba completamente perdido. Recordaba la promesa que le había hecho a su padre si le ayudaba, por lo que había intentado durante las dos horas poner toda su atención, pero fue imposible para este.
Se distrajo hasta mirando hacia la ventana, y llevándose su atención la manera en las hojas de los árboles se movían por la brisa. No era capaz de poner atención solamente en algo, desde pequeño que se le dificultaba, pero en su adolescencia eso comenzó a volverse más difícil y ahora lo sentía aún peor.
—¿Qué tal te ha ido con Negocios internacionales? —preguntó sorprendiéndolo, Taehyung.
—Creo que he vuelto a equivocarme de carrera, ¿y tú?
—Deberías volver a Marketing. Me ha ido bien, aunque no veo la hora de volver a casa —respondió soltando una risilla.
—¡Jimin!
Al escuchar esa voz masculina, ambos voltearon a ver, pero cuando Jimin vio cómo Jinho se acercaba, volteó rápidamente para empezar a caminar.
—¿Qué haces?
—Ignoremos al idiota —ordenó rápidamente tomándolo del brazo para apresurar el paso, soltando una risilla.
—¡Jimin, espera!
—No entiendo porqué...
—¡Cállate!
Jimin dobló mientras seguía llevando casi a las rastras a Taehyung, el cual no parecía estar muy de acuerdo con su manera de actuar, pero de todas maneras como siempre lo terminaba siguiendo. El pelicorto sentía que Jinho solo lograría frustrarlo aún más o a aburrirlo con sus problemas de primer día, por lo que él al no sentir el regreso algo malo como sus hermanos, no quería escucharlo.
Claro que había escuchado como murmuraban sobre él, sobre los rumores, sobre que era el primer día y ya tenía heridas en su rostro, pero eso no le importaba en absoluto. Ya no había muchas cosas que le importaran, porque cada día sentía que menos cosas lo hacían.
—A veces no entiendo qué es lo que te traes ahora con él.
—Jinho es un aburrido —respondió volteando a ver cómo la silueta de su hermano ya no estaba, lo que le hacía dar cuenta que ya no estaba siguiéndolo.
—Quizás quería decirte algo importante.
—Eso jamás va a pasar.
—Me da pena la manera en la que actúas con él. Jinho me agrada.
—¿Te agrada o... te gusta? —se acercó con una sonrisa burlona.
—¿Qué estupideces dices? ¿Por defenderlo resulta que me gusta? —preguntó molesto, lo que hizo que Jimin soltase una risilla divertida, apoyando la mano en su hombro.
—Era broma. No te molestes, amigo.
—A veces no te soporto, Min —confesó apartando su mano bruscamente, para retomar el camino—. Me iré a casa.
—¡Oh, vamos! ¡¿En verdad vas a molestarte por eso?! —al ver como levantaba el dedo del medio, soltó otra risilla—. ¡Me harás creer que en verdad te gusta mi hermanito!
Cuando Taehyung desapareció de su vista, tomó rápidamente su celular para enviarle un mensaje de texto a su hermano.
Jimin
¿Estás en la Universidad?
Jihyu
No.
Jimin
¿Dónde estás?
Jihyu
Estoy por empezar a entrenar.
Jimin
Perfecto.
Me pasaré por allí.
Practicar un poco de boxeo contigo
no me vendría mal.
Jihyu
Sabes que no le agradas al entrenador.
Jimin
Oh, vamos, es un lugar de mala muerte.
Debería agradecer que vaya.
Jihyu
No quiero verte aquí, Min.
Vete a follar por ahí en tu coche.
Haz lo que sea, pero no vengas aquí.
Hablo en serio.
Jimin soltó una risilla levantando la mirada y al ver a una joven con jeans desgastado y suéter grande negro con la capucha puesta, se sorprendió por un momento.
Ese rostro le traía recuerdos, por lo que guardó el celular en uno de los bolsillos de sus pantalones, para acercarse rápidamente a ella de manera peligrosa, acorralándola contra la pared, lo que hizo que jadeara.
—¿Qué sucedió? ¿Se te pasaron las doce, Cenicienta? —preguntó con una sonrisa ladina, observando sus grandes orbes cafés donde se reflejaba el temor.
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